La televisión del futuro


Mariano Cebrían

La  tecnología  digital  incorpora  a  la  televisión  terrestre  en  otro  mundo  más  rico  y  complejo  de  ofertas,  pero  esto  no  determina  que  la  competitividad  vaya  acompañada  de  mayor  calidad,  sino  previsiblemente  peor,  al  tener  que  trabajar  con  presupuestos  inferiores  y  lograr  audiencias  a  costa  de  lo  que  sea,  incluso  con  todo  tipo  de  denigración  de  contenidos,  formatos  y  tratamientos.

Desde el nacimiento de la televisión hemos vivido bajo el sistema analógico. Ahora emerge el digital. La Televisión Digital Terrestre (TDT) es la televisión del futuro. No es una simple modificación, sino un cambio drástico para mejorar la calidad de las señales, incrementar enormemente el número de canales, aportar un conjunto amplio de servicios y, sobre todo, introducir mayor interactividad para los usuarios con los contenidos. Detrás de estas mutaciones existen intereses tecnológicos, políticos y económicos que frenan o aceleran la penetración del nuevo sistema. De ahí que en lugar de la existencia de un modelo único para todos los países, haya una gama amplia de situaciones y tendencias.

La Unión Europea ha impulsado el estándar  Digital Video Broadcasting-Terrestre (DVB-T) como tecnología común, pero cada país miembro tiene libertad para efectuar el diseño del nuevo plan, la temporalidad del trasiego y la orientación de los contenidos y servicios. En unos casos se apuesta por la dotación de una plataforma de bastantes canales a una sola empresa; en otros, se reparte a cada empresa un canal, y en la mayoría se opta por una organización de miniplataformas compuestas por dos, tres, cuatro o cinco canales por cada empresa concesionaria. Todavía estamos en la etapa inicial y a medida que se expanda la compresión de señal podrán aumentarse los canales y los anchos de banda e, incluso, el día que se cierre definitivamente el tratamiento analógico, quedará espectro radioeléctrico suficiente para explotar más canales digitales.

Frente a la televisión digital por satélite y por cable, concebidas como ofertas de pago según diversas opciones, la digital terrestre tiende a emitirse en sistema abierto de manera gratuita, financiada por el erario público para los canales correspondientes o por la publicidad para los canales privados, aunque también existen experiencias de ofertas de pago. La competitividad obliga a la búsqueda de otras fuentes de financiamiento y a una mayor originalidad para crear marcas de canales generalistas o temáticos suficientemente identificados y diferenciados. Es un beneficio para el telespectador en cuanto supone una mayor pluralidad informativa y de entretenimiento, pero también un mayor reto para las empresas, ya que deberán agudizar su gestión y estrategia con el fin de atraer con sus ofertas una audiencia amplia para la rentabilidad económica y social en cada caso. Dentro de la Unión Europea se han experimentado diversos modelos, según un informe especial de la revista Teledigital (www.sateliteinfos.com).

Reino Unido tuvo un primer fracaso en el planteamiento de la televisión digital terrestre como una plataforma concedida a iTV Digital. A partir de 2002 se promovió la alianza entre BSkyB, la BBC y Crown Castle con el nombre de Freeview para el relanzamiento de más de 30 canales libres y gratuitos, y 10 canales de pago. Es un nuevo enfoque del negocio de esta modalidad televisiva basado en la publicidad, servicios y pago. Ya se ha superado la cifra de seis millones de hogares con los equipos de recepción y es el país con mayor implantación del sistema. El modelo británico de la TDT presenta una peculiaridad al incluir a la empresa BSkyB que, además de competidora con el satélite, trata de establecer sinergias para que los seguidores de la televisión terrestre se apunten a la plataforma satelital. El impulso se orienta a la integración de los descodificadores dentro de los televisores para que los usuarios no tengan que realizar gastos diferentes. El objetivo a mediano plazo es promover la interactividad una vez que el sistema esté consolidado.

En Alemania se ha producido un crecimiento exponencial del consumo de televisión por satélite y por cable, hasta dejar bastante marginado el sistema terrestre analógico que apenas alcanzaba un 6% en enero de 2004. Ahora se trata de potenciar la incorporación de la transmisión digital. A mediados de julio de 2005 se estimaba que la TDT llegaba a 2.5 millones de hogares. En la región de Brandenburg, en Berlín, ya se ha pasado definitivamente, tras el apagón analógico, al sistema digital en 2003. Por esas fechas se registraba que ya había 275 mil receptores digitales por encima del sistema analógico. De ese modo se fomentaba el modelo de la televisión por ondas hertzianas. Otras regiones han seguido también pasos similares. Es decir: el cambio no se replantea desde una ambición federal, sino paso a paso por cada región y con un buen plan de comunicación para su implantación y lucha con la televisión por cable y por satélite.

Francia ha dado soluciones muy distintas, pues ha optado por la división de dos modalidades de TDT incompatibles entre sí: una basada en el MPEG 2 para las ofertas libres y otra sustentada en el MPEG 4 para los servicios de pago. Esta división tecnológica lleva a una cierta desorientación de los usuarios y del mercado de fabricación de descodificadores. No es de extrañar el rechazo del sistema por las empresas operadoras ante una división tan radical del negocio. Las empresas que aspiran a utilizar la tecnología MPEG 4 prefieren decidirse directamente por la televisión de alta definición (HDTV), mientras que las empresas con ofertas gratuitas ya han puesto en marcha su sistema y en julio de 2005 estaba instalado en 1.2 millones de hogares, a pesar de que con esta modalidad elegida no se puede acceder a los servicios de pago.

Italia tenía previsto el apagón digital para finales de 2006, pero no fue así. Ciertamente ha sido el país europeo de mayor rapidez en la implantación del sistema. Arrancó en 2004 con el descodificador MHP válido para la plena interactividad y sólo en un año alcanzó 1.7 millones de receptores instalados gracias a las subvenciones del gobierno y a la creación del organismo DGTVi por la RAI, Mediaset, Televisione Internationale, Foundazione Ugo Bordony, FTR y D-Free. En este país se ha optado por la oferta de contenidos interactivos y por algunos canales de pago por eventos de gran atractivo, lo cual ha llevado a que los usuarios se hayan entregado mucho más al sistema.

En España hubo una primera planificación en la que se otorgó un canal digital a cada uno de los analógicos existentes, y además se entregaron 14 canales a una empresa para que fungiera como una plataforma de pago que adoptó el nombre de Quiero TV. El modelo no tuvo éxito, por lo que se decidió que todas las programaciones serían de señal abierta y se concederían dos canales para las empresas más recientes como Veo TV, Net TV y La Sexta, tres para los canales anteriores: Antena 3, Telecinco y Canal +, y cinco al servicio público estatal RTVE. Sin embargo, esto no se ha llevado a cabo por falta de receptores, por la escasa o nula innovación en las ofertas de programación y por el mantenimiento en la entrega al analógico por sus grandes beneficios económicos. Se tiene miedo a entrar en una competitividad mayor, es decir, a pasar de seis canales estatales analógicos a 20 digitales, más los otorgados en cada comunidad autónoma y en cada localidad. Aunque  la  fecha del apagón analógico se tiene prevista para 2010, todavía se mantiene la incertidumbre.

En suma: se aprecia una falta de homogeneidad en los modelos; cada Estado ha planteado el sistema de manera diferente. De hecho, sería más preciso hablar de TDT en plural que en singular. Poco se parecen unos modelos a otros, lo cual manifiesta también la versatilidad del sistema digital tanto en el aspecto tecnológico, como en el político y económico, además del cultural por la diferencia de contenidos.

La multiplicación de canales en TDT fragmenta el mercado y requiere otros modelos de negocio y otros servicios públicos y sociales. Una cosa son las previsiones del apagón analógico y otra la realidad de los fabricantes remisos por la ausencia de criterios claros sobre los receptores definitivos. Los gobiernos iniciaron el planteamiento del apagón para 10 o 15 años después del comienzo de las pruebas; es decir, entre 2010 y 2015. Posteriormente, la mayoría apostó por rebajarlo para antes del 2010 y a medida que se aproximan las fechas, revisan sus previsiones y vuelven a hablar de las primeras. Una cosa son los intereses y deseos políticos, y otra es la realidad del mercado, el cual demuestra que no está preparado para unos cambios tan bruscos y tan acelerados por la incorporación permanente de innovaciones tecnológicas. Los intereses económicos no siempre acompañan a las ambiciones políticas.

La tecnología digital incorpora a la televisión terrestre en otro mundo más rico y complejo de ofertas, pero esto no determina que la competitividad vaya acompañada de mayor calidad, sino previsiblemente peor, al tener que trabajar con presupuestos inferiores y lograr audiencias a costa de lo que sea, incluso con todo tipo de denigración de contenidos, formatos y tratamientos.

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