7 de Junio: día para recordar a periodistas muertos y desaparecidos
- El viernes 7 de junio se conmemoró el Día de la Libertad de Prensa.
- La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) cuenta con una instancia dedicada a la defensa de los periodistas
- Las estadísticas dan cuenta del número de periodistas asesinados y desaparecidos en México.
Por Claudia Benassini
El viernes 7 de junio se conmemoró el Día de la Libertad de Prensa. Muy atrás han quedado los tiempos en que el presidente en turno aprovechaba la ocasión para entregar las diversas categorías del Premio Nacional del Periodismo a profesionales que no necesariamente se distinguían por sus logros, sino por su servicio al régimen. Recordemos que hasta el año 2000 el Consejo de Premiación estaba presidido por el Secretario de Gobernación, encargado además de designar a los integrantes del jurado. Ciertamente había excepciones: periodistas que por su trayectoria y/o la calidad de su trabajo recibían el reconocimiento. Pero también hubo muchos casos en que el mismo gremio no merecía explicaciones para comprender la razón de ser del otorgamiento del premio a ciertos colegas. A partir del año 2000 se ciudadanizó el Premio Nacional de Periodismo; el jurado quedó conformado por instituciones de profesionales y de educación superior que establecieron criterios para la recepción y entrega del reconocimiento. Adicionalmente, quizá para borrar lo que había significado la ceremonia en años anteriores, la fecha de entrega se modificó. También se suspendieron las comidas del presidente en turno con representantes del gremio en la que ambas partes se reiteraban apoyo, confianza mutua y la libertad del ejercicio periodístico.
Como había sucedido previamente, en esta ocasión el 7 de junio fue una fecha para recordar a los periodistas desaparecidos y/o asesinados durante los últimos años. El Museo Memoria y Tolerancia inauguró en esa fecha una exposición dedicada al gremio, integrada por documentos de índole diversa: desde publicaciones que se han distinguido por su trayectoria hasta notas y editoriales de diversos medios y periodistas. Estos últimos materiales dan cuenta de la complicada situación en la que se ejerce la profesión en México, para muchos el más peligroso de todos los países. Al día siguiente la prensa escrita recordó que durante los últimos trece años 84 periodistas han sido asesinados y otros 20 están en calidad de desaparecidos.
También se recordó que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) cuenta con una instancia dedicada a la defensa de los periodistas, cuyos logros han sido bastante magros. Algunos recordaron que la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación ha incluido entre sus funciones la defensa de los periodista aunque quizá es muy pronto para ver los resultados. Otros más recordaron que hace algunos meses Javier Duarte –gobernador de Veracruz- había creado por decreto un órgano para la defensa del gremio. Esta evocación no podía pasar por alto que Veracruz es uno de los estados con mayores índices de inseguridad para el ejercicio periodístico: en el último año han sido asesinados cuatro reporteros. Y con sorna y coraje también se recordó que Duarte aceptó sin remilgos el reconocimiento otorgado por una asociación de periódicos de dudosa reputación, por su participación en la defensa de los periodistas.
84 periodistas asesinados y 20 desaparecidos en 12 años es una cifra que se antoja baja. Sin embargo, en el dato coinciden diversos organismos defensores de los derechos del periodista y/o de la libertad de expresión. De hecho, instituciones con estos objetivo publican periódicamente informes sobre el tema, en los que invierten importantes sumas de dinero, la mayoría proveniente de instituciones similares –o fundaciones- ubicadas en diversos puntos de América Latina y Europa. Los datos son impecables: nombres, cargos, actividades, último medio –casi siempre periódico- en el que prestaron sus servicios, fuente que cubrían etc. Los datos incluyen además detallados informes sobre las ciudades y los móviles de asesinatos y desapariciones. Hasta ahí. Podrá argumentarse que ésa es su función. Desde luego, pero su trabajo se suma a las denuncias entabladas por organizaciones nacionales defensoras del medio cuyos resultados son similares a los de organismos internacionales.
A este escenario cabe añadir que el tema de la inseguridad en el ejercicio periodístico no forma parte de la agenda informativa de los medios de comunicación. Si se trata de un asesinato se dedican un par de notas; excepcionalmente más cuando se trata del medio en el que colaboraba el periodista asesinado. Si hablamos de desaparecidos, el tema se coloca en páginas interiores ya sea de la primera sección o de la destinada a los estados. Si el caso termina en asesinato lo sabemos en su momento con el mismo resultado: poco espacio destinado al tema y a la reflexión. Pero rara vez las desapariciones ameritan seguimiento y menos por medios ajenos a los del ejercicio del periodista en cuestión. Quizá como excepción podemos recordar que al menos durante dos años El Imparcial de Sonora publicó en el extremo superior izquierdo el nombre de Alfredo Jiménez Mota, desaparecido el 2 de abril de 2005. Sin embargo cabe preguntarse si el periódico –u otros periódicos- han dado seguimiento a la suerte corrida por sus colaboradores.
Y a indolencia se incrementa en los medios electrónicos. ¿Dónde están Gamaliel López y Gerardo Paredes, colaboradores de TV Azteca desaparecidos el 10 de mayo de 2007? ¿Y Adela Alcaraz López, de Canal 12, de Río Verde San Luis Potosí, vista por última vez el 26 de octubre de 2012? No lo sabemos; hay organismos nacionales y extranjeros que se preocupan, pero el tema parece no interesar por mucho tiempo a los medios en que colaboraban muertos y desaparecidos. Organizaciones de profesionales y algunas instituciones de educación superior denuncian periódicamente el tema en inserciones colocadas en medios impresos. Marchan pidiendo justicia y medidas que protejan a los periodistas. Nada en concreto más que una recién creada Fiscalía para dar seguimiento a desapariciones y asesinatos cuyos resultados no se han dado a conocer. Y en los salones de clase, pocos periodistas dialogan con sus alumnos sobre los peligros que implica el ejercicio periodístico en México.
En resumidas cuentas, las estadísticas dan cuenta del número de periodistas asesinados y desaparecidos en México. Organismos no gubernamentales, organizaciones nacionales y extranjeras preocupados por el escenario externan periódicamente su preocupación al respecto. Las agrupaciones nacionales van de la preocupación a la protesta, la impotencia y el coraje por la suerte que han corrido sus colegas. Y nada, más allá del engrosamiento de las estadísticas. “Nada” se dirige tanto a las autoridades que no han tomado serias decisiones para solucionar el problema como a la ciudadanía que toma el asunto como tema de conversación pasajera, pero que tampoco se ha manifestado al respecto. Mientras no se tomen medidas que proporcionen garantías al ejercicio periodístico, el 7 de junio será el día de la conmemoración de los colegas muertos y desaparecidos. Nada que celebrar y mucho por hacer más allá de la estadística, sobre todo por parte de la CNDH, este y gobiernos anteriores que han creado instancias que prometen avanzar en la resolución del problema. Es hora de mostrar resultados en materia de protección al ejercicio periodístico, más allá del informe y el discurso gastado sobre el tema.