Comunicación responsable

Canal Once, una televisora ética al servicio de los ciudadanos

Fidela Navarro Rodríguez / Irma Amézquita Castañeda

Maestras en Comunicación por la Universidad Iberoamericana y por el ITESO, respectivamente,
y responsables de la Dirección de Análisis y Extensión de Canal Once.

Desde sus inicios, Canal Once se ha caracterizado por su vocación de servicio público, por su fuerte compromiso con la educación y la cultura, y por su quehacer ético, en aras de ofrecer a la audiencia una televisión de calidad. Para avanzar en ese sentido y como compromiso del medio con su audiencia, el 17 de julio, su director general, Julio Di-Bella, hizo públicos nueve documentos de carácter deontológico.

Bajo el nombre de “Autorregulación de Canal Once”, la televisora del Politécnico reúne nueve documentos de autorregulación como garantes internos de sus valores, principios y esquemas de acción, una decisión que sienta un precedente para los medios de comunicación en nuestro país.

Este conjunto de documentos está conformado por las “Políticas de comunicación del Canal Once”, que orientan e inspiran el marco de acción de la televisora y que a su vez configuran las directrices de tres mecanismos de autorregulación generales: el “Estatuto del defensor de la audiencia de Canal Once”, el “Estatuto del equipo de noticias del Canal Once” y el “Reglamento del comité asesor del Canal Once”. Además, integra cinco herramientas de autorregulación más específicas: el “Código de autorregulación del programa Diálogos en Confianza de Canal Once, el “Código de autorregulación de Once Niños”, el “Código de autorregulación para producción del Canal Once”, el “Código de autorregulación para Internet”, y el “Código de autorregulación periodístico”.

Las “Políticas de comunicación de Canal Once” plantean la función de servicio público de la televisión en México y el papel del Canal Once. El documento aglutina los valores y los principios que orientan la labor de la televisión según la normativa y otros propuestos por el propio medio. Pero lo más importante es que tales políticas establecen y desarrollan acciones-guía generales en once rubros específicos, que contienen su justificación teórica y práctica.
Figuras de autorregulación

El “Estatuto del defensor de la audiencia del Canal Once” se crea como una forma de presentar la conciencia deontológica de la televisora, que canalice y responda a las quejas y observaciones del público, y que sea una vía de comunicación con éste para un mejor conocimiento mutuo. Se considera que en la medida en que un medio pueda conocer mejor a su público, también estará en mejores condiciones para atender sus demandas motivadas. El estatuto contiene los principios, la naturaleza, las funciones, los mecanismos y los requisitos de nombramiento, así como los procedimientos del Defensor de la Audiencia de Canal Once. Uno de los puntos destacados y novedosos es que tendrá un espacio en la programación para informar a la audiencia sobre su trabajo, canalizaciones y explicaciones sobre los casos abordados.

Por otro lado, el “Reglamento del comité asesor del Canal Once” pretende constituir un órgano de consulta con el objeto de aportar propuestas e iniciativas para el mejor cumplimiento de las finalidades, objetivos y funciones de la televisión como órgano de apoyo del Instituto Politécnico Nacional (IPN). En sus cuatro capítulos y 25 artículos, se determina la composición, las funciones, la actividad de las sesiones y los tipos de acuerdos.

Considerando que el trabajo del periodista tiene una dimensión profesional especial que requiere un tratamiento específico, es necesario contar con un instrumento que reconozca la autonomía del equipo y encauce el diálogo institucionalizado entre éste y la dirección, y para ello se creó el “Estatuto del equipo de noticias del Canal Once”. Tal documento establece que el comité de noticias será el órgano de representación del equipo de noticias, que ejerza tareas de mediación entre la redacción y la dirección de noticias y del Canal Once. El comité no asume la representación laboral de los periodistas, sino la profesional. En sus artículos se establecen los derechos y los deberes de los periodistas, así como el papel de la dirección y del comité. También destaca el compromiso del medio por respaldar el derecho del secreto profesional del periodista y la cláusula de conciencia.
Los códigos

Diálogos en Confianza ha hecho historia: se ha identificado como un programa de servicio público donde el televidente encuentra un espacio para expresar sus emociones, obtener información útil y mejorar su calidad de vida. Por ello, en el “Código de autorregulación del programa Diálogos en Confianza de Canal Once” se plasma cómo se deben abordar temas de salud, sexualidad, familia, pareja, sociedad y género, seleccionados con el criterio de los investigadores y responsables del programa, así como de las sugerencias del público.

En el “Código de autorregulación de Once Niños”, se establecen las pautas esenciales que deben guiar la labor de producción de todas las personas que trabajan y colaboran con el equipo de Once Niños. Dicho código deja muy claro cómo será, por ejemplo, el tratamiento y la atención hacia los niños que participan en las producciones; cómo se reflejarán en los contenidos los valores positivos que fortalezcan la autoestima, alienten la cooperación y muestren conductas de responsabilidad hacia los niños; de qué manera se evitará la violencia; cómo se abordarán las conductas sexuales; cómo se utilizará el lenguaje.

El “Código de autorregulación para producción de Canal Once” aplica para todos los contenidos de Canal Once, sean de producción propia o externa, y para todas aquellas prácticas o actividades que realicen los profesionales de producción de forma directa o indirecta. En sus 29 artículos, se establecen las normas en cuanto a tipo de contenidos, selección de producciones y adquisiciones, objetivos, equidad de género y tratamiento de minorías, así como la manera en que se abordarán temás sobre sexo y sexualidad, asuntos religiosos, adultos mayores; los programas de concurso, las situaciones de conflicto y otros puntos importantes.

Canal Once también elaboró el “Código de autorregulación para Internet”, cuya innovación radica en que reconoce nuevos derechos y se anticipa a conflictos potenciales, producto de nuevas interacciones que antes habrían sido imposibles e inimaginadas, como la visibilidad de los códigos empleados en nuestros portales electrónicos o la protección a la intimidad de los usuarios. En él se reconocen valores sustantivos que guían el trabajo de la televisora en la red, como la veracidad y la exactitud en la información, la libertad de expresión, la transparencia, la protección a grupos vulnerables, los derechos de autor, la visibilidad de los códigos, la protección a la intimidad y el compromiso social.

Por su parte, el “Código de autorregulación periodístico” contiene las pautas esenciales por las que debe guiarse la labor informativa en cuanto a atribución de fuentes, secreto profesional, uso del lenguaje, tratamiento de entrevistas y declaraciones, firmas, cobertura de asuntos jurídico-policiacos, conflictos de interés, plagio, rectificaciones, etcétera. Tal código aplica para todos los contenidos, sean de producción propia o externa, emitidos por televisión o mostrados en la Internet, y para todas aquellas prácticas o actividades que realicen los profesionales del servicio informativo de forma directa o indirecta.

Tanto las políticas como las figuras y los códigos (que pueden consultarse en http://www.oncetv-ipn.net/acer- ca_ca nal_once/) están articulados entre sí y las deben cumplir todos los prestadores de servicio y colaboradores de la televisora; estarán sujetos a permanente revisión y mejora por ellos mismos y serán compartidos públicamente con las audiencias y la sociedad.

¿Y por qué autorregularse?

Cada vez con más contundencia se pide una comunicación responsable que no reste libertades, pues no hablamos de la producción de bienes de consumo sino de la producción y transmisión masiva de mensajes que los individuos utilizan para significar al mundo, a sí mismos y a los otros. Pero esta comunicación responsable no debe estar regulada por el Estado ni por las leyes del mercado, sino por los mismos medios de comunicación, sin confundir, además, la autorregulación con la autocensura: la libertad no equivale a vivir sin normas sino a vivir de acuerdo con normas que cada uno se da, compatibles con las normas y la libertad de los demás. Estos documentos de autorregulación tratan de cubrir la distancia entre el mínimo regulador del derecho y el máximo ético y deontológico exigible en cada esfera de actividad social, promoviendo valores e ideales allí donde el derecho o el mercado no pueden ni deben hacerlo. La lógica de la autorregulación es como la de una promesa: quien la formula, tendrá la obligación de cumplir los contenidos de la misma y las expectativas de las audiencias a quienes va dirigido el compromiso. La capacidad coactiva de la autorregulación proviene de la opinión pública, y ello implica sumar a la regulación jurídico-administrativa del Estado y a la regulación económica del mercado, la regulación ética de la sociedad civil.

Al mismo tiempo, este compromiso puede generar la conciencia entre las audiencias de que todos somos responsables del medio ambiente cultural, cada día más dependiente de la acción de los medios de comunicación. El derecho de participación en los medios es también una obligación sustentada por el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, al concebir y promulgar el derecho de la información, que concierne no sólo a los emisores de un mensaje, sino también a sus receptores.

Los expertos coinciden en que una de las funciones de los medios de servicio público es el de estar a la vanguardia de la industria audiovisual en términos de innovación, experimentación y calidad. Con medidas como éstas, se espera no sólo ejercer un contrapeso al panorama dominado por lógicas comerciales, sino comenzar a modificar el medio ambiente mediático y cultural de México.

No existen pruebas todavía, en el ámbito mundial, que demuestren que la autorregulación en medios no funcione. Al contrario: hay cada vez más ejemplos que nos indican que sus mecanismos son tan necesarios como prácticos, y que poco a poco se están desarrollando a partir de los problemas y abusos generados por, a partir y en contra de los mismos medios. No es suficiente que los medios critiquen a la competencia ni se excusen en generalidades; deben autorregularse y examinar sus mismas rutinas productivas, sus contenidos, la interacción con el público y sus obligaciones como garantes del derecho a la información de las personas. En definitiva: deben encontrar el equilibrio entre las libertades y los derechos, y comprometerse por escrito y públicamente a realizar una comunicación responsable.

El anterior artículo debe citarse de la siguiente forma:

Amézquita Castañeda, Irma y Fidela Navarro Rodríguez , «Comunicación responsable», en
Revista Mexicana de Comunicación, Num. 107, México, octubre / noviembre, 2007.

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