Notas para una historia reciente de la prensa mexicana
- Tinta y sociedad
- En los últimos 15 años han surgido cambios en las relaciones prensa-poder, donde se ha ganado tópicos como el derecho a la información.
- Carlos Salinas de Gortari en su toma de posesión dedicó dos párrafos a los medios en los que señalaba abrirlos al libre flujo de ideas y las imágenes, la crítica y el debate.
Por Tanius Karam Cárdenas
Publicado originalmente en RMC 84
En los últimos 15 años podemos decir que ha habido un cambio en las relaciones prensa-poder; se ha transformado el modus operandi prensa-sociedad-gobierno; ciertos tópicos han ganado la palestra pública como el derecho a la información; algunas prácticas se han popularizado, como sondeos del contenido de los medios o los reportes anuales sobre violaciones a los derechos humanos de periodistas. Todo ello conforma el camino para la democratización de los medios, la actualización del régimen legal y la participación social.
El año de 1988 es considerado troncal en la historia política reciente del país. Con sincronía histórica y veinte años después de otro hito en la historia contemporánea del país, en ese año decantaron procesos gestados tiempo atrás, como el aumento significativo de la participación civil, el hartazgo político-social, el deterioro de la vida económica de las mayorías, el desgaste de los aparatos de poder y los órganos de representación. Las elecciones de entonces movilizaron al electorado que en realidad sentía un vacío y, sobre todo, la necesidad de expresarse y manifestarse contra el deterioro en los niveles de vida social y económica. En tal contexto aparece la Revista Mexicana de Comunicación.
En estos 15 años podemos decir que ha habido un cambio en las relaciones prensa-poder; se ha transformado el modus operandi prensa-sociedad-gobierno; ciertos tópicos han ganado la palestra pública como el derecho a la información; algunas prácticas se han popularizado, como sondeos del contenido de los medios o los reportes anuales sobre violaciones a los derechos humanos de periodistas. Todo ello conforma el camino para la democratización de los medios, la actualización del régimen legal y la participación social.
Los antecedentes inmediatos a tales cambios se hallan en las críticas a la prensa durante el movimiento del 68, el golpe a Excelsior (julio de 1976) y la subsiguiente formación del semanario Proceso, el asesinato de Manuel Buendía (mayo de 1984), el surgimiento de nuevos medios como Unamásuno (1979) y La Jornada (1984) donde hubo una intención para una periodismo de búsqueda, otro estilo de informar con opción por los movimientos sociales y voces marginadas.
En 1978, el directorio de medios consignaba en 1978, 319 publicaciones en todo el país. A finales de los años noventa, los impresos clasificados suman incluso menos (307), pero de éstos, 152 surgieron a partir de 1978; es decir, de los 319 periódicos incluidos en el recuento de los setenta, desaparecieron más de 160.
Sexenio salinista
El análisis de la prensa durante el sexenio salinista muestra apertura, tensiones y retrocesos, sobre todo en materia de libertad de expresión. En su discurso de toma de posesión Carlos Salinas de Gortari (CSG) dedicó dos párrafos a los medios en los que señalaba abrirlos al libre flujo de ideas y las imágenes, la crítica y el debate. Su idea general en apariencia era modernizar las relaciones entre Estado y prensa. Sin embargo al paso del tiempo las cosas no cambiaron significativamente, aun cuando se dieron una serie de pequeñas transformaciones. Además, su escaso margen de legitimación le impedía hacer cambios espectaculares como los que su administración emprendió en otras esferas y áreas de la economía y la sociedad. De hecho, la única institución que no resultó alterada en aquella embestida de los primeros años fue la prensa. Uno de los organismos que se mantuvo sin problemas durante toda la recomposición sindical en el país fue la Unión de Voceadores de México, que hasta la fecha tiene el control sobre la distribución directa de periódicos y revistas en la Ciudad de México. Al final de sexenio se suscitó un encono entre los miembros de esta Unión y el naciente diario Reforma, por lo que hasta la fecha el periódico es distribuido por sus propios vendedores.
En su conjunto, el gobierno salinista impulsó algunos cambios en la línea de la modernización de las relaciones prensa-Estado como fue el proceso de privatización de la proveedora estatal de papel PIPSA (sobre la cual varios editores mostraron su descontento pues consideraban la medida en daño a la libertad de expresión), el decreto presidencial sobre los “lineamientos para la aplicación de los recursos federales destinados a la publicidad y difusión y en general a las actividades de comunicación social”, en los que se establecieron algunos criterios para la dotación de la publicidad oficial: El Estado dejó de sufragar los gastos de desplazamientos y hospedajes de periodistas, se les prohibió engrosar los gastos de información y propaganda con traspaso a otras partidas. Otro aspecto hacia el final de sexenio (1992) que el gobierno consideró fue la vieja demanda de establecer un salario mínimo profesional con la intención de poner un piso a los bajos salarios de los trabajadores de la prensa.
Si bien esas medidas representan un intento por generar otras condiciones en la relación Estados-medios-sociedad, su valor fue básicamente pragmático ya que no supuso una modificación sobre el papel de la prensa en la vida social, ni mucho menos un fortalecimiento de la garantía del derecho al ejercicio periodístico. En el caso de la privatización de El Nacional, éste era un medio que ya no respondía a los objetivos de la política privatizadora del gobierno federal. En cuanto al decreto sobre recursos federales, éste fue aceptado por todos pero, como lo señalaron varios analistas, en realidad se trató de una medida insuficiente ya que persistían otras prácticas gubernamentales, como la entrega de compensaciones, embutes y regalos que no cambiaba sustancialmente las prebendas para periodistas y trabajadores de los medios. El caso de PIPSA, aun cuando en julio de 1989 los directores de varios periódicos pidieron a Salinas no aplicará la medida, el presidente cedió y no se cerró PIPSA pero sí permitió la importación de papel periódico; este hecho fue significativo porque los directores demostraron su debilidad ante la autoritaria figura del Presidente y le dieron al gobierno una herramienta más para su control. En cuanto al tema de lo salarios para periodistas, el intento de formar un piso básico fue muy criticado por sectores del gremio; esta medida trajo como consecuencia despidos en diversos medios, así como reacomodos en las estructuras, donde algunas empresa reorganizaron sus políticas de comisiones por publicidad a reporteros; lo más dramático fue que la medida no ayudó a empujar hacia arriba el resto de los salarios ni trajo una mejora general.
A mediados de los años noventa, Raymundo Riva Palacio subrayaba que algunas características de la prensa mexicana eran: a) aceptar el patrocinio político, pues ayuda a los editores y directores a lograr éxito financiero; b) ser un foro para una élite educada; c) poseer una falta de exactitud e imparcialidad; d) no tener fronteras éticas. Por lo tanto, el concepto del conflicto de intereses es casi inexistente; e) publicar anuncios o desplegados cuestionables; f) aceptar fácilmente regalitos y gratificaciones; g) publicar elogios sobre los funcionarios y políticas gubernamentales.1
El analista también señalaba con respecto a los periódico del DF que la mayoría de ellos habían perdido su capacidad de renovación interna; el no ofrecer ideas frescas había llevado a los medios a un punto estático que, si se consideraba comparativamente el avance de la sociedad, en realidad podría hablarse de un grado involutivo en la prensa: dudas sobre los tirajes para ampliar el margen errático de influencia, marco legal endeble, corrupción generalizada, contubernios y precariedad en las condiciones laborales del trabajo periodístico forman el resumen del estado de la prensa al mediar la última década del siglo pasado.
Cifras y cifras
El tema de los tirajes siempre ha sido objeto de debate; no es una mera cuestión de números y cifras, las implicaciones son altísimas porque se desenmascara el poder y alcance social que la prensa tiene. Paralelo a ese debate se encuentran el de los hábitos de lectura y los índices de consumo. Los gobiernos han optado por seguir anunciándose en publicaciones de nula calidad y circulación para que sus editores no se conviertan en sus enemigos políticos.
A mediados de los noventa, el gobierno había conminado a las empresas editoras a estudiar fórmulas que permitieran a los lectores saber con exactitud los volúmenes de circulación y audiencia de los medios; de hecho Salinas lo comentó en 1989 durante la ceremonia del Día de la Libertad de Prensa. El conocimiento de los tirajes siempre ha implicado poner en evidencia la escasa penetración social que en realidad tenía la prensa escrita. Tal hecho forma parte de un círculo vicioso de complicidad mutua: las agencias de publicidad saben que los diarios mienten al proporcionar sus cifras de circulación, los editores de los diarios también conocen sobre la simulación, pero prefieren sostenerla.
En un artículo en 1998, Trejo Delabre proporcionaba estimaciones del tiraje real de los medios, las cuales confrontaba con las versiones ofrecidas por los periódicos. Por ejemplo Excelsior declaraba un tiraje de 200 mil, cuando en realidad no sobrepasan los 100 mil; Novedades hablaba de 210 mil pero no sobrepasaba los 10 mil; El Heraldo refería 209 mil pero tira 15 mil, etcétera. Las desproporciones eran enormes, y en todo momento la actitud de los medios fue evitar un debate que permitiera circunscribir la influencia real de la prensa en la sociedad: de hecho, los medios soslayaron la propuesta de crear un Consejo Nacional de Opinión Pública con representación de varios sectores, que entre otras funciones avalaría y mediría las audiencias y tirajes.
En varias entidades del país han surgido o se han consolidado publicaciones con arraigo en sus respectivas localidades, algunas de ellas afiliadas a cadenas encabezadas por periódicos de la capital, o como en el caso de Reforma, de un importante grupo de la capital neoleonesa.
Hoy día en la Ciudad de México hay 26 diarios, casi 10% de los 307 que hay en el resto del país. Si tomamos los diarios más relevantes de la ciudad (Reforma, El Universal, La Jornada, La Prensa, Esto, Excelsior, El Financiero, El Economista, La Crónica, Milenio) no llegan a los 800 mil ejemplares (no su venta real). La cantidad nunca ha sido sinónimo de democratización ni mucho menos para echar a vuelo las campanas. Algunos apologistas del sistema suelen usar estos argumentos para argüir una inexistente democratización de la prensa y la comunicación de masas en general.
El índice de lectura es de un lector de diario por cada 20 habitantes. A pesar de que pocas ciudades en el mundo tiene tal cantidad de diarios, en la Ciudad de México sus índices de lectura son de los más bajos a nivel mundial. Cabe añadir que la Ciudad de México tiene un alto índice de alfabetización por lo que las razones de estos hábitos hay que buscarlas en otras causas.
Prensa y Derechos Humanos
En términos generales, de acuerdo con datos de la Federación Latinoamericana de Periodistas, entre 1970 y 1990 Colombia y México fueron los países con más actos contra las libertades informativas, por encima de Chile, El Salvador y Paraguay. Según la organización Article 19, en el gobierno de Echeverría fueron asesinados seis periodistas, 12 en el sexenio de López Portillo, 33 durante el periodo delamadrista y 46 en sexenio de Salinas. Es decir, poco menos de 100 periodistas en un periodo de 24 años, primer lugar en América latina. La Fundación Manuel Buendía (FMB) y otras organizaciones se han dado a la tarea de hacer recuentos detallados sobre los distintos rubros de violación de las garantías informativas de periodistas.
La tendencia represiva contra la prensa y los trabajadores de los medios ha sido una constante que preocupa al analizar el estado de la democracia en México, sobre todo si consideramos el estado de las libertades de expresión como un indicador importante; en México éste es muy endeble, aun cuando ha habido en los último años notables avances. En el sexenio de Salinas, en contraparte a las buenas intenciones de modernizar, encontramos un lamentable deterioro de las libertades de expresión e información. En el sexenio pulularon las noticias de periodistas golpeados por la policía antimotines. En materia de derecho de información, el gobierno salinista no sólo no registró avances sino francos retrocesos.2 El sexenio salinista ha sido uno de los más violentos en la historia reciente mexicana con un registro de casi 650 incidentes detectados; por desgracia el sexenio de Zedillo fue todavía más agresivo (746). En el actual sexenio ha habido una disminución notable, pero se siguen presentando muchos casos.
El estudio del tema comunicativo desde los DH ha sido abordado por varias organizaciones sociales como la Academia Mexicana de Derechos Humanos, el Centro Nacional de Comunicación Social (CENCOS) y la Fundación Manuel Buendía a realizar reportes anuales como miembros fundadores de la Red Mexicana de Protección a Periodistas y Medios de Comunicación. Este hecho nos parece muy importante ya que es la primera vez que la articulación de organizaciones civiles es capaz de producir un material de gran valor para medir y ponderar el estado de la represión contra periodistas y comunicadores en nuestro país y difundir nacional e internacionalmente tales seguimientos. Esta red se ha instituido como fuente reconocida por algunos medios y agencias informativa que citan y están atentas a la publicación de estos informes.
Durante el sexenio zedillista siguió la espiral de la violencia contra periodistas. Se cometieron cerca de 800 agresiones contra ellos. El dato es preocupante si se considera que a lo largo del gobierno de Salinas se registraron 645 casos. Entre las causas que explican ese aumento se encuentran las características sociopolíticas de profunda inestabilidad, la formulación inacabada de las reglas políticas.3 En el sexenio en su conjunto hubo un ensanchamiento de las libertades públicas; sin embargo, los golpes y violaciones de DH siguieron aconteciendo en el marco de descomposición de las instituciones de procuración de justicia, el incremento de la inseguridad en ciudades y vías. El año más difícil en materia de libertades de expresión, de acuerdo con los informes de la Fundación Buendía fue 1998. Si bien la administración de Zedillo cerró su sexenio con una disminución importante de actos contra el ejercicio periodístico, globalmente se caracterizó como el sexenio más peligroso y difícil para el ejercicio periodístico. En total hubo 865 actos contra trabajadores de los medios, lo que significó un aumentó de 25% con respecto al periodo de Salinas que se había perfilado como la etapa con el mayor número de actos contra los medios.4
Durante el periodo de Zedillo algunos diarios presentaron conflictos con el poder. Uno de los casos más importantes fue la querella contra el periódico El Universal y su director Juan Francisco Healy Ortiz por defraudación fiscal. El 12 de septiembre de 1996 a las afueras del diario se dio un gran despliegue con varios decenas de agentes judiciales. Al día siguiente, Healy Ortiz se presentó ante las autoridades y después de una extensa declaratoria depositó una fianza. Ello desencadenó una gran polémica: El Universal consideró el acto como terrorismo fiscal. La Sociedad Interamericana de Prensa y el Comité de Proyección a Periodistas denunciaron los abusos de poder; sin embargo, la irregularidad fiscal no era una invención. El acto contra Healy fue selectivo y discrecional ya que no se procedió igualmente con otros diarios que tenía problemas fiscales, como el caso de Excelsior. El incidente contra El Universal concluyó en agosto de 1997 cuando un juez cerró el caso e impuso una multa de 24 mil pesos, en lugar de la cárcel.5 Este diario asumió una actitud inusitadamente crítica en sus más de 80 años de vida y un corto periodo de apertura.
En el año 2001 los reportes de la Fundación Manuel Buendía y la Red Mexicana de Protección a Periodistas registraron 126 incidentes contra periodistas en todos los medios; la prensa escrita fue la más afectada contra la libertades informativas. De los cerca de 260 registrados hasta en el actual sexenio, 43% han sido demandas, 15% citas a comparecer, 7% detenciones y 3% anuncios de demandas entre otros. Pareciera con tales cifras que los mecanismos de coerción se han sofisticado, pues ciertamente –como señala Omar Raúl Martínez6–, hay cada vez menos garrote o soborno, pero a cambio se recurre al aprovechamiento de un marco jurídico que posibilita una discrecional, parcial y condicionada aplicación de la ley. Las estimaciones que hacen las organizaciones que producen anualmente el Recuento de daños hablan que de seguir la tendencia actual, en cuanto al porcentaje de actos inhibitorios, se podrían alcanzar poco menos de los 800 incidentes que se presentaron en el sexenio precedente, lo que en su conjunto revelaría la incapacidad del régimen para garantizar el ejercicio del trabajo periodístico.
En realidad, las relaciones con la prensa no han sido del todo límpidas y sin fricciones. Desde los primeros meses de su administración, el presidente Fox etiquetó a los sectores críticos de la prensa como el círculo rojo, y aunque en un principio manifestó respeto por la contribución de la prensa y los periodistas a la democracia, lo cierto es que durante el último bimestre de 2001 no pudo contener controversiales expresiones descalificatorias contra medios y periodistas. Analistas y asociaciones civiles manifestaron su preocupación por estas declaraciones, como la Red Mexicana de Protección a Periodistas que manifestó su inquietud frente a estas declaraciones por las acciones implícitas que podría sugerir. El columnista Carlos Ramírez, del periódico El Financiero, presentó una queja ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en la que cuestionó las acusaciones vertidas por el presidente Fox contra sus críticos y su intromisión en la política editorial de los medios de comunicación, al recomendar que se difundan más los hechos positivos del gobierno. En general el presidente Fox no ha sabido responder a la crítica y mediante comentarios chuscos o irónicos evade el debate.
La prensa y sus crisis estructurales
La evolución de la economía se ha caracterizado en estos 15 años por la volatilidad y inestabilidad y las crisis recurrentes. La prensa mexicana, como la de todo el mundo, depende de la venta de publicidad. En el viejo modelo de subordinación medios-gobierno existían complicidades entre estos actores para subsanar los problemas económicos y resolver, sin importar la falta o no de lectores o el estado de las crisis estructurales, la situación financiera de los diarios.
Hoy día muchos diarios siguen manteniéndose por el apoyo oficial o inserciones pagadas; además, los sistemas de favores y gratificaciones no han terminado. En algunos casos, los dueños de los periódicos continúan dando entre 5% y 12% de comisión a los reporteros por publicidad que interesa al diario. Las viejas formas para otorgar gratificaciones como el embute o el chayo son una práctica todavía en uso. Desde el punto de vista formal han desaparecido las técnicas o los procedimiento cuasi-oficiosos que siguen, pero las rutinas y sistemas para producir, seleccionar y orientar la información no han traspasado a todos los niveles de la industria, ni mucho menos a todos los propietarios o reporteros.
En el inicio de los noventa, varios medios estatales comenzaron a registrar algunos cambios, tanto en su estructura y personal directivo como en sus estrategias de desarrollo y contenido, presionados por el fin de la era de los subsidios y por la necesidad de permanecer y crecer en un escenario crecientemente competitivo. En ese sentido, uno de los temas que movilizó la reflexión de especialistas y dueños de los medios fue, ante la inminente firma de un acuerdo comercial trilateral entre los gobiernos de Estados Unidos Canadá y México, la consideración de las implicaciones económicas, administrativas, sociales y culturales que atraería este Tratado.
La industria de la prensa se ha visto muy castigada por las constantes crisis económicas. El Efecto Tequila tuvo grandes repercusiones en los medios de información, lo que inevitablemente incidió en las relaciones de mutua conveniencia entre prensa y gobierno. El primer elemento que resintió la crisis financiera y económica, se reflejó en el aumento al costo del papel hasta en 140%. Algunos medios que surgieron en esa época tuvieron muy escasa vida como Summa –de la casa Ovaciones, especializado en cuestiones financieras– que circuló menos de un año. La revista El Impresor7 registró el cierre de más de 30 diarios y casi 50 semanarios y quincenarios en 1995.
En los tres años del foxismo han seguido los serios problemas económicos, entre otras causas porque el proceso de globalización y el libre mercado han elevado los costos de la producción. También han contribuido el retiro paulatino de los recursos que los gobiernos destinaban a la prensa, la incapacidad de las empresas para adaptarse a estos cambios, las nuevas correlaciones de fuerzas políticas que impide a algunos diarios mantener el sistema de alianzas o complicidad que sostenían, la modificación de hábitos de lectura, la contracción en la inversión publicitaria gubernamental y privada, la reestructuración del mercado de lectores (mayor segmentación en las audiencias). Todo ello parte un largo y complejo etcétera no reducible a uno de los componentes8 que da cuenta del fenómeno multicausal. El problema no es menor. Según Ernesto Villanueva de los 150 diarios que circulan en México, casi un centenar estarían en riesgo de desaparecer.
En algunos medios ha operado la tendencia desesperada por dar prioridad a los lineamientos del mercado para mantener su estabilidad económica. Prácticamente son pocos los medios que han podido resistir los embates de las consecuencias arriba señaladas. De los casos que han atraído recientemente la atención y resumen la crisis que referimos, podemos mencionar el caso de El Día (fundado en 1962) que hoy languidece antes las disputas internas entre cooperativistas y sus problemas financieros. Excelsior se encuentra ahogado materialmente entre los problemas financieros y laborales, las riñas callejeras y la violencia entre sus trabajadores. Novedades primero disminuyó su tiraje y con ello sus ventas de publicidad y luego dejó de circular. El Unomásuno nunca pudo desligarse totalmente del subsidio gubernamental y atraviesa por difíciles problemas entre su nuevo propietario y los trabajadores.
Conclusión preliminar
Esta rápida mirada a algunos aspectos de la historia reciente de la prensa nos permite concluir que aun cuando han cambiado algunos aspectos de lo que José Carreño llamaba “el modelo de subordinación” de los medios al gobierno, no significa que la prensa mexicana se haya transformado significativamente. Los enfoques de los medios impresos hoy día son más variados y se puede escribir sobre más cosas o asumir una actitud distinta hacia el Presidente de la República u otras figuras de autoridad, pero la mayoría de los diarios siguen siendo políticamente ambiguos. El rigor analítico, la veta informativa y hasta las de opiniones dejan mucho que desear; el gobierno no presiona a la prensa, más por temor al escándalo denunciatorio que por carecer de recursos para ello; muy pocos diarios y prácticamente ninguna revista han conseguido que en sus finanzas, la principal fuente de ingreso haya dejado de ser la publicidad gubernamental. Si bien muchos periodistas jóvenes han escuchado ciertos vicios y mitos que no les tocaron padecer o disfrutar, no por ello se ha generalizado un periodismo de investigación, con capacidad autocrítica ni ética profesional.
El 2 de julio de 2000 significó la alternancia al poder y el desmoronamiento del priísmo tras 70 años de dominio. Lo cierto es que en materia de comunicación, los avances reconocibles –respecto al ejercicio de las libertades de expresión, por ejemplo– han sido más resultado de una inercia histórica que de una iniciativa y un aliento gubernamental. En términos generales, lo que se ha observado es una tonalidad continuista. Como el senador panista Javier Corral ha señalado: “Fox se ha colocado en la fácil actitud de usar los medios más que transformar la dañina relación de rentables privilegios”.
En el caso de la prensa en el inicio del sexenio de Fox, prácticamente todos los diarios nacionales (al menos de los editados en Ciudad de México) tienen una presencia en Internet.
En el campo específico de los medios impresos, el gobierno no ha formulado un diagnóstico razonable. Las acciones gubernamentales en materia de comunicación muchas veces se han reducido a comportamientos reactivos y funcionalistas. Ha relegado los medios impresos y en algún sentido ha incluido una campaña para que no se lean.
No existe una prensa como tal en favor del presidente Fox. La prensa se ha visto castigada por las crisis económicas y también ha privado una nueva condición del mercado editorial. La actitud de los medios en su conjunto es crítica (más en la prensa y la radio, menos en la TV), y esto no se debe a la bondad de los propios medios; sencillamente la verdad informativa y la crítica se hicieron rentables y los medio aprovechan una grado de libertad al que no estaban acostumbrados y que les permite sin reparo ir tras las audiencias, los raiting mediante la explotación del descontento o el malestar social. Los tabúes contra la figura presidencial prácticamente desaparecieron e incluso algunas de las estrategias de la prensa sensacionalista o prensa del corazón (el famoso escándalo del toalla-gate, la boda con su vocera Marta Sahagún) han funcionado en el tratamiento de la fuente presidencial.
El estado de la prensa y los medios goza de mejor salud, pero todavía muestra vicios. La necesidad de una sociedad más participativa en materia de comunicación, la creación de políticas de comunicación de los partidos políticos, la promoción de un periodismo de investigación, la creación de más opciones de información pública siguen siendo temas pendientes en una agenda social más amplia en un país que con muchísimos rezagos camina tímidamente hacia la construcción de un nuevo modelo de relación prensa-sociedad-gobierno.
Notas
1) Riva Palacio, “La prensa en México. Una aproximación crítica”, en Comunicación y Sociedad núm. 25-26, septiembre/abril, Universidad de Guadalajara, Departamento de Estudios de la comunicación, 1995-1996, pp.11-13.
2) Sintetizando las cuestiones y preocupaciones en torno al derecho a la información, Álvarez-Icaza en una ponencia presentada en el “Foro Democracia y Medios de comunicación. Hacia una Ley General de Medios de Comunicación” el 20 marzo de 1992 se interrogaba: “¿Qué quedó de casi 60 años de preocupación gubernamental por la promoción del derecho a la información. Sólo quedan las ocho palabras incrustadas en el Artículo sexto constitucional por JLP [..] sin precisar cómo, cuando, dónde, para quiénes, un impresionante volumen de papeles, ponencias, proyectos legislativos, editoriales, comentarios, sobre el “derecho a la información” que a la postre no han tenido ninguna aplicación práctica, pero queda también un anhelo de llegar a encontrar la famosa cuadratura “(expresión utilizada por el exdiputado priísta y luego empresario de la radiodifusión privada Luis M. Farías en los foros de consulta pública sobre la reglamentación del derecho a la información).
3) Cf. Verónica Martínez, Angélica Pineda y Omar Martínez, “Recuento de daños a las libertades de expresión de información en 1999” en RMC. núm. 64, 2000, pp. 22-27.
4) Verónica Martinez et al (2001) “Recuento de daños a las libertades de expresión e información durante el 2000” en RMC núm. 69, 2001, pp. 38-40.
5) Omar Raúl Martínez, “Vaivenes, sorpresas y conflictos en los medios impresos” en RMC núm. 47, 1997, p.20.
6) Omar Raúl Martínez, “Libertades informativas en México durante 2000-2003” en revista electrónica Razón y Palabra, septiembre 2003 en línea, fecha de consulta 20 de septiembre de 2003, Disponible en www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/apuntes/2003/septiembre.html
7) Citado por OR Martínez, en RMC núm. 43, 1996, pp.19.
8) Cf. Carlos Gómez Valero, “Los diarios en la crisis, la crisis de los diarios” en Revista Etcétera núm. 22, 2002, pp. 65-75.
Cuadro 1
PERIÓDICO TIRAJE
(Núm. de ejemplares)
- La Crónica de Hoy 35, 000
- Cuestión (vespertino) 48, 000
- El Día 20, 000
- Diario de México 45, 178
- El Economista 32, 689
- El Financiero 147, 000
- Esto 385, 000
- Excelsior Lunes a sábado 55, 493
- Domingo 65, 581
- Últimas Noticias (Excelsior) 8, 700
- vespertino
- El Heraldo (Información pendiente)
- El Independiente 50, 000
- La Jornada ** Lunes a sábado 106, 471
- Domingo 100, 924
- Metro 52, 375 ***
- Milenio **** 42, 000
- Ovaciones 1ª Edición Deportes 150, 000
- Ovaciones 2ª Edición 100, 000
- vespertino
- La Prensa 330, 000
- Récord 40, 000
- Reforma 146, 883 ***
- El Sol de México 60, 500
- Mediodía (El Sol de México) 45, 000
- vespertino
- La Tarde (vespertino) 25, 000
- El Universal Lunes a sábado 170, 356
- Domingo 181, 615
- El Universal Gráfico (vespertino) 18, 000
- Unomásuno 35, 549
- La Extra (semanal) 30, 000
Tiraje certificado por el Instituto Verificador de Medios (IVM).
** Perfil de lector tomado del Estudio General de Medios (IPSOS-BIMSA, 2002):
Profesionistas con alto poder adquisitivo; hombres, 57%; mujeres, 43%; nivel alto (ABC+), 44%; Nivel medio, 32%; total de lectores diarios 234 mil 390
*** Tiraje certificado por Price Waterhouse Coopers.
**** Perfil de lector: hombres 65%; mujeres 35%; nivel socioeconómico ABC+ 59%; edades de 25 a 44 años 59%; perfil académico 76%
Fuente: Directorio de Medios Publicitarios, Directorio MPM de Medios Impresos 3/03, edición 179, agosto 2003, Medios Publicitarios Mexicanos SA de CV, México, 2003.
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