Mujer que sabe latín: Discriminación a través del lenguaje

Cuando hablamos de lenguaje hacemos referencia a todo un sistema de símbolos organizado, dinámico e indispensable para los procesos de socialización ya que se convierte en una herramienta cultural para compartir experiencias y dar sentido.

Imagen tomada www.123rf.com

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Cuando las palabras se corrompen

y los significados se vuelven inciertos,

el sentido de nuestros actos

y de nuestras obras también es inseguro”

Octavio Paz

Por María Luisa Morales

Cuando hablamos de lenguaje hacemos referencia a todo un sistema de símbolos organizado, dinámico e indispensable para los procesos de socialización ya que se convierte en una herramienta cultural para compartir experiencias y dar sentido colectivo a la vida de la persona, por lo tanto es un medio de identidad individual y social.

El lenguaje comunica, en términos de abstracción, pensamientos y sentimientos convirtiéndose así en un traductor simultáneo de realidades. Por ello, la relación lenguaje-cultura es imprescindible para comprender mejor el significado de lo que expresamos.

Es éste entonces el que refleja y moldea los valores culturales y morales de una sociedad, pero también transmite y refuerza el enorme poder de la palabra, entendida como un complejo de asociaciones que implican matices o valores expresivos.

Es necesario entender que “El sentido de las palabras es el resultado de un doble proceso: la nominación (unión de un significante y un significado) y la evolución espontánea de los valores de sentido”.1 El lenguaje por lo tanto es considerado un proceso dinámico determinante en la historia social.

Sin embargo, el lenguaje también puede ser discriminatorio o bien, convertirse en un instrumento para discriminar al emitir y reproducir prejuicios y estereotipos. La manera más palpable de lo anterior es la propagación de frases peyorativas usadas para descalificar, tratar como inferiores o insultar a personas o grupos particulares.

Uno de estos grupos discriminados a través del lenguaje lo constituyen las mujeres cuya presencia en diferentes universos gramaticales se construye a través de estereotipos, es decir opiniones ya hechas que se imponen como un cliché a los miembros de una comunidad; y aunque parecen inofensivas dado su carácter subjetivo y emocional, dirigen sus expectativas a determinar las percepciones de los grupos sociales de generación en generación y pasan a formar parte de la identidad colectiva. Recordemos que la lengua y su uso son fundamentales en la producción y reproducción de la ideología.

En este marco de esterotipos las mujeres han sido identificadas con roles tradicionales de amas de casa, madre, maestra, enfermera, además de los correspondientes a belleza, seducción, dulzura, sumisión, abnegación, sacrificio, mientras que los hombres son colocados en roles de jefe, autoridad o cabeza de familia, es decir su imagen tiende a representar fortaleza y competitividad. Los estereotipos, como refiere el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM) se convierten en agentes de discriminación ya que trata diferente a un grupo y a otro aun cuando son iguales en derechos.

Al respecto, Ma. Ángeles Calero explica “la discriminación que han sufrido tradicionalmente las mujeres en el mundo tiene múltiples manifestaciones, una de ellas es estrictamente lingüística, las lenguas son sistemas de comunicación creados por los seres humanos a su imagen y semejanza; por ello, en sociedades en las que se establece una diferencia social entre los sexos, existen divergencias estructurales y de uso entre la manera de hablar de las mujeres y la de los varones, la lengua creada por los pueblos así caracterizados recoge y transmite una manera distinta de ver a unas y a otros”. 2

Cotidianamente se hacen chistes y se externan piropos cargados de misoginia que denotan un ánimo sexista y revelan el profundo machismo que aún existe en la sociedad, refuerzan estereotipos y contribuyen a la subordinación de las mujeres.

  • ¿Cómo darle a una mujer más libertad? – Ampliándole la cocina,
  • ¿Cómo elegirías a las tres mujeres más tontas del mundo? Al azar.
  • ¿Cuando pierden las mujeres el 95% de su inteligencia?… Cuando se quedan viudas
  • ¿En qué se parecen las mujeres a las reglas aritméticas?… En que suman  disgustos, restan alegrías, multiplican gastos y dividen opiniones.

En este marco se encuentran también los refranes, discursos repetidos con carácter simbólico, histórico y social que Marlene Rall define como “(…) trozos de discurso ya hecho que pueden emplearse de nuevo, a diferentes niveles de la estructuración concreta del habla”

3 que muchas veces cumplen también una función en este sentido al reducir a objeto a la mujer y o bien compararla con animales:

  • Más vale querer a un perro, y no a una ingrata mujer,
  • La mujer y la guitarra son de quien las toca,
  • Compadre que la comadre no le anda por las caderas, no es compadre de a de veras,
  • Las mujeres como las escopetas: cargadas y arrinconadas.

Expresiones como éstas, frecuentemente consideradas graciosas e inofensivas, exponen un hecho ineludible: se trata de manifestaciones presentes en el escenario cotidiano que invisibilizan, estereotipan, desvalorizan y humillan a las mujeres. En la mayoría de ellas se dibuja una aparente supremacía del hombre pues lo masculino destaca como lo central y lo femenino adquiere un carácter marginal.

Sin duda, estas prácticas discursivas envuelven toda una experiencia cultural al ser capaces de vincular lengua y cultura para conformar todo un universo simbólico que normará las percepciones y actitudes de la persona ante los fenómenos y situaciones de su entorno aunque muchas veces éstos se construyen desde juicios de carácter cotidiano que también limitan y prejuician por sustentarse en una base estereotípica.

Según diversas investigaciones sobre género gramatical “se incurre en el sexismo lingüístico cuando se emplean vocablos (sexismo léxico)

 Madre. f. Hembra que ha parido. II 2. Hembra respecto de su hijo o hijos. II 3. Título que se da a ciertas religiosas. II 4. En los hospitales y casas de recogimiento, mujer a cuyo cargo está el gobierno en todo o en parte. II 5. fam. Mujer anciana del pueblo.

Padre. m. Varón o macho que ha engendrado. II 2. Varón o macho, respecto de sus hijos. II 3. V. hermano de padre. II 4. Macho en el ganado destinado a la procreación. II 5. Cabeza de una descendencia, familia o pueblo.

Alcaldesa: f. 1. Mujer que ejerce el cargo de alcalde. Coloq. Mujer del alcalde.

Alcalde: m. Presidente del ayuntamiento de un pueblo o término municipal, encargado de ejecutar sus acuerdos, dictar bandos para el buen orden, salubridad y limpieza de la población, y cuidar de todo lo relativo a la Policía urbana. Es además, en su grado jerárquico, delegado del Gobierno en el orden administrativo.

Verdulero: hombre que vende verduras

Verdulera: Mujer descarada y ordinaria

Individuo: persona indeterminada

Individua: Mujer despreciable

O, se construyen oraciones (sexismo sintáctico) que debido a la forma de expresión escogida por quien habla y no a otra razón, resultan discriminatorias por razón de sexo”.4

“La insurgente clase media mexicana, en las que el 75% de las familias ya disponía de lavadoras, y no de dos patas o dos piernas, sino de metálicas”. (Vicente Fox Quezada. 7 febrero 2006)

“Es neta huele impresionantemente feo, pero ps pobrecillas L”…” Jajaja no es lo suyo la higiene, lo bueno que ya casi termino y me voy a la office”. (Carlos Talavera Leal jefe de brigada del programa Oportunidades en el municipio de Uruapan, Michoacán. 27 diciembre 2011)

En ambos casos, el lenguaje contribuye a fijar de forma permanente el papel secundario y subordinado de las mujeres mediante su invisibilización al asignar un valor inferior y peyorativo a determinados vocablos y frases cuando se refieren a este grupo social.

Sara Guadalupe Romero afirma “Cuando hablamos de mujeres, es importante destacar la falta de representaciones que tenemos en el lenguaje. Hecho que se observa en los múltiples y diferentes ámbitos en los que los usos lingüísticos las han hecho invisibles. Basta observar la resistencia al uso del femenino en la designación de las profesiones, actividades o cargos para los que se venía utilizando tradicionalmente el masculino y que en la actualidad también las desempeñan las mujeres: presidenta, parlamentaria, doctora, jefa, jueza, diputada, fiscala, alcaldesa, capitana, etc. Nada justifica mantener la invisibilidad de las mujeres. Especialmente en la esfera de lo público, bajo el paraguas de la lengua”.5

Las formas de discriminación a través del lenguaje

El lenguaje sexista se considera discriminatorio porque promueve la exclusión de género y como señala el artículo 1º del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), discriminación contra la mujer es “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera”.

Si bien el lenguaje sexista no restringe ni vulnera el acceso de las personas y los grupos a los derechos y oportunidades, su existencia contribuye a extender el estigma social donde las mujeres han sido discriminadas a lo largo de la historia a partir de sus características biológicas y fisiológicas. Desde luego, se trata de un tipo de discriminación indirecta que afecta la autoestima y dignidad de las mujeres al convertirse en ofensas cotidianas que menoscaban su integridad.

La discriminación indirecta “Consiste en actitudes y prácticas que propagan ideas, teorías o símbolos de superioridad de algún grupo o que alientan el desprecio hacia personas o grupos determinados. Aun cuando el objeto inmediato y tangible no sea anular o limitar el acceso de las personas y los grupos a los derechos y a las oportunidades, sí contribuye a recrear las condiciones sociales y culturales que legitiman su exclusión.También se considera discriminación indirecta aquella que favorece la negación de derechos y oportunidades al establecer condiciones que no puede cumplir una parte específica de la población”.

En este sentido Patrizia Violi nos recuerda que “El lenguaje no es neutro, no sólo porque quien habla deja en su discurso huellas de su propia enunciación, revelando así su presencia subjetiva, sino también porque la lengua inscribe y simboliza en el interior de su misma estructura la diferencia sexual de forma ya jerarquizada y orientada”6La discriminación en el lenguaje trasciende así el plano de las abstracciones para pasar al de las acciones concretas y cotidianas donde las formas más comunes de ocultar, subordinar, excluir y ofender desde el ámbito lingüístico son:

  • Uso del masculino como valor genérico

Los representantes del poder

Los altos funcionarios

Usuarios

  • Uso de oraciones, dichos, refranes, chistes de carácter estereotipado, que desvalorizan a las mujeres con respecto al hombre.

Vieja el último

No llores, pareces niña

La mula y la mujer, a palos se han de vencer.

  • Uso de palabras y adjetivos que tienen diferentes significados si corresponden a uno u otro sexo.

Zorra- Zorro

Mosquita muerta/Mosquito muerto

Mujer pública/Hombre público

  • Uso de apellidos, títulos, cargos y profesiones sólo en masculino

La abo­gado

la gerente

la juez

  • Uso de formas de cortesía a través de expresiones donde al nombrar a una mujer se hace énfasis en su estado civil

Señora de

Señora

señorita

  • Uso de imágenes que muestran las cualidades femeninas ubicadas sólo como modelo de belleza u como objeto sexual, entre otras.

En conclusión podemos decir que todas estas prácticas discursivas representan, en palabras de George Lakoff y Mark Johnson metáforas que “tienen implicaciones por medio de las cuales destacan y hacen coherentes ciertos aspectos de nuestra experiencia (…) pueden crear realidades, especialmente realidades sociales. Una metáfora puede así convertirse en guía para la acción futura. Esto reforzará a su vez la capacidad de la metáfora de hacer coherente la experiencia. En este sentido, las metáforas pueden ser profecías que se cumplen”.7

Ante este panorama es necesario defender los esfuerzos que se están haciendo para propiciar una evolución del lenguaje hacia un uso no sexista, acorde con la propia evolución de la sociedad hacia cánones de igualdad entre mujeres y varones. A través del lenguaje puede reflejarse una realidad más justa para nombrar aquello que nos rodea de una manera menos ofensiva y excluyente no sólo con las mujeres, sino con otros grupos sociales vulnerables.

*Maestra en Comunicación por la UNAM.

Bibliografía

Barragán F. La construcción colectiva de la igualdad. Vol. 2 ¿Qué podemos hacer con las diferencias? Sevilla, Materiales para la formación, Vol.8. Dirección General de Planeación y Evaluación Educativa. Junta de Andalucía.

Calero Fernández, Ma. Ángeles. Sexismo lingüísticoAnálisis y propuestas ante la discriminación en el lenguaje, Madrid, Narce, S.A Ediciones, 1999.

LAKOFF, Gorge y Mark Johnson. Metáforas de la vida cotidiana. Madrid: Cátedra, Col. Teorema; 1995, 286 pp.

Meseguer, Álvaro García. ¿es sexista el lenguaje? Una investigación sobre el género gramatical. Barcelona, Ediciones Paidós, 1994.

PÉREZ MARTÍNEZ, Herón. Refranero mexicano. México: Academia Mexicana de la Lengua y Fondo de Cultura Económica; 2004, 458 pp.

RALL, Marlene y Dietrich Rall. Paralelas. Estudios literarios, lingüísticos e interculturales. México: Universidad Nacional Autónoma de México; 1999, 629 pp.

Romero Belmont Sara Guadalupe. La Discriminación a través del lenguaje. Tesis de licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. UNAM, 2008. p.47-48.

http//www.fmujeresprogresistas.org/lenguaje_sexista htm

1 FERNANDEZ González, Angel; et al. Introducción a la semántica p. 94-95

2 Calero Fernández, Ma. Ángeles. Sexismo lingüísticoAnálisis y propuestas ante la discriminación en el lenguaje, p. 29

3 Marlene Rall, “El discurso repetido”, en Dietrich Rall y Marlene Rall. Paralelas. Estudios literarios, lingüísticos e interculturales. México: Universidad Nacional Autónoma de México; 1999, p. 242.

4Meseguer, Álvaro García. ¿es sexista el lenguaje? Una investigación sobre el género gramatical, p.23

5Romero Belmont Sara Guadalupe. La Discriminación a través del lenguaje, p. 47-48.

6 Violi Patrizia. El infinito singular, citado por López, Valero Armando y Eduardo Encabo Fernández en Competencia comunicativa, identidad de género y formación del profesorado. Revista interuniversitaria de Formación del Profesorado, no. 43, abril 2002 p. 116

7 George Lakoff y Mark. Johnson. Metáforas de la vida cotidiana. Madrid:Cátedra, Col. Teorema; 1995, p. 198.

 

2 comentarios a este texto
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