Internet en cifras

¿Qué  desafíos  implica  la  interpretación  del  territorio  a  partir  de  la  geopolítica  de  la  información?  ¿Qué  papel  juegan  las  regiones  en  los  ámbitos  globales?  ¿Conducen  los  sistemas  de  información  a  cambios  estratégicos?  ¿Cómo  interpretar,  desde  un  marco  filosófico  y  político,  los  principios  de  generación,  distribución  y  reproducción  de  conocimientos,  pero  desde  un  ámbito  de  libertad?

Carmen Gómez Mont

Para muchas personas, la globalización se reduce a un principio de internacionalización de capitales donde las trasnacionales juegan un papel estratégico. Sin embargo, este concepto va mucho más lejos, pues implica flujos de gente, migraciones, telecomunicaciones, circulación de ideas, emergencia de organismos internacionales, incremento de ONG, influencia de leyes internacionales en la formación de políticas nacionales, pero sobre todo una resistencia local que responde de manera natural al embate de lo global, como señalan Terry Flew y Stephen McElhinney.

La globalización sería impensable sin las telecomunicaciones y dentro de ellas, la Internet. Tal parece que hoy día el verdadero reto no es ser tanto global como innovador. Por tal se entienden cuatro líneas que derivan de los ideales anunciados recientemente en la Cumbre de las Escuelas del Futuro, realizada en Helsinki, Finlandia: educación, creatividad, libertad y cooperación para el intercambio de conocimientos.

Desde el ámbito de la educación –columna estructural desde donde podría partir la solución de muchos de los problemas que aquejan a México–, se proponen los siguientes lineamientos: innovación desde los espacios físicos, más y mejores prácticas educativas y, sobre todo, cooperación en redes donde lo local vuelve a quedar en primer plano.

En tal contexto, cabe destacar la estrecha relación que existe entre la educación, la creatividad, el conocimiento y el proceso de innovación que debe darse en todos los ámbitos. En México, cada vez más espacios educativos se están equipando con computadoras, banda ancha e Internet. El problema mayor es que tanto docentes como estudiantes no saben qué hacer con las tecnologías, ya sea en modalidad presencial o a distancia. De ahí que uno de los requisitos fundamentales para pasar al ámbito de la competencia internacional radique en ser capaces de utilizar creativamente la tecnología con sus respectivos software, desde luego libres.

Este tipo de software constituye un reto, pues representa la posibilidad de rescatar lo local, lo diverso y lo plural desde un programa informático. Por medio de esas experiencias, los jóvenes internautas están aprendiendo a migrar hacia una cultura de cooperación. Además, ese modelo acelera la innovación; sin embargo, la mayoría de las escuelas siguen utilizando Microsoft. ¿Es aquí donde se pueden explotar dichos principios?

En el Estudio AMIPCI de hábitos de los usuarios en Internet en México, 2007, se registraron datos interesantes: el mayor número de usuarios de la red se ubica en un rango que va de los 13 a los 28 años; el nivel de penetración de la red en la población mexicana es de 25%; a nivel mundial México ocupa el lugar número 12, después de Rusia y de Canadá (internetworldstats). No obstante, señala el citado estudio, sigue existiendo una enorme polarización entre los estados mejor equipados (Distrito Federal, Estado de México, Jalisco, Puebla y Veracruz) y el resto del país, donde los más necesitados son los que menos equipos y conectividad tienen. Este protocolo de información, que es un vector para la innovación, se encuentra ubicado en 92.40% de los casos en zonas urbanas y sólo 7.6% se ubica en el ámbito rural.

A pesar de las cifras, el punto más crítico no establece su límite sólo ahí. Hace falta saber, por ejemplo, el nivel de apropiación de los usuarios de Internet. Preo- cupa que, como su población es tan joven, dominen prácticas que están más relacionadas con el consumo de una industria cultural poderosa (bajar música, ver videos, navegar, chatear) que con actividades relacionadas con la creatividad, donde la crisis escolar se proyecta nuevamente en un primer rango. ¿Puede una escuela en crisis generar estudiantes creativos e innovadores ante el uso de las TIC?

Aún no contamos con estudios que nos permitan ver procesos de apropiación mucho más sutiles que los que nos dan las cifras brutas. Por ejemplo, el complejo proceso de relaciones sociales que se teje entre los usuarios al tener como mediación el correo electrónico o, mucho más lejos, las plataformas sociales, también conocidas como web 2.0.

Es verdad que estos datos dicen mucho sobre cómo una sociedad utiliza a los nuevos medios desde una perspectiva de mercado; sin embargo, desde una perspectiva social, cultural y educativa, se requieren de otras lógicas que vayan mucho más lejos que las cifras. No se ve, por ejemplo, la compleja trama de relaciones que forman la sociedad y la tecnología en este tipo de encuestas, ni el importante papel que desempeña la cultura.

Hay datos desafiantes que se traducen en territorios virtuales sin precedentes desde el marco de las plataformas sociales: la alianza Microsoft y Facebook conforma ya a 50 millones de usuarios, pero próximamente Google, MySpace y Opensocial llegarán a conformar 200 millones.

Lo que importa destacar, más allá de las cifras y de los enormes territorios virtuales que se desarrollan en la red, se relaciona ya no sólo con la calidad de los contenidos y del software, sino también con la calidad de un tejido social desde donde se crean e innovan modelos de comunicación nunca antes experimentados. Aquí radica el futuro, no hay duda. Es preciso entonces preguntarse de qué manera estas nuevas formas de interacción social traspasan las fronteras lúdicas que prueban los jóvenes hoy día, para llegar a formar en un futuro nada lejano las principales estrategias para la educación y la innovación del siglo XXI.

Deja una respuesta