Funcionarios con disfunción

Carlos M. Hornelas Pineda

En mi tierra dicen que lo que mal empieza, mal acaba. Y este sexenio empezó desde la designación del candidato en su partido, lo cual lo marcó, pero no sólo a él sino a nosotros también como efecto colateral: no era el mejor… pero sí el más idóneo. Y en el caso de algunos funcionarios que actualmente cobran un mayor salario que el mismo presidente (primer disfunción), hay que ver cómo sobrellevan la pesada carga de sus responsabilidades y los resultados de sus talentos y méritos.

Desafortunadamente sólo hasta que se juntan tantos acontecimientos en un período tan corto, es que empezamos a darnos cuenta de la verdadera situación en la cual vivimos y no nos queda más que reír y pensar como Berthold Brecht que nuestro país es verdaderamente surrealista. A continuación un escaparate con ejemplares funcionarios que adolecen de disfunción crónica para ejercer sus obligaciones.

Para abrir boca, y sin afán de seguir un orden determinado, empezaremos con el hasta hace unos días Subsecretario de fomento a los agronegocios, Jeffrey Max Jones. Este caso lo titularemos “la neta de la mota”. Este funcionario, quien no era el mejor, pero sí el más idóneo, declaró que “Se debe seguir el ejemplo del narcotráfico porque produce lo que demanda el mercado y usa tecnología, en cambio hoy los productores del sector  producen (sic) y luego ven si lo demanda el mercado”. Esta soberbia declaración tuvo lugar durante su intervención en el foro “Cómo enfrentar la crisis en el agro”. En su defensa podemos argumentar que al menos no presentó estadísticas y cuadros comparativos para apuntalar sus aseveraciones. El final de la historia, lo conocemos hoy: renunció a su cargo y con él se va una duda: ¿habrá tenido un mejor ofrecimiento de trabajo?

Otro caso más, tan difícil de creer como el anterior. A éste lo titularemos “quien no se mueve si sale en la foto”. Juan Fernando Estrada Abreu, otrora titular de la Unidad de Comunicación Social de Campeche, quien reportaba directamente a Fernando Ortega, gobernador del estado, renunció en fechas recientes después de que se publicara la “travesura”, o si se quiere, la puntada u ocurrencia de incluir en una fotografía de una gira presidencial entre los mandatarios de México y Guatemala, a su jefe, a través de la manipulación digital de la imagen mediante el software conocido como Photoshop. En un espacio ocupado por otra persona, colocó al gobernador en medio de los mandatarios y distribuyó su obra de arte a algunos medios de comunicación. Aunque después, para su desgracia, se conoció la foto original, lo cual siembra otra duda ¿habrá renunciado por pasarse de “negativo”?

Vayamos sin mayor preámbulo al tercer caso que titularemos “Rebelión en la Granja ”. En la ceremonia de entrega de las “Lunas del Auditorio” trascendió que los organizadores habrían solicitado a los “Tigres del Norte” omitir sus números musicales “Jefe de jefes” y  “ La Granja ” a recomendación de la Secretaría de Gobernación. Quien también habría emitido otra “recomendación” a diversos radiodifusores de abstenerse de incluir esta última en su  programación cotidiana, de acuerdo con Jorge Lara, líder de la banda.

Esto resulta verdaderamente inverosímil porque el jueves 5 de octubre esa misma dependencia emitió un comunicado en el cual manifiesta no haber circulado “ningún oficio” en este sentido. Es decir, no hay nada escrito que evidencie la censura. Uno de los deberes de la Secretaría de Gobernación, particularmente la Dirección General de Radio y televisión que dirige Álvaro Luis Lozano González, es monitorear el contenido de los medios de comunicación y sancionar a concesionarios cuando el contenido se extralimite por lo contemplado en la Ley Federal de Radio y Televisión, así como en el reglamento correspondientes, pero aquí a diferencia de los otros dos casos, no hubo renuncia. Vaya,  ¡ni siquiera un pequeño comentario!; ¿qué será más conveniente para la sociedad, censurar una canción o garantizar la libertad de expresión que el presidente Calderón se ufana de defender a ultranza?

En el poder legislativo no cantan tan mal las rancheras. A este caso lo titularemos “Lo negro del chayote”. El jueves 5 de octubre, el actual Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y otrora Secretario de Gobernación en el sexenio foxista, Francisco Ramírez Acuña, el caballo negro, advirtió a los reporteros de la fuente que la Dirección General de Comunicación Social ya no les repartirá dinero como lo hacían los anteriores titulares de la Cámara baja. No especificó si la medida es temporal por la crisis ni dio la lista de reporteros adscritos a esta nómina. Tampoco señaló las evidencias de la práctica por parte de sus antecesores. Ni siquiera habló de montos, tabuladores o estimados respecto del ahorro que se pretende lograr con esta medida ¿será que para variar no tiene toda la información?

La siguiente historia bien podría constituir el guión de una secuela de Charles Bronson del estilo de “Vengador Anónimo”, aunque por ocurrir en el norte, lo titularemos “Me agarraron los sheriffes”. Mauricio Fernández , presidente municipal de San Pedro Garza García, en Nuevo León, anunció en su toma de posesión que confrontaría directamente el problema de inseguridad de su localidad. Su determinación  y celo para el cargo que desempeña le hicieron decir: “Estoy tratando de acabar un problema de nuestro país, porque ya está demostrado que las leyes no sirven y si tengo que pasar sobre ella así lo haré”.

Esta es una declaración curiosa porque precisamente en la toma de posesión el protocolo consigna que tiene que jurar “respetar y hacer respetar la constitución y las leyes que de ella emanen”. Es decir, velar por el estado de derecho en todo momento garantizándolo a los ciudadanos. No tomándolo en sus manos. Y precisamente el artículo 17 constitucional sentencia que ningún ciudadano podrá hacerse justicia por su propia mano, en el entendido que para su administración existen vías institucionales que deberán ser agotadas en los plazos y términos señalados por las instancias correspondientes.

No obstante, llegó todavía más lejos admitiendo en algunos medios de comunicación que habría organizado un escuadrón de limpieza, una especie de grupo de élite para el combate al crimen organizado bajo su mando para repeler al mal con su propio veneno. Algo así como estar fuera de la ley para imponer la ley. Es más o menos como que él fuera el “Comisionado”  y tuviera su equipo de “Batmans” particular, o como si fuera el alcalde de Ciudad Gótica y tuviera su SWAT personal… algo así. Y luego no quieren admitir que leer el libro vaquero tiene efectos colaterales…

Quien sí sabe de entendimiento mutuo en el sentido más empático del término es el príncipe Gustavo de Holanda que sin haber leído este artículo, expresa con naturalidad el remate que necesitaba. Durante el seminario «Sostenibilidad y Eficiencia Energética: desde el Productor hasta el Consumidor Final», pronunció en el español más mexicano que pudo: «Camarón que se duerme se lo lleva la chingada».
 

El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar este artículo:

Hornelas Pineda, Carlos M., «Funcionarios con disfunción» en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
Número 118, México, noviembre 2009. Disponible en
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/FUNCIONARIOS_DISFUNCION.htm

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