¿Desinformación en la sociedad de la información?

English: Norbert Wiener, American mathematician (Photo credit: Wikipedia)

Por  Claudia Benassini F.

En 1951 se publicó el libro Cibernética y Sociedad, de Norbert Wiener. Hasta ese momento, era conocido por sus aportaciones al campo de la energía electrónica que incluso llegan a la época actual. Wiener fue el primero en visualizar la importancia del paso de las señales analógicas a digitales y sus implicaciones tecnológicas. Temas que planteó en la obra citada, además de su preocupación por la información, a la que dedicó trabajos adicionales. Para efectos de este ensayo interesa destacar la siguiente reflexión:

Una de las enseñanzas de mi obra es que cualquier organismo encuentra su coherencia para actuar cuando posee los medios que le permiten adquirir, utilizar, retener y transmitir la información. En una sociedad demasiado grande para el contacto entre sus miembros, tales medios son la prensa –libros, periódicos-, la radio, el sistema telefónico, telégrafos y correos, el teatro, el cine, la escuela y la iglesia… Por todas partes, sin embargo, sufrimos una triple restricción de los medios de comunicación: la suspensión de los menos rentables; el hecho de que los medios concentren entre las manos de una oligarquía muy limitada de gente millonaria, que expresa, como es obvio, las opiniones de su clase; por último, el hecho de que en la medida en que representan amplias vías hacia el poder político y personal, atraen a todos los ambiciosos en busca del poder. Este sistema que, por encima de cualquier otro, está llamado a contribuir al equilibrio social, se ha convertido directamente en patrimonio de quienes más se preocupan por este juego del dinero y del poder.

Vale la pena reiterar que Wiener escribió este comentario en 1951, es decir, mucho antes de que el sistema de las comunicaciones adquiriera las características que reconocemos actualmente. La suspensión de los medios menos rentables; su excesiva concentración en unas cuantas manos y el papel que juegan en la búsqueda y consecución son, para este autor, las principales restricciones para el acceso a la información. Quizá sin haber leído a Wiener –sobre todo por la trayectoria en la que era reconocido- a partir de la década de 1989 estos obstáculos dieron los primeros pasos para alcanzar el escenario en los reconocemos actualmente. Y quizá son pocos los analistas que se han detenido a reflexionar sobre la manera en que estos tres elementos han repercutido en el tratamiento informativo, particularmente de asuntos delicados por sus implicaciones socioeconómicas y políticas.

Uno de ellos es Pascual Serrano (2009:16), quien justamente considera las implicaciones señaladas por Wiener como filtros para la selección de la información. Es decir, “los vericuetos a través de los cuales el dinero y el poder tamizarán las noticias hasta dejarlas listas para su publicación, marginarán las discrepancias y permitirán que el gobierno y los intereses privados dominantes difundan un mensaje adecuado para el público”. Serrano añade un cuarto filtro: el suministro de información; es decir cómo llega a las redacciones, cómo es seleccionada y cómo se transmite a las audiencias. Esta afirmación es producto de un largo análisis que lo conduce por la importancia de los costos de la información y la necesidad de abaratarlos, sobre todo por parte de los que tienen menos recursos.

En este contexto, Serrano cuestiona los parámetros desde los que se llevan a cabo las coberturas informativas: sin contexto y sin antecedentes. Para explicarlo retoma a Kapuscinski quien en uno de sus trabajos –Los cínicos no sirven para este oficio– reflexiona sobre el quehacer del reportero que debe se traslada de un lugar a otro para la cobertura informativa, muchas veces sin tener los antecedentes básicos sobre el asunto, mucho menos investigar al respecto. El resultado de esta práctica, añado yo,  se traduce en información que únicamente se concentra en el “aquí y ahora”. Una práctica que facilita su actualización constante sin tomar en cuenta las causas que propician el escenario sobre el que trabaja.

Pero la responsabilidad de este escenario no necesariamente debe recaer en el reportero sino, otra vez, en los criterios desde los cuales se genera la información, muchas veces determinados por variables presupuestales. Otro factor que interviene en la generación de información es de índole espacio-temporal. La dictadura de los caracteres –antes cuartillas-, y los minutos también determina la manera en que el acontecimiento se presentará a las audiencias. En los medios impresos se respeta más el espacio publicitario que el destinado a la información. Y en medios audiovisuales es frecuente que el conductor apresure al reportero a que termine su narración bajo pena de cortarlo para cumplir con el anunciante.

En resumidas cuentas, prescindir de los medios y/o contenidos poco redituables; la conformación de los grandes grupos mediáticos con intereses a nivel global; el papel de los medios en la búsqueda del poder y las características de la cobertura operan para que prevalezca la desinformación. Ejemplos hay muchos; de hecho, la semana pasada hablamos en este espacio sobre las elecciones en Venezuela a través de la red social Twitter. Pero este país es uno de los ejemplos que apunta Serrano como ejemplo de desinformación desde 1992, con el ascenso de Hugo Chávez al poder, sus sucesivas reelecciones sus política exterior y, más recientemente, su enfermedad –terminal- que le impediría acceder a un tercer periodo presidencial. Y qué decir que la relevancia conferida a Heriberto Lazcano más allá de su ejecución el domingo 7 de octubre. Lo importante se vuelve el robo de su cadáver, el mausoleo que lo espera, el pueblo del que fue benefactor y el número de balazos que recibió en mientras presenciaba un partido de beisbol en Progreso, Coahuila. Su actividad como cabeza visible de los Zetas, su responsabilidad en múltiples ejecuciones y las acusaciones por delitos contra la salud apenas son soslayadas por la cobertura informativa. Las razones han quedado planteadas arriba.

Queda muy poco por hacer, sobre todo si lo pensamos como una estrategia solitaria. Desde hace tiempo, mostrar la actividad desinformadora de los medios ha sido trabajo de los analistas del tema. Se ha generado mucho material sobre el tema y continuará generándose. Es necesario no perder de vista la importancia de esta actividad y sobre todo, formar profesionales conscientes de estos escenarios que más adelante tengan presente que se mueven en escenarios desinformativos, muy alejados de los que suelen mostrarles algunas instituciones educativas.

BIBLIOGRAFÍA

SERRANO, Pascual (2009) Desinformación, Madrid, Edit. Península.