La comunidad chicana: invisible en la pantalla grande
Cineadictos
Leticia Urbina Orduña
Colaboradora de la publicación Cineadictos que edita la FES- Acatlán
Los latinos en Estados Unidos representan el 13 por ciento de la población de ese país; sin embargo, en la televisión aparecen apenas el 0.75%, ni siquiera el uno por ciento. Y en dos terceras partes de las menciones se les presenta como ladrones, narcotrafi-cantes o prostitutas. En el cine la situación no es mejor: lo prueba el hecho de que ni siquiera existan estadís-ticas al respecto.
Los latinos aparecen muy poco o nada en las cintas estadounidenses, y si lo hacen es bajo los mismos estereotipos que en la televisión. La alternativa es la autorrepresentación, es decir, la realización de su propia cinematografía. Sin embargo, ésta también se encuentra bloqueada por decenas de obstáculos.
Para la mayoría de los hispanos que han pretendido realizar una película, los impedimentos han sido monumentales. Comienzan con el presupuesto; de ahí que existan casos como el de Robert Rodríguez (”Despe-rado” y “El Mariachi”), que llegó a prestarse para que hicieran experimentos médicos con él, a cambio de siete mil dólares -la cifra no es un error, sólo siete mil– con los que filmó su primera cinta.
Si las cosas no fueron fáciles para un debutante como Rodríguez, tampoco lo son para actores y directores consagrados como Luis Valdez (”Zoot Suit”, “La Bamba”) o Edward James Olmos (”Santana, American Me?”); el primero logró filmar gracias a la Beca Guggenheim, tras muchos años de hacer teatro y tener un prestigio sólido. Sin embargo, el dinero fue apenas suficiente y la filmación fue poco menos que caótica, pues debió hacerse a toda prisa para ahorrar en renta de equipos y otros gastos. Y Olmos, el más conocido actor chicano, tardó 20 años en poder realizar su primera cinta.
Las peripecias que sufren los realizadores chicanos no terminan con la filmación. El sistema de distribución se esfuerza en impedir que el cine chicano llegue a su público. “A nosotros todo nos cuesta mucho más”, señaló Olmos al periódico bonaerense El Clarín. La causa no es la rentabilidad de los filmes chicanos, pues varios de ellos han abarrotado las salas. Por ejemplo, la película de acción “Spy Kids”, de Robert Rodríguez, ocupó el lugar número uno en la taquilla.
El realizador chicano Gregory Nava, en entrevista con la revista cubana Bohemia, señaló que la invisibilidad de los latinos en el cine norteamericano permanece. “las cosas no son muy distintas de cuando comenzamos, en la década de los años 60”.
Las razones podrían ser políticas. En opinión del paradigmático actor y director de cine Edward James Olmos, ello se debe a que los estadou-nidenses están asustados. “Somos muchos, casi 40 millones, de todas partes de América Latina, y nadie pierde su identidad”.
Y es que como dice Gregory Nava, “Hollywood está bajo el dominio de varones blancos, inclinados a escribir de lo que saben, es decir, de ellos mismos”.
El artículo anterior se publicó originalmente en Cineadictos
y debe de citarse de la siguiente forma:
Urbina Orduña, Leticia, «La comunidad chicana, invisible en la pantalla grande norteamerica»,
en Cineadictos, Num. 79, noviembre, 2009.