Y después del Chapo ¿Qué?
Por: Jorge Meléndez Preciado
Para Arthur Bilek, vicepresidente de la Comisión del Crimen de Chicago, ex policía de 84 años, “Al Capone era pequeño comparado con El Chapo Guzmán”. Asegura: “es el criminal más grande que el mundo jamás haya visto hasta la fecha”. Por eso lo declararon el enemigo público número uno.
Según Phil Jordan, ex agente de la DEA en El Paso, Texas, el narcotraficante mencionado apoyó económicamente la campaña electoral de Enrique Peña Nieto. Causó tal revuelo la declaración en Univisión, que la agencia estadounidense se deslindó de inmediato de esa opinión.
Para el especialista Eduardo Buscaglia, autor del importantísimo libro: Vacíos de poder en México. Cómo combatir la delincuencia organizada (Debate), el cártel de Sinaloa tiene presencia en 58 países de América Latina, Asia, África y Europa.
Mientras que el autor de la novela Camorra, en la cual se devela la manera cómo funciona la mafia italiana, el investigador Roberto Saviano: “El Chapo tiene más peso que un ministro o hasta un gobierno”.
Ahora sabemos que Joaquín también contrató a militares del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (Gafes), del Ejército Mexicano algo que antes hizo el Cártel del Golfo. Equipo militar que convirtieron, al paso de los años, en los Zetas.
Hay más opiniones, pero las mencionadas dan un panorama de la importancia que tenía el personaje que se fugó hace 13 años del penal de Puente Grande, el cual no salió en un carrito de lavandería, sino vestido de militar al decir de J. Jesús Lemus en su libro: Los malditos (Grijalbo).
Desde entonces, el poder de compra de casi todo lo humano era notorio en Guzmán Loera. Hasta el momento no se le han podido comprobar los miles de millones de dólares que tiene, según la revista Forbes. Pero, en efecto, la cantidad que maneja esa y otras organizaciones criminales es inmensa.
Claro, los dineros están repartidos lo mismo entre delincuentes que en políticos y en mandos de las diversas policías. No olvidemos las decenas de comandantes policiacos que finalmente se sumaron a los malosos, a quienes sirvieron anteriormente.
Es sabido, entre especialistas, que militares, marinos, gobernadores y políticos diversos comen de la mano de los narcos. En Sinaloa lo mismo se dio con Antonio Toledo Corro que Leopoldo Sánchez Celis. Recientemente, el candidato derrotado del PRI, Jesús Aguilar, fue tachado de colaborar en negocios con los capos. Hoy, el mandatario estatal, Mario López Valdés, puede ser acusado de negligencia, ya que estando El Chapo en su entidad y utilizando los túneles del alcantarillado, el funcionario ni siquiera estaba enterado de lo que ocurrió.
Bueno, hasta dos asesinatos famosos en los últimos años aparecieron ligados a las mafias: el de Luis Donaldo Colosio, no importando el señor Mario Aburto, y el de Manuel Buendía, ejecutado por José Antonio Zorrilla Pérez, pero detrás se asegura que estuvieron los altos mandos del país.
Incluso hay algunos periodistas que llaman a evitar que los miles de millones de dólares que deja el narcotráfico, de los que vive una parte importante del país, se vayan. Por lo tanto señalan que es indispensable replantear la lucha no enfrentado a los criminales, sino legalizando algunos estupefacientes. Pareciera algo demencial, pero la venta mundial se eleva todos los días, y presidentes sensatos como José Mujica, de Uruguay, han trazado una estrategia de no castigar el consumo y abrir clínicas para los adictos. Algo, por cierto, que llevó a cabo Lázaro Cárdenas, hasta que la presión de los Estados Unidos lo obligó a la prohibición.
Ahora Estados Unidos, el único Imperio en la actualidad, ya tiene en la mitad de su territorio aceptación de la mota lo mismo para la recreación que para utilizarla como medicamento. Por lo tanto, México que va siempre varios pasos atrás de los yanquis, no puede seguir con un enfrentamiento que traerá, sin duda, más violencia y muerte. Tanta que luego de dos jornadas de la tan comentada aprehensión, han asesinado a una veintena de mexicanos por acciones sin freno.
Estados Unidos pide la extradición de El Chapo para que no se fugue nuevamente. Pero dárselos con ese fin, es demostrar el estado fallido que vivimos. Y, además, reiterar lo que sabemos: al otro lado del Río Bravo se resuelve lo fundamental de nuestro país.
Los sucesores de Joaquín son Ismael El Mayo Zambada, según The Wall Street Journal; pero el famoso tiene 66 años y ya se siente cansado. Otros hablan del regreso de Rafael Caro Quintero, quien fue el más audaz en su tiempo, ya no quiere miel, sino evitar el avispero, por eso se ha mantenido en la oscuridad. Otros dicen que será el joven de 28 años, Dámaso López, el Mini Lic., ahijado de El Chapo e hijo de un narco. Y algunos más señalan a Juan José Esparragoza, El Azul, pero éste tiene diabetes y quiere seguir en su bajo perfil.
Quien sea el relevo tendrá en su mano un Imperio donde:” los derechos entran en contradicción con el mercado, por lo que los países occidentales necesitan territorios sin ley”, según Roberto Saviano, algo que plantea en su nueva obra acerca de la cocaína: Cero, cero, cero (Anagrama).
El narcotráfico, una empresa de las más lucrativas en este mundo desregulado en el cual lo importante es el dinero, no la salud, el bienestar y la seguridad de la población, seguirá adelante con Chapos o sin ellos. La economía adicta a las drogas se colapsaría si se cae uno de los negocios de mayor importancia en el neoliberalismo.