Mamá, yo quiero saber…

La política en tacones

Pilar Ramírez

Hace años llevé a mi muy querida sobrina Claudia al zoológico de Chapultepec en la ciudad de México, cuando tenía apenas tres o cuatro añitos. En la entrada del parque había señalizaciones con el símbolo de prohibición para ingresar con patines, bicicletas o patinetas. La pequeña preguntó qué querían decir esos dibujos, le expliqué el significado y la experta formuladora de preguntas inquirió entonces por qué se prohibían esos artefactos en el zoológico. Apenas iba a comenzar la respuesta cuando ella me interrumpió para decir: “Ya sé, es porque en la entrada hay un policía”. A su cortísima edad, había aprendido ya que las razones están de más, lo importante de la prohibición en nuestro país, aunque sea razonable, es que haya alguien que obligue a los demás a respetarla. Un poco más tarde, dentro del zoológico vimos niños con patines, me miró de nuevo con cara de interrogación, pero las dos comprendimos que esos niños andaban en patines porque habían podido hacer tonto al policía de la entrada.

Cuando uno se pregunta por qué mienten los políticos, la razón es básicamente la misma por la que había quien entraba al zoológico con accesorios no permitidos: mienten porque pueden hacerlo, porque no hay persona o razón alguna que les impida faltar a la verdad o que perciban como una amenaza que les obligue a rehuir al engaño.

Es difícil medir el tamaño de las mentiras. Incluso me atrevería a decir que la magnitud de la mentira, cuando se trata de una persona pública es en esencia la misma, lo que cambia es la magnitud de las consecuencias en caso de descubrirse la falsedad.

Los presidentes estadounidenses parecen tener un mal karma con las mentiras en las que incurren durante el ejercicio de su función. Las nuevas generaciones ya no tienen vivo el recuerdo del escándalo de Watergate que obligó a dimitir al ex presidente estadounidense Richard Nixon en 1974, primero por haber incurrido en actividades de espionaje electoral, sabotaje y uso ilegal de recursos para encubrir los ilícitos, y después por haber intentado negar su participación en ellas.

Un año antes de la renuncia de Nixon acababa de nacer una pequeña que 25 años más tarde provocaría el enjuiciamiento de otro presidente de los Estados Unidos: Mónica Lewinsky. En 1998 el ex presidente Bill Clinton fue sometido a juicio por perjurio, durante el cual se vio orillado a admitir que tuvo una relación inapropiada con Lewinsky, becaria de la Casa Blanca.

Más tarde, George Bush inició una guerra absurda en nombre de la seguridad de su país al que le aseguró que en Irak existían armas de destrucción masiva que representaban una gran amenaza para Estados Unidos y para la humanidad entera. Convenció a sus amigos del club “Primer mundo” de que si no le quitaban las canicas a los malos de Irak, no volverían a disfrutar de gratos y divertidos recreos. Embarcó a su país en una guerra más en nombre de la civilización y del gran capital. Las armas nunca aparecieron y, a diferencia de sus antecesores, nadie enjuició a Bush, excepto los votantes que sólo le aplicaron un castigo indirecto al hacerle perder a su partido la presidencia.

José Luis Rodríguez Zapatero también ha sido severamente cuestionado porque su gobierno negó durante mucho tiempo negociaciones con la organización terrorista ETA; sin embargo, en el 2006 se confirmó que la administración de Rodríguez Zapatero mantenía contactos con ETA, antes de que el presidente anunciara un proceso de diálogo para poner fin a la violencia y pese a que estaba vigente el Pacto Antiterrorista firmado por el Partido Socialista Español con el Partido Popular cuando este último gobernaba. El fallido proceso de paz y los ocultamientos de Zapatero fueron aún más criticados cuando los atentados de ETA en el aeropuerto de Barajas sepultaron definitivamente el proyecto del presidente español.

El gobierno de Berlusconi ha enfrentado problemas de diverso tipo, algunos de ellos producto de su inclinación por cortejar mujeres jóvenes, lo cual no fue denunciado por sus enemigos políticos sino por su mismísima esposa, quien decidió no soportar más los engaños. La vida matrimonial del primer ministro italiano se ha convertido en una tragicomedia pública debido a sus mentiras conyugales.

Como en México cantamos muy bien las rancheras, las mentiras se nos dan con una gran naturalidad. Corre y se multiplica por internet una foto de campaña del presidente Felipe Calderón en la que sonrientemente les hizo la promesa a los mexicanos de eliminar la tenencia “para vivir mejor”, los internautas piden reenviarlo para que se convierta en el correo más leído del país. El gobierno priísta de Querétaro no dejó pasar el hecho; recientemente aprobó la eliminación de este impuesto, con lo cual subraya el embuste federal y se fortalece después de haberle arrebatado al PAN la gubernatura.

En el más reciente episodio de la serie cómica sobre la política mexicana “Lie to me”, el PRI y el PAN hicieron un acuerdo que intercambiaba aprobación de impuestos por rechazo a alianzas partidistas, cuando uno de ellos vio que el otro faltaba a su palabra, lo filtró a la prensa y se trenzaron en reclamos públicos de diverso tono. El legislador panista Gustavo Madero defendió el derecho de su partido a hacer alianzas, “no es un matrimonio” afirmó, así que el acuerdo prenupcial, que tuvo como testigo nada menos que al responsable de la política interior, se fue al caño junto con la poca credibilidad de los representantes partidistas. Lo único rescatable e ingenioso del vergonzoso episodio fue la piñata de Pinocho ocupando una curul.

Es una verdadera lástima que no haya un policía que prohíba mentir a la clase política. La única que puede tomar ese papel es la ciudadanía y golpearlos con el tolete del voto, pero tendrá que analizar muy bien cada caso, porque ya no se distinguen unos de otros.


Periodista y colaboradora de la RMC

El artículo anterior se debe de citar de la siguiente forma:

Ramírez, Pilar, «Mamá, yo quiero saber…»» en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
México, marzo.
Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/politica.htm
Fecha de consulta 18 de marzo de 2010.

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