NOTIMEX ¿en el limbo?
Teresa Gurza
En mi colaboración para Notimex del 17 de abril del año pasado, felicité a la Cámara de Diputados por haber aprobado por unanimidad la iniciativa de ley que convertiría a nuestra agencia, en la Agencia de Noticias del Estado Mexicano.
Lo hice, porque eso equivale a que dejaría de ser una dependencia del gobierno; para transformarse en una entidad con independencia editorial y de gestión.
Recordé en ese artículo que para que la democracia exista, es indispensable la presencia de instituciones que permitan la inclusión de todas las voces; disidentes o no.
Y que para que se cumpla esta premisa, sin la cual no hay democracia y para que ésta pueda ser garantizada más allá de determinado sexenio, debía acabarse con la costumbre de beneficiar a través de Notimex al gobierno y a su partido; o peor aún, a facciones de su partido.
Eso sucedió al llegar Fox al poder, porque sus representantes en Notimex cerraron espacios a colaboradores de años como Adolfo Sánchez Rebolledo cuyos artículos daban enorme prestigio a la agencia; eliminaron pagos a otros, entre los que me encuentro; y contrataron a cambio, personas afines a sus ideas.
Pero ahora que se fue Fox, las cosas pueden y deben cambiar.
El primer cambio legal ocurrió días antes del nuevo gobierno, al ser disuelta la sociedad anónima; lo que en los hechos significa que Notimex es ya, la agencia de noticias del Estado mexicano.
Pero incumpliendo el plazo legal, no nombró entonces Fox al director general que regiría el destino de la nueva agencia; y tampoco lo ha hecho Felipe Calderón, en los dos meses que lleva como Presidente.
Peor aún, la PGR foxista interpuso una controversia constitucional ante la SCJN para evitar que el Senado cumpla su obligación de aprobar el nombramiento del director. Lo que al parecer es avalado por Felipe, pues de lo contrario ya se hubiera desistido.
Y tampoco se ha destinado a Notimex presupuesto suficiente para hacer bien su cometido, de generar información plural y accesible para todos.
En sus 39 años de existencia, muchas veces Notimex no ha podido cumplir totalmente con su misión; no siempre y no todos han hecho un periodismo veraz e independiente; y hubo exceso de «celo» de parte de sus directores, por quedar bien con el poderoso de turno que ahí los colocó.
Sin embargo, ha tenido logros importantes. Entre ellos, su mera existencia; porque con medios siempre menores a las necesidades, ha podido salir adelante con cierto decoro.
El haber preservado su visión latinoamericana del mundo desde México, como dice su lema; y el haber dado oportunidad a millones de mexicanos que sólo tienen acceso a diarios de provincia, de enterarse de lo que pasa en nuestro país y afuera.
Existieron también intentos serios por mejorar; recuerdo ahora, que cuando fue director Jorge Medina Viedas se elaboró con la colaboración del periodista Antonio Aspiros, que es la persona que en mi opinión más conoce Notimex, un excelente manual de estilo para institucionalizar el propósito de hacer un periodismo equilibrado y plural.
Pero la iniciativa no pudo afirmarse, porque a finales del sexenio de Zedillo hubo fuertes resistencias dentro y fuera de la agencia; y éstas se incrementaron con la llegada de los panistas; quiénes incluso ahora tienen vetados temas y palabras que consideran opuestos a “su” moral y buenas costumbres.
Sé que el presidente Calderón debe enfrentar muchos y graves problemas; pero no por ellos, puede seguir sacándole la vuelta a la transformación de Notimex.
Para comenzar a hacerlo, debe constituir sus órganos de gobierno como lo manda la ley. Debe dotar a la agencia de autonomía frente al Ejecutivo federal. Debe darle personalidad jurídica, y dotarla de patrimonio. Debe reconocerle independencia técnica, editorial y de gestión.
Y para evitar que el cambio quede «en el limbo», como dice el colega Raymundo Riva Palacio en su bien documentado artículo del 27 de diciembre pasado en El Universal, debe nombrar como director a un profesional del periodismo.
Y no, como se rumora insistentemente, a una persona de la extrema derecha; a un yunque, que además por cierto, estaba en contra de su candidatura.
Si lo hace, estaría tirando a la basura el trabajo de décadas de cientos de periodistas.