Periodismos

  • Un nutriente social llamado «información».
  • El periodismo de investigación: El cuarto poder de la prensa.
"Periódico". Yon Garin. @ Flickr

«Periódico». Yon Garin. @ Flickr

Por Omar Raúl Martínez

Publicado originalmente en RMC 76

La supervivencia y fortalecimiento de una democracia radica en el desarrollo de ciudadanos libres y capaces de comprender su realidad y tomar decisiones colectivas, para lo  cual se precisa de un valioso nutriente social: información.

En las diversas latitudes, el periodismo y sus hacedores se debaten hoy entre cinco caminos o modelos en su ruta por afincarse una identidad y tareas propias, emergidos de la metáfora canina:

  1. perros falderos: asumir una actitud de subordinación, dependencia,  lambisconería y tibia o nula crítica con el afán de ganarse el beneplácito del dueño del poder y, por ende, paladear la chuleta publicitaria;
  2. perros cirqueros: privilegiar los criterios del entretenimiento o las maromas de la espectacularización desmesurada para sorprender y así elevar ratings  y tirajes, aun a costa del riesgo de la trivialización;
  3. perros de ataque: irse al pescuezo de los actores públicos a la menor provocación, erigiéndose como incuestionables fiscales a ultranza;
  4. perros de vigilancia: desarrollar una acuciosa tarea de supervisión  del entramado  sociopolítico a fin de custodiar o hacer valer, públicamente, el respeto de libertades y derechos ciudadanos; y
  5. perros lazarillos: hacer  ver y aportar luz  a quienes necesitan orientación en su andar cotidiano para elevar su nivel  de vida. (1)

Si bien es cierto que casi todos los medios informativos del mundo contemporáneo entremezclan de una u otra forma tales facetas, resulta preciso apuntar que las dos últimas suelen ser las más ausentes en el entorno mexicano y, justamente, las de mayor aprecio en un país que pretende transitar a la democracia.

Nutriente social

La supervivencia y fortalecimiento de una democracia radica en el desarrollo de ciudadanos libres y capaces de comprender su realidad y tomar decisiones colectivas, para lo  cual se precisa de un valioso nutriente social: información.

En manos de la gente, la información da fruto  al conocimiento  que posibilita la defensa y ampliación de sus derechos  frente a la autoridad, es decir: le aporta argumentos para exigir responsabilidades.  Tan vital alimento para un  sistema democrático debe ser ofrecido por los medios de comunicación a través del periodismo  cuya misión, además, se extiende a fungir como vigilantes o guardianes del ejercicio de los poderes, apegándose a criterios de servicio público y responsabilidad.

El quehacer de los medios periodísticos, pues, resulta esencial a luz de las aspiraciones democráticas de un país.2

Con esa estafeta destacan dos tipos de periodismo que se vienen perfilando en los últimos años, particularmente en Norteamérica pero con  cierta influencia en América Latina y el resto del mundo: el periodismo de investigación y el periodismo cívico.

Periodismo de investigación

De acuerdo con la Investigative Reporters and Editors (IRE), el periodismo de investigación  “es el reportaje, conseguido mediante el trabajo de un reportero y por su propia iniciativa, de asuntos  de importancia que algunas personas u organizaciones desean mantener en secreto”.  Denunciar los tumores malignos de la sociedad y del aparato gubernamental, la malversación de fondos públicos, la corrupción, el peculado, los abusos de poder, los fraudes, la concesión de favores a particulares en perjuicio del bien público, la  concentración de privilegios, etcétera, son los propósitos centrales del llamado periodismo de investigación.

Impulsada con mayor asiduidad en Estados Unidos desde principios de los años setenta, esta corriente periodística atrajo las miradas cuando dos reporteros de The Washington Post revelaron al mundo el caso  del  Watergate, el escándalo político más grave de Estados Unidos que derivó en la obligada renuncia del presidente Richard  Nixon. El desempeño de la prensa en tal asunto significó a la postre  el  mejor espejo de lo que el periodismo debería ofrecer a la democracia: hacer  que  el poder rinda cuentas.4

El periodismo investigador es importante debido a su contribución múltiple al ejercicio del  gobierno democrático. Su función puede comprenderse en consonancia con el modelo del Cuarto Poder de la Prensa. Según este modelo, la prensa debe hacer responsable  al gobierno mediante la publicación de información sobre asuntos de interés público, incluso  cuando dicha información revela abusos o delitos perpetrados por las autoridades.5

El referido modelo se vincula a la lógica del necesario equilibrio de poderes que se exige para supervisar o evaluar el desempeño de las instituciones  democráticas.

De acuerdo con Gerardo Reyes:

Una caracterización más amplia del periodismo de investigación concibe al reportero-investigador como un experto armador de rompecabezas, cuyas piezas están dispersas y a menudo  alguien  trata de mantener ocultas. Su misión es poner las cosas juntas con el fin de mostrar cómo funcionan y cómo se comportan las personas en una sociedad en crisis.

Por su parte, José Manuel de Pablos, distingue cinco etapas en el periodismo de investigación:

  1. la pista: cuando un detalle, información o hecho da pauta para iniciar cierta investigación;
  2. la pesquisa: cuando el periodista comienza a indagar mediante entrevistas, consulta de archivos, etcétera;
  3. la publicación: cuando se dan a conocer los resultados, previamente corroborados;
  4. la presión: cuando los afectados presionan, intentan censurar próximas publicaciones y ponen en entredicho la labor del reportero;
  5. la prisión: cuando a los involucrados se les sigue  un curso judicial y acaban sentenciados.

Periodismo cívico

El periodismo cívico, por  su parte, busca refrendar  y estimular uno de los afanes medulares de los medios informativos pero que quizá está siendo soslayado: educar a los ciudadanos sobre temas de atención pública para que puedan asumir decisiones cívicas en un entorno democrático.

Sugerido e impulsado por la Fundación Pew Charitable en Estados Unidos ante una notoria indiferencia cívica y desinterés social y político, tal tipo de periodismo tiene como principio proveer informaciones útiles para la resolución de problemas, la asunción de corresponsabilidades y el mejoramiento de la comunidad. En lugar de comportarse cual perros vigías y de ataque como lo asume el periodismo investigador, los periodistas cívicos pretenden adoptar el papel de orientadores (o perros guía o lazarillos) sin renunciar a su tarea de vigilancia responsable.6

El periodismo cívico es ahora  una  etiqueta amplia que trata de contribuir a  superar el sentimiento  de impotencia y alienación de la  gente. Busca educar a los ciudadanos sobre cuestiones importantes  y de actualidad para que  puedan tomar decisiones cívicas, participar en  el diálogo público   y,  en general, ejercer sus responsabilidades en una   democracia.7

Ninguna de las primigenias funciones del periodismo en un entorno democrático (vigilancia y guía) aquí referidas, podrían cumplirse sin el  ejercicio, respeto e impulso de las libertades de expresión e información.

En realidad, las libertades informativas constituyen, como lo dice Ernesto Villanueva, “la columna vertebral para la salud y la sana reproducción de un régimen democrático” porque a fin de cuentas sólo se justifican si satisfacen el derecho a la información de la sociedad, prerrogativa fundamental gracias a la cual se hace copartícipe al ciudadano en la toma de decisiones colectivas.8

En pocas palabras: un periodismo con matices realmente investigativos-vigilantes y cívicos-orientadores sólo puede encontrar asideros y estimulo cuando el sistema político en que se desenvuelve garantiza el derecho a la información del público vía el respeto de las libertades informativas que toda democracia debe proveer. Y México, con trompicones y desmesuras, intenta caminar apenas rumbo a ese horizonte.

Notas

1) Véase  Schaffer, Jan, “La función de los medios de información en construir  una  comunidad”, disponible  en internet: http://usinfo.state.gov/journals/itgic/0401/ijgs/gj-2.htm

2) Véase Bettetini, Gianfranco y Fumagalli, Armando, Lo que queda de los medios, EUNSA, Navarra, España, 2001, pp. 22-24. En esta obra, sus autores resaltan que la información es un bien primario, pero lo es siempre y cuando  toque temas relevantes para la vida pública y, desde luego, omita la falsedad. Al respecto enfatizan: “Si quisieramos hacer una analogía con la comida, la información falsa no sería un alimento caducado, de mala calidad, sino veneno”.

3) Véase Reyes, Gerardo, Periodismo de investigación, Trillas, México DF, 1997.  De Pablos, José Manuel, “Periodismo de Investigación: las cinco P”, en Revista Latina de Comunicación Social  número 9, septiembre de 1998, disponible en internet: http://www.lazarillo.com/latina/a/475fp.htm

4) Waisbord, Silvio, “Por qué la democracia necesita del periodismo investigador”, abril de 2001. Disponible en internet: http://usinfo.state.gov/journals/itgic/041/ijgs/aj-3htm

5) Ibidem.

6) Schaffer, Jan, Op. Cit.

7) Ibidem.

8) Villanueva, Ernesto, Autorregulación de la prensa, Porrúa y UIA, México  DF, 2002.

 

Más aniversarios

Como cada septiembre, en la Fundación Manuel Buendía y la Revista Mexicana de Comunicación  estamos de manteles largos, pues ambas celebran un aniversario más. La FMB llega a la mayoría de edad no sin dificultades pero con mucho entusiasmo y varios proyectos para ampliar sus afanes primigenios. La RMC alcanza ya 14 años de vida y, aun en medio de tempestades y carencias publicitarias, sigue vivita y rozagante.

Los frutos de una entidad como la Fundación Manuel Buendía no serían una realidad sin la noble, comprometida y eficaz entrega de un Gran Equipo de Trabajo: Esperanza, Clara y Fabiola Narváez Perafán (el famoso Clan Narváez), Abigail Cervantes, Dulce Juárez, Paola Casas, Jorge Jaramillo, Janeth Secundino… Pero también merecen un digno reconocimiento nuestros colaboradores y amigos que de manera incondicional han zarpado en el barco de la Fundación en diversos programas, como articulistas, instructores, conferencistas o anunciantes. A todos ellos, una vez más, Gracias.

A 14 años de su primera luz, la Revista Mexicana de Comunicación  afianza sus compromisos editoriales y espera seguir contando con la fidelidad de todos sus lectores.

¡Salud!

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