Mujeres en los medios: ¿Aniquilación simbólica o democratización mediática?
Por Gladys Ortiz Henderson[1]
Publicado originalmente en Revista Mexicana de Comunicación, versión electrónica
Noviembre 2003 – Enero 2004
Hoy en día los medios de comunicación y la mujer son temas centrales en debates académicos, en el ámbito político e incluso en la vida cotidiana. Se habla, por ejemplo, de que vivimos en la era de la comunicación y de la información o en una especie de revolución de la comunicación debido a la proliferación de imágenes e información provenientes de diversas fuentes como periódicos, revistas, anuncios o películas, y se discute también en libros, revistas, congresos y programas de radio o televisión sobre la explotación de la mujer en la sociedad patriarcal, la educación como clave para su superación y su mayor representación en la política e instituciones. Los movimientos sociales de los sesentas y setentas y las nuevas corrientes de pensamiento que han retado los valores y narrativas de la Ilustración parecen tener, por fin, un resultado positivo e incluso hay quienes afirman que nuestro tiempo no es solamente caracterizado por la proliferación de imágenes e información, sino también por ser “el tiempo de la mujer”[2].
Este escrito pretende reflexionar sobre la mujer y su relación con los medios de comunicación. Si efectivamente la era de la comunicación y de la información o revolución de la comunicación va de la mano con el cambio de actitudes, patrones, estereotipos con respecto a las mujeres. Si en la actualidad estamos viviendo finalmente la democracia debido a la diversidad en los contenidos y la mayor participación de las mujeres en las instituciones mediáticas. Si el ansiado cambio de los movimientos sociales de los sesentas y setentas está siendo hoy en día cosechado. Si aún se puede hablar de una aniquilación simbólica o de una verdadera democratización mediática. Esta reflexión parte de las diferentes teorías que han sustentado la relación de los medios de comunicación y la mujer, tomando como ejemplo algunos de los textos que circulan en los medios de comunicación mexicanos, en específico los noticiarios de televisión.
La mujer y los medios de comunicación, han sido teorizado desde diferentes perspectivas o filosofías. La mujer, por ejemplo, ha sido considerada desde el punto de vista esencialista como un ente fabricado con la famosa frase de “uno no nace mujer, sino se hace mujer” de Simone de Beauvoir, pasando por el punto de vista feminista-marxista que la consideraba elemento necesario en la lucha de clases en el sistema capitalista, hasta ser eje central en la narrativa de la democracia y el nuevo liberalismo. Los medios de comunicación, a su vez, han sido considerados desde meras extensiones del hombre en un sentido McLuhiano, agentes generadores de estereotipos y delatores del cambio social, hasta ser benignos promotores de la diversidad, la participación del otro, el multiculturalismo y el cambio social.
Los estudios específicos sobre la mujer y su relación con los medios de comunicación han oscilado entre pesimismos teóricos y optimistas interpretaciones generosas. El primer estudio sobre la mujer y su relación con los medios de comunicación realizado por la norteamericana Gaye Tuchman en 1978[3] concluía que las mujeres eran aniquiladas simbólicamente en los medios de comunicación, pues éstos no reflejaban fielmente su realidad. Mientras que las mujeres constituían un cuarenta por ciento de la fuerza laboral, éstas eran representadas solamente como madres, como objetos ornamentales o como niñas que necesitaban protección. Esta “hipótesis de la reflexión” consideraba que los medios de comunicación eran agentes socializadores en un sentido psicológico y que por lo tanto, podrían generar ciertos comportamientos imitativos en las audiencias: si una niña observaba en un programa de televisión a la mujer representada como madre, imitaría posteriormente este comportamiento. La propuesta central de Gaye Tuchman era que la mujer lograra posiciones de influencia y poder en los medios de comunicación para que éstos cambiaran en contenidos y pudieran así, originar un cambio a nivel social.
Investigaciones más recientes, realizadas sobre todo en Estados Unidos, argumentan que la mujer finalmente ha ganado espacios y poder en los medios de comunicación y que, por lo tanto, las mujeres están transformando los contenidos y los mensajes que circulan en periódicos, revistas o en el radio, los cuales, a su vez, están generando un cambio a nivel social[4]. Esta optimista hipótesis considera que, aunque los hombres aun poseen los medios de comunicación tanto nacionales, como internacionales, las mujeres están creando sus propios medios y utilizando los ya existentes para transmitir sus propios mensajes, ideas y conocimientos. Esto significa que la mayor participación de la mujer en los medios de comunicación está dando origen a que diferentes voces sean escuchadas fomentando así, una mayor expresión de la democracia, la diversidad, las libertades y la igualdad. Según estas investigaciones el auge de los medios de comunicación en la era de la información coincide con el auge de la mujer como creadora de su información, sus imágenes y sus representaciones.
Efectivamente, como indican las recientes investigaciones, cuando uno observa las imágenes, mensajes y los textos mediáticos que nos rodean nos encontramos con que las mujeres son representadas, ya no solamente como madres, como objetos ornamentales o como niñas que necesitan protección sino también como reporteras, doctoras, actrices, vendedoras, obreras, secretarias o escritoras. Indudablemente las mujeres ocupan hoy puestos de influencia y poder en las organizaciones mediáticas y, además, están creando sus propios medios, imágenes y mensajes.[5] Sin embargo, cuando uno advierte que la discriminación aún persiste en determinados ámbitos de las organizaciones mediáticas o cómo a nivel social y político aún perduran ciertas expresiones de exclusión y desigualdad, uno se pregunta si la actualidad puede ser considerada como “el tiempo de la mujer” y si los medios de comunicación están en realidad cambiando y transformándose tanto en contenidos como en estructura.
Tomemos, por ejemplo, un texto mediático: los noticiarios de televisión[6]. Es interesante tomar a los noticiarios de televisión como ejemplo, debido a dos de sus características fundamentales. En primer lugar, hasta hace relativamente poco tiempo los noticiarios eran considerados un género exclusivamente masculino y se les conocía por ser una especie de “telenovela masculina”[7]. Sin embargo, según algunos teóricos como Liesbet van Zoonen[8], presentan hoy una gran feminización debido a la presencia en el plano textual de mujeres locutoras, comentaristas y reporteras, a los colores y formas del estudio, a la forma en que se presentan las noticias y a la eliminación de la rígida línea divisoria entre las llamadas noticias “hard” y las llamadas noticias “soft”.[9] En segundo lugar, los noticiarios de televisión representan una parte importante de la esfera pública en donde se genera la opinión pública indispensable en toda democracia. La definición tradicional de la esfera pública se refiere a un grupo de ciudadanos en un diálogo constante, que permite el pensamiento independiente y crítico hacia el Estado, sin embargo, la esfera pública ha estado históricamente relacionada con la esfera masculina, dejando los discursos y opiniones femeninas en la denominada esfera privada o doméstica. Con la feminización de los noticiarios, por lo tanto, se está produciendo una redefinición entre lo que es público y lo que es privado, conceptos claves para la realización de valores como la democracia, las libertades y la igualdad.
Hoy en día en los noticiarios de televisión de México aparecen mujeres como reporteras, lectoras de noticias o como comentaristas, e incluso existen noticiarios como el de Lolita Ayala en el canal 2, Lourdes Ramos en el canal 4, Adriana Pérez Cañedo en el canal 11 o el de Mayté Noriega en el 22 en los cuales las locutoras o lectoras de noticias son exclusivamente mujeres. La representación que se muestra como realidad en estos noticiarios y que es compartida por sus audiencias es mediada por una mujer, rompiendo así con la llamada “era Zaludobsky” en la que parte del sentido común de la mayoría de los mexicanos era el que un hombre transmitiera las noticias: todo el mundo lo sabía, nadie lo cuestionaba, era natural. Recordemos que la naturalización es una característica de la ideología la cual consiste en transformar algo, en parte de lo cotidiano y sin aparente alternativa. Para Roland Barthes constituiría un mito[10]: en México era parte de un mito popular el hecho de que un hombre transmitiera las noticias y, por lo tanto, se reproducía la idea de que las noticias era un género netamente masculino, mito que, al parecer, ha desaparecido.
En los noticiarios mexicanos actuales aparecen efectivamente elementos semióticos que indican la presencia “soft” o femenina. Lo femenino se presenta en el escenario y en el conjunto de signos que se ven en la pantalla. En el noticiario de canal 2 de Joaquín López Dóriga se ha eliminado el escritorio y la sala de noticias parece más bien como la sala en casa en donde se reciben las noticias, espacio considerado como parte de la esfera privada o doméstica. En el noticiario de Adela Micha y Leonardo Kourchenko del canal 2 y en el noticiario de Ana Winocour y Jorge Sarza del canal 7 los locutores o lectores de noticias aparecen rodeados de signos y símbolos femeninos y cálidos: un librero en la parte posterior, una sillón, la mesa de un comedor, libros, plantas, cuadros. Los noticiarios presentan mayor colorido pues tonalidades azules, amarillas y rojas que connotan la falta de seriedad o feminidad del género rodean a los locutores o lectores de noticias y éstos se dirigen de manera más familiar y más cercana que antes a la audiencia construyendo una informal e íntima relación con ésta. Es casi una costumbre el realizar comentarios sobre las noticias dichas al final de cada emisión, situación que en los noticiarios de los sesentas y setentas era prohibida debido a los rígidos criterios de objetividad que se manejaban en sus contextos de producción.
Las noticias llamadas noticias “hard” sobre política, economía o relaciones internacionales se presentan ahora con el toque femenino y humanista de las noticias “soft” de índole sentimental y de justicia. No solamente las mujeres leen las noticias relativas a la política o a la economía, sino que estas noticias se presentan rodeadas de un halo de suavidad e intimidad, tanto por la connotación que tiene en nuestra cultura la voz femenina, como por los signos visuales y sonoros que la rodean. Asimismo, géneros como la lectura del tiempo o el clima y los espectáculos son ahora narrados por varones, irrumpiendo en campos tradicionalmente femeninos, pues cabe recordar que la primera mujer que apareció como elemento exótico en un noticiario en México fue precisamente presentando el estado del tiempo[11]. En los noticiarios como “Hechos” con Javier Alatorre muchas veces ocurre que una noticia que podría clasificarse como de carácter sentimental o de justicia, ocupa la parte central de la emisión, dejando a un lado las dimensiones políticas o económicas que ésta podría tener. Como Liesbet van Zoonen indica, lo privado ha invadido lo público y lo público se ha feminizado: definiciones tradicionales de la esfera pública y de la opinión pública parecen ser hoy, obsoletas.
Tomando en cuenta estas tendencias en los noticiarios, podría concluirse que efectivamente ha ocurrido un cambio positivo y que las mujeres están participando, creando mensajes e incluso cambiando las formas de éstos; que los medios de comunicación son promotores de la diversidad narrativa, la participación del otro, el multiculturalismo y el cambio social; que ya no se puede hablar de una aniquilación simbólica y que el auge de los medios de comunicación en la era de la información coincide con el auge de la mujer como creadora de su información, sus imágenes y sus representaciones. No obstante, si bien la mujer está simbólicamente representada en los noticiarios y en general en los medios de comunicación, esto no indica necesariamente que la mujer sea más libre que antes o que haya adquirido mayor igualdad o libertades con respecto a los hombres. Aunque se puede observar cierta democratización y diversidad en los contenidos de los medios de comunicación –mujeres doctoras, actrices, vendedoras, obreras, secretarias o escritoras- y en específico de los noticiarios, éstos presentan a la mujer situada en la tradicional trinchera de la feminidad y el espacio privado o doméstico como se verá a continuación.
La “teoría de la reflexión” y el optimismo del cambio democrático y liberal presentan algunas dificultades. En primer lugar, son excesivamente conductistas pues los medios de comunicación son considerados como causantes de efectos directos en las audiencias como si éstas fueran un papel en blanco en donde se inscriben ideologías y comportamientos. Estas teorías dejan a un lado el carácter polisémico o multi-acentual –en términos semióticos- de los mensajes, esto es, que un mensaje puede originar un gran número de interpretaciones por parte de las audiencias y que si una niña observa a Dennise Merker o a Gabriela Calzada participando activamente en la denominada esfera pública, su interpretación no contribuirá necesariamente al cambio social o a una mayor democracia. En segundo lugar, estas teorías pierden de vista que las representaciones en los medios de comunicación son construcciones de la realidad y no la realidad misma y que, en términos estructuralistas, la imagen de una ama de casa o una doctora es solamente una construcción simbólica, no la realidad. Ya en 1951 el investigador norteamericano Itiel de Sola Pool comprobó que ahí donde aparecían con mayor frecuencia símbolos de la democracia era donde menos se practicaba. Los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez o episodios como el famoso Carmen Arístegui-Pedro Ferriz de Con muestran que en la realidad aún perduran expresiones de exclusión y desigualdad, y que la fórmula propuesta por Gaye Tuchman de más mujeres en los medios igual a cambio social, no es precisamente una solución.
Sería, sin embargo, poco recomendable el dejar a un lado los posibles efectos que tendrían los medios de comunicación en las audiencias como promotores del cambio, pues esta postura se prestaría a la continuación de esquemas de desigualdad y de exclusión de las mujeres y además, como señala Dennis McQuail, si no consideráramos que los medios de comunicación tienen importantes consecuencias a largo plazo no dedicaríamos tanto tiempo a su estudio.[12] Tal vez no sea correcto hablar de “efectos” pero si sea correcto hablar de cierta “efectividad” de los medios de comunicación.[13] La hipótesis de la “efectividad” afirma que, aunque los mensajes contienen varios significados, siempre tendrán un significado dominante o “lectura preferentes”[14] que determinará los límites de las interpretaciones que se pueden realizar. Tomando en cuenta esta postura, la “teoría de la reflexión” y la teoría de la democratización expuestas anteriormente, tendrían entonces cierta razón en señalar que un cambio en los puestos de poder e influencia en las instituciones mediáticas y en los contenidos de los medios de comunicación, originaría un cambio o transformación a nivel social, pues las mujeres, al participar en la construcción y mediación de los significados, podrían construir los límites interpretativos desde los cuales originar un cambio.
Sin embargo, observando en detalle algunas características de los noticiarios de televisión mexicanos, se percibe que los significados dominantes o “lecturas preferentes” que se proponen sitúan a la mujer en la tradicional trinchera de la feminidad y el espacio privado. Esto nos lleva al recurrente dilema de las teorías feministas entre la igualdad-diferencia de la mujer y el hombre. La mujer es considerada desde el punto de vista esencialista como un ser igual al hombre dentro de su diferencia, idea retomada por las perspectivas liberales que indican que la igualdad de la mujer y el hombre puede ser posible dentro de las estructuras institucionales ya establecidas recurriendo a su feminidad como estandarte del cambio. Sin embargo, desde un punto de vista marxista y radical la mujer tiene que romper primero con las estructuras, conceptos e ideas existentes para lograr su igualdad. Solamente con la redefinición de conceptos como lo público y lo privado, lo que es masculino y lo que es femenino dentro de una concepción de género más amplia se puede lograr un cambio.
En los noticiarios mexicanos de televisión de Televisa y de Televisión Azteca de mayor raiting, el locutor o lector de noticias principal sigue siendo un hombre. Las alternativas que se presentan en canales como el 11, el 22 o el 40 quedan todavía circunscritas a los límites de los discursos hegemónicos de personajes como Joaquín López Dóriga y Javier Alatorre: mientras que el canal 2 es sintonizado por un 56% de los mexicanos, el canal 40 es sintonizado solamente por el 1.9%[15]. Aunque en los noticiarios aparecen en pantalla signos y símbolos de feminidad y las noticias “soft” han invadido los espacios tradicionales de las noticias “hard”, existen aún algunos géneros como la sección de deportes o la sección de opinión que se encuentran aún rodeados de claras significaciones masculinas: en la parte final del noticiero de Joaquín López Dóriga, por ejemplo, se presentan personajes importantes en materia de política, economía o relaciones internacionales rodeadas de un halo de oscuridad, seriedad y amenizado con música triunfal. La feminidad que se observa en los noticiarios está permitida donde ésta no representa amenaza alguna a las estructuras masculinas establecidas: las mujeres locutoras o lectoras de noticias aparecen con mayor frecuencia en las mañanas o por las tardes y siguen siendo personajes favoritos en historias sentimentales o de justicia.
El noticiario que desde hace años conduce Lolita Ayala en Televisa merece una mención especial como ejemplo de la reivindicación del carácter esencialista del ser mujer basado en la igualdad a partir de la diferencia: basta con observar los signos semióticos en el estudio, las tonalidades pastel y la característica rosa roja en su escritorio. Sin menospreciar el mérito del cambio que esta mujer generó en los noticiarios, es importante señalar que su noticiario se presenta en cierto horario, a las 2:30 de la tarde, y bajo ciertos criterios institucionales, pues se supone que a esta hora la audiencia es en su mayor parte de compuesta por mujeres. Por otro lado, se debe tomar en cuenta el carácter localista de las noticias que se presentan: mientras que en los noticiarios nocturnos se muestran las noticias desde una perspectiva nacional, en este noticiario se muestran las noticias desde un punto de vista local, manifestándose una vez más, la división cultural hombre-mujer y la división entre lo que es la esfera pública y la esfera privada. En el noticiario de Lolita Ayala, la mujer es creadora de su información, sus imágenes y sus representaciones, sus contenidos coinciden con las descripciones optimistas y generosas de las perspectivas democráticas y del nuevo liberalismo, sin embargo, éstas se encuentran inscritas en los límites que imponen los significados dominantes o “lecturas preferidas” situando el cambio en la tradicional trinchera de la feminidad.
Evitando el pesimismo teórico característico de la “teoría de la reflexión” o aniquilación simbólica de los setentas o el exacerbado optimismo característico de la reciente teoría del cambio liberal y democrático, se puede concluir que las mujeres efectivamente participan en los noticiarios de televisión, los cuales, al igual que otros tipos de productos mediáticos como las telenovelas, las revistas o los periódicos, se han ido transformando y cambiando desde sus orígenes, permitiendo la manifestación de valores como la democracia, las libertades y la diversidad. Los movimientos sociales de los sesentas y setentas no fueron en vano, los debates académicos y políticos sobre la situación de la mujer en la sociedad patriarcal han tenido resultados, las nuevas corrientes de pensamiento que han retado los valores y narrativas de la Ilustración han contribuido. Sin embargo, se debe tener cuidado concepciones benévolas como “revolución de las comunicaciones” o “tiempo de la mujer” pues frecuentemente hacen olvidar que con las nuevas nociones se arrastran también tradicionales estructuras y viejos vicios. La democracia, la conquista de las libertades y de la igualdad, se presentan dentro de la postura esencialista del ser mujer, dentro de la feminidad tradicional y no radical, postura que no debe descalificarse o invalidarse, aunque es importante señalar que podría conducir al llamado “tokenismo” de agregar y revolver mujeres, que no significa necesariamente cambiar.
Considerando el poder que tienen los medios de comunicación no para producir “efectos” sino para lograr cierta “efectividad” en las audiencias y considerando también su proliferación en los últimos años, habría que replantearse una vez más la eliminación de los límites interpretativos y marcos que asignan los significados dominantes delatores del cambio para lograr el verdadero auge de la mujer como creadora de su propia información, sus imágenes y sus representaciones a favor de la democracia, las libertades y la igualdad[16]. La llamada revolución de las comunicaciones evidentemente puede generar un cambio con “efectividad” en actitudes, patrones o estereotipos. En México es posible alcanzar la verdadera democracia y las libertades con la diversidad de contenidos y la mayor participación de las mujeres en las instituciones mediáticas, en el ámbito político y cultural. La conquista de las mujeres de la esfera pública, como los noticiarios de televisión, puede propiciar la reformulación de conceptos clave para la realización de la democracia como lo que es público, lo que es privado o doméstico, y la redefinición de la dicotomía cultural hombre-mujer. Mujeres en los medios: ¿aniquilación simbólica o democratización mediática? Todavía queda mucho por hacer.
Bibliografía
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Van Zoonen, “A tyranny of intimacy? Women, femininity and television news” en P. Dahlgran y C. Sparks (ed.) Communication and citizenship. Journalism and the public sphere. London, Routledge, 1991.
[1] Investigadora de la Cátedra en Comunicación Estratégica y Cibercultura del ITESM, Campus Estado de México. Correo electrónico: ogladys@itesm.mx
[2] J. Kristeva “Women’s Time” en J. Corner y J. Hawthorn. Communication Studies. An Introductory Reader, 1989.
[3] G. Tuchman, A. Kaplan D. y J. Bennet. Hearth and Home. Images of Women in the Mass Media, 1978.
[4]G. Allen, Ramona R. Rush, Susan J. Kaufman. Women Transforming Communications. Global Intersections.
[5] Esto se muestra, por ejemplo, en un artículo publicado por José Marqués de Melo “Mujeres Líderes” en Etcétera (Diciembre 2002 Num. 26), pp. 52-53.
[6] Cabe señalar que, sin dejar a un lado la importancia de los contextos de producción y de recepción de los mensajes, he tomado en cuenta los textos o mensajes mediáticos de los noticiarios para exponer en qué consiste el cambio democrático y liberal expuesto por las recientes investigaciones norteamericanas, pues es precisamente a través de los textos, desde una perspectiva estructuralista, como accedemos a lo real.
[7] J. Fiske. Television Culture, p. 308.
[8] Van Zoonen, L. “A tyranny of intimacy? Women, femininity and television news” en P. Dahlgran y C. Sparks (ed.) Communication and citizenship. Journalism and the public sphere.
[9] Las “hard news” son aquellas noticias sobre política, economía o relaciones internacionales consideradas como importantes y por lo tanto “masculinas”, las “soft news” son aquellas noticias “femeninas” que tratan temas de índole sentimental, de entretenimiento o de justicia, generalmente presentadas con algún tipo de música estremecedora. Ver a J. Fiske. Television Culture, pp. 286-287.
[10] R. Barthes. ‘Rethoric of the image’ en Image, music and text.
[11] Una mujer llamada Paula narraba el estado del tiempo en el noticiero 24 Horas de Jacobo Zablubdosky a principios de los sesentas, siendo objeto de comentarios del mismo locutor quien preguntaba en cierto punto del programa “¿Ya llegó Paula?”. G. Molina. “Mexican Television News: the Imperatives of Corporate Rationale” p. 181.
[12] “If we did not fundamentally believe it to have important long term consequences we would not devote so much time in its study” D. McQuail en C. Lodziak, The Power of Television. A Critical Approach, p. 5.
[13] J. Fiske. Television Culture, p. 15.
[14] S. Hall. “Encoding/Decoding” en S. Hall, Dorothy Hobson, Andrew Lowe and Paul Willis, Culture, Media and Language, p. 134.
[15] Cifras obtenidas de la consulta Mitofsky. “La guerra en los medios” en Etcétera. Mayo 2003.
[16] Recientes investigaciones indican que en los contextos de recepción han ocurrido cambios en la forma de interpretar los mensajes provenientes de los medios de comunicación, la forma como se utiliza el control remoto del televisor por las mujeres o la manera en que éstas discuten las telenovelas para comprender mejor su vida y mejorar sus situación social, lo cual arroja una ventana de luz para el cambio, situando a éste en el ámbito de las audiencias. D. Morley “Television and Gender” en T. Bennett (ed.) Popular Fiction. Technology, Ideology, Production, Reading, 1990.
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