Cibercafés. El principal punto de acceso a Internet en México

Excelsior, 25 de septiembre de 2007.

Octavio Islas

Los estudios sobre cibercafés como de los espacios que conceden acceso público a Internet, admiten ser considerados asunto de particular relevancia. La problemática inherente es la inclusión digital. Sin embargo el número de investigaciones realizadas en México sobre cibercafés o espacios que ofrecen acceso público a Internet resulta reducido.

El primer estudio que procede desde una perspectiva eminentemente comunicólogica fue realizado por Ana Lucía Castro Luque, Blanca Esthela Zepeda y Ramón Jonquera Limón, investigadores de El Colegio de Sonora: “¿Ahora el café se toma en Internet?-. La investigación incluyó entrevistas a usuarios y propietarios de 10 cibercafés en 3 ciudades de Sonora y fue publicado en 2001 por El Colegio de Sonora en el libro Internet y desarrollo regional.

En cada uno de los estudios realizados entre 2002 y 2006 por la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI) se consideró indispensable identificar desde qué lugar el usuario de Internet en México accede a la red.

De acuerdo con los resultados de los estudios realizados por Select para AMIPCI, de 2002 a 2004, el hogar y el trabajo –en ese orden- representaban los principales sitios desde los cuales el usuario de Internet establecía acceso al llamado “medio de comunicación inteligente”.

En cambio de acuerdo con lo asentado en el estudio correspondiente a 2005 –Hábitos de los usuarios de Internet en México 20005-, primera investigación realizada por la Vicepresidencia de Investigación de Mercados de AMIPCI, los cibercafés asumieron la segunda posición como principales lugares de acceso a Internet en México, desplazando a la tercera posición a la opción “trabajo”.

Lugar más frecuente de Acceso a Internet

Casa: 40%
Cibercafés: 30%
Trabajo / oficina: 20%
Escuela, universidad, centro de estudios: 10%

Fuente: Estudio General de Medios, Ipsos-Bimsa (citado en el estudio Hábitos de los usuarios de Internet en México 20005. AMIPCI)

Los resultados que arrojó el estudio realizado por AMIPCI en 2006: Hábitos de los usuarios de Internet en México 2006, permiten confirmar que los cibercafés eran ya el segundo sitio de acceso a Internet en México, y la brecha entre las opciones “casa” y “café Internet” se había reducido al 4%.

En el estudio realizado por AMIPCI en 2007 por la Vicepresidencia de Investigación de Mercados de AMIPCI no fue formulada pregunta alguna que respondiera al propósito de ubicar el sitio a partir del cual el “internauta” mexicano establece su acceso a Internet.

El estudio realizado por AMIPCI en 2007: Usuarios de Internet en México. Uso de las nuevas tecnologías centró su atención en el tema “uso de las nuevas tecnologías” en detrimento del objeto de estudio que había representado, desde 2002, su principal preocupación: los hábitos de los usuarios de Internet. Con base en la aplicación de 1,437 encuestas que fueron respondidas en el sitio web de AMIPCI, se procedió a generalizar los resultados obtenidos a la totalidad de los “internautas” mexicanos.

A mediados de noviembre de 2006 la tesis de maestría de Erika Rueda Ramos, egresada del Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM –Acceso público a Internet: Los cibercafés en México– fue reconocida como la mejor tesis de postgrado en ciencias de la comunicación (2005-2006), en el XX Premio Nacional de Mejores Tesis en Ciencias de la Comunicación, del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (CONEICC).

La investigación realizada por Erika definitivamente admite ser considerada hasta hora como el mejor estudio realizado en México sobre cibercafés.

De ninguna manera resulta descabellado aseverar que la primera posición en términos de lugares de acceso a Internet hoy podría corresponder a cibercafés y a sitios de acceso público a la red.

Un estudio que pudiera recuperar las preocupaciones que originalmente dieron rumbo y sentido a las investigaciones realizadas por AMIPCI: hábitos de los usuarios de Internet en México, seguramente despejaría las dudas y podría confirmarnos si efectivamente los cibercafés hoy pueden ser considerados como el principal sitio de acceso a Internet en México.

FUENTES
AMIPCI. Estudio AMIPCI 2002 de hábitos de los usuarios de Internet en México. Disponible en http://www.amipci.org.mx

———– Hábitos de los Usuarios de Internet en México, 2003. Disponible en http://www.amipci.org.mx

———- Hábitos de los Usuarios de Internet en México, 2004. Disponible en http://www.amipci.org.mx

———- Hábitos de los usuarios de Internet en México 2005. Disponible en http://www.amipci.org.mx

———- Hábitos de los usuarios de Internet en México 2006. Disponible en http://www.amipci.org.mx

———- Usuarios de Internet en México. Uso de las nuevas tecnologías. Disponible en http://www.amipci.org.mx

Castro, A., et al. “¿Ahora el café se toma en Internet?”. En Contreras Ó. y Castro, A. (2001) (Coords). Internet y desarrollo regional. El Colegio de Sonora: 2001, pp. 43-60.

Rueda, E. (2006). Acceso público a Internet: Los cibercafés en México. Tesis de Maestría en Ciencias Políticas y Sociales con orientación en Comunicación. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM. México.

Investigador del Proyecto Internet-Cátedra de Comunicación Estratégica y Cibercultura,
Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.

El siguiente es un ejemplo de cómo debe citar este artículo si se consulta en esta página:

Islas, Octavio, 2007: «Cibercafés. El principal punto de acceso a Internet en Méxicol», en Excélsior,
Dinero, 25- IX- 2007.

Revolución tecnológica en TV y cine digital

El Universal, Finanzas, 25 de septiembre de 2007

 

Telecom y medio

 

Gabriel Sosa Plata

 

NUEVA YORK.— La tarjeta de memoria flash, de tan sólo 27 gramos de pesos, puede grabar hasta una hora de video en alta definición o HD.

 

En apariencia, ese atributo pudiese no ser tan novedoso para cualquier usuario familiarizado con los equipos digitales, pero en realidad forma parte de una de las tecnologías más avanzadas en medios digitales, que sin duda revolucionará las formas en que se produce video, televisión y cine en el mundo.

 

Esta ciudad, centro financiero de Estados Unidos, donde el recuerdo de lo ocurrido hace poco más de seis años está latente en todo momento, fue elegida para el lanzamiento en el continente americano de una cámara de grabación de video, cuya característica más importante es que no utiliza cintas, como ocurre actualmente con la videoproducción profesional, sino tarjetas de memoria flash para almacenar imágenes en la máxima resolución de alta definición (1920 por 1080 pixeles).

 

La nueva cámara se presenta justo cuando, por ejemplo, en Estados Unidos faltan menos de dos años para el apagón analógico de la televisión, mientras en otros países como México, donde ya hay en operación 36 canales digitales de televisión terrestre, la transición hacia las tecnologías digitales avanzan paulatinamente. Por eso es que en opinión de la empresa fabricante, Sony Electronics, el equipo será bienvenido, no sólo por empresas y organismos de televisión, sino por productores independientes o las escuelas de cine y televisión.

 

Al ser eliminadas las cintas, los procesos de grabación, producción y posproducción se agilizan de manera muy importante. La cámara dispone de un deck que permite la transferencia de archivos a alta velocidad a una PC para la edición de los materiales grabados. El gerente de Mercadotecnia para Broadcast & Professional Group de Sony de México, Humberto González, explica que por esa característica será muy apreciada en las áreas de noticias de las televisoras, donde se requiere velocidad para descargar los materiales, editarlos y reproducirlos inmediatamente.

 

La también llamada XDCAM-EX es, como otras tecnologías digitales, ligera, además de portátil. Sólo pesa unos tres kilogramos. También tiene un bajo nivel de ruido, de consumo energético y puede operar en condiciones de poca iluminación. Para la cinematografía digital incorpora funciones de cámara lenta, cámara rápida, grabación a 24 cuadros progresivos reales y otras características requeridas para ese tipo de producciones. Cuenta con dos ranuras para igual número de tarjetas de memoria flash, lo que permite llevar a cabo sesiones largas de grabación en HD.

 

Sólo 5% de producción digital

 

En el edificio de Sony Corporation of America, ubicado en la avenida Madison, también hablamos con el director de Soluciones de Negocio de Broadcast and Professional Latin America, Luiz Padilha, quien dijo que se prevé una buena aceptación de los productos de radiodifusión de Sony en América Latina, sobre todo a raíz de que en México, Brasil y Uruguay ya se eligió un estándar de televisión digital terrestre.

 

Asegura que en 2006 la venta de televisores digitales fue muy importante en México y se prevé un crecimiento en la cadena de producción en HD en toda la región. Sin embargo, los retos son aún importantes, debido a que los presupuestos de diversas entidades que hacen televisión, como las universidades, los gobiernos estatales y los productores independientes, son limitados.

 

Padilha estima que tan sólo 5% de la producción de video y televisión en América Latina se hace con tecnología digital.

 

En el primer nivel del edificio corporativo de América de la empresa fundada en mayo de 1946 y que a la fecha cuenta con casi 160 mil empleados en el mundo, se encuentra un museo interactivo en el que los visitantes de la ciudad pueden conocer los desarrollos tecnológicos impulsados por Sony, como el primer radio de transistores, el walkman, el lector de discos compactos, el disco flexible, el PlayStation, la reproductora de DVD y el memory stick, entre muchos otros. La nueva cámara, basada en grabación óptica sin cintas, se suma a los logros impulsados por esta compañía.

 

Futuro de medios públicos y observatorios

 

Y ya que hablamos de retos digitales, el 27 y 28 de septiembre la Red de Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México lleva a cabo el tercer Congreso Internacional “Regulación y futuro digital de los medios públicos”, en el que participarán expertos y directivos de organismos de radiodifusión de Europa, América Latina, Estados Unidos y México. Independencia y participación de los medios públicos, el marco regulador, los retos frente a la convergencia digital, organización y financiamiento, son algunos de los interesantes temas que se abordarán en este congreso, cuya sede será el Palacio de Minería (Tacuba 5, Centro Histórico).

 

También se debe anotar en la agenda el “Encuentro de los medios y sus audiencias”, organizado por el Observatorio Ciudadano de Medios Electrónicos (OCME) y la Universidad del Claustro de Sor Juana (USCJ), este sábado 29 de septiembre, a partir de las 9:00 horas. En la sede de esta Universidad (Izazaga 92, centro histórico) participarán representantes de Canal 11, Canal 22, Televisa, Imer, Ibero 90.9, Radio Educación e investigadores de la UAM y la UNAM. El encuentro tiene el objetivo de acercar al público las herramientas de la recepción crítica y la educación para los medios.

 

En otros temas, la semana pasada, Cristóbal Cobo y Hugo Pardo, investigadores de FLACSO y de la Universidad VIC de España, respectivamente, dieron a conocer su libro Planeta Web 2.0. Inteligencia colectiva o medios fast food. En el texto se presenta una radiografía de la situación actual de la Web 2.0, “sin la intención de venderla o condenarla sino más bien de describir y contextualizar este fenómeno de la Word Wide Web rumbo a la construcción de una sociedad del conocimiento”, dicen los autores. El libro puede descargarse gratuitamente en la siguiente dirección: www.planetaweb2.net

 

Profesor e investigador invitado de la AUM Cuajimalpa. Columnista de El Universal y
coordinador del Consejo Editorial de la Revista Mexicana de Comunicación. http://radiomexicana.blogspot.com

 

 

 

El siguiente es un ejemplo de cómo debe citar el anterior artículo.

Sosa Plata, Gabriel, «Revolución tecnológica en TV y cine digital» en El Universal,
México, Num. 32, 832, 25 -IX – 2007, Telecom y otros medios, Finanzas.

Venezuela y sus alrededores

El debate académico del debate mediático

Concha Mateos Martín

Profesora de Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos, en Madrid, España.

Hay una realidad indiscutiblemente reconocida: Venezuela ha estado bajo los reflectores desde 1999. Allí pasan cosas que no ocurren en otros países, que no ocurren desde hace mucho tiempo,
que no se creía que podían ocurrir y que muchos no quieren que ocurran. Otros, sí. Y muchos están pensando y actuando desde fuera de Venezuela.

Al hablar de la caducidad de la licencia de Radio Caracas Televisión (RCTV), no se puede eludir un análisis racional de los datos. Tampoco es admisible apoyarse en estereotipos caricaturescos fabricados en los despachos de crisis de los centros de poder económico, político o social.

Comienza a descender el ruido, podemos empezar a pensar. Cuando tanta gente habla tan alto de lo mismo al mismo tiempo, manejando tan poca variedad de ideas, algo premeditado ocurre. Entonces hay que dar un paso atrás, tomar distancia y observar. Buscar la voz no financiada.

Ningún país latinoamericano ha consolidado jamás una estructura de medios públicos que garantice la democracia informativa y mediática. Pero la aspiración ha estado ahí, sobrevolando los silencios forzados. El debate intenso de finales de los sesenta y los setenta, y los debates parciales posteriores en algunos países, terminaron siempre ahogados por las presiones empresariales y los paupérrimos presupuestos públicos invertidos.1

La libertad de expresión, un bien de todos, terminó siendo gestionada de modo privado por unos cuantos grupos mediáticos. La lógica del dinero colonizó la lógica del derecho. Y con el tiempo, muchos se acostumbraron a creer que las cosas son así y que no pueden ser de otra manera.

En la transición entre milenios, Venezuela decidió creer que sí, que había otras opciones. Empezó a mover piezas dentro del escenario. Reabrió cajas fuertes conceptuales del derecho constitucional, del ejercicio democrático, del estatus quo geopolítico (división del poder del Estado en cinco, revocación presidencial, democracia participativa, contrapeso del Sur). Algunas de esas cajas llevaban siglos lacradas.

El capitalismo, que promueve el consumo continuado de novedades, la dinámica desaforada de modas que nos hacen tirar todo lo usado y reponerlo con productos nuevos, se estremeció cuando oyó hablar de renovación conceptual. Ahí lo nuevo no era bienvenido. El corazón de las reglas del juego se resiste a cualquier cambio que pueda significar el paso del poder de unas manos a otras. La reacción fue grande.

Esa magnitud de la reacción contra lo que empezó a suceder en Venezuela nos sirve para constatar un estado de nuestro objeto de estudio: Venezuela abrió un debate. A favor, en contra o con matices, esa apreciación es aceptada por todos. Nuestra mirada analítica se enfoca sobre ese debate, sobre un aspecto en particular: Venezuela replanteó la relación entre los ciudadanos y sus medios de comunicación.

Aquí quizás algún lector sienta la tentación de interrumpir la lectura y exclamar: ¿Y qué?, ¿acaso lo que propuso Venezuela está bien, es mejor? ¿Pero no es verdad que es un error tal tal tal…?

Paciencia. Contención. El juicio apresurado impide a la opinión ilustrarse. La mirada analítica es la que analiza, la que sostiene el silencio durante el periodo de instrucción, la que retiene el juicio durante la fase de recolección y procesamiento de datos.

El intelectual académico es el que sabe que su cuello puede girar, mirar hacia otro lado, dirigir la atención a los alrededores, atender lo que queda fuera del foco de luz de quien dirige el espectáculo. El intelectual académico no se satisface con univisiones particulares. Ni con el agua de una sola fuente.

No espere ningún lector que en este texto se le diga si las decisiones del gobierno bolivariano de Venezuela están bien o mal, si la campaña agitada por la oposición es justa o injusta.

Claridad: de qué se trata

Hay una realidad indiscutiblemente reconocida: Venezuela ha estado bajo los reflectores desde 1999. Allí pasan cosas que no ocurren en otros países, que no ocurren desde hace mucho tiempo, que no se creía que podían ocurrir y que muchos no quieren que ocurran. Otros, sí. Y muchos están pensando y actuando desde fuera de Venezuela.

El presidente venezolano ha recibido el respaldo de mayorías electorales en numerosas contiendas desde 1999. La última, en diciembre de 2006, le otorgó la confianza de 63% de los votantes, 7.3 millones de ciudadanos. Esos más de siete millones de personas merecen respeto académico. No hay base intelectual para defender que ese dato no importa, que esos votos no importan. ¿Por qué podrían no importar? ¿Por qué no iban a merecer el mismo respeto que los votos con los que ganó sus elecciones Zapatero en España, Bush en Estado Unidos o Calderón en México? Los votantes venezolanos no son personas bobas, no se puede hablar de ellos como de gente estúpida sin importancia que no sabe lo que quiere ni lo que hace. ¿Acaso sus medios de comunicación, sus fuentes informativas, no funcionan igual que los de otros países sí respetados?

Recordemos que 78% de las estaciones de televisión en VHF y 82% en UHF en el país son privadas; que el negocio de vender las audiencias televisivas a los anunciantes lo dominaban tres televisoras durante todas esas campañas electorales (Globovisión, Venevisión y RCTV). En ellas estaba la atención de las audiencias. ¿Acaso ellas, que dominaban el discurso público, atontaron a los votantes hasta lavarles el cerebro y hacerles votar a favor de un monstruo?

El debate académico precisa con urgencia un rastreo racional de los argumentos, para desintoxicarse de ese tipo de concepciones irrisorias.

Al hablar de la caducidad de la licencia de RCTV, no se puede eludir un análisis racional de los datos. Tampoco es admisible apoyarse en estereotipos caricaturescos fabricados en los despachos de crisis de los centros de poder económico, político o social.

Cada uno que juegue a lo suyo. La reflexión intelectual no puede ser la marioneta de personas desesperadas en su lucha por el poder o en su llanto por la pérdida. El análisis académico genuino no compite ni llora por ese poder; requiere enfocar el asunto con herramientas de precisión, libres de los prejuicios de las partes interesadas o afectadas, para definir zonas de nitidez. Aclarar la visión. Ésa es una de las condiciones del análisis académico: el enfoque. Es preciso mantener un material quirúrgico limpio, afilado, conceptos claros y homologables, definidos diáfanamente. Sólo así su resultado o conclusión puede ser valorado. No puede ser aceptado, por ejemplo, analizar la personalidad de Chávez y concluir que la concesión debía ser perpetua.

Hacer trampa con los términos, infecta la voz de quien los usa. El debate académico sólo puede aceptar argumentaciones enfocadas, transparentes, no fraudulentas. No vale jugar con el significado de fondo de las palabras; ni variarlo según la frase que estemos utilizando o según el país del que estemos hablando. Los términos de análisis han de mantener una estabilidad al margen de la situación concreta a la que los estemos aplicando. Significar lo mismo en todos los casos.

Por eso, expongo aquí en letra clara, los términos del contrato que mantenemos en este artículo. Comencemos con el primero:

Libertad de expresión: derecho fundamental de los hombres y mujeres. Derecho que no pertenece a los medios. Más bien éstos deben servir para que lo ejerzan los verdaderos titulares. Algunas empresas (los medios) pueden actuar como herramientas para el ejercicio de tal derecho, pero nunca pueden atribuírselo ni acapararlo.

Es el derecho universal a tener posibilidad de expresarse. Es universal, de todos, no restringible, no privatizable, no mercadeable.

Es un derecho sometido como todos los derechos al respeto a los demás derechos. Libertad de expresión no es libertad de poder decir lo que a uno le dé la gana en cualquier caso, sino lo que a uno le dé la gana dentro del marco de respeto a los valores del orden jurídico y constitucional. La incitación a la violencia como recurso de convivencia civil, por ejemplo, no es amparable bajo la libertad de expresión.

No permitir la expresión a un medio no es lo mismo que no permitirle el uso del espectro radioeléctrico. Quien firma este artículo, por ejemplo, tiene libertad de expresión aunque no puede utilizar el espectro radioeléctrico. Otro caso: RCTV puede mantener sus emisiones por cable, por Internet o por los demás medios que posee, porque también disfruta de libertad de expresión; lo que ha pasado es que, como tantos otros medios y comunicadores del mundo, le han dejado de confiar un bien público de cuya explotación RCTV obtenía unos 167 millones de dólares al año.2 No le impiden la expresión: le impiden el enriquecimiento mediante el uso de un bien público. Este bien público no tiene como fin servir de negocio a ninguna compañía; su fin es servir para que se enriquezcan socioculturalmente los venezolanos.

El asunto de la caducidad de la concesión de RCTV no tiene nada que ver con la libertad de expresión. ¿Por qué entonces tanta gente lo asocia y ve normal que se empiece hablando de ella? ¿De qué interés ha emanado esa línea de contaminación asociativa?

Sigamos con el glosario:

Concesión: autorización a una entidad para que use un bien público que el Estado protege por ser un bien común y pertenecer a todos. La autorización es condicionada, es decir: está sujeta a que la entidad concesionaria cumpla y respete los fines para los que se le otorga la concesión.

Concesión automática: concepto trampa, pues si una concesión está condicionada no puede ser automática. El Tribunal Supremo de México ratifica este razonamiento al haber declarado nula, por inconstitucional, la ley que pretendía hacerlas perpetuas en ese país.

Vencimiento de una concesión: contingencia legal, hecho ajustado a derecho, acontecimiento en armonía con el cumplimiento de la norma legal que regula la concesión.3

Violación de la libertad de expresión: acto contrario a derecho. Nada que ver con el vencimiento de una concesión.

Decisión del Estado: en todos los países del mundo, la transmisión televisiva en canales abiertos requiere permiso previo del Estado. Los criterios los pone el Estado.4 Por ejemplo, la subasta, utilizada en Guatemala para asignar licencias de radio, da prioridad a quien tiene dinero para ganar la licencia subastada. De ese modo se privilegia a los que son solventes económicamente, pues ellos tienen más opciones de acceder a ser los mediadores de la libertad de expresión de todo el pueblo.5 En Venezuela, las licencias de medios comunitarios no se conceden mediante criterio económico; la solvencia que valora el gobierno bolivariano es solvencia civil, solvencia democrática, capacidad de estar organizado socialmente y de participar de modo democrático.6

Que una concesión caduque no viola ninguna norma, ley, derecho o principio emanado de la jurisprudencia. ¿Por qué entonces esa polvareda con esa licencia caducada? ¿Es falso o verdadero ese debate sobre RCTV? ¿De dónde sale, quién lo alimenta, quién lo agita?

Equilibrio informativo: procedimiento por el cual se surten los argumentos, posturas y versiones de las distintas partes implicadas en un asunto noticioso, concediendo a todos la misma relevancia, destacamiento y atención o presencia.

Falta de equilibrio: ofrecer sólo una versión de los asuntos; presentar sólo las reclamaciones de una parte. Por ejemplo: conceder atención y entrevista a Marcel Granier (propietario de RCTV), pero nunca concederla al gobierno venezolano; no hablar nunca de las violaciones al periodismo que hacen los medios privados en Venezuela; no haber informado, no mencionar y no recordar nunca el comportamiento desleal de RCTV con el orden constitucional.7

Manipulación mediática: ilustrar noticias sobre Venezuela con imágenes de manifestaciones violentas en otros países, y no decir durante un golpe de Estado que la calle hierve de gente reclamando el retorno de un presidente que consideran secuestrado.

Contraste: atender a todas las partes

Muchas personas en el mundo pasan sus días felizmente sin prestar ninguna atención a la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión de Venezuela. Ninguno de los medios habituales que consumen les ha contado en qué consiste. Ignoran lo que son las Misiones en Venezuela, no saben que no a todos los presidentes de todos los países hay que aguantarlos sin remedio hasta que terminen el periodo para el que fueron elegidos. No en todos los países, pues en Venezuela los ciudadanos pueden revocar a mitad de mandato a su presidente, y decirle que no le conceden más crédito, que les ha desencantado y que abandone, por favor, el gobierno. Los medios convencionales no informan de estos asuntos.

Durante el golpe de Estado de abril de 2002, ningún medio de los llamados de referencia en España informó sobre el cierre, por la fuerza y con violencia, de la televisión pública. No se alzaron voces contra ese atentado a la libertad de expresión, que sí era cierre, que sí era atentado, ni en la calle, ni entre expertos, ni entre académicos.

El único medio de comunicación que se ha cerrado en Venezuela después de 1999 ha sido Venezolana de Televisión durante el golpe de Estado contra el presidente Chávez en 2002. Este cierre violento nunca recibió socorro, apoyo ni respaldo desde los foros profesionales o académicos del periodismo español, ni siquiera una iniciativa de denuncia pública. ¿Y qué hubo desde el periodismo mexicano? ¿Y desde Argentina? ¿Y del resto del mundo? Nada, tampoco. Nada parecido a lo que ahora hemos presenciado con la puesta en escena de esta polvareda mediática a costa de RCTV.

Por el contrario: en las primeras horas del golpe se levantó una oleada de bienvenida calurosa a los golpistas. Medios llamados democráticos aplaudieron la violación de una constitución y la supresión violenta de las instituciones de un estado soberano y libre. Medios interrumpiendo, cortando, quitando el micrófono y la imagen de las declaraciones de un fiscal general del Estado porque no les venía bien lo que decía. Censura de la más burda y tajante, de la tijera literalmente, y fue consentida y perdonada con el silencio cómplice de los mismos que hoy gritan por la salvaguarda del periodismo. ¿De qué periodismo? Esa es la fisura que ha de abordar el análisis académico: esa variabilidad de lo defendible, esa inconsistencia de los principios alegados para tener derecho a gritar.

¿Por qué el debate internacional ante aquellos atropellos no subió de volumen? ¿Por qué ha subido de volumen con la extinción de la concesión de RCTV? Esas son las pesquisas que corresponden a un análisis académico: las mecánicas de infección del debate público, sus disfunciones y sus funciones.

No hubo denuncia, hubo apoyo a la violación de los derechos fundamentales en Venezuela en 2002. Un apoyo adornado incluso, rociado, de la gloria del nombre de la monarquía española.

El Premio Rey de España de Periodismo 2002 lo recibió el periodista del canal de Venevisión. Luis Alfonso Fernández, por el documental La masacre del centro de Caracas. Por imágenes aparecidas en ese trabajo fueron identificados, detenidos y juzgados varios venezolanos, acusados de haber disparado contra supuestas personas que se encuentran presuntamente en un lugar de la calle que el documental no muestra y que el periodista nunca llegó a ver durante los hechos que relata. Es decir, habló sin saber, sin contrastar, imaginando pero acusando firmemente. Esas imágenes y esos comentarios supuestamente informativos dieron la vuelta al mundo y condicionaron la opinión pública de millones de personas en unos momentos de grave crisis nacional en Venezuela –golpe de Estado–. Tras un año y medio de investigación judicial, declaraciones, testimonios grabados, documentos audiovisuales recopilados y analizados científicamente, una sentencia judicial permitió liberar a los inocentes acusados y descubrir la manipulación informativa realizada. En el jurado que otorgó el premio participaban la Agencia Efe y la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). Si algún lector conoce, ha visto o tiene datos de que el premio se haya retirado o de que los miembros del jurado se hayan disculpado, por favor, divúlguenlos y envíenmelos.8 Ahí tenemos otro silencio inexplicable: un violador de la ética periodística, violador incluso de las técnicas más básicas de la profesión, premiado con trofeo real y el mundo en silencio.

Ahí está otra vez el campo natural de observación del análisis académico: el contrato con los conceptos. ¿Qué es lo condenable? ¿Depende de lo que los sujetos hagan o depende de qué sujeto lo haga? La ciencia de la comunicación no puede temblar ante estas preguntas; andar pegando parches a las teorías para que justifiquen realidades aquí y allá a conveniencia, según a quien haya que favorecer. La academia debe tener respuestas consolidadas, principios estables de análisis, y aplicarlos a las situaciones concretas, caiga quien caiga. Porque la ciencia no es responsable de quien caiga: es responsable de la rigurosidad del análisis. Las acciones de las personas son responsabilidad de ellas mismas. A cada una le corresponde hacer su papel, y la ciencia no puede variar sus principios en función de las acciones concretas de personas concretas a las que se los va a aplicar.

NOTAS
1) Elisabeth Fox, Medios de comunicación y política en América Latina. La lucha por la democracia, Gustavo Gili, Barcelona, 1989.

2) El mercado publicitario de la televisión en Venezuela genera unos 500 millones de dólares anuales, que hasta ahora se estaban repartiendo tres cadenas privadas de televisión. Diego Olivera, “El control de los medios de comunicación por monopolios empresariales”, en Altercom, 14 de junio de 2007.

3) El decreto por cuya aplicación ha vencido la licencia de RCTV no es una decisión de Chávez. Se trata del decreto 1.577, de 1987, que establecía que las licencias otorgadas hasta ese momento serían válidas durante 20 años, sin extensión o renovación automática.

5) Concha Mateos Martín, “Del saqueo a la soberanía mediática en Venezuela. La vía de la responsabilidad social en los medios”, en revista Agora, núm. 13, 2006, pp. 191-217. En este artículo se analizan con mayor detalle las condiciones de participación y acceso a los medios.

6) “Ley de responsabilidad social en radio y televisión”, en Gaceta Oficial, núm. 38.081, consultado en http://www.leyresorte.gob.ve/index.asp. 7 de diciembre de 2004.

7) Las referencias para documentar ese comportamiento son casi infinitas. Víctor Ego Ducrot, en APM, el 27 de mayo de 2007, recapitula en un artículo algunas de ellas, incluidas declaraciones del que fuera director de producción de RCTV durante los días del golpe de Estado de 2002, Andrés Izarra, quien ha explicado en numerosas ocasiones y medios cómo en RCTV recibieron “orden de silenciar los micrófonos y cerrar las pantallas del canal a todo lo que no fuese apoyo a los elementos golpistas”. En http://www.prensame cosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idno ta=3218

El anterior artículo debe citarse de la siguiente forma:

Mateos Martín, Concha, «Venezuela y sus alrededores», en
Revista Mexicana de Comunicación, Num. 106, agosto / septiembre, 2007, 14 -18 pp.

Puede leer el artículo completo en la versión impresa. Adquiérala por sólo
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TV pública versus TV privada en Venezuela

¿A quién se beneficia y a quién se perjudica?
Vicente Romano

Excatedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Sevilla en España.

La no renovación de la concesión al canal RCTV ha provocado dentro y fuera de Venezuela una
acalorada polémica en torno a la libertad de expresión.

Y, a decir verdad, interesada, hipócrita y falaz. La cuestión de fondo es la contraposición entre
libertades colectivas e individuales, entre servicio público y beneficio privado.

Como se sabe, la mayoría de las constituciones democráticas reconocen el derecho de los ciudadanos a la libertad de expresión. Así lo hace, por ejemplo, la española, una de las más progresivas en este aspecto. Su artículo 20 dice textualmente:

Se reconocen y protegen los derechos: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

Más aún, también reconoce que los españoles tienen derecho “a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión”.

Ahora bien, este derecho no puede incluir, entre otras cosas, el de promulgar abiertamente el exterminio de las personas discapacitadas, los miembros de otra religión o etnia (como fue el caso de los nazis), el asesinato de un presidente y el derrocamiento a tiros del gobierno democráticamente elegido (como ha venido haciendo la RCTV y otros medios en Venezuela).

Es obvio que para ejercer su derecho a la libertad de expresión, los ciudadanos deben disponer de medios para expresarla. La libertad de expresión y de información se reduce así, en la práctica, a la libertad de acceso a los medios. Algo que, como todo el mundo sabe, está limitado a los pocos que poseen esos medios.

¿De qué sirven, pues, esas libertades si se carece de medios para ejercerlas? Porque todo lo que tiene que ver con la información y la comunicación está relacionado también con el poder, la impotencia y la violencia. Como se trata de medios, la diferente posesión de los mismos constituye la desigualdad. La persona que carece de medios, o más exactamente, de medios de intercambio comunicativo, no puede hacerse entender. Es el perjudicado en la interacción social, si es que llega a participar en ella. Y no se trata de ninguna metáfora. Hay que imaginarse al disminuido físico o psíquico, al ciego o al sordomudo, al analfabeto, y compararlo con el poderoso o el político sobre el que se concentran cámaras y micrófonos, cuyas palabras se difunden a los cuatro vientos y penetran el pensamiento, las emociones y la acción de la gente. De allí que el estudio de los medios tenga por objetivo descubrir las condiciones de la libertad –o la falta de ella– concreta de los seres humanos en la comunicación pública.

Debido a la concentración existente en la industria de la comunicación, de la conciencia, del entretenimiento, o como la quieran llamar, lo cierto es que sobran los dedos de una mano para contar los oligopolios que la controlan. Estos pocos tienen el poder de definir la realidad para los muchos, de decirles lo que pasa, lo que es bueno y malo, lo que hay que hacer y lo que no, y cómo hacerlo. Este poder de fijar el programa social de cualquier comunidad es la clave del control social. Lord Nordcliffe, dueño de uno de los grandes consorcios de prensa de principios del siglo XX, lo explicaba así, sin pelos en la lengua:

Dios enseñó a los hombres la lectura para que yo pueda decirles a quién deben amar, a quién deben odiar y lo que deben pensar.

¿Falta de libertad?

En Venezuela, el sector privado acumula 90 periódicos, 700 radioemisoras comerciales, 78% de las televisoras VHF y 82% de las UHF. Salvo dos diarios que guardan un cierto equilibrio informativo, los medios privados predican el derrocamiento violento del gobierno democrático y divulgan falsedades y puntos de vista contrarios a él, sin que éste haya respondido jamás con medidas de censura, cierre, suspensión ni confiscación de ediciones. Es evidente que la proporción de medios públicos está en clara desventaja frente a los privados.

En España, como prácticamente todos los países, el Estado ejerce la soberanía sobre su espectro radioeléctrico nacional y otorga o deroga concesiones a empresas privadas para el uso del mismo. Eso es, sencillamente, lo que el gobierno venezolano ha hecho con la televisora RCTV. Nada más. Esta empresa puede seguir emitiendo, y lo hace, por otra frecuencia y otros medios. Nadie se lo impide. El Estado no ha hecho más que recuperar del uso privado una frecuencia suya para dedicarla a servicio público, al bien común. ¿A qué viene, entonces, el escándalo? ¿Quién se beneficia y quién se perjudica con esta medida?

Se entiende que toda privatización equivale a una expropiación del ciudadano, por suponer una limitación o mutilación del sistema público. Restringir el sistema público significa reducir los procesos de aprendizaje en la sociedad democrática. Como sistema de comunicación abierto, la democracia se convierte así en un círculo cerrado de opiniones. La opinión pública se convierte en opinión publicada de los pocos que tienen el poder para publicar.

La privatización lleva necesariamente a la concentración, a la dependencia de las multinacionales de los medios masivos de comunicación social, a la falta de libertad, que sólo existiría oficialmente. El pluralismo quedaría reducido a una opinión, o sea, a su contrario: el uniformismo. Quien es partidario de la privatización lo es también de la comercialización, cuyo efecto final es el entretenimiento con espectáculos de superestrellas guarnecidos de publicidad comercial, como han demostrado los estudios efectuados sobre la privatización en Inglaterra, Italia y España.

El producto barato determina el programa. Las emisoras de radio se convierten en cajas de música banal y las estaciones privadas de televisión, fundadas con ambiciones artísticas, terminan en la importación de series y en el strip tease de amas de casa. Es decir: se imponen los poderes del entretenimiento, del producto barato. Lo que se pensó como radiodifusión de pequeños grupos, se convierte en agencia de las grandes organizaciones económicas.

El significado de la información, de la noticia, del comentario, para la formación de opinión en un Estado democrático no puede dejarse únicamente en manos de intereses y coacciones minoritarias de unas pocas empresas privadas. Lo que se impone entonces es el valor de cambio de la información-mercancía y no su valor de uso, o sea, el beneficio particular y no el general. Los comprobados inconvenientes de la comercialización son un fuerte argumento a favor de la televisión de servicio público, incluidos los nuevos medios.

Contenidos de calidad

La televisión pública puede y debe ofrecer la igualdad de oportunidades para todos. El sistema público puede y debe asegurar que todos los grupos de la población tengan acceso a los medios, es decir, que sus contenidos sean democráticos, plurales y críticos. Por otro lado, el control público reduce el peligro de abusos y permite a las emisoras la mayor libertad posible.

En vez de imitar o reproducir los peores rasgos de la privada, la radiodifusión de servicio público puede acentuar, por el contrario, sus diferencias y cualidades específicas. Los comprobados inconvenientes de la comercialización constituyen un fuerte argumento a favor de la televisión pública, incluidos los nuevos medios. Si lo que se pretende es el pluralismo democrático para solucionar los conflictos sociales, hay que impedir que los intereses comerciales unilaterales se apoderen de los medios viejos a través de los nuevos. De lo que se trata es de defender y proteger la libertad de la comunicación pública y su carácter esencial de servicio público frente a los intereses particulares, independizarla de las coacciones y servidumbres comerciales, gubernamentales y partidarias.

Mientras el objetivo de la Radiotelevisión (RTV) privada es el máximo beneficio, el de la pública debe ser conseguir una programación de calidad. En términos generales, la finalidad de la comunicación es mejorar la calidad de la vida de las personas y su formación de opinión, voluntad y sentimientos democráticos. De allí que el principio rector deba ser el de la rentabilidad social y no el del beneficio privado, como en la sanidad pública, por ejemplo.

De lo que se trata, por tanto, es de mejorar la comunicación pública, de desarrollar sus potencialidades como servicio público, es decir, como cosa pública, del pueblo. Se cumple esa tarea cuando hay una oferta de información tanto de las noticias locales como del mundo entero; cuando se ofrece esparcimiento, cultura, educación y formación continuada para los grupos más diversos; cuando se toma en cuenta la diversidad de las regiones, de los grupos sociales, de las opiniones políticas; cuando los programas se suministran de modo impecable desde el punto de vista técnico y de producción.

La radiodifusión pública puede avanzar más allá del ofrecimiento de los rituales sociales y presentar las motivaciones y experiencias de sus participantes, comunicar también las de quienes no participan y preguntarles por qué no comparten las opiniones socialmente corrientes. Sólo cuando se escucha y se muestra la otra parte, nos acercamos a la objetividad (y realidad) postulada en los programas. La verdad implica numerosos matices.

El pluralismo debe reflejarse también en su organización, con representantes de los grupos y gremios socialmente relevantes. La democratización de la televisión pública (y también de la privada) implica necesariamente su democratización interna. En tal sentido, no sólo hay que preguntarse por las oportunidades que tiene el ciudadano de satisfacer sus necesidades de información y esparcimiento y de articular su opinión en el proceso democrático. También hay que preguntarse qué papel desempeñan los trabajadores de las empresas en el desarrollo de las mismas y en su programación. Para eso hay que mejorar y ampliar el derecho de cogestión de la redacción de los programas y reforzar la información crítica de temas del mundo laboral. Los intereses de los trabajadores deben reflejarse también en los programas de entretenimiento para competir con las series extranjeras de violencia y corrupción.

Luchar por el acceso

El punto de partida para el desarrollo de la comunicación pública no deberían ser los intereses comerciales de unos grupos cada vez más minoritarios que monopolizan otros medios de comunicación como la prensa o la industria editorial, sino el acceso libre de todos a una información amplia y plural. Política de medios es sinónimo de lucha por el acceso a los medios.

Entendidos como servicio público, los medios, especialmente la RTV, tienen cometidos claros que aún no han desarrollado:

a) Dirigirse a los televidentes con todas sus posibles diversificaciones.

b) Demostrar que es posible realizar un servicio público con éxito, de manera que los medios privados se vean obligados a imitarlos.

c) Promover la creatividad como una responsabilidad social.

d) Hablar a las minorías y hacer reflexionar a la mayoría sobre ellas.

e) En ese sentido, le incumbe al Estado y a las administraciones públicas salvaguardar las culturas nacionales.

Como servicio público, la RTV pública tiene la noble misión de fomentar la conciencia crítica del ciudadano. Esta labor no puede hacerla la RTV privada, interesada en vender su mercancía barata al mayor número posible de consumidores.

La RTV pública puede y debe poner el acento en la calidad de los programas y ofrecer alternativas a la programación privada, donde hay más protocolo que reportaje en la información; más espectáculo ostentativo que humor en el entretenimiento y más banalidad que originalidad en la música y en la cultura.

Por último, la RTV pública puede respetar al menos el derecho de los televidentes a recibir los programas, ya sean culturales, informativos, de esparcimiento, en su integridad, esto es: sin las constantes interrupciones de los reclamos comerciales que impiden su comprensión y disfrute.

La mejora de la RTV pública implica abandonar los criterios comerciales y la lógica financiera, en busca de la rentabilidad social, en otras palabras: contribuir a aumentar la calidad de vida de las personas.

Y esto es precisamente lo que pretende el gobierno venezolano al no renovar la concesión a la RCTV y utilizar su frecuencia para una televisión de servicio público: socializar la información y el conocimiento, elevar el nivel de conciencia de los ciudadanos para que sean capaces de actuar de manera consciente e inteligente sobre su entorno, sobre su sociedad, como prescribe la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). ¿Quién puede considerar eso un delito?

Al liberarse de las servidumbres del lucro privado, la televisión de servicio público puede diversificar más la programación y descentralizar la producción (o en su caso, crearla) frente a la distribución masiva de series extranjeras de violencia. Exponer y expresar más conflictos, multiplicar la discusión primaria, el intercambio cara a cara. Las redacciones pueden expresar las cuestiones básicas, es decir, las que plantea la propia gente y no las que impone la industria de los sondeos. La orientación por la cuota de audiencia impone límites y elude la realidad.

La televisión de servicio público se orienta como servicio para todos. Esta reorientación se refleja en la organización. La presión de fuera proviene de las luchas por el poder de los grupos minoritarios. La radiodifusión de servicio público se orienta por la cooperación entre comunicadores y receptores. La cooperación entre ambos puede contrarrestar la presión externa.

La programación democrática no reproduce lo que ya tiene validez. No puede distribuir los desechos de otros, sino que busca su material en el compromiso empírico de la comunicación primaria: producir, en vez de reproducir. Indaga lo que los sujetos esperan de la vida, en vez de confirmar las representaciones generales. Descubre causas, en vez de reiterar justificaciones. Investiga las ventajas de la paz, en vez de aceptar las desventajas de la guerra.

El discurso ideológico fatalista sobre la televisión pública acompaña al proceso de reestructuración del capital en el sector de la comunicación, un sector por demás estratégico. Conviene tener presente que se trata de un sector decisivo para la soberanía nacional y el dominio democrático del futuro. Son muchos y muy diversos los intereses que están en juego: económicos e industriales, políticos y estratégicos, humanos y culturales.

Democratización de la información

La privatización en beneficio del capital financiero no es la única solución para dominar las nuevas tecnologías de la comunicación. Hay que crear, por el contrario, un nuevo espacio público, que permita el debate democrático sobre el desarrollo de las nuevas tecnologías. Tal debate público y democrático debe apoyarse, por un lado, en el fortalecimiento del servicio público, guiado por su renovación, esto es, por la invención de nuevas formas, y por otro, en la extensión de los principios de servicio público al conjunto de la comunicación social.

La renovación del servicio público podría efectuarse a partir de los siguientes criterios:

a) Al ser público, cosa pública, del pueblo, implica que los trabajadores de los medios y los usuarios deben participar en su gestión. Esta gestión no tiene por qué seguir los criterios de rentabilidad financiera que imperan en la empresa y gestión privadas.

b) La cooperación con el servicio privado, ya sea local, nacional o multinacional, debería regirse por los principios y normas de servicio público, es decir, de interés general. Pero sobre todo en el pluralismo social, cultural, regional, de opiniones, de formas, de significados, de creación, en suma: pluralismo concebido como ausencia de estética oficial.

Lo humano y emancipador estriba en reivindicar la ampliación del espacio público de la comunicación, y no su limitación. El espacio público deber ser del público, o mejor dicho, de los públicos, el lugar de encuentro del pluralismo de opiniones y formas, única manera de hacer que la comunicación sea transparente.

Como se sabe, los medios de comunicación en general, y los públicos en particular, desempeñan un papel constituyente en la democracia. Conocer y publicar, hablar de la utilidad del conocimiento, significa preguntar por la utilidad de los medios públicos de comunicación, y la cuestión de la utilidad del conocimiento lleva necesariamente a la objetividad de la información y a la de su democratización. De allí la necesidad de defender una radiodifusión pública, que ofrezca mayor seguridad laboral a los periodistas y trabajadores de los medios, pero sobre todo mayor libertad para ejercer su profesión.

El anterior artículo debe citarse de la siguiente manera:

Romano, Vicente, «TV pública versus TV privada»,
en Revista Mexicana de Comunicación, Núm. 106, agosto / septiembre, 2007, 19 -21 pp.

RCTV en el tejado

Reacciona la prensa única

José Manuel de Pablos Coello

Catedrático de Periodismo de la Universidad de La Laguna (Canarias) en España,
y miembro del Consejo Editorial de RMC.

Lo que ha hecho Hugo Chávez es imponer entre los intelectuales (españoles y latinoamericanos),
entre los que alguna vez se han sentido de izquierda, un debate que deja a
más de uno en evidencia, a aquéllos que en España se creen o se sienten
de izquierda, pero con capacidad para criticar a las izquierdas latinoamericanas
que actúan como tal, que, claro, no son de izquierda sino populistas.
Va apareciendo una doble moral que se exprime desde la guerra
mediática desatada por el empresariado de los medios contra un gobierno salido de las urnas.

Los chicos juegan en el patio de la escuela. Es difícil que la pelota suba hasta el tejado. No es lo normal. Son niños pequeños, tienen pocas fuerzas y no es muy usual ver la pelota llegar al tejado de dos aguas de la escuelita aquella. Ha de venir un muchacho mayor, más fuerte y decidido que los demás para ver cómo aquel balón de goma asciende hasta el techo de la casa, que es una cubierta de teja y a dos aguas, derecha e izquierda.

A esa pelota del cuento le pasa lo mismo que a la lluvia: caen las gotas sobre el tejado de dos vertientes de la escuela y el agua discurre por la cara de la derecha o por la cara de la izquierda. Mientras no cae esa lluvia, la gente casi ni se da cuenta de que el tejado tiene dos vertientes: la derecha y la izquierda. Y, en el centro, en el parteaguas, una fila delgada de tejas, el agua no se estanca, se va a la izquierda o el agua se va a la derecha.

Es bastante complicado que la pelota que sube, se detenga en una cara y pase a la otra pendiente de forma natural, lo mismo que sería curioso ver que el agua de lluvia caiga sobre unas tejas y después vuelva a subir motu proprio tejado arriba, supere el parteaguas y se sitúe en la otra cara.

La doble moral

En la vida política y social sucede algo parecido. Para algunos no es placentero fijarse en la parte derecha o izquierda del acontecer de cada jornada, de ahí que haya agoreros que hablan del fin de las ideologías, que ya no hay izquierdas ni derechas, que ahora hay otra cosa que no aciertan a explicar. Lo cómodo es ser algo indefinido, pero no acertar a definir, a decir qué se es.

Lo cómodo –derechas aparte– es ser de izquierda a tiempo parcial, según de donde venga el viento, es decir, el acontecimiento. Y en esto llega un muchacho más fuerte que los demás, pone la pelota en el tejado y ésta se decanta de forma natural por una de las dos vertientes. Es muy difícil que la bola se quede parada en el parteaguas.

Lo que ha hecho Hugo Chávez, entre otras muchas cosas, es imponer entre los intelectuales (españoles y latinoamericanos), entre los que alguna vez se han sentido de izquierda, un debate que deja a más de uno en evidencia, a aquéllos que en España se creen o se sienten de izquierda, pero con capacidad para criticar a las izquierdas latinoamericanas que actúan como tal, que, claro, no son de izquierda sino populistas, tal y como les hace rezar el diario español de Dios:1 El País,2 sí, el mismo que aplaudió el golpe de Estado de Pedro Carmona,3 pero antes había defendido la democracia española cuando aquel 23 F de un golpe que nunca existió4 y que pareció preparado por alumnos ibéricos del autogolpista Fujimori.5

Si se fijan, va apareciendo una doble moral que se exprime desde la guerra mediática desatada por el empresariado de los medios contra un gobierno salido de las urnas con más apoyo que cualquier otro gobierno actual sobre la Tierra, que ha hecho posible que la mayoría de los venezolanos empiece a ver el Sol, en un país donde muchos han vivido a la sombra social y política.

Sin embargo hay una minoría que ya no recibe ese Sol tanto como antes, y por eso “Venezuela es una dictadura y, además, lo es fascista”, aseguran en su reacción. Es una minoría rica, muy instruida, viajera y viajada, que vive con aire acondicionado y agua corriente en sus casas desde que nacieron, que nunca ha entrado en un barrio popular, que desprecia a los pobres, que se sienten con la exclusividad de ser venezolanos. Es la clásica desconsideración de los ricos en minoría hacia los pobres que son mayoría.

Cuando hablamos de doble moral hay que señalar un punto y recordar otro: a) no es nuevo que los medios democráticos jueguen a la doble moral en sus páginas, porque el cinismo mediático está muy arraigado en el mundo editorial, y b) hay que recordar el paradigma de ética cero manifestado por el diario The New York Times –otro periódico de Dios, cabecilla de la prensa única, maestro de El País en su cruzada contra la democracia venezolana–,6 cuando el asesinato de 100 curas y monjas católicas en Centroamérica. Algunas de estas personas, asesinadas por un gobierno amigo, eran de nacionalidad estadunidense y española. A ese largo drama, el periódico neoyorquino le dedicó cien veces menos espacio que al asesinato del cura Jerzy Popieluszko en la Polonia entonces comunista y mala, que también han fotografiado Noam Chomsky y Edward S. Herman.7

Por eso es tan poco riguroso, endeble y ridículo, que todavía haya intelectuales afiliados ahora a la nueva derecha, que escriban que Venezuela es un Estado, según ellos, fascista, ¿Lo dirán sin pudor? Porque curiosamente siguen viviendo en Caracas, sin que ese fascismo les haga la vida imposible tan fascista como es. ¿Será que se refieren a un fascismo educado y respetuoso? ¿Será que desconocen lo que es vivir en un fascismo, tipo franquista? ¿No será que el insulto sin argumentos de tales personajes es una clara demostración del grado de libertad de expresión que se respira en Caracas? ¿Cuándo un ciudadano español hubiera publicado lo que sigue y la dictadura franquista no le hubiera caído encima? Lo anterior viene a cuento del siguiente párrafo, que podemos leer en un artículo supuestamente académico de Marcelino Bisbal, en RMC:

El gobierno en funciones tiene bien claro el significado estratégico de los medios de comunicación como lugar para la política y la confrontación ideológica. Esto se pone en evidencia no sólo en el sentido de sus acciones y medidas frente al aparato comunicacional privado, sino en la creación de toda una estructura o plataforma comunicacional que sea capaz de enfrentar al enemigo (tanto interno como externo), y a la vez irradiar a través de la cultura de masas el proyecto y proceso político-ideológico que se desea instaurar o que está en la imaginación del Presidente y sus más allegados. Así, la estrategia se corresponde fielmente con los moldes del Estado fascista y con la tesis de que los medios de comunicación no deben pensarse como simples medios de diversión sino como armas políticas sometidas al control de la razón del Estado.8

Por su parte, Concha Mateos Marín señala lo siguiente, tras su permanencia en Caracas, en labores de cooperación nacional:

La oposición en Venezuela, limitada por su falta de espacio público, una vez apartada de los centros de gestión del Estado –en los casos en que ha podido ser apartada–9, recurrió a los medios como suplantadores de los actores políticos. Ese ha sido uno de los problemas de los medios: su uso indebido por la oposición como actores políticos dando muerte a los partidos. Un espacio mediático suplantando al espacio político del debate donde los ciudadanos aún pueden ser iguales (en el espacio mediático no son iguales, pues hay mucho desequilibrio entre quienes ven y quienes emiten).

Es llamativo en el párrafo anterior, además, dos pequeños detalles: 1) el vocabulario frentista (confrontación, enemigo) de una oposición que ha dado muestras de esa condición con tanta frecuencia (el asedio a la embajada cubana, el cierre violento de la emisora pública el día del golpe, las mentiras mediáticas grabadas por las cámaras irlandesas en el caraqueño puente Llaguno, que son emblemáticas y prototipo de la falsedad mediática aplaudida por algunos comunicólogos10), y 2) la crítica solapada, grave, de un profesor de Comunicación Social, que se lamenta y critica “la tesis de que los medios de comunicación no deben pensarse como simples medios de diversión”; o sea, los medios como adormidera de la ciudadanía, para lograr lo que ha venido sucediendo en Venezuela desde casi todos los tiempos: un pueblo inculto, cuya mayoría no votaba por no estar en los censos, que no existía al estar expulsada social y políticamente de su propio país; unos medios privados olvidados de la razón social, primitiva y primigenia de todos los medios, públicos o privados, dedicados sólo al enriquecimiento económico; medios con páginas enteras de contactos sexuales –como se ve con tanta frecuencia en la prensa española de calidad y referencia–; emisoras de televisión que emiten sesiones pornográficas: ¡Viva la diversión y muera el pensamiento! (Puro Millán Astray).

Tal vez la queja del profesor Bisbal sea una mala digestión de aquel recomendable “Divertirse hasta morir”,11 al entender su mensaje y su crítica al revés.

Hace pocos años, antes de que aquel muchacho pusiera la pelota en el tejado, antes de establecer el debate intelectual, fue el presidente español conservador de derecha, José María Aznar, quien le recomendó a Chávez que fuera buen chico y la prensa internacional le tendría de su lado para hacer pequeños retoques al país, que no se le ocurriera hacer la revolución pacífica que está haciendo en contra de esa prensa mundial, cuyo portavoz se lo dijo bien claro.

Debo aclarar lo siguiente: hablo de presidente español conservador, para diferenciar del presidente español socialista, que sería el actual presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, que es el líder de un partido supuestamente de izquierda, por aquello de que –como el inglés Tony Blair– han inventado o instaurado o apoyado el socialismo monárquico, fruto de una constitución salida del estómago franquista, sin arrestos para pronunciar eso que tanto se oye, ejemplar, en América Latina: un proceso constituyente, abierto y plural, no confeccionado en restaurantes de lujo en opíparas cenas, como fue en parte el ejemplo español, por medio de una transacción política que se ha vendido como transición. Un proceso constituyente para meter a los países en la modernidad, sacarlos de esquemas medievales, como es una monarquía, para salir de esa paradoja de un socialismo monárquico. Hago esta acotación porque sólo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) es el partido con capacidad de llegar al gobierno y abanderar un proceso constituyente en España, con el apoyo de la izquierda real. Otra cosa es que estén cómodos con el socialismo monárquico y no opten por el cambio hacia la república, que no existe en España desde el 18 de julio de 1936, cuando el golpe de verdad.

En conclusión: tenemos a un personaje provocador, a quien se le ha ocurrido poner la pelota en el tejado, dejar de seguir jugando como era costumbre, colocando la pelota donde todos la ven: a la luz del Sol. Los que han quedado al descubierto, por ser izquierdistas a tiempo parcial, son los partidos europeos de izquierda que quedan en evidencia, más preocupados por la defensa de multinacionales que esquilman América Latina que de instaurar políticas socialistas –como todavía rezan algunas etiquetas de partido–, y que no le perdonan su osadía: hacer política nacional sin contar con ellos, por encima de ellos, más allá de ellos, sin la sumisión tipo Azores, sin la sumisión tipo dejar pasar las cárceles volantes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) por el cielo europeo. Éstos no se lo perdonarán y alientan sus escuadras mediáticas, sea El País o la agencia Efe, contra el osado del otro lado del mar. Les resulta imperdonable que en este tercer milenio haya una revolución política, social y cultural y que sea pacífica.

Los resultados de ese debate intelectual originado en Caracas, que pone en evidencia a algunos que han alardeado de izquierda cuando ser tal era glamoroso, suma afiliados a las huestes de la reacción venezolana. Es el caso del citado comunicólogo venezolano, que en los tiempos copeyanos y adecos llegó a ser abanderado de las nuevas y aplaudidas teorías progresistas de comunicación latinoamericanas, cercano al Centro Gumilla y a los jesuitas de la teología de la liberación, y cuando suena la hora de la verdad resulta que vive en un Estado fascista, que era de izquierda a tiempo parcial, según de donde lleguen los aires de cambio y transformación de la sociedad.

Estos potentes medios de comunicación están haciendo historia, no obstante el rosario de medias verdades; de informaciones interesadas; de formas de titular engañando a sus lectores;12 el ocultamiento de datos de relevancia;13 de cambiar la noticia sin más –como el caso de los estudiantes opositores que salían de la Asamblea Nacional protegidos, voluntariamente, en un furgón policial y la foto de la agencia Efe se publica como la imagen de estudiantes detenidos por mantener una postura14 contraria al gobierno–; de mentiras: “El gobierno de Venezuela clausura una emisora de TV”. ¿Cuántas veces hemos leído y escuchado tal sentencia en los medios y repicada por gente de buena voluntad, sin capacidad para discernir la mentira de la realidad?

Una perla en la oposición

Y digamos que RCTV es la perla de 2007 para la feroz oposición que quiere llevar a Venezuela a un nuevo corralito de la minoría. Aquí no defendemos la libertad de expresión en Venezuela, que goza de la salud derivada de un sistema donde prevalece la empresa privada y los medios públicos –o sea, de todos, mal que le pese al citado profesor de Caracas de antes–; no es necesaria su defensa, es suficiente desvelar algunas de las mentiras irracionales ideadas por la oposición y reproducida por sus medios afines.

No se trata aquí del carácter golpista de esta emisora –que nadie pone en duda–,15 hasta el punto de que podemos discutir si no fue un error del gobierno de Venezuela16 no haberla cerrado tras el golpe de Estado, al menos para que algunos de los actuales críticos no tuvieran el ánimo recuperado tras el susto del golpe que tan mal les salió. El hecho de que no lo hiciera en aquel momento es un maduro ejemplo de respeto a los convenios: aquella emisora tenía una licencia y el gobierno respetó la escritura firmada por un gobierno anterior. De hecho, el 24 de enero de 2007 la empresa solicitó la renovación de la concesión, “en contraposición a las versiones interesadas de una supuesta renovación automática, inexistente en las leyes venezolanas”.17

Y en casi todos los países del mundo

–Venezuela, entre ellos– hay una autoridad audiovisual y de telecomunicaciones que controla y vigila la función de las emisoras de radio y de televisión.

¿Poseer un medio de comunicación, del tipo que sea, supondría permitir un poder omnímodo a su empresario para hacer lo que le venga en gana? La verdad es que no, pero así actúan los que ejercen antidemocráticamente el cuarto poder. Vean, si no, la desfachatez de Unitel, la emisora boliviana de tintes golpistas, de la misma escuela que RCTV, medio éste que podrá seguir emitiendo por cable o satélite, pero que igual no lo hace para seguir en el martirio. O la serie de infracciones cometidas por la emisora golpista en pocos meses:

De junio a diciembre de 2006: 652 infracciones a la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión: 279 emisión de escenas violentas; 131 por no identificación de elementos considerados clasificados (especiales) en los contenidos y 34 relativas a la difusión de contenidos sexuales sin respetar las consideraciones que marca la ley.18

¿Por qué sucede tal cosa con las emisoras y no con los periódicos y revistas? Los medios impresos tienen vida propia basada en el derecho a la libertad de información y expresión, sin necesidad alguna de licencia o permiso de la autoridad legítima. No obstante, a veces hay cierres de periódicos por decisiones judiciales independientes, como ha sucedido en España, pero aquí eso vale porque son diarios de los malos, y los buenos han de defender a la sociedad de la influencia de los chicos malos. La prensa sólo precisa dotarse de los recursos humanos y tecnológicos para hacer su producto. Las emisoras de radio y de televisión no tienen vida propia: para ser tales necesitan, además de recursos humanos y técnicos de puertas adentro, un recurso limitado y público, o sea, que no es privado ni privatizable, como una rotativa o un equipo de informática de redacción. Por eso, es la autoridad quien otorga las concesiones o licencias para que las emisoras puedan funcionar y ocupar una franja del espectro público de emisiones, razón por la cual las emisoras son en todo momento y en todos los países, en todos (aunque no sé si en el México de Televisa) un servicio público, a pesar de que algunas abusan de la situación y pasan escenas pornográficas o se hacen golpistas con la generalidad de los medios privados de un país, como es el caso de la Venezuela actual.

En caso de un uso inadecuado y anticontractual, una administración no renueva la licencia como un mero gesto de cumplimiento de su deber, que es lo acontecido en Caracas. Un caso paralelo es el que acaba de señalar en RMC Gabriel Sosa Plata respecto a la posibilidad técnica o administrativa de que Telecom, el organismo regulador mexicano, proceda a la revocación de la licencia concedida a Canal 46.19 Hay una cosa clara: si Telecom inició ese expediente cancelador, que tal cosa suceda con el gobierno de Felipe Calderón es tan poco probable como que se realizara con un gabinete de Andrés Manuel López Obrador, de allí que no es de extrañar que todo se haya detenido en el Distrito Federal.

Algo común, también silenciado

Basta conocer el informe “Clausura, no renovación y anulación de licencias de concesión de radio y televisión / Informe sobre 236 clausuras, revocaciones y no renovaciones de radio y TV en 21 países del mundo, incluyendo Estados Unidos y Unión Europea”, de David Carracedo.20 La no concesión, revocación o clausura de 236 emisoras de radio o televisión en 21 países, entre ellos Estados Unidos y España, entre otros europeos, es un hecho más frecuente de lo que parece, aunque los grandes medios de comunicación no parecen darle importancia y no albergan esa noticia en sus planas, lo mismo que ahora no han hablado de los cierres gubernamentales que Radio Caracas TV tuvo durante gobiernos anteriores, de los que no había que temer que fueran revolucionarios, tal era su corrupción conocida y aplaudida. Los medios, sus empresarios, como se ve, han hecho esta vez una excepción.

En todos los casos, la pauta siempre es la misma. Por un lado, la autoridad oficial interviene cuando la emisora vulnera la legislación que regula o viola el convenio por el que utiliza el espectro público, y por otro, la oposición critica la medida oficial por entender que la decisión gubernamental le da pie para hacer su función, sin importarle mucho si su actuación desorienta a la población, con tal de desgastar al partido que ocupa el gobierno. Son momentos en los cuales la oportunidad deja de lado la ética: como ha sucedido en Venezuela hace tan poco.

Cuando sucede un episodio como la desaparición del aire de TeleAsturias, en España, en marzo de 200721 –aunque ni remotamente semejante al caso de RCTV–, la prensa española lo silencia, no se vaya a pensar que en España suceden hechos semejantes y la lucha mediática se debilite. El caso asturiano ha servido para que la oposición22 critique al gobierno regional y presente mociones de protesta, a pesar de conocer la causa esgrimida por la autoridad: “El espectro radioeléctrico por el que operaba la cadena afecta a un canal legalmente atribuido a otros servicios”. Más duro han sido desde la propia cadena, al estilo Granier: “Contra el gobierno fascista de Areces. No al cierre de TeleAsturias”,23 o bien: “El Gobierno del Principado aplica una presión a los medios de comunicación críticos digna de una exrepública soviética”. Sucedió en marzo de 2007. Las palabras vacías y gratuitas son las mismas.

El gobierno de Caracas ha preferido conceder la franja ocupada por la emisora golpista e infractora a ciudadanos que no entienden la comunicación como un negocio, sino como un servicio a la sociedad –vuelta a los orígenes–, lo cual es un gran delito en tiempos de cinismo y capitalismo inhumano y desenfrenado. El dominio público en Venezuela, al fin, ha retornado al público.

NOTAS

1) Nos vamos a referir al diario madrileño El País, por ser el rotativo con el que mucha progresía se ha sentido identificado y traicionado; según el periódico se hace más popular a diario y manifiesta tics de la derecha de siempre, aunque camuflada todavía para muchos lectores con pequeña capacidad crítica ante los medios. No nos referimos a los otros diarios españoles (Abc, El Mundo) descaradamente de derechas y que a nadie llevan al engaño. Hablamos aquí, sí, de El País, por ser un modelo traicionado no desde su nacimiento, como los otros citados aquí de paso (uno, Abc, más monárquico que los propios reyes y el otro, El Mundo, falangista de espíritu).

2) Algunos trabajos publicados sobre el periódico de referencia español: a) Jesús Cacho El negocio de la libertad, Foca Investigación, Madrid, 2000. b) Jesús Ibáñez, “El País, un dispositivo de producción de realidad”, en Métodos de análisis de la prensa. Encuentros sobre metodología de la prensa (en torno a El País), Casa de Velásquez, Madrid, 1987. c) José Antonio Martínez Soler, Jaque a Polanco. La guerra digital: un enfrentamiento en las trincheras de la política, el dinero y la prensa, Temas de Hoy, Madrid, 1994. d) Stephane Pini, “La imagen de Juan Carlos I en El País, entre octubre de 1970 y diciembre de 1977”. Zek 6, pp. 41 a 66. Universidad del País Vasco, Bilbao, 1999. e) José Manuel de Pablos, El periodismo herido. Estudios que delatan divorcio entre prensa y sociedad / El País, como referente, Foca Investigación, Madrid, 2001.

3) Luis Britto García coordina el libro Venezuela golpeada. Mediocracia contra democracia / Investigación de unos medios ‘por encima de toda sospecha’, publicado por Sediciones, en su número 25. En esta obra colectiva se hace esa investigación del título a medios españoles por encima de toda sospecha, que no dudaron en apoyar la intentona golpista de la oposición venezolana.

4) Véase Amadeo Martínez Inglés, El golpe que nunca existió, Editorial Foca Investigación, Madrid, 2001.

5) Les recuerdo unas palabras de Alfonso Armada, exgeneral del Ejército español y exsecretario general de la casa del rey, monárquico a ciegas, recogidas en el libro de Amadeo Martínez Inglés y que no he visto desmentidas en ningún sitio: “Fue precisamente el rey el que, tras conocer puntualmente los peligros que se cernían sobre España, la democracia y la corona, me propuso ser presidente de un gobierno de concentración o unidad nacional, a formar con representantes de los principales partidos políticos. Y me encargó que yo personalmente hablara con sus principales dirigentes y buscara el consenso para llevar a buen término el proyecto” (Ibidem, p. 5). Armada entró en prisión por golpista.

6) Véase “El récord del periódico de referencia. El New York Times contra el presidente Hugo Chávez”, el 5 julio 2007, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=53167

7) Noam Chomsky y Edward S. Herman, Los guardianes de la libertad: propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas, Crítica Editorial, Barcelona, 2000.

8) Marcelino Bisbal, “Las comunicaciones del gobierno chavista, Nuevo paisaje venezolano”, en Revista Mexicana de Comunicación, en http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/paisaje.htm

9) La creación de las misiones no es otra cosa que el deseo de hacer las gestiones que desde los ministerios son boicoteadas por la derecha funcionarial, porque el proceso de cambio venezolano todavía no ha tenido tiempo para hacer todo lo que ha de hacer y los ministerios, en ocasiones, todavía son nidos de opositores que hacen oposición desde sus puestos oficiales de trabajo, lo que sin duda es una forma de ponerse en precario laboral.

10) Véase el documental La revolución no será retransmitida, que se encuentra fácilmente en Internet.

11) Neil Postman, Divertirse hasta morir, Ediciones de la Tempestad, Barcelona, 1991.

12) Baja el índice de pobreza de Venezuela, por ejemplo, del 35 al 30% y un periódico democrático titula: “Venezuela tiene un índice de pobreza del 30%”, lo cual es cierto, pero no es la noticia, que es que el índice ha bajado x puntos, ha bajado del 35 al 30. Es una manipulación tipo media verdad, que conocen demasiado los observadores de la guerra mediática de cada día en contra el gobierno de la mayoría los venezolanos.

13) ¿Cuántos lectores normales de prensa han sabido por los medios la noticia de que Venezuela ha liquidado su deuda externa en 2007? (“Venezuela liquidó su deuda con el Banco Mundial y el FMI”, 14 de abril de 2007, en http://www.minci.gob.ve/noticias-nacionales/1/13253/venezuela_liquidsu_deuda.html

14) “Una fotografía de la agencia Efe para seguir mintiendo sobre Venezuela”, en http://www.aporrea.org/medios/n96539.html

15) El documento Comunicado. Informe sobre la no renovación de la concesión a RCTV, emitido en mayo de 2007 por la embajada de Venezuela en España, señala (página 4): “participó activamente en el golpe de estado de 2002, sesgando todas las informaciones, censurando a los funcionarios una vez derrocado el gobierno bolivariano y efectuado un apagón informativo de dimensiones gigantescas, que tuvo su cenit cuando en vez de retransmitir las manifestaciones de los ciudadanos exigiendo la vuelta de las autoridades legítimas, puso en pantalla dibujos animados.”

16) Véase José Manuel de Pablos, “El error de Chávez con la televisión de Caracas”, en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=45798 (01-02-2007)

17) “Embajada de Venezuela en Madrid aclara caso de RCTV”, en http://www.aporrea.org/venezuelaexterior/na5409.html

18) Página 4 del informe citado de la embajada en Madrid.

19) Gabriel Sosa Plata, “Telecom y medios. Canal 46: ¿procede la revocación?”, en Revista Mexicana de Comunicación, en http://www.me xicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/sosa.htm
20http://www.ceps.es/actividades/investigacion/venezuela/Informe_sobre_revocacion_RCTV.pdf

21) Un caso diferente al periódico vasco cerrado por un democrático juez estrella o a la anulación de unas elecciones ganadas en Argelia por los que no estaban previstos por la embajada; así, a secas, que siempre es la misma.

22) “El PP e IU presentan una moción no de ley en la Junta General del Principado para que Retevisión restituya la señal de TeleAsturias”, en http://www.teleasturias.com/digital/index.php ?gSec=noticia&gld=2105&gTit=El%20PP

23) “Contra el gobierno fascista de Areces, No al cierre de TeleAsturias”, “El Gobierno del Principado aplica una presión a los medios de comunicación críticos digna de una exrepública soviética”, en http://asturiasverde.com/2007/marzo/00571teleasturias-concentracion.htm

El anterior artículo debe citarse de la siguiente manera:

Pablos de Coello, José Manuel, «RCTV en el tejado»,
en Revista Mexicana de Comunicación, Núm. 106, agosto / septiembre, 2007, 22 -44 pp.

Ecos del silencio… de RCTV

Las ramas no dejan ver el bosque

Ernesto Carmona

Periodista y escritor chileno, consejero nacional del Colegio de Periodistas de ese país y
secretario ejecutivo de la Comisión Investigadora de Atentados a Periodistas (CIAP), de la
Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP).

Primero se entronizó la idea falsa de que el Tirano Chávez, lisa y llanamente clausuraba una estación de televisión. Tal mentira cobró fuerza merced al dominio global que posee Estados Unidos sobre los medios mundiales, más la colaboración entusiasta de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la Asociación Mundial de Dueños de Periódicos (WAN, por sus siglas en inglés) y, en general, las organizaciones de todos los dueños de grandes medios, secundados por legiones de periodistas cuyas conciencias también han sido adquiridas a cambio de ciertas regalías, como becas, financiamiento de proyectos en apoyo de la libertad de expresión como los que ofrece en distintos países latinoamericanos el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS), auspiciado por la SIP y financiado por la National Endowmen for Democracy (NED).

Nos hemos acostumbrado a vivir sin cuestionar el concepto de libertad de expresión que nos impone la presión cotidiana de una telaraña mundial de medios informativos que imponen el mismo paradigma de una sociedad de mercado como la mejor creación política del mundo, sinónimo de democracia y libertad, o sea: un sistema óptimo para la convivencia de las sociedades en miles de años de historia. La protección mundial de ese modelo monoteísta está a cargo del poderío militar estadunidense que sería la guardia pretoriana del imperio económico y político de las grandes corporaciones mundiales. El poder de Roma contentaba al pueblo con pan y circo. Hoy día abunda el circo, escasea el pan y también el trabajo, pero al circo de los medios no le importa que falte pan porque ellos lo reemplazan con su oferta permanente de libertad, tal como la entienden las transnacionales. Así, para la gente común no habría otro mundo posible, y el modelo actual de sociedad sería prácticamente perfecto e inconmovible, como lo fue para Cándido, el personaje de Voltaire, la sociedad previa a la revolución de 1789.

El culto a la llamada libertad de expresión que promueve Estados Unidos no permite la crítica al modelo de sociedad de mercado y generalmente utiliza invenciones —directamente mentiras— para combatir y desacreditar otros puntos de vista. Para el ciudadano común, resulta difícil tener ideas propias en medio de la avalancha dominante. Quizás a los griegos les pasaba lo mismo: se autocomplacían de la democracia ateniense y nunca se preguntaban por qué su democracia funcionaba con mano de obra esclava en la producción. La democracia griega la ejercían los opulentos señores de Atenas en los lugares públicos de la ciudad estado. Tal democracia estaba financiada por el trabajo esclavo, sin remuneración. La esclavitud también se hizo invisible cuando los padres fundadores crearon la mejor democracia del mundo y redactaron la Constitución de Estados Unidos. Allí no hubo derechos para los negros, sólo para sus propietarios, entre ellos, los redactores de la carta, como Thomas Jefferson.

Hoy día, los herederos de la plebe que frecuentaba el circo romano pueden elegir al Senado y otros legisladores. Pero nadie puede elegir a los medios de comunicación. Parece natural que los medios pertenezcan exclusivamente a grandes corporaciones y a los grupos económicos locales que fungen como dueños de nuestros países. Nadie cuestiona que poseer medios de comunicación sea un privilegio exclusivo del dinero. Se hace una sola cosa entre esa libertad de empresa –que le permite a cualquiera invertir su dinero en un medio– y las libertades de información y de prensa, convertidas –simplemente– en un privilegio de los ricos consagrado por las leyes; coadyuvan a consolidar su poderío económico y político mediante la propaganda, la selección cuidadosa de las noticia y la eliminación de la crítica, todo esto en aras del lucro y sin mayores valores deontológicos.

Teóricamente, el espectro por donde circulan las señales inalámbricas de la radio y la televisión, constituyen un bien público, sometido a regulaciones internacionales y locales de cada país. Desde Estados Unidos a Venezuela, cada país tiene su propia legislación soberana para regular sus comunicaciones y concesiones del espectro radioeléctrico, que es un bien nacional. Pero no en todos los países existe preocupación ni legislación que proteja de los abusos de la televisión, donde suelen imperar la ignorancia y la pobreza de lenguaje, asociadas a la chabacanería, lo peor de la farándula y el mal gusto, junto con el culto al dinero fácil, las drogas y la violencia. En pocos países hay leyes que defiendan a los jóvenes y a los niños de la televisión. ¿Con qué derecho esas estaciones convierten en valores los contravalores que existen en las cabezas ramplonas de sus productores para inocularlos sin cortapisas en las mentes de televidentes indefensos? ¿Quién los eligió para eso?

Revocaciones sin alharaca mediática

En Venezuela no se canceló ninguna concesión, simplemente no se renovó. Y hay personalidades a quienes no les agradó que RCTV desapareciera, al igual que a Estados Unidos, pero han reconocido que hubo una decisión ajustada al derecho soberano del sistema jurídico de Venezuela. Esas personalidades son el presidente Inazio Lula da Silva, de Brasil, y el secretario general de la Organización de Estados Unidos Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza.

Otros países no sólo no renovaron concesiones sino querrevocaron concesiones sin aviso previo; por ejemplo, la más reciente fue en Perú, en abril de 2007, que dispuso el cierre de dos canales de televisión y tres de radio por incumplir la Ley de Radio y Televisión, licencias vencidas, y por utilizar equipos no homologados. En Uruguay, en diciembre de 2006, se revocaron los permisos de las emisoras de radio 94.5 FM y Concierto FM, de Montevideo, y también revocaron una resolución que ampliaba la cobertura de la señal de cable Multicanal, del grupo Clarín de Argentina.

En El Salvador, en julio de 2003, se revocó la concesión de Salvador Network, y en Canadá, en junio de 1999, revocaron la concesión a Country Music Televisión (CMT); mientras en Estados Unidos, la Administración Federal de Comunicaciones (FCC), revocó en julio de 1969 la concesión a WLBT-TV; en 1981 revocó la concesión a WLNS-T; en abril de 1999, a FCC Yanks Trinity License; en abril de 1998, a Daily Digest (Radio). En Estados Unidos, desde que se fundara la FCC, en 1934, hasta 1987 hubo 141 estaciones que perdieron sus licencias, entre ellas 102 por no renovación. Sólo en 40 casos se revocó la licencia sin esperar a que ésta expirara. Durante la década de los ochenta hubo 10 casos en que no se renovó.

En Europa, España revocó en julio de 2004 la concesión de TV Laciana (canal por cable local) y en abril de 2005 cerró las emisoras de radio y de TV de señal abierta en Madrid; y luego, en julio del mismo año, dispuso el cierre de TV Católica. Francia revocó la licencia de TV& en febrero de 1987, en diciembre de 2004 revocó la concesión de Al Manar; y en diciembre de 2005 cerró a TF 1 por poner en duda la existencia real del holocausto.

En Inglaterra, el gobierno de Margareth Thatcher canceló la concesión de una de las más grandes estaciones de televisión inglesas sencillamente por haber difundido noticias no gratas, aunque absolutamente verídicas. Simplemente argumentó que “si ya habían tenido la estación durante 30 años, ¿por qué debían tener un monopolio?” En el mismo Reino Unido, la autoridad dispuso en marzo de 1999 el cierre temporal de MED-TV-canal 22; en agosto de 2006 revocó la licencia a ONE TV; en enero de 2007, a Look 4 Love 2; en noviembre de 2006, a StarDate TV 24, y en diciembre 2006 al canal de televentas AUCTIONWORD.

En 1990, Irlanda revocó la licencia para empezar a transmitir TV3; mientras en Rusia, en agosto de 2000, se cerró una emisora de televisión por difundir publicidad subliminal y en marzo 2002 clausuraron a TV-6. En agosto de 2002, en Bangladesh, revocaron la licencia a Ekushey Televisión (ETV). Y en ninguno de estos países hubo campaña como la actual por Radio Caracas Televisión, que duró 53 años. El Colegio de Periodistas de Chile tampoco se interesó en contrariar ninguna de esas decisiones.

Hay cientos de ejemplos de concesiones que no han sido renovadas en todo el mundo, sin que hubiera alharaca internacional por la libertad de expresión. En Estados Unidos, desde que existe la FCC se han producido unas 150 no renovaciones y caducaciones de concesión, unas más memorables que otras, como la que afectó a una filial de la cadena Fox en 1968 que mandaba los videotape con un ciclista desde Tijuana, México, a San Diego, Estados Unidos, para eludir –mediante el viaje en bicicleta de los tapes– la legislación sobre emisiones de televisión desde el extranjero, aunque resultan siempre más baratas. Existe un trabajo muy documentado de José David Carracedo sobre caducidad de concesiones en 21 países, incluyendo a Estados Unidos y a los miembros de la Unión Europea (www.diagonalperiodico.net). Carracedo, que es sociólogo español, expuso el Caso Fox Tijuana-San Diego en el V Encuentro de Artistas e Intelectuales en Defensa de la Humanidad, Cochabamba, Bolivia, en mayo de 2007.

¿Elegir a sus medios?

Si el espectro radioeléctrico es un bien público, lo más democrático sería que el pueblo eligiera sus estaciones de televisión y no los grandes ricachones de cada país, como ocurre en Chile con los multimillonarios José Piñera y Ricardo Claro, que poseen dos canales de televisión abierta de alcance nacional, o el mexicano-estadunidense, que posee las cuatro estaciones de televisión abierta que existen en Guatemala y otras dos estaciones en Chile, a pesar de que la ley prohíbe expresamente la posesión de más de un canal a un extranjero.

En el otorgamiento y la renovación de las concesiones de televisión, así como en las concesiones para la explotación del petróleo, el cobre y la minería en general, en nuestras naciones latinoamericanas intervienen factores políticos. En todos los países persiguen a las estaciones de radio y televisión comunitarias, que son medios de los pobres. A ningún ciudadano pobre le darían en concesión una frecuencia nacional para transmitir televisión en Chile o en Brasil, donde sí pueden obtenerlas personas como el excandidato presidencial Piñera, el émulo chileno del italiano Berlusconi, o el fallecido magnate brasileño Roberto Marinho, fundador de O’Globo. Ojalá todos los países pudieran entregar esas concesiones –que son bienes públicos– de una forma más democrática, con participación del electorado y de manera más representativa de las fuerzas políticas que operan en cada país, tengan o no representación parlamentaria.

Ahora que en América Latina se está definiendo cómo se normará el nuevo negocio de la tecnología digital aplicada a la televisión, en cualquier país como Chile se presenta la oportunidad de refundar y democratizar la televisión abierta, como un bien público de todos los ciudadanos, donde el medio no sea un privilegio exclusivo de los escasos grupos económicos que actualmente detentan el control de esos medios. Una discusión democrática sobre el futuro de la televisión abierta bajo la tecnología digital, es mucho más relevante que la elección del estándar europeo, japonés o estadunidense, y que la decisión soberana de un gobierno de no renovar la concesión a un grupo local que ya usufructuó del negocio por más de medio siglo.

En Venezuela, más bien se ha puesto en marcha una saludable democratización del espectro radioeléctrico, al reasignar la frecuencia que por más de 50 años explotó la familia Phelps-Granier a una estación de servicio público, la Televisora Venezolana Social (TVes), con la promesa de una programación diversa, y una publicidad más ética y menos comprometida con el consumismo. La televisión de servicio público está propuesta en la Constitución Nacional.

Hay países civilizados donde la televisión pública es de excelente calidad, como en Suecia e incluso la BBC del Reino Unido. Así como en cualquier país puede darse un sistema político, con una Constitución, un Parlamento, debiera debatirse democráticamente el modelo de televisión que desean los ciudadanos, la televisión que queremos, y no el sometimiento permanente a este lavado de cerebro totalitario impuesto por unos 10 mega grupos mediáticos que dominan en Estados Unidos, y su área de influencia latinoamericana, y otros tantos que controlan el resto del mundo. No es el poder del dinero, sino los ciudadanos quienes deberían definir y elegir su televisión pública.


Que los medios abandonen la política

Los medios de Venezuela deberían retirarse definitivamente de la política, abandonar su permanente guerrilla de factura político-mediática, y simplemente dedicarse de nuevo a informar, como en su origen, pero con seriedad, imparcialidad, equidistancia, objetividad y responsabilidad social, tal como hoy día lo hacen solamente dos periódicos: Últimas Noticias, de la Cadena Capriles, y Panorama, de Maracaibo. Por cumplir esa norma elemental del periodismo, esos dos diarios gozan de la mayor circulación.

Las estaciones de televisión de la familia Phelps-Granier y Gustavo Cisneros, y los diarios de los Otero (El Nacional) y Núñez (El Universal), entre otros, destruyeron sistemáticamente a los partidos políticos tradicionales mucho antes de que Chávez apareciera en la escena política venezolana y trataron de desempeñar ellos –los diarios y las estaciones de televisión– el rol que en cualquier sociedad se le asigna a los partidos políticos. Pareciera que con los años, a esos dueños de medios se les pegó el gusto por el poder y la política, que no quieren abandonar, pero la verdad es que tuvieron su oportunidad y fracasaron. Más bien ellos son los responsables del principio del fin de los dos grandes partidos tradicionales de Venezuela (el partido socialdemócrata Acción Democrática y el partido Social Cristiano Copei). En última instancia, la politización de esos medios coadyuvó en crear la situación que alumbró la insurgencia del fenómeno Chávez en la historia política de Venezuela.


El imperio no tolera países disidentes

La feroz campaña encubierta por el deceso de RCTV más bien muestra la desesperación de Estados Unidos por derribar a cualquier precio al gobierno de Hugo Chávez, legitimado varias veces en las urnas y fortalecido después del fracaso de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), en la articulación del golpe de Estado que el 11 de abril de 2002 instaló en Venezuela a un gobierno de apenas unas 30 horas. Ese efímero gobierno de Pedro Carmona fue un tremendo fracaso y un gran ridículo para el mismo país que derribó a Jacobo Arbenz, en Guatemala en 1952; a Joao Goulart, en Brasil en 1964; o a Salvador Allende, en Chile en 1973, sólo para nombrar a unos pocos gobiernos derrocados por la Casa Blanca y CIA.

Con la legitimidad que le han dado las urnas, Chávez se propone construir un país más justo, mejorando la distribución interna del ingreso y elevando la calidad de vida de su pueblo a través del extraordinario aumento del gasto público en salud, educación, vivienda, infraestructura, que se viene registrando en ese país, gracias a una adecuada reorientación del ingreso petrolero. Es decir: hoy día se gastan de manera diferente los mismos dineros del petróleo que antes beneficiaban exclusivamente a las transnacionales petroleras y a las corruptas clases política y empresarial, que se robaron la renta petrolera durante más de 40 años, hasta que hundieron a ese país e hicieron emerger a Chávez. Ahora esos recursos financieros se invierten en beneficio de un pueblo. Así de simple.

El anterior artículo debe citarse de la siguiente manera:

Carmona, Ernesto, «Ecos del silencio…de RCTV»,
en Revista Mexicana de Comunicación, Núm. 106, agosto / septiembre, 2007, 23- 44 pp.

Medios de bien común

Principios para una televisión pública en México

Irma Amézquita Castañeda* / Julio Di-Bella Roldán**
*Maestra en Comunicación de la Ciencia y la Cultura del ITESO. / **Director general de Canal Once.

¿Qué características tendríamos que adoptar y qué acciones deberíamos implementar
los medios con vocación de servicio público, en concreto la televisión estatal, para
generar una verdadera transición del modelo gubernamental al modelo de servicio público?
Con el fin de impulsar la discusión al respecto, los autores exponen los 11 principios
para la promoción, organización y desarrollo de servicio público de televisión,
planteados por Canal Once y la UNESCO.

El momento de aterrizar la discusión internacional en la coyuntura nacional actual, surgen interrogantes y desafíos acerca de los medios públicos: ¿qué obstáculos jurídicos, administrativos, económicos y sociales tenemos que sortear? ¿Cuáles deben ser los puntos de partida? ¿Qué actores sociales entran en juego?

Con el propósito de aportar elementos para la discusión y la puesta en marcha de acciones conjuntas, y a partir de la discusión y el trabajo de especialistas de todo el mundo propiciados y sistematizados principalmente por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), planteamos una lista de principios abstractos para incitar el debate al respecto.

Estos 11 principios para la promoción, organización y desarrollo del servicio público de televisión, elaborados por Canal Once y la UNESCO, son uno de los resultados más inmediatos del foro “Del régimen de autoridad al régimen de opinión y de participación: aportes para la redefinición de la televisión de servicio público en América Latina”, celebrado el 12 y 13 de marzo de 2007, que agrupó a especialistas de televisión de México y América Latina.

Presentamos estos 11 principios como sugerencias y aportes para continuar impulsando la discusión acerca del tema en América Latina y concretamente en México.

1. La razón de ser de la televisión pública es el servicio público auténtico.

Es indispensable este punto de partida: los medios estatales y los medios de servicio público son conceptos muy diferentes. Los primeros sirven a los intereses del Estado, encarnado por el gobierno en turno, y los segundos sirven a los ciudadanos, con el Estado como garante obligado de dicho servicio público. Esta concepción implica una visión a largo plazo que busca el beneficio, no económico como en la lógica del mercado, ni de los gobiernos como en la lógica del modelo estatal, sino de la población en su conjunto. Para Abdul Waheed Khan,1 la misión de los medios de servicio público es parte fundamental del desarrollo sostenible, porque con ello se faculta a las personas a tomar decisiones para su propio desarrollo.

La organización de radiodifusión que pertenece al público habla a todo el mundo como ciudadano, es decir: promueve el acceso y la participación en la vida pública; desarrolla el conocimiento, amplía horizontes y permite a las personas comprenderse mejor a través de un mayor entendimiento del mundo y de los otros.2

Ecología de medios públicos

2. La televisión de servicio público debe animar, buscar y obtener una manifestación clara y no vinculante por parte de la institucionalidad política del Estado y la expresión plena y no circunstancial de tal voluntad como plataforma eficiente de apoyo, garantías de continuidad, sostenibilidad económica, independencia editorial y fortaleza para sus actuaciones financieras en los ámbitos nacionales e internacionales.

El hecho de que los medios estatales necesiten de los mecanismos propios del Estado para convertirse en medios de servicio público, podría parecer paradójico, pero el servicio público requiere de cierto soporte de conjunto, de una ecología de medios públicos, para sobrevivir. Esta ecología depende del diseño de una estructura de responsabilidad y regulación que permita a los medios de servicio público manejarse en forma satisfactoria para servir a las necesidades de la audiencia. Ello implica nuevos esquemas de financiamiento, administración, gestión, producción e intercambio.

3. La televisión de servicio público debe ganar el reconocimiento y la alta valoración de la población en virtud de la pertinencia, diversidad y alta calidad de los contenidos que produce y difunde. Ello a través de la participación ciudadana en la construcción de la agenda de programación, incluyendo los espacios noticiosos, los cuales deberán guardar equilibrio y apertura, criterios profesionales y concebir a la información como un bien público.

Ante un panorama de creciente privatización de todos los órdenes de la vida en la mayoría de los países, incluyendo el nuestro, se impone la construcción de un espacio público desde los medios que involucre a todos los ciudadanos.

Según Jesús Martín-Barbero, la televisión de servicio público debe constituirse en un lugar de encuentro, así sea cambiante y precario, para todos los públicos, que les ofrezca los siguientes servicios: a) reconocimiento y expresión de la diversidad cultural, b) representación de la pluralidad ideológico-política, c) información independiente, plural e incluyente de las diferentes situaciones regionales, y d) debido a la fragmentación que introduce el mercado, es necesario que se dirija al conjunto de ciudadanos del país.3

4. La televisión de servicio público debe ser plural en su conducción y gozar de autonomía e independencia editorial.

Una de las diferencias centrales entre un medio estatal y uno de servicio público consiste en que los mecanismos de elección de públicos, contenidos y objetivos son, para el primero, elegidos por unos cuantos. En el caso que nos ocupa, deben gestarse de manera plural, autónoma e independiente, que responda a las auténticas necesidades de la población.

5. La televisión de servicio público debe hacer énfasis en la calidad, el uso pertinente de las nuevas tecnologías de información que siempre deben estar subordinadas a los contenidos, y el estudio sistemático sobre las necesidades y aspiraciones de sus audiencias.

El Consejo de la Comisión Europea de Televisión Independiente formuló un conjunto de requisitos para la televisión de servicio público, entre los que destacamos:

a) Una amplia cobertura de programas que satisfagan una variedad de preferencias e intereses.

b) Alta calidad técnica y niveles de producción, adecuado financiamiento e innovación y diferenciación, utilizando todos los modernos recursos televisivos.

c) Tomar en cuenta elementos culturales, lingüísticos y sociales de las distintas poblaciones.

d) Exhibir por primera vez gran cantidad de producciones originales.

e) Demostrar una verdadera voluntad para enfrentar riesgos creativos y formar telespectadores críticos.4

Calidad en contenidos

6. La televisión de servicio público deberá regirse por procesos internos de gestión de calidad sin que ello interfiera en la consecución de sus objetivos y fines.

El único camino para proteger y promover el interés público radica en el mejoramiento de la calidad. Ya existen modelos de auditoría para los sistemas de gestión de la calidad de los medios de servicio público, basados en las mejores prácticas en la industria mundial de la difusión, los cuales se enfocan en siete aspectos: satisfacción de los espectadores; calidad y precisión de la información; calidad y diversidad de otros tipos de programas; innovación y creatividad; independencia y transparencia de la administración; promoción y respeto por las normas éticas, y representación de las minorías nacionales, acceso universal y relevancia social.5

7. La televisión de servicio público debe estimular el desarrollo de la industria audiovisual, mediante el fomento de producciones propias, así como de mecanismos de intercambio de programas y cooperación técnica y profesional en los ámbitos local, nacional y regional.

Entre los cuatro principios que definen a los medios de servicio público: universalidad, diversidad, independencia y diferenciación, resalta el último, que revierte la marginación por el papel social estratégico de los medios de servicio público, que estriba en hacer las cosas de forma diferente; innovar, crear nuevos espacios, nuevas producciones, marcar el rumbo en el mundo audiovisual y liderar nuevos caminos respecto a otras empresas de difusión.6

8. La sociedad civil y la sociedad política deben promover un debate plural, amplio y democrático que genere, cumplidas las instancias constitucionales, un marco jurídico para el desarrollo de una radiotelevisión de servicio público, así como una política pública que guíe su desenvolvimiento y coadyuve a la consecución de sus objetivos.

Luego de un estudio sobre las disposiciones constitucionales de ocho países de América Latina, entre ellos México, el jurista Alejandro Serrano concluye que no existen normas específicas para construir un sistema diferente a los modelos estatal o mercantil. Quedan fuera por completo disposiciones que constituyan verdaderas condiciones jurídicas para que los medios de radiodifusión masiva funcionen como servicio público.7 Por ello, Serrano señala la necesidad de contar con leyes marco de rango constitucional sobre la radio y la televisión de servicio público.

9. La televisión de servicio público debe profundizar sus acciones para que la ética, la transparencia y la rendición de cuentas sean ejes fundamentales de su quehacer.

Una sociedad participativa e informada requiere transparencia en la constitución y funcionamiento de las instituciones mediáticas de servicio público, en el procedimiento para los nombramientos de sus directivos, y sobre el proceso de propuestas o contratación para las compañías en el campo de la difusión.

10. La televisión de servicio público debe adaptarse a las realidades económicas, políticas y culturales, y a las necesidades de la población del país.

Por tanto, y aunque es indispensable el análisis comparativo y el contraste con otros modelos y con las mejores prácticas de radiodifusión de servicio público en el mundo, debemos buscar nuevos esquemas y nuevas fórmulas para el trabajo de generación de contenidos y de relación con los públicos que respondan a los retos del México contemporáneo. La tarea requiere visión, valor y compromiso.

11. La televisión de servicio público debe reforzar su vocación a favor de la democracia, de la libertad de expresión, de la diversidad cultural, de la promoción de los derechos humanos y de la integración latinoamericana.

A lo largo de los años, expertos y participantes convocados por la UNESCO han consensuado que la televisión de servicio público deberá cumplir con siete acciones fundamentales: a) atención a las capas desprotegidas de la sociedad, b) estímulo al desarrollo de la industria audiovisual, c) apoyo a la educación y la formación, d) estímulo para la consolidación y la extensión de la democracia, e) canalización del sistema cultural, f) una programación distinta en singularidad y originalidad, y g) cooperación internacional e integración regional.8

Este punto es de particular importancia, porque permitiría transformar y balancear los flujos actuales de información y comunicación, que tanto inciden en procesos de formación de identidad, de designación de los otros y de representación del mundo.

Se necesita mucho más que principios abstractos para lograr la presencia activa y transformadora de medios de servicio público en México. No obstante, siempre es necesario un primer paso que nos permita recordar que el camino debe estar normado por la ética, las nociones de espacio público, de bien común y de una democracia auténtica.

NOTAS

1) Asistente del director general de la UNESCO para Comunicación e Información, citado por Alejandro Alfonzo, en el prólogo de VV. AA, de Radiotelevisión de servicio público: un manual de mejores prácticas, UNESCO, Costa Rica, 2006, p. 7.

2) Del estudio preparado por World Radio and Television Council (Montreal) y Centre d’études sur les médias Université Laval Sainte-Foy (Québec), Public Broadcasting: Why? How?, citado en op. cit., p. 14.

3) “Televisión pública, televisión cultural: entre la renovación y la invención”, en Omar Rincón (comp.), Televisión pública: del consumidor al ciudadano, Convenio Andrés Bello y Fundación Friedrich Ebert, citado por Alejandro Alfonzo, Ibidem.

4) Op. cit., p. 31.

5) VV. AA. Estándar Internacional BC-9001. Sistemas de Gestión de la Calidad. Requisitos para la radio, la televisión y los productores de contenidos para Internet, International Standardization Acreditation Services, 2003.

6) Radiotelevisión de servicio público: un manual de mejores prácticas, pp. 30-31.

7) Alejandro Serrano Caldera, Marcos constitucionales y el servicio público de radiotelevisión en América Latina, UNESCO, Costa Rica, 2006, pp. 203-214.

8) Radiotelevisión de servicio público: un manual de mejores prácticas, pp. 15-18.

El anterior artículo debe citarse de la siguiente manera:

Amézquita, Irma y Julio Di-Bella, «Medios de bien común»,
en Revista Mexicana de Comunicación, Num. 106, agosto / septiembre, 2007, 27 – 29 pp.

Estereotipos cinematográficos

Los grupos hispanos en el cine estadunidense

José Antonio Meyer Rodríguez

Especialista en Comunicación y Cultura. Coordinador académico del
Programa de Maestría en Dirección de la Comunicación e investigador del
Centro de Estudios sobre Comunicación, Medios y Cultura en la UPAEP (Puebla).

Aunque los periódicos fueron el primer medio de comunicación en difundir de manera
esquemática, intensa y negativa las imágenes de los hispanos a la sociedad estadunidense,
su influencia y penetración resultaron por demás específicos si se compara
con el amplio impacto mundial alcanzado por las películas producidas por la industria de Hollywood.

Pettit señala que “los hispanos han sido estereotipados desde los primeros días del cine mudo con westerns como Bronco Bill y El Grasoso (1914), los cuales instituyeron el personaje del bandido mexicano”.1 Para mediados de los años veinte del siglo pasado, en las películas ya se habían delineado los principales estereotipos que históricamente han conformado las seis categorías principales: el bandido, el aprendiz, el bufón, la payasa, el amante y la prostituta. Y aunque en general la representación de los hispanos en la industria de Hollywood ha sido bastante uniforme, Blaine explica que “los eventos y coyunturas económicas y políticas han impactado en momentos muy bien diferenciados de la historia, las posturas específicas de la industria y condicionado la percepción del público estadunidense”.2

En ese sentido, si bien en un principio las películas estereotiparon con impunidad, incluso antes de películas como El Grasoso, donde en filmes como Her Last Resort (1912) y The Mexican (1923), se representó a los mexicanos como vengativos, crueles y violentos. Al inicio de la Primera Guerra Mundial hubo una especie de alejamiento momentáneo de los estereotipos de corte negativo para continuar con la anterior tendencia al término de la conflagración y llevar incluso al gobierno de México a ejercer censura sobre algunas de esas películas. Ante ello, la respuesta de Hollywood fue cambiar la ubicación de muchos de sus libretos hacia países ficticios de América Latina. De esta manera, como lo establece Blaine:

La locación de la película de Harold Lloyd, ¿Por qué preocuparse? (1923), sobre un estadunidense hipocondríaco que se encontraba en medio de una tormenta revolucionaria en un lugar llamado Paraíso, refiere claramente a México y su situación. Asimismo los productores de ¡Viva Villa! (1934) obtuvieron la aprobación del gobierno mexicano para esa filmación, pese a que ella estaba llena de mexicanos odiosos y malvados.3

Las alianzas de la Segunda Guerra Mundial reorientaron temporalmente algunas de las visiones preexistentes, y una era de buena vecindad se escenificó representando a los latinoamericanos con enfoques más amigables y hasta positivos. Típicas de esa época fueron las películas Juárez (1939), Saludos Amigos (1943) y Los Tres Caballeros, estas últimas producidas en dibujos animados por los estudios Disney (1945). Durante esa etapa se vio también el surgimiento de estrellas hispanas en la industria, como María Montes, Ricardo Montalbán, Fernando Llamas y Carmen Miranda. Sin embargo, como lo ha documentado Everson,4 el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue todavía más interesante por el tratamiento que un sector de la industria de Hollywood dio a los hispanos.

En dos importantes géneros como el film noir –un grupo de películas con la traición como elemento central– y el melodrama social –cintas que trataban directamente problemas sociales–, se incluyeron una buena cantidad de personajes hispanos con posiciones incluso protagónicas y de alto impacto. Ejemplos de ellas son Ace in the Hole de Billy Wilder –conocida también como The Big Carnival (1951)–, Touch of Evil de Orson Welles (1958) y Requiem for a Heavyweight de Ralph Nelson (1962), películas que se distinguieron por criticar el imaginario angloamericano y proclamar el respeto a la diversidad cultural.

En el caso de los melodramas sociales, el autor destaca Salt of the Earth (1954), una aventura conjunta de los cineastas Michael Wilson (guionista), Herbert Biberman (director) y Paul Jerico (productor), que describen con crudeza una huelga de mineros en Nuevo México. The Lawless (1954) fue otra película centrada en los chicanos y realizada por Joseph Losey. Estos directores figuraron durante algún tiempo en la lista negra de Hollywood. Dos producciones sobre boxeo fueron Right Cross (1950), dirigida por John Sturges –con Ricardo Montalbán como personaje principal portando una inscripción antianglo en el hombro– y The Ring (1952), dirigida por Kurt Neumann y estelarizada por Lalo Ríos. A Medal for Benny (1945), de Irving Pichel, y My Man and I (1952), de William Wellman, son también dos producciones que condenaron la hipocresía dentro de los espacios estrictamente angloamericanos. Giant (1957), dirigido por George Stevens, fue uno de los filmes más progresistas de su época al denunciar no sólo el racismo sino el patriarcado, la tendencia expansionista de Estados Unidos, la división de clases y la superioridad masculina.


Hispanos en la industria fílmica

Para Seiter, a partir de los años sesenta los estereotipos hispanos en la industria cinematográfica pueden ubicarse en dos amplias categorías.5 En la primera, la industria ha continuado su tradicional postura de prejuicio, discriminación y marginalidad, en la que el bandido puede encontrarse, en varios géneros como West Side Story (1961), The Young Savages (1961) y Colors (1988). Aunque quizás el ejemplo más contundente sea, de acuerdo con el autor, Raiders of the Lost Ark (1981) donde:

Indiana Jones, en algún lugar de América del Sur en 1936, es amenazado por todo tipo de delincuentes; abandonado (un cargador indio deja a la expedición gritando histéricamente), traicionado (uno de los guías nativos que le quedan trata de dispararle por la espalda, el otro lo deja pensando que está muerto en un pasaje subterráneo) y amenazado (una tribu de indios latinoamericanos lo persigue y trata de matarlo).6

Otro ejemplo es Romancing the Stone (1984), caracterizado por el actor mexicano Manuel Ojeda. Los otros cinco estereotipos: el aprendiz, el bufón, la payasa, el amante y la prostituta, han tenido también similares encarnaciones durante este período.

En la segunda, se destaca un tratamiento distinto en un importante número de películas que actuaron como contraposición a las imágenes tradicionales. Ello fue posible gracias a la incorporación de talentosos realizadores y actores hispanos que lograron un lugar y reconocimiento en la industria y con el tiempo alcanzaron posiciones de influencia y hasta decisión.

Por su esfuerzo e interés, surgió la posibilidad de oponerse a prolongados estereotipos y plantear nuevas maneras de interpretar los conflictos y las formas de interacción en una sociedad diversa y en constante transformación.7

La estructura narrativa de estos cineas-tas se basó en géneros muy conocidos, como las fórmulas de historia familiar, que recibieron un cambio de giro y promovieron un punto de vista más plural y equitativo. Un buen ejemplo de ellas lo constituye Crossover Dreams (1985), de León Ichaso, que realizó un planteamiento muy original sobre el mundo del espectáculo. La película critica las visiones convencionales del sueño americano y reafirma los valores hispanos tradicionales. Una versión de la misma historia fue La Bamba, de Luis Valdéz (1987), cuyo músico de rock Richie Valens (Lou Diamond Phillips) adoptó los modelos establecidos por la industria para tener éxito y facilitar su llegada al estrellato. Mucho más impactante fue Zoot Suit (1981), el primer trabajo del mismo realizador, que constituyó la versión fílmica de su exitosa obra teatral del mismo nombre. Fuerte en su forma, es una provocativa combinación de comedia, melodrama, crítica social, canciones y baile que cuestiona la objetividad del sistema de justicia estadunidense.

Moctezuma Esparza revivió el género de los westerns en The Ballad of Gregorio Cortez (1982), dirigido por Robert M. Young, el cual se basa en la historia de Américo Paredes, un hombre que enfrentó la explotación en las llanuras de Texas a principios del siglo XX. El guión de Víctor Villaseñor cuenta la historia desde múltiples enfoques y maneja un relato imparcial; revela el prejuicio prevaleciente por ese entonces. Esta cinta sigue siendo la más elocuente reversión del estereotipo del bandido mexicano que se haya hecho en cualquier película de Hollywood. Esparza también produjo The Milagro Beanfield War (1988), con Robert Redford, un intento poco exitoso por representar a una comunidad de Nuevo México –tanto en su parte anglo como chicana– durante una crisis municipal.

Otra notable película de esta corriente fue El Norte (1984), de Gregory Nava, que narra la historia sobre dos hermanos centroamericanos que llegaron a Estados Unidos huyendo de la opresión política en su país. Combinando el realismo con el lirismo mágico, la película sordamente describe tanto el peligro al que se enfrentan como a la desesperanza en su lucha por sobrevivir. Born in East L.A., de Cheech Marin (1987), sobre la deportación a México de un méxico-americano; es una producción cómica de la misma historia, que examina las contradicciones inherentes a la definición estadunidense de ciudadanía. Otra muestra es Stand and Deliver, de Ramón Menéndez (1988), cuya trama se refiere a la vida de Jaime Escalante, un valiente y visionario profesor de matemáticas en el este de Los Ángeles, caracterizado por Edward James Olmos nominado al Óscar como mejor actor por ese papel. Usando humor, amenazas y mucha psicología, inspira a sus estudiantes a dominar el cálculo y les inculca un mayor nivel de autoestima como clave para la superación y mejor incorporación a la sociedad.
Nuevo boom

Si bien son notables estas incursiones en la industria fílmica estadunidense, su limitada producción y poca continuidad no han alcanzado la relevancia debida, y después de avances importantes durante los años ochenta, la producción disminuyó considerablemente en el periodo siguiente y, salvo excepciones, desapareció de la oferta principal. Ello porque desde los años noventa ha crecido en muchas ciudades del país una postura antiinmigrante que posicionó y extendió en amplios sectores de la sociedad los estereotipos sobre narcotráfico, delincuencia y violencia transfronteriza.

A partir de ahí, la tendencia de la industria cinematográfica ha sido mostrar una vida latinoamericana plagada de corrupción política, impunidad, ilegalidad, inestabilidad económica y pobreza generalizada que favorece flujos migratorios crecientes, provocadores de inestabilidad, violencia y tensiones sociales en territorio estadunidense.

En contraste, el cine afroamericano ha tenido una explosión sin precedente durante la época más reciente.

Así, de acuerdo con Eyles, “mientras que en 1991 los realizadores afroamericanos lograron incorporar 19 películas a la industria, muy pocas producciones de creación hispana han sido exhibidas con relativa presencia desde 1988”.8 Destacan los casos de Issac Artenstein, quien de manera independiente realizó Break of Dawn y nunca encontró un distribuidor importante, My Family (1994), la última película de Gregory Nava, así como Frida (2002), una realización de Julie Taymor con la producción y actuación de la actriz mexicana Salma Hayek. Estas cintas lograron una amplia penetración mundial porque fueron promovidas por la industria de Hollywood.

En los últimos años Babel, de Alejandro González Iñarritu, con guión de Guillermo Arriaga, logró distintas nominaciones al Óscar y pareció provocar un nuevo boom hispano en la industria, del que se esperan resultados importantes por la incorporación de directores, escenógrafos, fotógrafos y actores de calidad.

NOTAS
1) Arthur G. Pettit, Images of the Mexican-American in Fiction and Film, Collage Stations, California, 1980, p. 11.

2) B. Lamb Blaine, “The convenient villain: The early cinema views the mexican-ame-ricans”, en Journal of the West, núm. 4, 1975, p. 48.

3) Idem.

4) William Eveson, Hollywood, fábrica de sueños, Editorial Novaro, México, 1967, pp. 128-130.

5) Elizabeth Seiter, “Stereotypes and the media. A revaluation”, en Journal of Communication, núm. 6, 1993, p. 55.

6) Ibidem, p. 55.

7) Ibidem, p. 58.

8) Allen Eyles, “Great film of the Century”, en revista Films and Filming, núm. 78, California, 1995, p. 87.

El anterior artículo debe citarse de la siguiente manera:

Meyer, José Antonio, «Estereotipos cinematográficos»,
en Revista Mexicana de Comunicación, Núm. 106, agosto / septiembre, 2007, 43 – 48 pp.

Mantecosos

El Financiero, 24 de septiembre de 2007

 

Botica

 

 

Los políticos mexicanos, indefectiblemente, son chicharroneros. Han querido que al tronido de sus dedos se resuelva todo, reventar a sus enemigos y controlar sin límites a los medios. Nunca han podido lograrlo plenamente, aunque no obstante los cambios en la nación, siempre lo intentan. Del represor Díaz Ordaz, al demagogo Echeverría, pasando por el imperial López Portillo, tenemos al ruin de Carlos Salinas y no puede faltar el lacayo estadounidense, Ernesto Zedillo; nadie se salva. Pero la joya de la corona, hasta ahora, es Vicente Fox. Los fraudes en Enciclomedia, la Megabiblioteca, el ineficaz seguro popular y un largo etcétera son expedientes abiertos. Incluso se llevó sin autorización documentos oficiales (¿Qué dirá el IFAI?). Ahora existe certeza que la fortuna del dúo Marta – Fox es mayor a 20 millones de pesos, cuando menos. Imposible que el salario del anterior ejecutivo diera para amasar tal cantidad. Libros como: La familia presidencial de Areli Quintero y Anabell Hernández y Fin de fiesta en Los Pinos de la segunda, más Fox y compañía de Miguel Ángel Granados Chapa, son investigaciones serias, profundas de cómo Vicente fue haciendo negocios, favoreció a los amigos, atacó sin saña ni medida a los opositores (sobre todo al López Obrador), se distanció de quienes lo ayudaron a llegar al poder, fue omiso ante los reclamos ciudadanos acerca de la violación de derechos humanos y, para no alargarnos, hizo una fiscalía contra la guerra sucia que le sirvió para engañar. Ahora afirma Fox que sus críticos “comerán chicharrón”, dicho no muy frecuente pero que denota se quedarán sin demostrar sus acusaciones. Una valentonada más de Vicente, ya que las pruebas están por todos lados. Felipe no hará nada, pues le tiene miedo a su antecesor, hoy encumbrado por partidos derechistas. ¡Oh, la impunidad permanente!

 

¡Retrógradas, al ataque!

 

Cada vez se sienten con mayor fuerza, dueños del orbe, listos para borrar a todo aquel que se oponga sus designios. El mencionado Vicente fue ensalzado por Mariano Rajoy, jefe del Partido Popular de España, y por José María Aznar, quien vino a censurar a Andrés Manuel y hacer propaganda a favor de Calderón. El ex presidente ibérico, además, fue distinguido con una cátedra que lleva su nombre en el Tec de Monterrey. En aquel estado, donde el Fórum mundial es muestra del derroche, actividades culturales sin sentido y enorme gasto en medios, desde hace tiempo se otorgan distinciones, en sus centros educativos, a quienes son analistas favorables a los Estados Unidos y los organismos internacionales que rigen el mundo. Aprovechando el viaje, la señora Blanca Heredia, de la OCDE, dice que la educación superior debe privatizarse. Algo que suena a locura, pues la mayoría de los institutos particulares que ofrecen licenciaturas son de una pobreza y atraso espantosos. Lo grave es que las autoridades federales, de Felipe a la Josefina Vázquez Mota, no digan ni pío.

 

Más queso

 

En el presupuesto de 2008, el ejecutivo demanda aumentar el rubro de anuncios presidenciales en ¡40 por ciento! A la famosa Cepropie, que hace de la censura su sello característico- lo vimos en el caso de Ruth Zavaleta y lo comprobamos el 15 de septiembre, ya que dio a conocer sólo el numerito de Calderón-, se le aumentará de 55 a 92 millones. Como en el sexenio del ¡gran Vicente!, se pretende que la propaganda, más que las acciones, sean lo esencial para evitar que la popularidad de Felipe no vaya en declive. Pero ya se sabe, a fin de cuentas, la realidad se impone.

 

Igual, en otros rumbos

 

El cuadernillo está bien impreso y resulta hasta lujoso. Mal escrito, eso sí, repite “breve reseña” (sic que se achica). Presenta actividades en diversos puntos de la delegación Coyoacán y muestra un gran directorio de supuestos promotores culturales. Sobresalen entre los directivos los arquitectos, profesión de Heberto Castillo Juárez, el jefe coyoacanense. Se incluye en el impreso una página acerca del Museo León Trotsky. Bien. Pero a dicho lugar se le escamoteó el apoyo económico y al director del mismo, Carlos Ramírez Sandoval, prometiéronle una entrevista con Heberto meses atrás, la cual no se da. Mal por el también jazzista que ha olvidado las dificultades de creadores.

 

Manipular al ciudadano

 

Una gran cantidad de libros se han escrito acerca del nazismo. Jamás tendremos los suficientes. Ahora presentan: Historia social del Tercer Reich de Richard Grunberger (Ariel). La importancia del volumen es que analiza de qué manera el cine, la propaganda, las universidades, la religión y otros factores de poder influyeron, decisivamente, para lograr que unos cuantos tipos se apoderaran de Alemania y lanzaran una guerra con el objeto de dominar el mundo. También encontramos la forma en que fueron acalladas las voces de los opositores y de las minorías que eran vistas como el enemigo a aniquilar. Impresionante y horroroso, aunque indispensable.

 

Periodista de El Financiero y El Universal.
Correo electrónico: jamelendez@prodigy.net.mx

El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar el artículo anterior:

Meléndez Preciado, Jorge, «Mantecosos», en El Financiero,
24 -IX- 2007, Cultura.

Poesía y tragos

Los personajes de Salón Palacio

 Jorge Fernández Meléndez

jamelendez@prodigy.net.mx

 

Había  cuando  menos  dos  generaciones  asistentes:  los  ya  consagrados,  como  los  poetas  Juan  Rejano,  Alfredo  Cardona  Peña  y  Otto  Raúl  González,  y  una  cantidad  amplia  en  donde  se  incluían  hasta  bohemios  que  no  escribían  pero  sí  hacían  bromas  finas,  contaban  anécdotas  de  todo  tipo  y  evitaban  los  complejos  con  los  hombres  de  letras.

 

Es famoso el Salón Palacio, tanto que hasta el director de la revista Generación, Carlos Martínez Rentería, lo utiliza para titular su columna en La Jornada. Aunque en sus textos poco haya del ambiente que privó en la cantina donde el servicio era malo, las botanas sin creatividad y existía una cartulina en la cual se anunciaba que no se servía a “personas en estado de ebriedad”, lo cual era falso y un contrasentido al mismo tiempo.

Ya he comentado algunas anécdotas acerca de los concurrentes a ese centro de plática y cotorreo. Vale la pena señalar que había cuando menos dos generaciones asistentes: los ya consagrados, como los poetas Juan Rejano (España), Alfredo Cardona Peña (Costa Rica) y Otto Raúl González (Guatemala), y el periodista Jorge Turner, y  los más jóvenes: Manuel Blanco (Viva mi desgracia), Jesús Luis Benítez, El Booker (A control remoto y otros rollos), Parménides García Saldaña (Pasto verde), Gerardo de la Torre (El vengador) y una cantidad amplia en donde se incluían hasta bohemios que no escribían pero sí hacían bromas finas, contaban anécdotas de todo tipo y evitaban los complejos con los hombres de letras.

Claro que generalmente la reunión se iniciaba en el tercer piso de El Nacional. En dicho lugar se encontraba la oficina del suplemento cultural la Revista Mexicana de Cultura, que dirigía Juan, quien vio su obra reunida en una edición de la UNAM, que lleva por título Alas de tierra. La cosa no fue igual cuando falleció el maestro y tomó las riendas Alberto Dallal, de quien soy compañero y actualmente amigo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la mencionada casa de estudios.

Rejano iba muy poco al Salón Palacio. Cuando llegaba, tomaba una o dos cervezas y se iba. Su plática era corta, sus ideas contundentes, y sin excepciones todos prestaban atención a lo que decía el vate. Eso sí, jamás habló de trabajo –ya que las tareas ortográficas y de contenido las hacía en los textos–, y si tenía alguna observación verbal la explicaba en su oficina. Aunque lejos de mostrar su erudición, planteaba más bien sugerencias que nadie podía rechazar.

El tocayo Turner era más explícito en todo. Máxime que llegaba generalmente su paisano, Ramón Oviero, que es mi compadre, e incluso otro escritor, Dimas Lidio Pitty. Asimismo, el pintor Carlos Alberto Palomino de quien conservo unos grabados. Todos panameños, exilados, los cuales mudaban frecuentemente de tema: literatura, política, marxismo y mujeres. Ramón, que también se llama Iván Romero, tenía una expresión que no se me olvidará nunca: “Chucha vaina”, para asombrarse o señalar que algo era muy banal.

Turner llegó incluso a ser embajador de su nación en la época de Manuel Antonio Noriega, el famoso Cara de piña, todavía encarcelado en Estados Unidos. Y Ramón se fue a su patria, regresó poco después y ahora –me dicen como en los cuentos de hada–  vive de la herencia de su abuela. Ello porque trabajó como periodista en su nación, pero se enfrentaba a sus jefes sin remedio y a fondo.

El juchitico  –mezcla de tico y juchiteco, pues se casó con una mujer de aquella región donde ellas son lo máximo en todo–  Alfredo Cardona Peña era buen pagador de tragos, invitaba a unos cuantos a comer pozole y otros platillos, y hasta a quienes aguantaban el paso.

 

Nuevos colores

Ésta era, a brocha gorda, la serie de amigos y conocidos  –faltan varios más–  que todos los sábados trataba Otto Raúl González. Él también trabajó en cuestiones agrarias en su Guatemala y fue representante gubernamental, hasta que fue ensangrentado su territorio con el golpe de Estado contra Jacobo Arbenz. Entonces se quedó entre nosotros y supo dar lecciones en muchos terrenos: las letras, la dignidad, la ironía, la amistad y la lista podría seguir.

Bajo de estatura, de tipo indígena, callado en ocasiones, fumador empedernido, incansable para libar tequila y cerveza, era muy oportuno para sacar la frase adecuada y hacer que la carcajada unificara o la interrogación en la cara a quien se refería apareciera instantáneamente. No era un simple bromista o acuñador de frases hechas. Todo lo contrario: los juegos de palabras, la atención a fondo de lo que pasaba, la manera punzante de lo que pasaba, lo mostraban como un irreverente fuera de serie.

Ocasionalmente lo vi con su mujer Haydé –me parece que se llama–, una señora de rasgos guatemaltecos. Más alta que él, bella, sin complejos, dispuesta a jugársela con un hombre en las buenas y las malas, pero que seguía adelante porque no esperaba permiso para nada, más bien el desafío era su práctica constante.

En 1973 llegó a nuestro Palacio, y me regaló un librito que me encantó: Diez colores nuevos, de Rogelio Villlareal, padre del editor de una revista vanguardista. Otto, que no era muy cercano a mí, puso simplemente en la dedicatoria: “Para Jorge Meléndez, muy cordialmente”.

 

El prólogo, de un santón de entonces y ahora, Otaola, dice:

Yo creo que no tenías necesidad de añadir nuevos colores para demostrar que como poeta  –y humorista–  tienes derecho al condigno señalamiento como tal y tal: poeta y humorista, repito. Nada de poeta y campesino, ¿eh? Como tal, ya has dado buena prueba de ello. Y eso, amigo mío, con desatado colorido.

Con Diez colores nuevos, la admiración
–¡parece mentira!– crece y crece más. ¡Qué estupenda lección de ingenio vuelves a darnos, mi admirado Otto, tú, tan silencioso entre los hombres, tus hermanos lobos. Tú tan prodigioso en los hallazgos encandenados. Tan bien centrado para el mejor logro de tus inquisiciones. ¡Tan deslumbrante el claro varón por el camino de lo extraordinario!

Bien. Pero de tu librito  –¡caracoles!–, ¿qué diría, en estos momentos yo? Qué, qué, qué…

No basta un adjetivo: ¡Magnífico!

Tu Diez colores nuevos –sigue Otaola– es un excelentísimo libro por una razón: porque invita a una graciosa travesura. Invita a hacerlo nuestro, a como de lugar: robando y matando al autor si es preciso. Ese es un libro mío. Mío. Mío. Yo quiero ser inventor de colores.

Larga pero necesaria cita, pues nos da una idea más justa de lo que decía anteriormente. Y es que la invención, cotidiana o más pausada, es obra de quienes saben jugar con las palabras luego de un proceso de aprendizaje muy arduo, la experimentación frecuente y la constatación de que las cosas van correctamente o hay que reiniciar el camino, incluso desde el principio.

Cuando Raúl González habla del Anadrio, estamos ante el color de la buena suerte, el cual permite hacer de otra manera cosas que antes salían mal, y remata:

Pinte usted/ las paredes de su casa/ de color anadrio/ y le irá muy bien.

Habría que ir a la más cercana tienda y buscar lo que nos posibilita, en estos tiempos de angustia y estrés, la nueva, buena vida.

Y qué decir de otro:

El color yemalor aguanta pianos / pianos que tocan fantasmales dedos / en las heladas tardes quejumbrosas / cuando las hojas vuelan y los ciegos / miran.

Aunque quizá para ser felices, escuchar cómo algunos nos deleitan con piezas nuevas y tradicionales y hasta ver lo que otros no alcanzan, sería mejor recrearnos en la poesía de Otto Raúl, un buen representante del refugio Salón Palacio.