Periodismo político

No puede ni debe admitir privilegios

Por Manuel Buendía

Comunicación social es, por definición, un elemento indispensable para la gestión democrática de las comunidades humanas, es decir, para la política. La información es una de las acciones básicas que pone en marcha los tres mecanismos totales de la comunicación social. (Las otras tres acciones básicas son: la publicidad, la propaganda y las relaciones públicas).

No hay sociedad sin comunicación.

No hay comunicación sin información.

El periodismo es esencialmente información. Por tanto, el periodismo es un instrumento de la comunicación social, y, en consecuencia, el periodismo es parte de la política.

Todo el periodismo pertenece a la política.

Es la política en acción. Es siempre el periodismo un acto político.

Todo, incluso la nota roja que expresa, que da a conocer, que avisa o advierte sobre síntomas de degeneración social como pueden ser la violencia, el crimen, la impunidad. Y son también hechos políticos hasta esas páginas llamadas «de sociales», porque en ellas se expresan las desigualdades y los procesos de corrupción o desequilibrio, que eventualmente tienen traducciones en conflictos, que llegan a sacudir profundamente la precaria estabilidad.

Un buen politólogo, un sociólogo, un comunicador podría anticipar problemas de desestabilización política con sólo observar, analizar, evaluar cuidadosamente la información que se desprende de esas páginas destinadas a reseñar la frivolidad, la ostentación de la riqueza de la gente bella, de los Quick, los Nice, etcétera.

Sin embargo, el concepto «periodismo político» para muchas personas practicantes o no de esta clase de literatura, connota más bien las actividades específicas de los articulistas, de los columnistas que destinan sus espacios en los periódicos a informar sobre vida y milagros de esos seres conocidos con el nombre genérico de «los políticos»; o bien, se especializan en el análisis crítico de los hechos y conductas del gobierno y sus funcionarios.

Esta clase de periodismo  -el más crítico-  y el gobierno central del país, aparentemente se precipitaron a la crisis  -el 1º de septiembre-  en sus relaciones… que nunca por cierto habían sido demasiado buenas.

Se llegó a decir que cierta crítica se podía ejercer «por un generoso privilegio que otorga el sistema».   No hay tal. No queremos ni podemos admitir privilegios.

Privilegio es estar aquí con ustedes y generosidad el que me hayan invitado.

Privilegio es estar en el corazón de los amigos.

Privilegio es que nos lean los campesinos, los obreros, los estudiantes, las amas de casa y manifiesten interés en lo que hacemos.

Privilegio es haber nacido en México y tener en las manos una oportunidad real de servicio.

Privilegio es recibir la injuria del cacique, la amenaza y la calumnia como respuesta a una denuncia escrita, firmada y publicada

Privilegio es haber recibido una educación para ejercer mejor la ciudadanía.

Privilegio es vivir un periodismo mexicano que otros fundaron y ennoblecieron desde las luchas de Reforma y del movimiento de 1910, para que no hubiera privilegios, precisamente.

La ley no concede privilegios. Es igual, debe ser igual para todos, y la autoridad está para velar porque así sea. Conceder privilegios al margen o por encima de la ley es indebido, es indigno, es corrupto.

Pero es verdad, una triste verdad, que el sistema ha concebido privilegios a ciertos periodistas que han estado dispuestos a tomarlos, o servirse de ellos, para vivir y medrar, para desertar de sus deberes sociales.

De hecho cierta clase de prensa que hay en el país, es un producto terminal, neto, de eso que llamamos el Sistema, es decir, nuestro Mexican Way of Life. Pero ni el susodicho Sistema nos expresa o representa a todos, todo el tiempo, sin disidencias o inconformidades, ni  -por tanto-  la única prensa que existe en el país es esa, la creada por los privilegios que otorga El Sistema.

Quizás es bueno que así se hayan dado las cosas. Quizás era necesario llevar las relaciones prensa crítica-gobierno a los extremos de una crisis. Tal vez desde este punto cero algo se pueda comenzar a construir, algo nuevo y sano, algo perdurable y digno.

 

2 comentarios a este texto
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