Crímenes de odio: Homofobia y democracia
- 705 asesinatos por odio a homosexuales ocurrieron en México entre 1995 y 2009.
- El D.F. es la entidad con mayor incidencia con 196 defunciones: Letra S.
- «En el México de hoy eres bienvenido a la pluralidad democrática siempre y cuando no seas diferente. Lejos está el día en que un insulto, un sólo insulto, contra un homosexual despierte revuelo general, que sea causa suficiente para que alguien pierda su trabajo e incluso enfrente cargos legales. ¿Suena descabellado y desproporcionado?», inquiere Rodrigo Carranza.
5 de noviembre de 2011
México entró oficialmente a la democracia con las elecciones federales del año 2000. A los ganadores se les podía ver festejar como nunca en el Ángel, incluso parecía que del cielo caían papelitos multicolores. Venían nuevos tiempos. Ya por fin el país tomaba el rumbo correcto hacia una sociedad plural y más justa.
Sin tanto jolgorio un par de años atrás (1998) un grupo de ciudadanos distinguidos y comprometidos (entre ellos, Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis) creó una Comision Ciudadana Contra Crímenes de Odio. La intención de la Comisión era insistir para que se esclarecieran los asesinatos contra homosexuales y también hacer notar que en México había odio, un odio que mes tras mes cobraba nuevas víctimas en la más acérrima de las impunidades. Aún hoy.
En la superficie se podría pensar que la sociedad mexicana sí es más respetuosa con la comunidad homosexual. En la televisión es más común ver personajes gay, especialmente en series importadas desde E.U., series en las que se «normaliza» e integra la homosexualidad a la cotidianeidad de la sociedad (aunque también prevalecen los estereotipos homofóbicos). La aceptación parece existir no sólo en esos mundos de ficción, sino en los túneles mismos de nuestro sistema de transporte público. No es inusual ver parejas en el Metro, como tampoco lo es verlas en las plazas comerciales, tomadas de manos. ¿Realmente la sociedad mexicana es tan conservadora como lo fue en el siglo XX? Tal vez México sí se había subido al tren de la democracia no sólo mediante las urnas, sino con todos los colores del arcoiris en una sociedad más tolerante ante su innegable realidad plural. Porque eso es un hecho innegable: en México somos muchos y muy distintos los unos de los otros. De ahí la importancia del sentido democrático para el desarrollo sano y pacífico de la vida cotidiana de los ciudadanos.
Como un farol en un mar de desinterés por parte de autoridades y de la sociedad en general, los artículos de «Letra S» (suplemento del periódico La Jornada sobre sexualidad) tratan el tema y abundan como pocos lo hacen. Sus investigaciones han revelado una realidad distinta a la de la supuesta pluralidad.
Cuando le pregunté a Alejandro Brito, director de la asociación civil Letra S, si la homofobia era una enfermedad, su respuesta fue clara y tajante: No, la homofobia no es una enfermedad, sino una construcción social.
¿Qué significa eso? Por lo pronto que cada año son asesinados incontables ciudadanos mexicanos como resultado de esa construcción social conocida como homofobia. «Incontables» en el sentido literal que le da el diccionario de la Real Academia Española: Que no puede contarse, muy difícil de contar, numerosísimo.
Eso es justo lo que uno encuentra cuando intenta aproximarse a un estudio serio de los asesinatos contra homosexuales motivados por el odio en México: no se han podido contabilizar de manera satisfactoria aunque se ha logrado saber que son numerosas las víctimas y, por ende, también los asesinos (quienes caminan libremente en las calles, hombro con hombro con el resto de los ciudadanos). Es difícil acceder a la información, y la información que hay no refleja todo los casos de homofobia. Las razones de ello son diversas y reflejan la naturaleza del problema de la homofobia en México.
La figura de crimen de odio es una noción proveniente de Estados Unidos. En México existe sólo en el Distrito Federal, en Coahuila y Campeche. [1] No obstante, de acuerdo con Brito, las autoridades suelen explicar los crímenes contra homosexuales con la figura de «crimen pasional».
La otra razón por la que no hay información es porque pocas familias de las víctimas tienen interés en denunciar o por dar seguimiento a las investigaciones.
Además, la información que se puede obtener no es suficiente porque los expedientes no pueden ver la luz pública a menos que el crimen haya prescrito o que haya sido resuelto. Esto último rara vez ocurre, explica Brito.
No todo está perdido, la iniciativa y el esfuerzo incansable de organizaciones civiles ha arrojado datos relevantes sobre la situación que se ha desarrollado desde 1998 en México.
Datos duros
Letra S y la Comisión Ciudadana Contra Crímenes de Odio contra Homosexuales (CCCCOH) se han dado a la tarea de informarse sobre los crímenes contra homosexuales. No ha sido una tarea fácil y sí una de mucho trabajo.
La CCCCOH optó por consultar los diarios del país para conocer sobre los casos de asesinatos debido a que era muy difícil acceder a la información oficial. [2] Esa labor ha dado resultados, pues desde hace años ha arrojado cifras sobre un fenómeno que se tenía no en el olvido, sino en el más absoluto desinterés.
De acuerdo con el Informe de Crímenes de Odio por Homofobia elaborado por Letra S, en México se cometieron 705 asesinatos entre 1995 y 2009. [3] ¿Pero en un contexto nacional en el que ha habido cincuenta mil muertos como resultado de la llamada «Guerra contra el narco» qué relevancia tienen esas cifras para la sociedad mexicana constituida por poco más de ciento diez millones de habitantes? La respuesta es clara: Tiene total relevancia.
Un Estado democrático, o al menos uno que aspira a serlo, es una maquinaria compleja en la que no se pueden descuidar temas vitales por atender otros que también lo son. Y éste no es sólo «otro» tema más, sino que debe ser un tema central en la agenda de la sociedad y de los políticos.
La geografía del odio
Los datos que existen arrojan por lo pronto que en México los asesinatos por homofobia están distribuidos de manera dispareja en el territorio nacional. En algunas entidades se han registrado pocos casos. Por ejemplo, en Puebla se registraron dos asesinatos contra homosexuales en trece años, de acuerdo con el Informe de Letra S de mayo del 2010. [4] Mientras que es en el Distrito Federal donde se presentan más casos: 196 entre 1995 y 2009. [5]
La distinción entre las distintas entidades no sólo debe referirse a la cantidad de casos, sino a la manera en que se persigue el delito en los distintos estados. De ahí que Brito señale la importancia de que haya estudios de tipo académico para comprender el fenómeno de la homofobia mejor.
Una de las líneas de investigación académica que se podría emprender sería la de la geografía del odio. La homosexualidad y la discriminación no ocurren de la misma manera en ciudades tradicionalmente conservadoras (como Querétaro) que en ciudades cosmopólitas (como la Ciudad de México). La distinción es relevante porque reflejaría que la democracia misma se vive de maneras distintas en el país. Cabe señalar que es paradójico que en el Distrito Federal haya más asesinatos y al mismo tiempo se trate de la entidad donde la comunidad LGBT (Lesbico, gay, bisexual y transgénero) ha contado con más apoyo de las autoridades.
En el año 2000 la PGJDF (Procuradoría General de Justicia del Distrito Federal) lanzó una Campaña de Prevención del delito con el objetivo de que la población LGBT tomara precauciones para no ser víctimas del delito. [6] Aún así, Brito señala que no todos los procuradores han mostrado el mismo interés y que ese tipo de campañas no se han repetido, lo cual es lamentable pues muchos asesinatos posiblemente pudieron ser prevenidos.
A diferencia de otras entidades donde los activistas han recibido amenazas, Brito comenta que no han tenido ese problema en Letra S. Tal pareciera que en la ciudad converge lo peor de la intolerancia y lo mejor de la pluralidad. Hace falta un estudio para comprender las paradojas que esta entidad presenta. Por un lado parece haber más tolerancia y visibilidad, pero por el otro parece ser que la visibilidad también propicia más ataques. Es en el Distrito Federal donde han logrado atrapar a asesinos de homosexuales. Entre ellos, Raúl Osiel Marroquín Reyes, un sádico multihomicida, a quien la policía capturó en el 2005.
El director de Letra S también destacó al procurador Joel Ortega como uno de los que más colaboró con la comunidad LGBT.
Mientras en el Distrito Federal existe una «mejor» relación con las autoridades y mayor interés por atender la situación, en otras entidades la discriminación viene precisamente de las autoridades, que sería el caso que sufrió Octavio Acuña.
Octavio fue un activista que denunció junto con su pareja la discriminación de la que fueron víctimas en un parque de Querétaro por parte de polícias el 17 de septiembre de 2004. Presentó denuncias tanto en la Comisión de Derechos Humanos local como en la Nacional. Las comisiones hicieron caso omiso. Mientras tanto, los activistas recibieron amenazas para que retiraran las denuncias. El interés público por el asunto incrementó y también las intimidaciones. El 21 de junio de 2005 Octavio fue asesinado con siete puñaladas. Atraparon al supuesto homicida pero bajo declaraciones y circunstancias dudosas que no dan certeza acerca de si realmente es el asesino o no.[7]
Avances: La pregunta en el aire
Alejandro Brito considera que tras tantos años de insisitr en el tema sí hay avances. En los medios existe una mayor conciencia sobre los crímenes contra homosexuales, lo que podría explicar que los casos que la CCCCOH encuentra en su revisión hemerográfica sean mayores que hace años. Sin que eso signifique necesariamente que haya más asesinatos. Aunque no se puede descartar que de hecho sí hayan incrementado los asesinatos. Esa es otra de las incógnitas que quedan en el aire.
No obstante, Brito muestra cierto entusiasmo ante el hecho de que en una mayor o menor medida los medios han cambiado la figura de «crimen pasional» por la de «crimen de odio». No es poca cosa, si se toma en cuenta que la figura de «crimen pasional» es con la que normalmente se suelen desechar los casos de homicidios contra homosexuales, atribuyendo el crimen a la pareja o a algún conocido de la víctima en lugar de abrir una línea de investigación que agote todas las posiblidades para dar con los verdaderos victimarios.
Tambien hay que destacar que el 9 de marzo de 2010 comenzó a funcionar en el Distrito Federal una Agencia Especializada en Investigación para la Atención del Delito de Homicidio Doloso en Agravio de Mujeres y Personas con Orientación o Preferencia Sexual por Identidad o Expresión de Género. [8] Es un avance importante si lo contrastamos con casos de impartición de justicia como el de Octavio Acuña. El acuerdo tácito social
«¡Ahí está el puto!» fueron las palabras que Miguel Cane escuchó antes de recibir una golpiza afuera de un establecimiento comercial en febrero de 2006. Terminó en el hospital aunque libró la muerte. Su caso es relevante porque normalmente sólo se destacan los crímenes de odio que culminan en asesinato. Pero Alejandro Brito señala la importancia de abrir el espectro de la definición de crimen de odio. Es un crimen cuya naturaleza es mucho más amplia que la del asesinato. Se escucha mucho menos de las golpizas porque casi no se denuncian. Miguel Cane sí denunció. Cuando rendía su declaración en algún momento el agente en turno del Ministerio Público (MP) le preguntó si él había dicho en televisión que era homosexual. De hecho así fue, Miguel es periodista y en un programa de televisión en el que analizaba la película Brokeback Mountain comentó acerca de su preferencia sexual. La respuesta del MP fue: «¡Y luego por qué se quejan, de veras!» [9]
Queda la pregunta en el aire: ¿Qué pasó con la Agencia Especializada en ese tipo de delitos creada apenas hace un año? ¿Por qué Miguel no fue atendido por una persona capacitada como correspondía con su caso?
Y es que parece ser que el acuerdo tácito social (ilegal) consiste en que el homosexual no puede expresar su preferencia o su identidad sexual libremente. Si lo hace, se gana la agresión.
Lejos parece estar el día en que logremos una sociedad que se indigne ante las agresiones, no se diga la burla y el insulto verbal (que en realidad son graves agresiones psicológicas).
Son cientos de casos. Entre ellos está el de Octavio, quien fue discriminado en un parque y asesinado tras defender sus derechos; también está el caso de Miguel que acabó en el hospital tras reconocer su orientación sexual en televisión. Los datos con los que contamos para comprender cabalmente los crímenes de odio en México son imperfectos e incompletos. Independientemente de las deficiencias en la información y del desinterés que las autoridades han mostrado en mayor o menor medida según el caso, hoy gracias al esfuerzo y valor de organizaciones como la CCCCOH y «Letra S» hay un hecho claro y contundente: En el México de hoy eres bienvenido a la pluralidad democrática siempre y cuando no seas diferente. Lejos está el día en que un insulto, un sólo insulto, contra un homosexual despierte revuelo general, que sea causa suficiente para que alguien pierda su trabajo e incluso enfrente cargos legales. ¿Suena descabellado y desproporcionado?
No sólo asesinatos
John Galiano fue despedido de la firma Dior de manera expedita y sin tapujos por haber hecho comentarios antisemitas. La casa Dior no toleraría eso.
De acuerdo con el artículo del New York Times acerca de los comentarios racistas de John Galiano «la ley en Francia considera un crimen incitar al odio racial; la ley se ha usado en el pasado para castigar comentarios anti-Semíticos.» [10] Así pues, en otros países se toman muy en serio no sólo los crímenes de odio que culminan en homicidios, sino también las palabras de odio. Algo para recordar.
La discriminación no atenta sólo contra un individuo, sino contra la sociedad democrática en su esencia misma. ¿De qué sirve la democracia de papel si los ciudadanos no encarnan el espíritu democrático en los hechos de la convivencia social plural?
Cabe mencionar que la impunidad no caracteriza sólo los crímenes de odio en México. En su libro, Crimen sin castigo, Guillermo Zepeda Lecuona (2004) deja claro que la mayoría de los crímenes en México quedan impunes. ¿Por qué entonces hacer énfasis en los crímenes de odio? Porque son crímenes que atentan contra la esencia misma de lo que es una democracia, porque son crímenes que se cometen con una saña terrible, cuyos perpetradores son a tal grado peligrosos que no deberían estar libres en las calles, al acecho de su siguiente víctima (sea esta o no homosexual), y porque es obligación del Estado perseguir y sancionar a los agresores.
Vulnerabilidad social
Entre otras recomendaciones que la PGJDF dio en sus folletos a la comunidad LGBT para que se cuidarán en el año 2000 estaban:
- «No invites a recién conocidos a tu casa»
- «Si vas a tomar taxi (a la salida de bares), elígelo tú»
- «Que no te duerman, vigila tu bebida» [11]
Le pregunté a Brito si esas recomendaciones en particular reflejaban una tendencia en la manera en que ocurren los crímenes de odio contra homosexuales. Me explicó que muchos crímenes han ocurrido en un contexto de vulnerabilidad social.
Muchas víctimas temían que sus familias conocieran sobre su orientación sexual y eso las hacía vulnerables a delincuentes que aprovechaban su soledad para seducirla, asaltarla y, finalmente, asesinarla brutalmente. Es vital recalcar que la vulnerabilidad en la que vivían muchas de las víctimas antes de ser atacadas refleja una homofobia social (en la familia, en el trabajo, en las calles) que es la que despoja poco a poco a los individuos de las redes de apoyo con las que otras personas cuentan tradicionalmente. El crimen de odio es la culminación de esa construcción social de vulnerabilidad y, en última instancia, es responsabilidad del colectivo social y no sólo del último eslabón de la discriminación (el asesino).
Hay que destacar que los crímenes de odio no son exclusivos contra la comunidad homosexual, también los hay contra mujeres, contra indígenas, contra minorías religiosas, y raciales. El crimen de odio existe en nuestra incipiente democracia mexicana. Es en el interés de los mexicanos que se sancione para poder avanzar hacia un Estado genuinamente democrático.
Antes de concluir la entrevista, Alejandro Brito comentó que todos los días llegan nuevos casos de homofobia a «Letra S» pero por desgracia están rebasados. Ya no cuentan con la asesoría legal que tenían hace algunos años. También necesitan recursos. No es un trabajo para una asociación civil, es el trabajo que deben realizar las autoridades. «En Estados Unidos los crímenes de odio los persigue el FBI», puntualizó.
Una sociedad en la que se violan los derechos fundamentales, así se trate de un sólo individuo, en la que la ley se aplica de manera discrecional, con base en prejuicios y no en el Derecho, es una sociedad en la que nadie puede estar seguro. Nadie está a salvo.
Notas
- 1 (Alejandro Ávila Huerta. Desde Abajo. Hidalgo 9 de mayo 2011 http://www.desdeabajo.org.mx/wordpress/?p=6982).
- 2 (Irma Cruz, 2000, Letra S 3 de Agosto, pg.8).
- 3 (Leonardo Bastida Aguilar, NotieSe mayo 17 de 2011 http://www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=4902)
- 4 (América Farias Ocampo, La Jornada de Oriente, 7 de mayo de 2010 http://www.lajornadadeoriente.com.mx/2010/05/17/puebla/jus204.php).
- 5 (Leonardo Bastida Aguilar, NotieSe mayo 17 de 2011 http://www.notiese.org/notiese.php?ctn_id=4902).
- 6 (Irma Cruz. Letra S, 3 de Agosto 2000 pg 8).
- 7 (Fernando del Collado. Homofobia. 2007 Tusquets Editores)
- 8 (Fernando Martínez, El Universal, 8 de marzo de 2010 http://www.eluniversal.com.mx/notas/664386.html)
- 9 (Miguel Cane. Animal Político, 20 de octubre del 2011. http://www.animalpolitico.com/blogueros-ciudadano-cane/2011/10/20/la-homofobia-y-tu/)
- 10 (Matthew Saltmarsh. New York Times, 1 marzo 2011 http://www.nytimes.com/2011/03/02/fashion/02dior.html?pagewanted=all)
- 11 (Irma Cruz. Letra S, 3 de Agosto 2000 pg 8).
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