Tenemos que hablar de Kevin (We need to talk about Kevin, 2010) – Reseña

Por Ricardo Ruiz

La sociedad tiene que hablar de Kevin: un adolescente que nos representa a muchos a nivel simbólico hijos de una madre conflictuada, culpable y siempre presente.

Lynne Ramsay nos entrega una cinta salvaje y entrañable. El retrato doméstico de una familia disfuncional con un déficit irracional de comunicación que nos invita a sufrir cada minuto del dolor ajeno tomados de la mano con una brillante Tilda Swinton.

El guión es extraído de la obra literaria de Lionel Shriver, considerando esta adaptación como un gran trabajo cinematográfico por la crítica; y nos ofrece la historia de Eva Khatchadourian en el duelo absoluto a partir de las acciones de su hijo, Kevin. La desesperación que sugiere el título de esta película se queda corta al contrastarla con el contenido sumamente cuidado y simbólico del filme.

La dirección a cargo de la escocesa Lynne Ramsay es un trabajo que nos lleva a escudriñar paso a paso los recuerdos de Eva en torno a uno de los sucesos más desgarradores de su vida, pero más allá de presentarnos meras imágenes, nos invita a cuestionarnos, sorprendernos y vivir con Eva cada capítulo, para comprender su culpabilidad y su inocencia. La línea narrativa discontinua es parte del discurso y Ramsay lo maneja de una forma magnífica, ya que incluso justifica los saltos en el tiempo para convertirlos en retazos de la vida de Eva, que hay que conocer para comprender y perdonar.

El elenco por supuesto es una parte medular, y aunque el trabajo de maquillaje en personajes como Franklin (interpretado por John C. Reilly) exigía mayor atención, las actuaciones logran transportarnos a diferentes épocas y situaciones sin la necesidad de acentuaciones inútiles. Ezra Miller nos presenta a Kevin, el resultado del estilo de vida contemporáneo y, con él, una serie de patrones justificados desde el interior y no tanto culpable por su medio externo: Kevin son todos los adolescentes que asesinan a sus compañeros en las escuelas sin tratar de culpar a Marilyn Manson o a los violentos videojuegos, sino comprendiéndolos desde los pensamientos que los atormentan.

Swinton nos entrega el papel más importante de su carrera con Eva. Una mujer atormentada y cansada, pero con la vocación interminable de todas las madres cuya imposición social es amar a sus hijos a costa del infierno mismo. Los matices que presenta el personaje de Tilda son vastos y precisos, suficientes para que el espectador mantenga la atención en ella y viva cada instante como si fuera propio.

Tenemos que hablar de Kevin, necesitamos hablar de Kevin, y esta urgencia nos remite a una gran obra cinematográfica del cine moderno con un gran trabajo de edición, musicalización y fotografía logrando de una forma infame y definitiva, una película altamente dramática que nos llevará a cuestionar las relaciones familiares desde una perspectiva única.

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