Sexto informe de gobierno, ¿y la protección de datos?
Por Claudia Benassini
Seguramente le sucedió a alguno de los lectores que están leyendo este texto. Durante las dos últimas semanas de agosto recibí en mi correo electrónico cuatro “Mensajes del Presidente Calderón” sobre Economía, Seguridad, Salud y Educación. “Con motivo del Sexto Informe de Gobierno, quiero establecer contigo un canal de comunicación directo y continuo para mantenerte al tanto de las principales acciones y avances del Gobierno Federal durante este año de trabajo”. Inmediatamente después, una descripción del escenario en cuestión –los cuatro que arriba enumeré- siempre con un tinte catastrófico y siempre afortunadamente paliado por Felipe Calderón. El mensaje se acompañaba de un video similar a la campaña de spots que fue lanzada por radio, televisión y prensa días antes del último Informe Presidencial. Debo reconocer que no los vi todos pues a la hora de bajarlos una falla en mi equipo me impidió recuperar el contenido. Adicionalmente, el mensaje ofrecía la posibilidad de ser enviado a un amigo, además de un número telefónico para mayores informes.
Pregunté entre mis grupos cercanos si alguien había recibido uno o varios mensajes con estas características. Pocos respondieron afirmativamente. Repetí el ejercicio a través de la red social Twitter. Algunos de sus integrantes habían pasado por una experiencia similar; incluso, gracias a su generosidad me pusieron en contacto con otro tipo de mensaje más sofisticado: el boletín electrónico 285 de Presidencia de la República, que se acompaña de imágenes del evento celebrado en Palacio Nacional el lunes 3 de septiembre. Además de publicitar los logros, invitaba al lector a visitar Facebook Pinterest e Instagram para tener acceso a más información. Videos, mensajes presidenciales y la invitación a descargar completo el último informe de gobierno de Felipe Calderón.
Debo añadir que la mayoría de quienes me respondieron afirmativamente lo hicieron con tono de molestia. Algunos habían recibido mensajes similares con motivo del año nuevo, otros recibían periódicamente el boletín y otros más, habían sido destinatarios de mensajes de Presidencia en noviembre del año pasado, con un formato similar al del sexto Informe de Gobierno. Pero en todos los casos la molestia era similar y coincidíamos en varios aspectos. Primero, la saturación periódica de mensajes procedentes de la Presidencia, la mayoría muy similares a los que de temporada en temporada circulan a través de los medios de comunicación. Segundo, una mezcla de asombro y coraje que había provocado en algunos la decisión de enviar estos mensajes al spam. Tercero, no se entendía claramente el sentido del mensaje: ¿por qué enviar mensajes que seguramente los destinatarios ya habían visto a través de los medios? Cuarto, y quizá el más importante: ¿Cómo consiguió Presidencia nuestros correos electrónicos? ¿Cuántos ciudadanos conformamos las listas de distribución mediante las que hacen llegar estos mensajes? ¿Heredará Presidencia estas listas de distribución al equipo de Enrique Peña Nieto?
En este contexto, encontramos que no resultaba tan sencillo responder a estas preguntas. Sobre todo porque chocan con los recientes spots del Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), que insisten en la confidencialidad de los datos de la ciudadanía. Datos que, por cierto, no estamos obligados a dar tan fácilmente y siempre de manera voluntaria. Y también es un contrasentido que, mientras Peña Nieto ha lanzado propuestas para fortalecer al IFAI –propuestas que se orientan en un sentido similar a las formuladas sobre todo por panistas y perredistas- un número creciente de ciudadanos recibimos mensajes de Presidencia sin haberles proporcionado nuestros correos electrónicos.
Éstas y otras preguntas nos llevan a cuestionarnos si Presidencia –o sus diversas instancias- habrían adquirido bases de datos que supuestamente serían confidenciales pero que a fin de cuentas estaban a la venta hasta en la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico. Si Presidencia no proporciona una respuesta clara y satisfactoria sobre la manera en que armó sus listas de distribución a través de correos electrónicos que fueron proporcionados para otros fines, prevalecerá la duda. Una duda razonable sobre todo si viene de un gobierno que se precia de respetar los datos personales e invita a los ciudadanos a proporcionarlos voluntariamente. Sería deseable que contestaran a nuestras preguntas, como también lo sería que ni éste ni los posteriores gobiernos recurrieran a esta estrategia que más los hace perder adeptos que aplaudir los logros que se publicitan vía correo electrónico.
Información Bitacoras.com…
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