Tache a la anulación del voto

La política en tacones

Pilar Ramírez

Está circulando en los correos electrónicos una campaña que inició en el mes de marzo el ex alcalde poblano Gabriel Hinojosa Rivero denominada “Tache a todos”, que promueve la anulación del voto. En los comunicados afirma que se promueve la participación de una manera diferente, que se invita a la ciudadanía a acudir a las urnas a votar, pero en lugar de hacerlo por un partido, se les pide que anulen el voto cruzando todas las opciones.

El planteamiento de esta invitación es que los sufragios anulados serán el voto de castigo para todos los partidos, pues en la contabilización quedarán registrados como votos anulados y la cantidad de ellos dará cuenta de la magnitud de la protesta ciudadana.

Vistos de manera superficial, parecen impecables estos argumentos, con seguridad muchos caerán y considerarán que efectivamente, ante la imposibilidad de hacerlo de otra manera, ésta es una forma de protestar contra los partidos, contra los candidatos o contra los funcionarios que llegaron a algún puesto mediante el voto. Si se analiza con un poco más de detenimiento, veremos que es un acto inútil como protesta y muy redituable para algunos.

Cuando en las elecciones de 1976, José López Portillo se presentó solo a la contienda porque el PAN no postuló candidato y la izquierda eligió como su representante a Valentín Campa quien obtuvo la nada despreciable cantidad de más de un millón de votos, pero sin registro legal, la abstención era un grito de reclamo que no se podía desoír. El cartón que publicó Naranjo acerca de esa elección fue más que elocuente: López Portillo, vestido de torero, solo, al centro de una plaza vacía, decía con cara compungida algo así como “pinche papelito, sin toro ni público ni nada”. Fue más bien un papelón y ello obligó al gobierno a impulsar en los, años siguientes reformas a la ley electoral, en las que dio cabida a la participación legal de la izquierda mexicana y acceso a los medios para todos los partidos.

Para llegar al sistema pluripartidista que hoy existe, con todas sus imperfecciones, hemos tenido que transitar por una gran cantidad de situaciones. Llamar a la anulación del voto, que para efectos prácticos es llamar a la abstención, hace pensar en que: tan poquita la democracia y gastarla en votos perdidos. La anulación del voto se suma al ya de por sí elevado porcentaje de abstención y sin campañas de por medio.

En las elecciones generales de los años 2000 y 2006, que fueron sumamente competidas, los porcentajes de abstención fueron de 36.34% y 41.81% respectivamente; en elecciones intermedias ésta se incrementa, ya que por alguna razón extraña estamos más dispuestos a participar en aquello que nos es más lejano. Los mexicanos votamos más para elegir presidente, al que quizá nunca veremos siquiera de cerca, que para elegir al diputado de nuestro distrito, que en teoría tendríamos más a la mano y al que podríamos ir a plantearle nuestras necesidades, desacuerdos o propuestas, ahora que han dado en colocar oficinas de atención ciudadana.

No podemos dejar de lado el perfil del personaje que promueve esta campaña. Gabriel Hinojosa, coordinador del Movimiento de Segunda Generación (G2G), lo que sea que ello signifique, fue el primer presidente municipal poblano no priísta; llegó a la presidencia municipal abanderado por el PAN. En 2003 volvió a contender como panista por una diputación federal y perdió. Renunció al PAN en 2004. Quiso ser nuevamente alcalde de Puebla en 2007, como ya no podía serlo por el PAN, intentó ser postulado por el Partido Alternativa Socialdemócrata, el que a última hora le dio la candidatura a otro; se refugió en el Partido del Trabajo pero perdió la elección. Le sobran razones para estar desencantado de los partidos. En marzo de este año inició la campaña “Tache a todos”.

Algunos medios aseguran que es primo del Presidente Felipe Calderón, lo cual no tendría mayor trascendencia, a no ser por el hecho de que llamar a la anulación del voto, en las actuales circunstancias, a quien más beneficia es precisamente al partido en el poder. ¿Quiénes serían los votantes ideales para anular el sufragio? La gente con una clara posición política que desea manifestar de este modo su malestar, especialmente como protesta contra el gobierno y los políticos o, en el otro extremo, los ciudadanos indolentes que ven en esta opción una forma diferente de participar. Ese voto de castigo se pulveriza con la anulación. Como bien afirma José Woldenberg, no existe algo parecido a un “partido abstencionista”, de modo que la anulación o la abstención son inútiles.

La abstención o la anulación se parece a aquellos que afirman que les “gusta toda la música”, lo que siempre me ha parecido que equivale a no tener gusto alguno. No podemos renunciar a casi lo único que nos ha dejado de bueno la alternancia: concederle valor a nuestro voto. Así que tache a la anulación. Busquemos información sobre los candidatos y elijamos.

Olvidémonos de las rosas que regalan en la esquina aunque nos gusten, de que un luchador enmascarado nos aconseje cómo votar (con tantos golpes ¿quién puede confiar en su salud mental para dar consejos?) o del empleado al que van a correr porque no sabe usar una hoja de cálculo y nunca le llega la brillante idea de ponerse a estudiar computación. Debemos elegir, exigir y, si no hay respuesta, reclamar y volver a votar.

Periodista y colaboradora de la RMC

El artículo anterior se debe de citar de la siguiente forma:

Ramírez, Pilar, «Tache a la anulación del voto» en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
Num. 115, México, mayo. Disponible en: Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/politica.htm
Fecha de consulta: 19 de mayo de 2009.

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