Educomunicadores: una opción necesaria

Para la enseñanza-aprendizaje

Elizaveta Mar
Licenciada en Ciencias de la
Comunicación por UNAM con
Especialidad en Enseñanza Media Superior y Superior

Ante el boom tecnológico mundial, ante los cambios acelerados y el adormecimiento del sistema educativo mexicano, las familias y escuelas de nuestro país necesitan apoyo, una guía para saber afrontar lo que actualmente atañe a nuestras nuevas generaciones. Veamos por qué.

Contamos con maestros buenos, que tienen años impartiendo clases, pero se ha presentado, a partir de los 90 un cambio radical en el mundo, surgen términos como: la globalización, Internet, las generaciones digitales.

Observamos un choque entre generaciones: las de los 60, 70 con las de los 90. Nosotros tenemos 40-50 años y nuestros hijos son adolescentes de 12 a 20 años. Ellos son una generación digital y visual, nosotros pertenecemos a una generación ideológica. A nosotros nos manejaban masivamente a través de cierta ideología y nuestros hijos son cibernautas.

Hoy en día hablamos del analfabetismo tecnológico, refiriéndonos a las personas que no saben manejar la computadora, principalmente. A esta capa pertenecen muchos de los padres de familia de las generaciones que están cursando la enseñanza media superior. Ni cómo ayudarlos, ni apoyarlos en los estudios, porque el joven “ya sabe más que el papá”. He oído comentarios de amigos como: “Yo no sé nada del Internet, sólo me recuerdan mis hijas el pago del servicio”.

Sin embargo, ¿qué tan importante es que los padres y maestros aprendan a manejar la computadora? Con ello, ¿en qué ayudarían a sus hijos, alumnos?

Pues empecemos por saber que eso nos permite un mayor acercamiento al mundo de ellos, a su cibermundo. A comprender la percepción que tiene de su realidad, de quienes lo rodeamos, conocer más su contexto.

Uno, como padre de familia, desearía leer la mente de su hijo y así saber lo que quiere, lo que siente, etc. Imposible, pero busquemos otras alternativas. Una de ellas es el adoptar un término con el cual me topé hace tiempo, el de educomunicador. Este término lo acuñó Mario Kaplún en su libro Una Pedagogía de la Comunicación para referirse a un nuevo tipo de profesionales que conjugan la educación con la comunicación, utilizando como herramienta las nuevas tecnologías.

Debemos tener claro que no sólo los profesionales, sino simplemente los padres de familia debemos estudiar y convertirnos en profesionales en la educación de nuestros hijos. Digo, es una sugerencia, nada imposible, al contrario, muy factible.

Muchos padres de familia consideran que las nuevas tecnologías son una moda o algo terrible para sus hijos, algo que los distrae, que los ha hecho perder valores. Me acuerdo de mi infancia, yo fui de la generación de la TV, o podría decirse TVnauta. Adoradora de las series policíacas. No me despegaba de mi “cajita idiota” como decía mi padre y me regañaban cada vez que me veían siempre con la TV prendida, viendo mis series y no escuchando a nadie más, sólo entre comerciales volteaba o hacia algo del quehacer que me encargaba mi madre o mi tarea. Es más, no era una chica sociable, prefería quedarme en casa y ver televisión. Esto fue en los 70.

Los medios de comunicación, desde el surgimiento, sobre todo, de la TV, han sido atacados y criticados con adjetivos como: manipuladores, perversores, adormiladores, enajenadores, peligrosos, etc. Sin embargo, podemos verlos de otra forma. Como todo, tiene su lado bueno y su lado malo. Aboquémonos al bueno.

Por ejemplo, en el currículum escolar, en México, los medios de comunicación, como la Internet, las laptop, el cañón, la computadora, el audio, el DVD que hoy en día reemplazan ya a los acetatos y, por lógica, a los libros, han sido utilizados como meros instrumentos para la muestra de imágenes como fotos, videos, películas (en las cuales varios alumnos se duermen). Pero no se les ha dado el uso, no se les ha enseñado a los docentes la posibilidad de llevar a cabo, a través de ellos, clases en las cuales los alumnos, a través de los medios, desarrollen lectura y análisis crítico sobre cualquier tema.

Los padres de familia, por su parte, podrían recomendarle a sus hijos un mejor horario para el uso de la Internet y recomendarles ciertas páginas que pudieran interesarles y así compartir con ellos momentos en los cuales su hijo sientan la atención que necesitan tanto, sobre todo en la adolescencia. ¿Qué me cuesta sentarme con mi hijo y que me explique cómo se juega X juego, o mostrarme una página de comics que a él le interesa, o ver los videos de lucha libre en youtube? ¿Por qué no hacerlo? Debemos aprender y adentrarnos no sólo en el uso de los aparatos, como meros aparatos, sino centrarnos en las grandes posibilidades de convivencia y aprendizaje que podemos extraer de ellos, tanto a los padres, maestros e hijos-alumnos.

Muy diferente es que el maestro llegue y les ponga una película, los deja “viéndola” y mientras él se va a desayunar o tomarse un café o a cotorrear con otros maestros, a que llegue y les muestre imágenes, pero explicándoles el tema, entre imagen e imagen, dándoles una cátedra en todo el sentido de la palabra, para después calificarlos con un análisis, resumen o práctica sobre la clase impartida. Qué distinto sería, hasta el tiempo se pasa más rápido.

El término educomunicador puede ser adoptado tanto por los padres de familia como por los docentes. En principio busca el diálogo y no la mera muestra de imágenes. Se concentra en la comunicación y la retroalimentación, en la potenciación de recursos de auto-aprendizaje para los hijos-alumnos, en su autoexpresión y adquisición de conocimientos para llevarlos a la práctica.

Esto debería ser una práctica diaria, tanto en escuela como en casa. El reto es poner en práctica el concepto de educomunicador y lograr que la mayoría de las personas se asuman como tales. Para ello, lógicamente se daría capacitación ya sea en las mismas escuelas o en las escuelas para padres de familia, las cuales recientemente han surgido de manera esporádica en nuestra sociedad mexicana. El reto, insisto, es en hacerlo cotidiano.

El término existe desde hace tiempo, la UNESCO lo interpretó en 1979 de la siguiente manera:

(…) es educación en materia de comunicación, creándose un espacio de trabajo, donde se unen la teoría y práctica por primera vez, con el fin de desarrollar todo el potencial social e individual del ser humano. Se refiere al papel que los medios de comunicación ejercen en la sociedad actual, con el fin de desarrollar las capacidades comunicativas de las personas. Así, con la educomunicación se propone el uso de los medios en procesos de aprendizaje. Todo ello con el fin de conocer y comprender, aprovechando los nuevos lenguajes de los medios.

Educomunicar no es formar a través de los nuevos medios y nuevas tecnologías, educomunicar es:

— utilizar todos los medios al alcance para recibir feedback

— construir conocimiento apoyado en una colaboración activa de sus miembros

— permitir cuestionar las imposiciones y dogmas impuestos a la sociedad

— es facilitar la actuación como emisores-receptores entre todos los miembros del grupo incluido uno mismo

— es fomentar los análisis basados en distintas fuentes, interpretarlos y generar nuevo conocimiento

— es, en definitiva, fomentar una educación activa, basada en una comunicación bidireccional y abierta con los medios puestos a nuestra disposición, donde el punto central está en la creación de conocimiento de manera grupal, indispensable para adaptarse a la sociedad del conocimiento.

En esta época tan radical, tan cambiante, no nos queda de otra que actualizarnos y generar nuevos procesos educativos. Se hace necesario adentrarnos en el manejo, conocimiento y aprovechamiento de los medios de comunicación.

BIBLIOGRAFÍA

1. Kaplún, Mario (1998), Una pedagogía de la comunicación, Proyecto Didáctico Quirón. Ediciones de la Torre.

2. Kaplún, Mario, «De medio y fines en comunicación«. Revista Latinoamericana de Comunicación Chasqui. No. 58. Junio de 1997.

El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar este artículo:

Mar, Elizabeta, 2009: «Educomunicadores: una opción necesaria»,
en Revista Mexicana de Comunicación en línea, Num. 114, México, febrero.
Fecha de consulta: 18 de febrero de 2009.

Deja una respuesta