El Sur y el Centro

Lapidiarium

Omar Raúl Martínez

El saldo negativo para la libertad de expresión sigue al alza, aunque ahora por la vía de los llamados actos inhibitorios al quehacer periodístico.

El Sur de Acapulco se erige hoy en un caso paradigmático de los artilugios del poder político para imponer mecanismos indirectos de censura. Veamos la razón de ello.

Recientemente tal rotativo y cinco de sus reporteros fueron demandados por el hermano del gobernador Zeferino Torreblanca, aduciendo daño moral. Por la reparación de su honor agraviado, el demandante ni siquiera ha esperado el dictamen del juez: exige 10 millones de pesos. Alberto Javier Torreblanca se ha inconformado por la publicación de un reportaje de El Sur donde se le vincula con una empresa constructora a la cual se le han asignado millonarios contratos del gobierno del estado sin licitación alguna. Si bien aparentemente “lógica”, la demanda conlleva un trasfondo más preocupante porque significa la “cereza del pastel” de una serie de actos inhibitorios contra este medio impreso:

a) Desde septiembre de 2002, como lo consignó el Relator Especial para la Libertad de Expresión, El Sur empezó a ser objeto de un boicot publicitario por sus críticas al gobierno de Zeferino Torreblanca. La sequía publicitaria, desde luego, persiste hasta el día de hoy pese a significar el único diario que circula en todo el estado de Guerrero y a ser, según el mismo demandante, “uno de los dos mejores y más importantes medios escritos” de la localidad.

b) La instrumentación de frecuentes auditorías fiscales ha sido otro mecanismo para intimidar al periódico. En los últimos tres años, a diferencia de otras empresas informativas, se le han realizado tres rigurosas revisiones de esa índole sin encontrar irregularidad alguna. No obstante, el rotativo ha enfrentado obstáculos para la exención de algunos impuestos que de acuerdo con la ley deberían concedérsele.
c) La cerrazón o maltrato periodístico constituye otra forma de marginar al diario. Con frecuencia, el gobernador Zeferino Torreblanca descalifica públicamente el trabajo reporteril de El Sur y las entidades de su gabinete tienen la orden de limitarle afluencia informativa sobre las actividades de gobierno.

Como se puede apreciar, la demanda por 10 millones de pesos no es una acción aislada ni atribuible sólo a una decisión personal. Lamentablemente parece ser una tónica torreblanquista de tratar a los medios que no se afilian a su postura política.

El caso de El Sur, sin embargo, tampoco es un fenómeno infrecuente o desusado en el entorno nacional. En el Distrito Federal también se cuecen habas; pero a diferencia del impreso acapulqueño, el poder económico-mediático ha evidenciado su perfil intolerante. Hace pocos días, algunos periodistas del naciente diario Centro sufrieron las represalias por una cobertura informativa que incomodó a algunos de esos actores empresariales.

Ante el temor de ver menguados sus ingresos, los dueños del consorcio Notmusa –que edita Centro y otras publicaciones de espectáculos, modas y deportes, entre ellas TV Notas— optaron el 15 de octubre por despedir al director editorial Miguel Castillo Chávez. (Días después cuatro editores renunciaron como protesta). ¿Su “error”? Haber publicado reportajes sobre asuntos poco gratos al Poder, particularmente el económico: Televisa, Slim y Mexicana de Aviación.

El tema que detonó el despido fue la publicación a principios de octubre de una entrevista con Víctor Hugo O´Farril, otrora productor de telenovelas, quien acusó al Tigre Azcárraga de traición, señaló a Azcárraga Jean de inexperto, y propuso quitarle a Televisa dos de sus canales. Ello fue suficiente para que la referida televisora ejerciera presiones.

De acuerdo con Jenaro Villamil en Proceso, en julio Notmusa tuvo un drástico recorte publicitario del gobierno calderonista a 12 de sus publicaciones, y sus propietarios no querían abrir otro flanco que afectara su negocio del infoentretenimiento. Se “apanicaron”, resumió uno de los periodistas salientes.

La autocensura se patentiza como el cariz inocultable de algunos medios mexicanos. El miedo y el dinero son las vías más socorridas, sea en el norte, en el centro y en el sur del país.

En el norte, hace casi dos años el diario El Mañana apaciguó sus revelaciones sobre el narcotráfico frente a las amenazas del mismo crimen organizado. Hoy día Centro se acomide al ritmo que le toque el poder económico-mediático.

Para nadie es un secreto que las empresas periodísticas quieran proteger sus intereses económicos; lo realmente cuestionable es que se acepte regatear o “negociar” el derecho a la información de los ciudadanos.

Frente a ese desolador panorama, la postura combativa de El Sur merece ser respaldada, pues no se amilana ante las argucias políticas para debilitarlo y, mejor aún, hace frente a las intentonas inhibitorias. Su combate dignifica al periodismo.


Director de la Revista Mexicana de Comunicación, presidente de la Fundación
Manuel Buendía y profesor de periodismo de la FES Acatlán de la UNAM.
Correo electrónico: lapidiarium@yahoo.com.mx

El siguiente es un ejemplo de cómo debe citar el artículo anterior:
Martínez Sánchez , Omar Raúl, 2007: «El Sur y el Centro«,
en Revista Mexicana de Comunicación en línea, No. 105, México, julio. Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/rmc/omar.htm
Fecha de consulta: 22 de octubre de 2007.

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