Valentía periodística

Jesús Blancornelas

La  mafia  del  narcotráfico  le  puso  precio  a  su cabeza  por  sus  incómodas  revelaciones.  El  Comité para  la  Protección  de  los  Periodistas  de  Nueva York   lo  llamó  “el  líder  espiritual  del  periodismo mexicano  moderno”.  Pese  a  constantes  amenazas  y  atentados,  jamás  renunció  al  oficio  de  informar sobre  los  vicios  y  corruptelas  que  asfixian  al  norte  del  país.  Su  nombre:  Jesús  Blancornelas.

La fragorosa vida periodística del fundador del semanario Zeta llegó a su fin el 23 de noviembre pasado por la complicación de una dolencia crónica en el pulmón izquierdo. Entre las muchas lecciones que lega al periodismo mexicano podemos resaltar su Valentía, porque nunca se arredró ante numerosas intimidaciones del poder; Voluntad, porque se impuso un ánimo tenaz para hacer de Zeta una publicación de referencia nacional; Vocación, porque asumió y respetó con fidelidad, hasta la muerte, el dictado de su voz reporteril; y Verticalidad, porque ni el miedo ni el dinero  lo hicieron sucumbir al silencio interesado.

Otra lección de don Jesús Blancornelas puede hallarse en su última etapa como periodista: aun a costa del operativo de seguridad que lo protegía día y noche, al grado de significarle una  prisión insalvable, desplegó mejor su veta como reportajista que después convirtió en libros. Allí encontramos a un Blancornelas –particularmente En estado de alerta–  que acude a la memoria, al dato, a la denuncia y a la reflexión en una prosa coloquial, por momentos intermitente y sin mayores pretensiones, pero efectiva porque teje historias de vida y del poder.

Camino azaroso

Nacido hace 70 años en San Luis Potosí, Jesús Blancornelas rehuyó de sus primeros estudios de contaduría para incursionar desde 1956 en las redacciones de la prensa local, donde escribió en torno a deportes: box, toros, fútbol y ciclismo. En su recorrido profesional, dirigió  a fines de los años sesenta La Voz de la Frontera y también fue directivo en El Imparcial de Hermosillo a mitad de los setenta. Cansado del control oficial y la mirada censora, en 1977 funda el periódico ABC en Tijuana, con la inquietud de impulsar un periodismo de mayor aliento crítico hacia los poderes, que privilegie la denuncia previamente investigada.  Es entonces que comienza a revelar los excesos, las injusticias y los atropellos del gobernador de Baja California, Roberto de la Madrid.

Una muestra de ese puntilloso periodismo lo rescató, y dio a conocer en octubre de 1979, el propio Manuel Buendía en su columna “Red Privada”, que citamos en extenso:

El periodista Blancornelas realmente ha hecho todo lo posible por colmarle el plato [al gobernador]. He aquí una corta enumeración de las informaciones servidas por ABC a sus lectores:

1. Aumentó a 27 el número de parientes de Roberto de la Madrid en el gobierno del estado.

2. Todos los gobernadores de Baja California han tenido un avión desde los tiempos de Braulio Maldonado en la época Ruiz Cortines. El actual tiene cuatro: una avioneta de seis plazas, un bimotor de ocho, un turbohélice de 16 plazas, convertido en avión ejecutivo, y un jet alemán Hanza con valor de 47 millones de pesos. El presidente de la legislatura, profesor José Luis Pimentel, declaró y ABC publicó con hechos, que ni el señor gobernador pidió permiso para comprar tales aviones, ni el Congreso de Estado lo autorizó.

3. El señor gobernador del estado ha realizado en su último año un total de 54 viajes a la Ciudad de México, todos a bordo de su avión privado. Matemáticamente un viaje por semana. De esos 54 viajes, por lo menos la mitad han incluido un provechoso asueto en el puerto de Acapulco, acompañado el gobernador de toda su familia y principales colaboradores.

4. El señor gobernador estableció un impuesto de 2% sobre remuneración al trabajo personal, impuesto que es inconstitucional y además invade el ámbito federal. Los causantes se han amparado contra el cobro. Ese impuesto significa 60 millones de pesos al año. Curiosamente, contra el criterio de sus técnicos fiscales, el propio De la Madrid condonó impuestos por 70 millones de pesos a las empresas gaseras de Alfonso Bustamante. Se trataba tal cantidad de un impuesto fijado por el régimen de Milton Castellanos. Bustamante se amparó. Perdió el amparo en primera instancia, solicitó apelación y el caso se fue a la Corte. A los tres meses de iniciar su gestión, De la Madrid condonó el adeudo. El acuerdo se incluyó en el Diario Oficial, pero no circuló. ABC obtuvo las copias del acuerdo donde se condonaban los 70 millones de pesos y lo publicó.

5. ABC descubrió y publicó que el señor gobernador maneja su cuenta personal de cheques en el Bank of America, sucursal en Imperial Beach, California, y el número de la cuenta es el 1229-0066-334 09154-03 262. La cuenta está a nombre de Roberto and Hellen de la Madrid.

6. ABC descubrió y publicó con pruebas que ahí se realizan los depósitos por las ventas de aceite norteamericano Pennzoil en México, cuya concesión obra en poder de Roberto de la Madrid.

En represalia, el mandatario estatal recurre a presiones y artilugios legales –un conflicto interno– para hostigar y luego expulsar a los directivos de ABC.

Por ello, junto con Héctor Félix Miranda, en 1980 Blancornelas decide fundar el semanario Zeta abanderando los mismos afanes denunciatorios, con lo que capta numerosos lectores. Y desde mediados de los ochenta declara la guerra al poder del narco. Tras investigar los cárteles de Tijuana en 1985, publicó: “La mafia inunda Baja California”, donde ofrecía nombres de funcionarios y capos. Los ejemplares fueron retirados de circulación. Pero a la siguiente edición semanal, en primera plana, se reimprimió el reportaje con la palabra “Censurado”. Desde luego, las amenazas aumentaron. Tiempo después ráfagas de balas cayeron en el edificio de Zeta.

Por su arrojo crítico, sus investigaciones y su tamiz polémico, con el paso de los años, el semanario tijuanense se fue posicionando como uno de los periódicos de mayor circulación en  Baja California y un referente obligado a nivel nacional. Sus indagaciones reporteriles en torno al asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio –ocurrido en marzo de 1994–, causaron controversias habida cuenta que respaldaron la hipótesis de que el homicida había actuado en solitario.

El afán denunciatorio de los poderes, y particularmente del narcotráfico, ha significado graves consecuencias para Zeta a lo largo de su historia. En 1988 dos pistoleros asesinaron a Héctor El Gato Félix, socio de Blancornelas quien hasta su muerte atribuyó tal homicidio al empresario Jorge Hank Rhon, hijo del connotado político priísta Carlos Hank González.

En noviembre de 1997, tras publicar una serie de reportajes sobre el cártel de los Arellano Felix, el propio don Jesús fue presa de un atentado del que milagrosamente pudo sobrevivir, pero fue  ultimado en su defensa Luis Valero, su guardaespaldas.

En 2004, luego de dar a conocer varios  reportajes sobre las complicidades del narcotráfico en el norte del país, Francisco Ortiz Franco, editor de Zeta, recibió una lluvia de tiros que le cegaron  la vida frente a sus hijos.  “Como los traficantes no nos pueden comprar, siempre buscan eliminarnos”, dijo invariablemente Blancornelas.

Gracias a la iniciativa de su fundador, Zeta ha contribuido a la apertura y desarrollo de nuevos frentes en el periodismo de los estados  al lado de otros rotativos como El Norte, El Diario de Yucatán, El Imparcial de Hermosillo, El Sur de Guerrero, Palabra de Saltillo, Mural de Guadalajara, entre otros. No es gratuito por ello que Jesús Blancornelas haya recibido varios reconocimientos en su última década de vida. En 1996 se hace acreedor al Premio Internacional para la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de Periodistas por su valiente trabajo periodístico sobre corrupción oficial y el narcotráfico; dos años más tarde recibe el premio María Moors Cabot que entrega la Universidad de Columbia, en Estados Unidos; en 1999 obtiene el Premio Mundial UNESCO Guillermo Cano de Libertad de Prensa; la Sociedad Interamericana de Prensa le otorga, en 2002, el Premio Libertad de Expresión; dos años después,  el semanario Zeta recibe el Premio Reporteros Sin Fronteras por la calidad de sus investigaciones y su  compromiso denunciatorio; finalmente, en mayo pasado, el Consejo Ciudadano del Premio Nacional de Periodismo galardonó a don Jesús por su destacada y valiente trayectoria periodística.

La mejor manera de homenajear a un periodista es acercarse a sus letras. Por ello a continuación ofrecemos algunas de sus reflexiones, ideas y denuncias en torno a la narcopolítica y la impunidad en crímenes de periodistas en México:

Maldita esclavitud

Terminando los años setenta y principiando los ochenta se asomó el narcotráfico. Silencioso. Adinerado. Poderoso. No sé cómo, pero se metió en la piel del gobierno y por eso ejecutaron al maestro Manuel Buendía. Les conocía todo el tejemaneje. Apenas unos días antes desayunamos en Tijuana y me recomendó no escribir tan directo. No olvido su recomendación: Al paso que vamos tendremos que usar chalecos antibalas. Desgraciadamente él no traía puesto uno  cuando le dispararon a traición. Para mí el de Buendía fue el primer crimen narcopolítico en este país. La clave: aquellos sembradíos de Chihuahua y algunos miembros del gabinete presidencial metidos en el narco con Rafael Caro Quintero, el entonces mafioso. Luego le siguieron los crímenes en Sinaloa. Roberto Montenegro de Noroeste, Jesús Michel Jacobo hasta perderse la cuenta. Es tan simple esto que quienes fueron los asesinos lucían entonces chapa de agentes estatales. Ahora algunos están en La Palma y otros en Puente Grande al descubrirlos como asociados de los cárteles.

Por eso y con tanto funcionario alcahuete, los mafiosos han hecho de este país lo que quieren. Lo mismo imponen candidatos que compran gobiernos. Matan periodistas y ni quién les haga cosquillas. De eso no se ocupan los políticos. […]

Matan a los periodistas como si fueran blancos en ferias pueblerinas. Y lo curioso es que jamás capturan a los asesinos. Esa maldita esclavitud de funcionarios hacia el narcotráfico nos tiene trastornados. Los gobernadores dan largas a las investigaciones. Sus procuradores saben quiénes fueron los asesinos, pero de tarugos los persiguen. Saben que en el intento llevan la sentencia. Y los presidentes de la República le dan vuelta al problema fácil y a veces hasta descaradamente.

Complicidad

Al asesinato de cada periodista siguen invariablemente tres hechos:

1)         La protesta estruendosa y finalmente aislada con el silencio de algunos diarios en la región donde sucede el crimen o en desacuerdo con la política editorial.

2) La versión perversa de que  los periodistas asesinados eran cómplices del narcotráfico. Las autoridades lo dicen para zafarse del caso, pero no lo comprueban.

3) Los hechos confirman definitivamente: en este país y tratándose de asesinatos de periodistas no funciona el aparato de justicia.

Está claro que en algunos casos los gobernadores ordenaron los crímenes. O son cómplices cuando la orden es de influyentes personajes políticos o adinerados. Por eso, el Presidente cuando se la piden  puede prometer justicia. Pero no tiene facultades para intervenir en el fuero común. De nada sirven sus palabras. Luego, en los estados no turnan a la Federación ninguna investigación. Y la Federación tampoco se las pide a los estados. Es la situación en casi todos los casos. De allí se pasa al desentendimiento para desembocar en el olvido. […]

Son muchos crímenes de periodistas. No se atienden. Igual si asaltan o secuestran a numerosas personas. Matándolas o dejándolas atemorizadas de por vida. Sucede porque nuestra policía es corrupta. Sus jefes lo permiten o no tienen capacidad para descubrirlos. Todo mundo lo sabemos. Por allí se debería empezar sin tanta escandalera. Lo que se necesita es más inteligencia que fuerza. […]

Todo crimen de periodistas debe ser tratado como delito federal. Ahora no sólo debe sacarse cada caso del estado de la República por desconfianza sino también por incapacidad. Todo provoca justamente incredulidad de periodistas.

Buendía

Asesinaron al excelente periodista Manuel Buendía Tellezgirón en 1984. Este caballero era desagradable para el gobierno. Su columna “Red Privada” causaba salpullido cada mañana a muchos políticos y funcionarios. De paso a uno que otro potentado. Resaltaba don Manuel por sus certeras investigaciones. Tenía un estilo maravillosamente sarcástico.

“Red Privada” se insertaba de lunes a viernes en la primera plana de Excélsior. Ya no estaba Julio Scherer. Por eso a veces lo censuraban. Y si no allí, en alguno o varios de muchos periódicos suscritos a su columna. Es que como por ahí se dice “no dejaba títere con cabeza”. Recuerdo cuando descubrió malos manejos de infieles hombres del Vaticano en sus propiedades mexicanas. Detalló con perfección  la simbiosis Iglesia-ricachos. Iban de por medio millonarias rentas y abultada evasión fiscal. Otra ocasión identificó absolutamente a los hombres de la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) acantonados en México. Lo mismo encubiertos en diplomacia o empresas. También reveló grandes y maquiavélicas acciones dolarizadas del entonces regente, profesor Carlos Hank González. Y desveló con precisión relojera el trastupije en PEMEX. Pronosticó el desafuero y encarcelamiento del exdirector Jorge Díaz Serrano. Por fortuna sus columnas fueron clasificadas según el tema y editadas en serie de interesantes, históricos libros. Para eso se esmeró uno de sus más cercanos: Miguel Ángel Sánchez de Armas.

Total: en vida sus columnas eran como un ciclón azotando costas del Golfo de México o del Océano Pacífico. Arrasaba  con políticos y funcionarios peores. Los convertía en damnificados. Por eso no era aceptado. Entonces se decidió asesinarlo.

Estamos ciertos de que la huella periodística de Jesús Blancornelas quedará inscrita indeleblemente para inspirar  a las actuales y nuevas plumas reporteriles de nuestro país.

Fuentes

Blancornelas Jesús, El estado de alerta. Los periodistas y el gobierno frente al narcotráfico, Random House Mondadori, México DF, 2005.

Blancornelas Jesús, El Cártel. Los Arellano Félix: la mafia más poderosa en América Latina, Random House Mondadori, México DF, 2004.

Buendía Manuel, El oficio de informar, Fundación Manuel Buendía y Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Jalisco, 1988.

Kiener Robert, “El precio de la verdad”, en revista Selecciones, diciembre, 2006.

Armendares, Pedro Enrique, “La rueda de la fortuna”, en Pulso del Periodismo: www.pulso.org

Sitio web: www.zetatijuana.com

Director  de  Revista  Mexicana  de  Comunicación, presidente  de  la  Fundación  Manuel  Buendía  y profesor  de  periodismo  en  la  FES  Acatlán  de  la UNAM.

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