La iconósfera de Gubern

El Paleolítico superior de las nuevas tecnologías

Yeri Correa

Colaboradora de la RMC.

Vivimos rodeados por las pantallas del cine, el televisor, el monitor de la computadora y la pantalla del celular. Estas cuatro pantallas integran nuestra iconósfera, un espacio que es el paleolítico de lo que será la Sociedad de la Información. Al respecto reflexiona Roman Gubern. Durante su estancia en el ITESM Campus Ciudad de México, en donde impartió un curso, el investigador catalán autor de títulos como El eros electrónico y La mirada opulenta, concedió una entrevista a la Revista Mexicana de Comunicación.

En esta plática, Gubern rechaza la visión apocalíptica de la Internet y explora su influencia en las
relaciones humanas.

—-¿Cómo afecta la nueva iconósfera a las relaciones humanas?

—Afecta sobre todo a los más jóvenes, a los adolescentes, porque las personas mayores son más rutinarias, más vivenciales. Hoy día, los muchachos viven en la interactividad con los medios privilegiados, es decir: con la Internet y la telefonía celular, los cuales están destinados a convertirse en una microcomputadora portátil.

Usted ha escrito acerca de nuevas patologías vinculadas con las tecnologías de la información, como el skin hunger…

—Esto afecta a la gente que está más aislada y tiene menos contacto físico, se le llama skin hunger: son personas que se levantan por la mañana y prenden el televisor, lo cual no significa que lo estén mirando siempre, más bien lo utilizan como ruido de fondo, muchas veces por la falta de alternativas más estimulantes. Son los que llamamos telespectadores incondicionales, que son principalmente jubilados, amas de casa, desempleados y enfermos: son los espectadores más pasivos.

¿Podríamos hablar de una psicopatología derivada de la tecnología?

—En los años setenta se examinó el concepto de televisión patológica, sobre todo en los niños que tenían déficits emocionales en relación con el colegio, con la familia, con el entorno. Por lo tanto, desde esa década se han estudiado conductas patológicas asociadas. Ahora el ejemplo es el hacker: un sujeto que no sale, que come fast-food y su mayor gratificación es reventar los secretos cibernéticos. Creo que el hacker sería el arquetipo de la patología de nuestra sociedad.

¿Y en un punto más allá estaría el uso de Internet por grupos terroristas?

—Internet es una autopista que sirve para todo: para el bien y para el mal; es una autopista multidireccional que se utiliza para comprar, buscar información, chatear. Otra cosa son los usos sanos e insanos que se le den a la red de redes.

Entre los usos insanos, ¿qué vacíos afectivos llena la Internet?

En los chats es evidente un problema: el anonimato del comunicador; ha habido muchos casos en los que se han dado sustos en las citas. También es verdad que en el chat ocurre un poco lo que sucede en una discoteca, aunque en la Internet la realidad está más camuflajeada y por tanto tiene una estructura que favorece la mentira, pero aun así hay personas que se conocen y se casan.

Si la Internet es un espejo, ¿qué muestra ese espejo?

—La Internet muestra la gran complejidad, los cambios con un agravante: el anonimato, que favorece las actividades delictivas o deshonestas. Pero la red de redes refleja lo bueno y lo malo.

En esta sociedad con tanta opulencia visual, ¿tener más información nos hace más sabios?

—Hay una anécdota: una amiga estaba viendo con su hija una película de Marilyn Monroe, cuando la niña le dice: “Mira mamá, esta actriz imita a Madonna”. Esto es un ejemplo de la desjerarquización de la información, que hace que la niña considere a Marilyn Monroe una imitación de Madonna, pero la Internet es una exuberante red que crece rápidamente para bien y para mal, como un nuevo árbol del paraíso.

¿Entonces, la Internet sería el nuevo árbol del bien y del mal?

—En cierto modo estamos en el paleolítico superior de las nuevas tecnologías. La Internet aparece en la escena pública en los años setenta. Estamos esperando cómo evolucionará, no sólo la red sino todas las tecnologías. Por ejemplo, el holograma es un invento que está esperando que alguien se ocupe de él.

¿Cómo avizora a nuestra sociedad en unos 10 o 20 años?

—Yo pienso que la combinación de los satélites de comunicaciones, las redes y lo que se llama la pantallización de la sociedad, crearán una sociedad de la información que no existe. Pero aún no es global por el bajo acceso de la Internet en África o Haití.

¿La imagen es inocente?

—Una imagen es un punto de vista y un punto de vista nunca es inocente, porque detrás de la imagen se encuentra un ser humano que expresa emociones. Por tanto, en las imágenes están manifiestas las expresiones de aquellos que las producen.

—Respecto a su libro El eros electrónico, ¿qué futuro tiene la pornografía en la Internet?

—A juzgar por las estadísticas, el futuro es prometedor porque el anonimato en la red permite ver cosas que uno no se atrevería a pedir en una sexshop, que implica entrar a un lugar, dirigirse a un mostrador y dar a conocer sus caprichos. En cambio, el anonimato en Internet invita a un vaganbundeo exploratorio, lo que distorsiona la realidad y hace que las parafilias estén sobrerrepresentadas.

¿Qué pasa cuando el último espacio de la intimidad, que es la sexualidad, se vuelve público?

—En España se han dado casos en los que algunas parejas –no actores profesionales– se filmaron fornicando, y después, al separarse, el marido exhibe en Internet tales imágenes. Uno de esos casos se fue a tribunales, y una primera sentencia dictaminó que una mujer que ha consentido en ser grabada, no tenía derecho a protestar por la difusión de tales imágenes. Pero posteriormente se estableció que la intimidad de la pareja sexual es la intimidad compartida de dos; por tanto, se requiere un acuerdo entre ambos.

El anterior artículo debe citarse de la siguiente forma:

Correa, Yeri, «La iconósfera de Gubern», en
Revista Mexicana de Comunicación, Num. 107, México, octubre / noviembre, 2007.

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