Los primeros teclazos con Buendía

  • Sus recomendaciones para formarse como un informador responsable.
  • La preparación del periodista debe ser sólida, constante y actualizada.
"Fotografía". Greg Turner @Flickr

«Fotografía». Greg Turner @Flickr

Por Juan Bautista

Publicado originalmente en RMC 86

El periodismo es un asunto serio. No se puede jugar con el interés público. Quien decida emprender esta fascinante y responsable profesión, debe pensarlo más de dos veces.

Éste fue uno de los primeros consejos que recibí del maestro Manuel Buendía, hace más de 20 años, en su Mexican Intelligence Agency (MIA), como le gustaba nombrar a sus oficinas situadas en avenida Insurgentes 58, en la Ciudad de México.

De trato afable, escrupuloso, lenguaje fino y preciso, Buendía sometía a sus posibles alumnos de séptimo semestre de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, a un examen general de conocimientos. Ya en clases, combinaba la teoría con ejercicios periodísticos: crónicas urbanas, entrevistas a los personajes de la colonia, artículos sobre un tema de interés nacional, la nota de la semana, reportajes, hasta llegar a las prácticas profesionales. Entonces, enviaba a sus discípulos a un periódico o agencia informativa, previo acuerdo con uno de los directivos, para que le asignaran alguna fuente con el reportero titular.

La misión consistía en elaborar las notas de la orden de trabajo de ese periodo. El jefe de información en turno las revisaba, el reportero acompañante daba un comentario sobre el trabajo del estudiante, y finalmente el director del diario o de la agencia, en un sobre lacrado, le enviaba una nota a Don Manuel, quien decidía la calificación a partir de la información aportada por esos personajes.

El maestro tenía un particular método para calificar. Decía:

La escala va de diez a cero y de cero a diez. Así, quien obtenga cero, apenas se dará cuenta que es apto para este oficio; quien alcance tres, podrá empezar en serio a cultivarse. De todas maneras en la escala tradicional de calificaciones estaría reprobado.

En sus clases de los viernes, allá en 1983, Buendía destacaba la necesidad de una preparación sólida, constante y actualizada:

Es como todas las profesiones: día a día, el conocimiento sobre un tema determinado avanza, no se puede estancar y es necesario, entonces, que el periodista, el comunicador, tenga las herramientas para poder salir adelante en una profesión que demanda un conocimiento particular, y en ocasiones especializado.

 

Entre sus recomendaciones están:

Realizar buenas lecturas, interesarse por el séptimo arte, leer todos los días tres o cuatro periódicos; analizar los temas. No sólo basta con escuchar las noticias por radio y televisión: hay que clasificarlas, darles seguimiento y ensayar las distintas redacciones hasta sentirse satisfecho. Estos serían los primeros pasos antes de iniciarse en el oficio de esta alta y responsable, amable y veleidosa, entregada y riesgosa profesión.

Fueron clases plenas de consejos y de práctica durante más de dos años, entre 1982 y 1984. El maestro Buendía solía repetir una fórmula que hizo muy suya a los largo de su vida profesional:

  1. Todo aquel que quiera dedicarse al periodismo, primero deberá demostrarse a sí mismo que es apto o al menos tiene cualidades para adentrarse en este fascinante mundo.
  2. Además de contar con una amplia cultura, tendrá que cuidar su preparación académica y profesional.
  3. Cuidará cotidianamente la práctica de su escritura, hasta que con palabras sencillas y frases acabadas reconfirme que sí puede contar una historia, porque el periodismo se trata de eso: de contar historias bien sustentadas y sin soslayar el análisis.
  4. Crear su archivo personal de los temas que más le interesen o, según sea el caso, le soliciten en el medio que lo contrató.
  5. Integrar una amplia red de información, de fuentes directas, institucionales, especializadas o simple y llanamente de informantes.

Con estos sencillos pasos, decía Don Manuel, “lo que viene, las misiones que tienen por delante serán más sencillas: estarán mejor preparados para la vida y a donde los lleve el periodismo”.

Una vertiente sobre la cual acostumbraba profundizar era el estilo:

Como en el box o en los toros, una vez que usted tiene todos los elementos para competir, ahora viene el asunto del pulimento. Es como en el diamante: para llegar a ser un real diamante, expuesto en los mejores escaparates, pasó antes por un tratamiento natural, que tal vez duró siglos, para después ser rescatado de las entrañas de la naturaleza y sometido a un delicado y largo tratamiento técnico, donde se pulió y después se diseñó según el corte. Así es el periodismo: no sólo es información bruta, también supone estilo que refleja al mismo tiempo la cultura y hasta la forma de ser del periodista.

En la última parte de nuestros encuentros, ya incluso iniciado 1984, Buendía llegó a establecer la necesidad de modificar la currícula escolar en todas las carreras de periodismo y comunicación. Decía:

Nuestro país necesita comunicadores sociales y no sólo la formación de reporteros y otras especialidades técnicas. Cada vez somos más habitantes y se lee menos. De ahí la necesidad de capacitar a los jóvenes en materia de comunicación social dentro de sindicatos, organizaciones sociales y políticas, a fin de que tengan el conocimiento para elaborar políticas públicas de comunicación en radio y televisión, incluso llegar a la autogestión.

México hoy registra un faltante en ese terreno, y constituye un compromiso pendiente. Entre más informada esté una sociedad, mejor sabrá defender sus derechos. Y si nosotros hacemos bien nuestro trabajo, cumplimos cabalmente con nuestra responsabilidad social.

A más de 20 años del primer encuentro en las aulas, tengo muy presente sus palabras. Espero sirvan estas breves notas a quienes piensen fincar un camino periodístico y recuperen algunos consejos de quien siempre pensó más allá de lo inmediato.

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