¿Diario nacional?

El Financiero, 30 de julio de 2007

 

Botica

 

“Venga a mi oficina”. La llamada fue sorpresiva. Yo jamás había tenido la menor relación con José Andrés Barrenechea. Sus modos eran torpes, insultantes, patanescos –se decía que violaba a muchos en su oficina–. Por lo tanto, despreciables. Pero era el subdirector de Excélsior y yo estaba a cargo de El Búho, el suplemento cultural del periódico, ante un viaje de su director, René Avilés. Llegué con aplomo y el tipo expresó: “Muéstreme lo que va a publicar”. Repliqué: “Es algo fuera de serie porque ni Regino, el director general, nos llama para supervisar lo que editaremos”. Alzó los ojos y contestó: “Ahora será así”. Fui por los cartones donde estaba lo que se imprimiría y se los mostré. No entendió nada, pero hizo como si fuera versado en poesía, danza, literatura. Me los regresó y afirmó que me llamaría nuevamente. Lo hizo antes de ocho días. Sentado como gerente de pueblo, me extendió un sobre y espetó “Léalo”. Era un texto no firmado en donde justamente describía lo que yo pensaba del sujeto: oportunista, prepotente, ignorante, entregado a los interese gubernamentales, censurador y un largo etcétera. “¿Qué opina?”, inquirió. “Yo no hago caso a los anónimos. Si alguien sostiene estas afirmaciones que me lo diga de frente”. Se puso nervioso. Cambió: “Quiero ser su amigo, repórteme que pasa en El Búho. Yo puedo influir en su futuro periodístico”. Me paré y le dije adiós. Reporté esta conversación a René. Él calló. Luego dedicó sendos libros a Regino Díaz Redondo y José Andrés Barrenechea. Cuando éstos consiguieron el premio nacional de periodismo al suplemento, no a su director que se lo atribuyó íntegro, se pidió mi cabeza y yo salí luego de una conversación con Regino que me seducía con triple salario y posibilidades de hacer otras tareas pero sin escribir. Dije “No”. ¿El desierto? Víctor Roura me ofreció seguir con esta columna en El Financiero a pesar de que no eramos amigos. Acepté exultante. Gané en la batalla. La dignidad no se vende. René volvió a Excélsior y el noventa por ciento de sus artículos son contra el PRD. Felicidades. La vida sitúa a cada uno en su lugar. No hay rencores ni dudas. A pesar de las alevosías.

 

De merengue

 

Un amigo me presentó a Ignacio Carrillo Prieto, al cual le había organizado una comida con periodistas y él ni siquiera se acordó. Me dijo que se necesitaba hacer un tejido mayor para que el Fiscal Especial contra Crímenes del Pasado tuviera margen de acción. Le puse en suerte a Ignacio varios personajes que lo podían ayudar en su tarea. De pronto, sin pedirlo, me propusieron para el Comité Ciudadano que ayudara a la mencionada agrupación. Ya habían renunciado a la misma, por ver la inutilidad de Carrillo, varios, entre ellos Rolando Cordera y Denisse Dresser. Decidí aceptar. Había que dar la última y decisiva batalla para intentar castigar a quienes habían realizado la guerra sucia en el país. El famoso Consejo se reunió una sola vez. En esa ocasión, Ignacio dijo: “Si en el penúltimo informe de Vicente Fox no dice nada respecto a la Fiscalía y no impulsa la sanción a los culpables, yo renuncio y hacemos públicos los expedientes”. Todos alborozados, asentimos y chocamos nuestras copas en esa comida. La realidad es cruel, terrible, menesterosa. Carrillo se quedó solo. Envío cartas a diferentes personas para que los apoyemos contra la PGR , institución y jefes que él alababa en público y criticaba en privado. Tiene razón Marco Rascón: tuvimos un fiscal de merengue. El cual lanza sus rayos contra muchos pero no ve en su interior lo falso, traidor que fue. Se trataba en esta aventura no de ser héroes- ya no existen más que en el cine- sino ciudadanos exigentes con el poder; evitar el lacayunismo aparentemente indignado. Claro que la culpa mayor es de Vicente Fox. ¿Pero acaso quedarse silentes contra el ignorante y prepotente no es revivir el peor estilo priista? El asunto de las reivindicaciones contra el estado autoritario, feroz y asesino continúa. Es momento de exigir a Calderón- que vivió el 68 y lo olvida-, una satisfacción a los que sufrieron atrocidades. Tal vez Felipe no se entere o sus relaciones se lo impidan, pero la sociedad, afortunadamente, no para.

 

Silencio

 

Cuando la corrieron de Excélsior, yo la rescaté para la revista, Quehacer político, no obstante que dijo no escribiría más. Hizo una serie de textos que se convirtieron en un libro años ha exitoso: Los periodistas mueren de noche, título equívoco pero vendible. Salimos junto con Helio Flores, a quien también invité a la aventura, del semanario por censura. Nos veíamos con regularidad. Me pidió un análisis de la fallida política cultural de Ernesto Zedillo. Se lo envíe. No me dio el crédito que merecía. Y me dejó de hablar. Su nombre: Manú Dornbierer. ¿Crítica de qué?

 

Periodista de El Financiero y El Universal.
Correo electrónico: jamelendez@prodigy.net.mx

El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar el artículo anterior:

Meléndez Preciado, Jorge, 2007: ¿Diario Nacional?»,
en Revista Mexicana de Comunicación en línea, No. 105, México, julio. Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/melendez.htm
Fecha de consulta: 30 de julio de 2007.

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