Contenidos audiovisuales digitales

Canales alternativos para su distribución

Gabriel Pérez Salazar
Doctor en Ciencias Políticas y Sociales,
con orientación en Comunicación e Innovaciones Tecnológicas por la UNAM

Aquí se presentan diversas estrategias de distribución en línea de productos culturales digitalizados, desarrolladas tanto por las industrias como por los usuarios de Internet.

Desde la perspectiva de la economía política, autores como Juan Carlos Miguel de Bustos (1993) y Enrique Bustamante (2002), han abordado el asunto de los canales de distribución que son empleados por las industrias culturales. En estos trabajos se han destacado aspectos como la diversificación en las actividades que realizan los grupos mediáticos, la integración de diversas ramas de negocios como estrategia corporativa y las sinergias que se derivan de tales acciones.

Sin embargo, es poco frecuente encontrar estudios que observen las reacciones de los usuarios y consumidores ante la oferta digital que ponen a su disposición las empresas dedicadas a la producción y distribución de contenidos audiovisuales. La mayor parte de los trabajos consultados a este respecto, se ubican en dos conjuntos: aquellos que son realizados con el mero propósito de describir las innovaciones que se han presentado en los formatos y canales de distribución, como los presentados por Rawolle y Hess (2000) y Pavlik y McIntosh (2004); y en segundo lugar aquellos que desde una perspectiva técnica, proponen estrategias de protección de derechos de autor para tales contenidos digitales, como Memon y Wong (1998) y Liu et al (2003). Una excepción está dada por el trabajo de Katz (2006), quien, desde una perspectiva latinoamericana, analiza el impacto que los procesos de convergencia tecnológica y digitalización, han tenido en las industrias culturales de la región, aunque sin abundar demasiado en las estrategias de consumo elaboradas por los usuarios.

El presente trabajo presenta una observación preliminar de algunas estrategias, que grupos específicos de usuarios emplean en la actualidad para distribuir, compartir y hacerse de contenidos audiovisuales en formato digital; fuera de los canales formales de distribución establecidos por las industrias culturales.

Contenidos digitales y canales formales de distribución

Como Enrique Bustamante (2002) y Manuel Castells (2001) –entre otros autores– plantean, las industrias culturales han incorporado los procesos de digitalización en muchas de sus etapas productivas. Los recursos actualmente disponibles para codificar numéricamente prácticamente cualquier contenido audiovisual, han dado lugar a la posibilidad de manipular, almacenar, reproducir, duplicar y distribuir estos productos culturales, con una flexibilidad que en muchas ocasiones supera las capacidades de control de sus productores.

Antes de que tales recursos estuvieran disponibles, aunque era posible duplicar algún producto audiovisual (al grabar en casete un disco LP, por ejemplo; o copiar una película en VHS), usualmente esto implicaba tanto una pérdida en la calidad del producto resultante, como tiempos relativamente prolongados en dicho proceso de duplicado. Por otro lado, los productos audiovisuales frecuentemente debían ser transportados físicamente en los soportes materiales que los contenían: audio y/o video casetes, discos de acetato, rollos de película, etcétera, para llegar hasta el usuario.

Sin embargo, gracias a la digitalización, estos inconvenientes han quedado técnicamente superados. Hoy, el resultado de una duplicación puede conservar las mismas características de calidad que el producto original, y dado que finalmente es convertido en un archivo numéricamente codificado, puede ser transferido a través de cualquier sistema digital, tanto físico (CD-ROM, DVD-ROM, memoria Flash-USB, etc.) como a través de una red de cómputo.

Como Katz (2006) plantea, esto ha implicado un profundo impacto en prácticamente la totalidad de las industrias culturales, especialmente en lo que se refiere a la editorial, cinematográfica, televisiva y discográfica. Las transformaciones que estas industrias han atravesado, han ido desde sus procesos productivos –en la generación de sus productos mismos– hasta su distribución y exhibición; sin que necesariamente los ajustes hayan ocurrido con la misma velocidad con que la tecnología digital disponible se ha vuelto cada vez más presente en muchos entornos. En general, se habla de respuestas lentas y poco efectivas ante los procesos de digitalización, por parte de las industrias establecidas.

Entre estas respuestas, destaca una estrategia de mercado que, aunque era aparentemente inevitable, tardó mucho en aparecer: la creación de sus propios canales de distribución, de manera que los usuarios puedan adquirir legalmente dichos contenidos (y en los que frecuentemente se contaba con algún sistema que limitaba el número de copias que era posible hacer del documento en cuestión 1). Así, se crearon puntos de venta en línea como iTunes Music Store, que asociados con el uso de los reproductores portátiles como el iPod y los teléfonos móviles con MP3, han dado lugar a un nuevo nicho. En México, además de la relativamente reciente introducción de esta tienda virtual de Apple, es posible observar la venta de música en línea bajo marcas como MixUp Digital, Nokia Music Store, Tarabu (de Televisa) e Ideas Music Store (de Telcel). Otras industrias culturales han emprendido acciones similares, entre las que destaca la venta de libros, revistas y periódicos2 electrónicos en Amazon (bajo la plataforma Kindle), así como la renta3 y venta4 de películas en línea en Blockbuster5.

Por otro lado, en lo que se conoce como consumo en línea por flujo (streaming) –de carácter generalmente gratuito– podemos mencionar la apertura de canales de las principales emisoras televisivas en YouTube, muchas de las cuales incluso ponen a disposición sus contenidos en alta definición. Ofertas similares pueden ser encontradas en los portales de muchas de las generadoras de contenidos audiovisuales, donde con frecuencia es posible observar la repetición simultánea de sus contenidos, para medios como la televisión, la radio y los periódicos; y a los que podemos agregar el almacenamiento de documentos asincrónicos disponibles bajo demanda (podcast).

Sin embargo, consideramos que tanto a partir del vacío inicial en la oferta legal, como de las estrategias de consumo desarrolladas por algunos usuarios que buscan tener acceso a estos contenidos de manera gratuita; prácticamente desde que las tecnologías de ‘ripeado’6 estuvieron disponibles, se crearon canales ‘alternativos’7 de distribución, especialmente entre aquellos usuarios que contaban con las competencias tecnológicas necesarias tanto para realizar las conversiones de formatos analógicos a digitales, como para localizarlos, transferirlos, almacenarlos y duplicarlos.

Canales alternativos de distribución

En su trabajo, Katz (2006) da cuenta de uno de los sistemas más populares de transferencia e intercambio de archivos: los sistemas P2P (peer-to-peer). Aunque esta tecnología alcanzó gran notoriedad en la prensa a partir de la demanda emprendida por los productores estadounidenses de discos contra Napster, y a principios de la presente década alcanzó a tener varios millones de usuarios conectados al mismo tiempo; por diversos motivos su uso ha decrecido recientemente, a favor de otras estrategias. En este apartado haremos un repaso de algunas de las principales causas por las que los sistemas P2P representan una serie de inconvenientes, así como de estos nuevos canales alternativos de distribución de contenidos audiovisuales digitales8, a partir de la observación de una selección no probabilística de casos escogidos con base en su relevancia en los resultados del motor de búsqueda Google.

a) La batalla en las redes P2P

Como hemos señalado, aplicaciones P2P como Napster, AudioGalaxy, Kazaa, eMule y otras similares; han alcanzado cada una de ellas en un momento determinado, millones de usuarios conectados de manera simultánea, intercambiando entre ellos toda clase de archivos, entre los que destacan contenidos audiovisuales. Su capacidad para convertirse en medios de distribución descentralizados, fue aprovechada por sus usuarios para hacerse de una cantidad indeterminada de archivos, entre los que destacaban los MP39; por lo que no tardaron en ser objeto de ataques por parte de diversas fuentes.

Uno de estos primeros esfuerzos por hacer frente al intercambio de música en Internet, consistió en la incorporación masiva de nodos con archivos alterados, que usualmente se expresaban en canciones incompletas o editadas. De esta manera, cuando un usuario buscaba una canción y la seleccionaba para descargarla, al término del entonces relativamente tardado proceso10, se encontraba con que había invertido sus recursos en una canción cuyo contenido había sido manipulado. Sin embargo, los sistemas socio-técnicos reaccionaron y en poco tiempo se agregaron mecanismos de reputación, que permitían la detección de estos nodos a partir de los reportes de los usuarios, logrando con ello su eventual expulsión de la red.

Luego del triunfo sobre Napster11, la industria de la música grabada cambió su estrategia y empezó a perseguir ya no a los prestadores de esta clase de servicios, sino a los usuarios particulares. De esta manera, para junio de 2006, la RIIA (Recording Industry Association of America) había actuado legalmente contra más de 20 mil personas en los Estados Unidos (Electronic Frontier Foundation, 2006), y los había obligado a pagar compensaciones económicas por el material descargado. A nivel internacional, acciones similares han sido emprendidas por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (El Mundo, 2005), y en México, la Asociación Mexicana de Productores de Fonogramas y Videogramas (Amprofon) y el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) habían iniciado demandas tanto contra cibercafés donde se detectaban estas prácticas, como contra usuarios específicos, a través de la acción de la Policía Cibernética12 (La Jornada, 2007).

Cabe mencionar que estas detecciones son técnica y legalmente posibles, porque, al ingresar a un sistema P2P, ya sea que operen bajo esquemas convencionales o por archivos BitTorrent13, se hace pública la dirección IP14 de un usuario, y a partir de este dato, es posible su ubicación física. De esta manera, es factible la identificación de aquellos usuarios que descargan grandes cantidades de archivos, sin que se tengan que instalar herramientas de rastreo en sus computadoras o en los servidores de los puntos de acceso a Internet.

Nuevamente, los sistemas socio-técnicos reaccionaron ante esto y se desarrollaron nuevas aplicaciones P2P anónimas, en las que la dirección IP de los usuarios es enmascarada, lo que dificulta significativamente la posibilidad de localizarlos físicamente. Sistemas como GNUnet, Imule, MUE y Nodezilla son algunos ejemplos de esta clase de software.

Posiblemente a consecuencia de estos nuevos dispositivos tecnológicos de operación anónima, para diciembre de 2008, la RIIA tomó un nuevo rumbo y ahora, cuenta con la colaboración de los proveedores de servicio de Internet (ISP) en los Estados Unidos para la detección de usuarios que tengan una actividad inusualmente alta en puertos de comunicación asociados al uso de las redes P2P (Gong, 2005). A partir de esta detección, primero se hace una advertencia a tales usuarios, y si tal aviso es ignorado, el servicio de acceso es bloqueado (La Jornada, 2008), lo cual puede excluir potencialmente a un usuario de disponer de acceso a Internet en su hogar..

Otro riesgo asociado con el uso de los sistemas P2P, está dado por la proliferación de virus diseñados específicamente para transmitirse a través de estas redes de usuarios (Wired, 2006). Se ha observado la aparición de archivos ejecutables que portan estos códigos maliciosos, y que son disfrazados bajo la apariencia de documentos de música, que se activan al ser abiertos por los usuarios.

b) Nuevos sistemas alternativos de distribución.

Ante los riesgos y dificultades que hemos planteado que supone el uso de los sistemas P2P, en la actualidad observamos una nueva estrategia de distribución de contenidos audiovisuales, basada en el almacenamiento remoto de archivos (file hosting). El procedimiento habitualmente seguido es el siguiente:

  1. Se crea un archivo comprimido15 a partir de documento audiovisual original.
  2. Este documento es almacenado en algún servicio de hospedaje de archivos. Algunos de estos proveedores más frecuentemente observados son MegaUpload, RapidShare y HotFiles, aunque existen decenas de estos servicios, disponibles casi todos bajo alguna modalidad gratuita.
  3. El usuario que haya colocado estos archivos en línea, publica los enlaces (links) de descarga, para que el resto de los usuarios puedan tener acceso a tales contenidos. Esta publicación puede ser hecha de muchas maneras: en actos comunicativos interpersonales, a través de chat o correo electrónico; o de forma abierta, a través de publicaciones en blogs y foros.
  4. Los usuarios que lo deseen, pueden descargar y descomprimir estos archivos y obtener con esto documentos que muy frecuentemente son los productos de la industria cultural que ya hemos mencionado.

En cuanto al riesgo de vigilancia, esta estrategia implica menores riesgos para quienes realizan las descargas, dado que en ningún momento se hace pública su dirección IP (no se emplea aplicación P2P alguna), y todo el tráfico de datos se realiza a través de los mismos puertos de comunicación que se emplean durante una navegación típica en la World Wide Web (WWW); por lo que constituye una acción indetectable exclusivamente a partir de este criterio. A pesar de lo anterior, el peligro de propagación de virus persiste, en la medida en que sigue siendo posible ocultar códigos malintencionados en archivos ejecutables que pueden ser incluidos en los documentos comprimidos, por lo que es frecuente que los usuarios que llevan a cabo estas prácticas empleen un antivirus reciente, capaz de analizar los archivos descargados antes de ser descomprimidos.

Como es posible suponer, se han construido sitios en los que la publicación de este tipo de enlaces de descarga, constituye uno de sus principales contenidos. En el contexto mexicano, destacan por su relevancia sitios como Taringa, Directoriowarez y Ba-K (que ocupan las posiciones 15, 29 y 33, respectivamente, en el lista de sitios con mayor tráfico en México elaborada por Alexa16, consultada el 7 de agosto de 2009), donde es posible observar categorías de productos culturales que van desde películas, música grabada y programas de televisión, hasta libros electrónicos, en una amplia variedad de géneros.

Consideraciones finales

Más allá de las valoraciones que pudieran hacerse de estas prácticas desde una perspectiva jurídica y sin pretender ninguna manera hacer apología de cualquier acción que pudiera ser considerada como ilegal, con base en algunos de los planteamientos hechos por la Escuela de Birmingham, podemos sugerir que se trata de procesos de consumo de productos culturales dignos de estudio, tanto por los impactos económicos que les han sido atribuidos (Katz, 2006), como por su pertinencia en cuanto a las estrategias de apropiación tecnológica que los usuarios realizan en relación con contenidos que les resultan significativos, en renglones que tienen que ver tanto con aspectos culturales como identitarios.

El surgimiento de canales alternativos de distribución de contenidos audiovisuales, representa un fenómeno cibercultural en torno al cual se presentan múltiples acercamientos. Como hemos planteado en trabajos previos (Pérez Salazar, 2009), mientras que para algunos usuarios puede representar un fuente momentáneamente inagotable de productos de entretenimiento libres de costo, para otros se trata de espacios en los que además se construyen comunidades virtuales con altos niveles de participación y de identificación simbólica.

A partir de nuestras observaciones, podemos decir que en sitios como los que hemos mencionado, si bien la publicación de enlaces de descarga puede ser la principal sustancia relacional en torno a la cual se crea una red de usuarios; en algunos casos hemos podido observar la transformación de tal red en comunidad, en la que se observan intercambios comunicativos que van más allá de dichas publicaciones iniciales. Hay gente que no solo se limita a descargar estos contenidos, sino que en relación con ellos se comparten reseñas y puntos de vista; se hacen preguntan y se resuelven cuestionamientos de toda índole; se reportan problemas técnicos y los enlaces se mantienen activos17.  En resumen, es posible observar interacciones sociales en las que prevalecen tanto la superficialidad y la banalidad, como la profunda significación;  el conflicto y la discordia, como la cordialidad y la solidaridad. Son en muchas ocasiones, para bien y para mal, mucho más que meros canales alternativos de distribución de productos audiovisuales.

El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar este artículo:

Pérez Salazar, Gabriel, «Contenidos audiovisuales digitales»,en
Revista Mexicana de Comunicación online, febrero 2010.

Notas:

1) Como el sistema DRM (digital rights management), que recientemente ha sido retirado de las canciones vendidas en iTunes.

2) Entre los que se encuentra el diario mexicano El Universal.

3) Por un precio que ronda entre los 3 y 5 USD, los archivos descargados tienen una vigencia de 24 horas para poder ser reproducidos, y luego de este periodo el documento queda bloqueado.

4) Los archivos no tienen una vigencia restringida, y su costo es similar al de un DVD.

5) Sólo en su sitio web para los EEUU se pueden hacer estas descargas. En México su tienda en línea únicamente ofrece venta de películas en DVD y Blu-Ray.

6) Con este término (ripping) se suele llamar al proceso de conversión de un formato concebido para ser colocado en un soporte físico como un CD o un DVD, a un archivo digital que puede ser transportado, almacenado, distribuido y duplicado como cualquier otro documento en un sistema operativo determinado.

7) Por alternativos entenderemos aquellos canales alegales, o que incluso violan las leyes en materia de derechos de explotación, que se encuentran fuera del control tanto de los grandes grupos mediáticos, como de los medianos y pequeños productores y distribuidores, y cuya principal característica es que son creados, administrados y mantenidos por los usuarios – consumidores de estos productos culturales.

8) Dada la velocidad con que tiene lugar la evolución de los sistemas informáticos, se trata de herramientas y estrategias no mencionadas en el ya citado texto de Katz (2006).

9) Formato de compresión de audio desarrollado por el Moving Picture Experts Group, en el que puede haber una pérdida más o menos importante en la calidad del producto resultante, dependiendo de diversos parámetros en su configuración.

10) A consecuencia del menor ancho de banda generalmente disponible hace un lustro.

11) Como es sabido, este sistema fue finalmente clausurado en julio de 2001, con lo que la industria disquera establecía un precedente legal relevancia internacional.

12) Unidad especializada en perseguir infracciones y delitos informáticos, dependiente de la Secretaría de Seguridad Pública.

13) Sistema P2P empleado para la transferencia de archivos de gran tamaño, que se basa en la fragmentación del documento original y su distribución descentralizada en ‘paquetes’ de menor tamaño, a partir de los cuales se reconstruye en archivo origen, de manera no lineal, en el punto de destino.

14) Internet Protocol, sistema que permite ubicar unívocamente un nodo en particular dentro de Internet.

15) Los dos formatos más populares empleados para hacer esta compresión son RAR y ZIP.

16) Alexa publica en su sitio web, el listado de los sitios con mayor tráfico en el mundo, y por países seleccionados. Aunque el algoritmo empleado para este fin implica una serie de sesgos metodológicos muy importantes; es una de las pocas mediciones que a este respecto se encuentran disponibles de manera gratuita.

17) A pesar de que sean reiteradamente dados de baja de los servicios de almacenamiento a consecuencia de una petición de quien detenta los derechos de explotación de las obras en cuestión.

Referencias:

– Bustamante, Enrique (Coord.) (2002). Comunicación y Cultura en la era digital. Barcelona: Gedisa.

– Castells, Manuel (2001). La Galaxia Internet. Madrid: Plaza y Janés Editores.

– El Mundo (2005). “La IFPI demanda a casi 1.000 personas por descargar música de la Red”, 12 de abril. Documento electrónico disponible en: http://www.elmundo.es/navegante/2005/04/12/cultura/1113322120.html. Acceso: 7 de agosto de 2009.

– Electronic Frontier Foundation (2006) “How To Not Get Sued for File Sharing” Documento electrónico disponible en: http://www.eff.org/wp/how-not-get-sued-file-sharing. Acceso: 6 de agosto de 2009.

– Gong, Yiming (2005). “Identifying P2P users using traffic analysis”. Documento electrónico disponible en: http://www.securityfocus.com/infocus/1843. Acceso: 7 de agosto de 2009.

– Katz, Jorge (2006). Las tecnologías de la información y la comunicación y las industrias culturales. Una perspectiva latinoamericana. Santiago de Chile: Naciones Unidas.

La Jornada (2008). “Cambio de estrategia antipiratería en Estados Unidos”, 21 de diciembre. Documento electrónico disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2008/12/21/index.php?section=espectaculos&article=a08n2esp. Acceso: 7 de agosto de 2009.
_______ (2007). “Descargan ilegalmente más de 2 mil millones de canciones en cibercafés”, 4 de diciembre. Documento electrónico disponible en: http://www.jornada.unam.mx/2007/12/04/index.php?section=espectaculos&article=a08n1esp. Acceso: 7 de agosto de 2009.

– Liu, Qiong, Reihaneh Safavi-Naini y Nicholas Paul Sheppard (2003). “Digital rights management for content distribution”, Conferences in Research and Practice in Information Technology Series, Vol. 34, 49 – 58.

-Memon, Nasir y Ping Wah Wong (1998). “Protecting digital media content”, Communications of the ACM, 41 (7), 35 – 43.

– Miguel de Bustos, Juan Carlos (1993). Los grupos multimedia. Barcelona: Bosch.

– Pavlik, J. V. y S. McIntosh (2004). Converging Media: An introduction to mass communication. Needham Heights, Massachussetts: Allyn & Bacon.

– Pérez Salazar, Gabriel (2009). Internet como medio de comunicación. Tesis de doctorado. México: UNAM.

– Rawolle, Joachim y Thomas Hess (2000). “New digital media and devices: An analysis for the media industry”, The International Journal on Media Management, 2(2), 89 – 90.

– Wired (2006). “P2P Viruses on the Rise”, 17 de abril. Documento electrónico disponible en: http://www.wired.com/listening_post/2006/04/p2p_viruses_on_/ Acceso: 7 de agosto de 2009.

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