Hecho en México, 2012
Por Ricardo Ruiz
Uno de los factores más importantes de cualquier obra es la apertura de la misma para la discusión. Sin duda HECHO EN MÉXICO es una pieza que permite la lectura desde varias aristas hacia un mensaje parcializado y reduccionista de la cultura del país.
Si bien habrá mucho qué decir del documental desde varias perspectivas, he de focalizarme en la incongruencia de una producción que pretende encontrar el corazón de la identidad mexicana con un presupuesto de Emilio Azcárraga dirigido por un británico (Duncan Bridgeman), con colaboración de bastantes extranjeros. El documental entonces no miente en su título: Hecho en México, pero falta resaltar que no precisamente por mexicanos.
El desarrollo narrativo va en picada poco a poco y resulta cansado el último cuarto de la película, esto además si consideramos la temática tendenciosa de las secciones finales del documental; y aunque es innegable que cada uno de los elementos retratados son parte del esqueleto cultural de México, el documental se anula a sí mismo en la capacidad de propuesta: así son los mexicanos, y ya.
La perspectiva de ventana hacia algunos pueblos y sus manifestaciones culturales, no deja de ser desde una visión de clase alta: las entrevistas, tomas y protagonistas siguen representando el arquetipo contradictorio del Mexicano luchador pero conformista, orgulloso y autodestructivo, espiritual y guadalupano… un México que carece de otras formas de desarrollo y convivencia que también forman parte de la vida cultural de nuestro país. Pareciera que vivimos de una identidad vieja y pasada, porque lo moderno jamás sería parte de nuestras vidas.
Musicalmente es una joya, esto por supuesto era de esperarse considerando la experiencia de Bridgeman al respecto. Chavela Vargas (QEPD) se roba el instante más certero de las participaciones con una interpretación que cala el alma a sabiendas de su reciente deceso. Las demás intervenciones fluyen de forma inesperada y bien construida, llevando al expectador de la mano con las imágenes a recibir un mensaje dirigido pero ambiguo.
HECHO EN MÉXICO es, entonces, una producción que no debemos dejar pasar como mexicanos, ya sea para construir una imagen más rica de nuestro país o para simplemente buscar entretenimiento en la película; pero siempre conscientes de que este tipo de producciones son un punto de partida que invita a la reflexión, no al consumo ingenuo de las mismas.
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