Indicadores

La política en tacones

Pilar Ramírez

El patrón se fue muy lejos
y dejó al hambre encargado

de supervisarlo todo,
de ordenar y hacer los pagos
.

Eladio Torres, en voz de
Cheo Feliciano

Desde que comenzó el debate acerca del paquete fiscal propuesto por el gobierno federal, se ha producido una gran participación ciudadana para opinar sobre la política económica, como quizá nunca antes había ocurrido, gracias a los medios masivos de información y a las nuevas tecnologías.

El correo electrónico permite no sólo enviar cadenas, mensajes religiosos, pensamientos con apariencia de filosofía y chistes al por mayor, sino también para expresar el sentir de la ciudadanía ante las medidas que pretende tomar la administración calderonista para hacer frente a la crisis.

El mítico hombre común (y la mujer también) adquiere corporeidad para que no se hable en su nombre, para decir lo que piensa, lo que siente y cómo se las pasa en épocas difíciles, cuando los salarios aumentan no más allá de 4.5%, en tanto que los productos de primera necesidad se elevan entre 20 y 40%. Los blogs se llenan de comentarios que expresan la irritación de todos aquellos que durante años han esperado los, ésos sí míticos, “mejores días”, la frustración de los que han tenido que abandonar un estilo de vida para mudarse al peldaño inferior y el hartazgo de los que han tenido una caída abrupta de la escalera completa.

Cuando la opinión pública ve primero con sorpresa que se liquida la Compañía de Luz y Fuerza del Centro “por ineficiente”, para después escuchar con estupor que se considera la posibilidad de crear otra paraestatal que la sustituya; cuando se da a conocer que la indemnización promedio será de 300 mil para un trabajador sindicalizado y de un millón la de un empleado de confianza, no puede sino preguntarse, retóricamente claro, porque casi todo mundo tiene elaborada una respuesta, ¿la intención no era entonces ahorrar?, ¿quiénes eran los ineficientes?, ¿cuáles eran los salarios de los altos funcionarios?, ¿en cuánto saldrán la indemnización y la creación de otra dependencia?

A propósito de la forma en que el gobierno reúne, gasta y ahorra, he recibido en varias ocasiones, en mi correo, el texto de Denise Maerker titulado “Ni un peso más” en el que la periodista rechaza el intento gubernamental de elevar los impuestos mientras permanezca la cultura del dispendio que caracteriza al sector oficial, mientras el turismo legislativo le cueste millonadas a los contribuyentes, mientras gobiernos como el de Guanajuato hagan gastos estrafalarios y escondan, no la mano, sino la información, en fin, la periodista, en un texto inteligente y emotivo afirma que ni un peso más de impuestos si no hay una demostración de austeridad sin precedentes.

También está circulando profusamente la carta pública que Germán Dehesa le escribió al secretario de Hacienda para recriminarle su intención de aumentar los impuestos. Esta carta es muy gustada porque el estilo de Dehesa es más irónico; para empezar, le dirige la carta con el tratamiento de Don para, enseguida, agregar el apellido. El comedimiento que representa el uso de Don para dirigirse a alguien queda en ninguneo cuando se acompaña del apellido. Don Carstens le dice Dehesa, y le repite a lo largo del texto, al secretario, cumpliendo el sueño de muchos mexicanos que quisieran encontrar la palabra exacta para untarle en la cara un implacable reclamo a quien desde una posición de poder le asesta un golpe del que difícilmente se podrá defender. En un desplante que muchos celebran, el escritor le anuncia al funcionario que no pagará más impuestos porque considera un insulto la pretensión de aumentarlos mientras se hacen tantos gastos inútiles. “No pago porque no es ético y háganle como quieran” remata el columnista. Miles y miles se sienten bien interpretados en sus sentimientos, por eso los reenvíos de este correo están a la orden del día.

Recibí también, ya en varias ocasiones, un correo acompañado de la fotografía de una manta utilizada en la campaña a la presidencia de Felipe Calderón, que muestra la cara sonriente de éste con su promesa: “Eliminar la tenencia vehicular” y el lema “Para que vivamos mejor”. Este correo intenta ser el más enviado en México, para lo cual se pide al destinatario enviarlo a sus contactos y en algunos de ellos se puede ver que también lo mandan al correo del Presidente Felipe Calderón, pues es posible que la crisis haya hecho ídem en la memoria presidencial y no recuerde lo que prometió a cambio del voto ciudadano.

A nadie le gusta pagar impuestos, pero disgusta ferozmente cuando se tiene la percepción de que le hincan el diente al más débil. El argumento de la medicina amarga ya muy pocos se lo creen, porque la han estado tomando desde hace años sin curarse.

En la edición de agosto de la revista New York un artículo señala como indicador de la crisis económica la “buenez” de las meseras, porque la contracción de la industria del entretenimiento, enorme en Estados Unidos, dejó sin empleo a muchas actrices principiantes o poco conocidas, algo así como entre más crisis meseras de mejor ver. Comparé este indicador con otro que es irrefutable en México: en las esquinas de la ciudad de Xalapa han aparecido por primera vez “tragafuegos” y los vendedores ambulantes, cada vez más numerosos, se disputan a los pocos automovilistas compradores. La crisis trasladó a la economía informal o a la mendicidad a muchos que antes aspiraban a un empleo, el único pequeño consuelo que les queda es que allí estarán a salvo de Don Carstens y sus impuestos.

Periodista y colaboradora de la RMC

El artículo anterior se debe de citar de la siguiente forma:

Ramírez, Pilar, «Caras vemos…intenciones sí sabemos» en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
Num. 118, México, octubre. Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/politica.htm
Fecha de consulta.26 de octubre de 2009.

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