Rezago tecnológico

El Universal, Finanzas, 11 de abril 2007.

Telecom y medios

 

 

Gabriel Sosa Plata

 

Nadie tiene certeza de cuántas sean, pero se asegura que ya son más de 40 las radios comunitarias que operan en el estado de Oaxaca. Las emisoras, todas ellas de baja potencia, se encuentran distribuidas a lo largo y ancho de la entidad. Y su crecimiento no se detiene; algunos de sus promotores anticipan que al terminar este año serán unas 100.

Casi todas, con excepción de tres (Radio Nandía, Radio Calenda y Radio Jen Poj), transmiten sin permiso otorgado por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT). Esta condición de ilegalidad y el acoso de sus detractores, contrasta con el apoyo incondicional de las comunidades a las que sirven.

El crecimiento de las radios comunitarias en Oaxaca y en otros estados de la República no tiene una explicación sencilla. Oaxaca tiene una añeja marginación y pobreza y, recientemente, una aguda crisis política, derivada del conflicto magisterial y del autoritarismo de un gobernante que se aferra a su silla.

Por la manera parcial en cómo los medios de comunicación, particularmente la televisión, manejaron los acontecimientos del conflicto en la entidad, se instalaron algunas emisoras, como Radio Plantón, y se tomaron las ya establecidas en la capital del estado. Una de estas últimas, Radio Universidad, de la Universidad Autónoma Benito Juárez, se convirtió en el medio estratégico para las acciones de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).

Poco antes y luego de los operativos que la Policía Federal Preventiva llevó a cabo en la ciudad con las consecuencias ya conocidas por todos, las radiodifusoras fueron devueltas. Gustavo Esteva, analista y reconocido activista social, afirma que por primera vez en México y en el mundo un movimiento social ocupó y operó por un plazo largo emisoras estatales y comerciales.

No cabe duda que la aparición de estas radios comunitarias es también respuesta a una legislación que hace prácticamente imposible su establecimiento. La Ley Televisa no da posibilidad para que la sociedad civil opere sus propias radiodifusoras. La contradicción entre una legislación, calificada por sus defensores como una “de las más avanzadas del mundo”, y el boom de estas emisoras comunitarias es evidente.

Infraestructura limitada

En Oaxaca, como en otras partes del país, los medios de comunicación son insuficientes para reflejar la riqueza cultural de la entidad, así como para garantizar cabalmente la libertad de expresión y el derecho a la información. En la llamada “sociedad de la información”, el rezago en infraestructura de comunicaciones es impresionante en muchos casos.

En esta entidad hay 75 radiodifusoras, lo que significa que hay una emisora por casi cada 47 mil habitantes. No está mal. La media del país es de aproximadamente una radiodifusora por alrededor de 70 mil habitantes. El problema es que la mayoría de esas estaciones son controladas por el gobierno de Ulises Ruíz (35 emisoras, casi la mitad) y por los grupos comerciales de radio. En telefonía fija, hasta el 2006, había 7.5 líneas por cada 100 habitantes. Después de Chiapas, Oaxaca es la segunda entidad por debajo del promedio nacional de viviendas que disponen de teléfono (12.4% contra 36.2%). También Oaxaca tiene el poco honroso segundo lugar en porcentaje de viviendas que tienen computadora (8.3% contra 19.6% promedio nacional), de acuerdo con datos del INEGI en el 2005.

Pese a tal rezago, la movilización social y política en Oaxaca no hubiera tenido trascendencia nacional e internacional sin el uso de Internet, de los blogs, del correo electrónico, de las transmisiones en línea de Radio Universidad y de la telefonía móvil. Fenómenos de la comunicación en la era de la convergencia digital. Sin embargo, la gran mayoría de la población oaxaqueña no tiene acceso a esas tecnologías y, aunque parezca increíble, ni siquiera a la televisión. Hasta el 2002, un 56% de los hogares oaxaqueños no disponían de receptores de TV.

De esta manera, la radio se ha convertido en el medio de comunicación más socorrido por los oaxaqueños. Su papel, ya lo decíamos, fue fundamental en el conflicto reciente. Esto explica el interés de los pueblos y comunidades indígenas por tener sus propios medios de comunicación. Por eso es que la Declaración de Oaxaca, resultado del Foro Nacional sobre Comunicación y Sociedad, que culminó sus actividades pasado el 30 de marzo, incluyó el tema de las radios comunitarias.

En uno de los puntos de la declaración, leída por Carmen Aristegui y ante la presencia de personalidades como Miguel Ángel Granados Chapa, Francisco Toledo y Javier Corral, se establece que se impulsará una “auténtica reforma” que garantice “un marco legal apropiado para las radios comunitarias, que les permita actuar con plena libertad y autonomía”. Asimismo se acordó crear una red de radios comunitarias en el estado.

Fui uno de los 54 invitados en ese foro. Me regresé al Distrito Federal con una extraña sensación: mientras una buena parte de los columnistas de finanzas nos ocupamos de temas como la tercera cadena de televisión, la riqueza inexplicable de Carlos Slim o el pleito entre la Cofetel y la Subsecretaría de Comunicaciones, en la sociedad se entretejen redes para la creación de sus medios de comunicación, sin ocuparnos mucho de ello, salvo para recalcar su ilegalidad. Son dos dimensiones de las telecomunicaciones y los medios que debemos atender más seriamente.

Radio digital y nuevo libro

El Instituto Dominicano de las Telecomunicaciones (Indotel) llevará a cabo del 14 al 15 de abril el Primer Foro Internacional de la Radio Digital, al que han sido invitados todos los sectores relacionados con el medio. En países desarrollados y aún en economías más pequeñas como República Dominicana, el futuro de la radio y la televisión es analizado y consensuado por la sociedad. En México la decisión la toman los empresarios del sector y el gobierno federal. Así sucedió con la televisión y, desafortunadamente, está por ocurrir con la radio… Comunicación para el desarrollo en México es el título del nuevo libro colectivo de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC) y de la Universidad Latina de América. El volumen, coordinado por Rodrigo Gómez y Adriana Peimbert, incluye 14 ensayos de lectura obligada.

 

Profesor e investigador invitado de la AUM Cuajimalpa. Columnista de El Universal y
coordinador del Consejo Editorial de la Revista Mexicana de Comunicación. http://radiomexicana.blogspot.com

 

El siguiente es un ejemplo de cómo debe citar el anterior artículo.

Sosa Plata, Gabriel, «Rezago tecnológico» en El Universal,
México, 11 -IV- 2007, Telecom y otros medios, Finanzas.

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