Absurda, la censura previa

El Financiero el 29 de Enero de 2007

Bótica

 

Jorge Meléndez Preciado

 

Ahora que se festeja el 150 aniversario de la Constitución de 1857 y el noventa de la que nos rige, votada en 1917, es necesario recordar que en ambos ordenamientos está prohibida la censura previa. El artículo séptimo de dichos textos constitucionales así lo mencionan expresamente.

En 1857 se buscó darle cauce a una corriente liberal independiente y el más reciente impedir que el presidencialismo hiciera de las suyas, restándole posibilidades de expresión a las diferentes corrientes revolucionarias.

Incluso en los años recientes, en pocas ocasiones se utilizó la censura de programas diversos. En algunas ocasiones, es cierto, se hizo de otra manera: impidiéndole comprar tiempo a los partidos políticos en diferentes radios y televisoras (1988, por ejemplo).

Pero la reforma instrumentada por Jesús Reyes Heroles, que dio paso a las elecciones de 1979, ya preveía que los partidos con registro gozaran de tiempo en los medios audiovisuales. Y que recordemos, incluso quienes elaboramos varios de los programas, no hubo censura de RTC en un lapso de casi 30 años.

Por eso resultó inconcebible que Eduardo Garzón, titular de la mencionada dependencia, impidiera que estuvieran al aire en septiembre del año pasado, las emisiones del PRD que llevaban por título “Medidas de resistencia civil” y “Convención Nacional Democrática”. Donde obviamente el sol azteca daba su visión particular al respecto.

Más que no difundiera hace poco “Presidente legítimo”, en la cual Andrés Manuel López Obrador asumía esa postura en un mitin ante sus seguidores.

Las explicaciones, pedidas por el IFE, organización encargada de hacer que se difundan las grabaciones, fueron contestadas por Garzón de manera equívoca y atentando contra las libertades de información y expresión. Entre otras cuestiones, el funcionario señaló que el Estado asume la obligación de cuidar el bien común y que era ilógica la pretensión de López Obrador de proclamarse como presidente legítimo ya que hay un presidente legal, Felipe Calderón, aceptado por los organismos electorales.

Justamente la censura previa es evitar que alguien sentencie qué es lo correcto o incorrecto en un diferendo de ese tipo, el querer señalar antes que el público conozca lo conveniente o no de un asunto y el servir de guardián de ciertas posiciones de alguno de los contendientes.

Ante un nuevo requerimiento del IFE el 31 de enero- el primero lo hizo el 8 de ese mes-, por fin las autoridades de Gobernación respondieron, en voz del subsecretario de Medios, Juan María Naveja, que pondrán al aire los programas enlatados. Ello, a unas cuantas horas que expirará el plazo dado por el Instituto, el cual dijo que antes del 12 de febrero debería solucionarse el problema.

Debemos recordar que justamente el IFE, por ley, es el responsable del asunto. Gobernación, por medio de RTC, únicamente sirve como correa de transmisión para señalar horarios y medios donde se difundirán las emisiones. Por lo tanto, hubo una violación de las normas, como puntualmente lo señala el especialista Ernesto Villanueva en su artículo “Libertad de expresión y censura previa” (Etcétera, número 76).

Villanueva anota en su comentario: “El señor Garzón ha violado nuevamente la Constitución y, entre otras disposiciones, el artículo 7 de la Ley de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos”. Antes ese funcionario ya había cometido ilícitos al arrogarse el papel de juez-censor y atentar contra la igualdad.

La Secretaría de Gobernación aseguró que hay “un compromiso del (Poder) Ejecutivo Federal con la absoluta libertad de expresión”. Esperemos que en realidad se pasen los programas que fueron desechados (no se hizo, por cierto, el que se iba a proyectar por canal 11 a medianoche). Aunque ya sabemos que en muchos lugares y estaciones, frecuentemente, los radiodifusores no cumplen con las normas, algo que sí debería cuidar en serio Juan María Naveja.

El asunto que nos ocupa es de la mayor importancia. No es que se defienda a un partido político o personaje en especial, sino que es parte de los derechos esenciales de todo individuo y sociedad que por medio de diferentes puntos de vista va formando a sus ciudadanos para exigir sus derechos.

La censura previa, insistimos, fue algo que se abolió en la medida que los autócratas ya no podían hacer de las suyas. Actualmente este tipo de represión se presenta en las pocas dictaduras que todavía padece la humanidad, pero de ninguna manera en los estados democráticos. Por lo tanto, aceptar que alguien o una oficina quieran mutilar las opiniones contrarias es alentar la represión y abrir la puerta al fascismo.

 

Periodista de El Financiero y El Universal.
Correo electrónico: jamelendez@prodigy.net.mx

Deja una respuesta