De apagones analógicos y tecnológicos

Octavio Islas

La tecnología representa una de las principales variables a considerar en la prospección de visiones sobre futuros posibles y deseables para las empresas, y también, por supuesto, para sociedades y naciones. Los cambios tecnológicos pueden amortiguar –como también complicar, por supuesto– el devenir del azar y la incertidumbre que naturalmente depara todo futuro.

Frente al pesimismo que es posible advertir en determinados discursos que denuncian la anulación del futuro y la supresión de la historia, la imaginación y la creatividad suelen detonar cambios tecnológicos que podrían contribuir a mejorar integralmente la calidad de vida de las personas.

Es posible incidir en la construcción de futuros deseables desde la incertidumbre del presente, como afirma Marcelo Manucci, experto en temas propios de las llamadas “ciencias de la complejidad”, quien en su reciente libro, La estrategia de los cuatro círculos, señala:

Cada uno de nosotros enfrenta la incertidumbre cotidiana valiéndose de un grupo de conceptos, narraciones y metodologías destinadas a otorgarle significación a un conjunto fragmentado de acontecimientos. Cada uno mira desde su propia incertidumbre la dinámica de la realidad, y les asigna determinado sentido a los espacios vacíos emergentes de la trama compleja de sucesos. Quiere decir que entre la mirada y la acción circulan modelos, percepciones, sensaciones y experiencias que nos colocan como protagonistas de construcciones que luego definirán nuestros pasos en la realidad.

En los años recientes México parece haber extraviado el rumbo de su desarrollo. El agitado escenario político ha instalado la desesperanza en lo cotidiano. La sensación de un futuro ausente abruma nuestros días. No podemos postergar el responder una pregunta inmediata que otras sociedades se han formulado: ¿qué México nos hemos propuesto edificar en el año 2010?

2010 representa un año axial para la sociedad japonesa. Ese año los japoneses se han propuesto instalarse en la “Sociedad de la Ubicuidad”. En el proyecto de calidad de vida a la cual aspira el pueblo japonés, la “Sociedad de la Ubicuidad” representa una especie de parteaguas de profunda relevancia histórica. Indudablemente el cambio tecnológico representa una variable de capital importancia en la prospección de tal escenario.

También 2010 representa un año de enorme relevancia para España. De acuerdo con el Real Decreto del 29 de julio de 2005, en el año 2010 se consumará el “apagón analógico”, el cual implica el cese de las emisiones analógicas de los operadores de televisión y radio. La fecha límite para el “apagón analógico” en los demás países de la Unión Europea fue establecido por la Comisión Europea en el año 2012.

En Suecia, el “apagón analógico” fue previsto para febrero de 2008, y comprende cinco etapas que dieron inicio en el verano de 2005; Italia y Finlandia se han propuesto realizarlo entre 2006 y 2008; Dinamarca prevé lograrlo en 2009; Austria y Alemania fijaron el año 2010 para conseguirlo; Bélgica, Eslovenia, Eslovaquia, Grecia, Hungría y Reino Unido decidieron darse como plazo la fecha límite: 2012.

La perspectiva de la “Sociedad de la Ubicuidad” hoy representa un espejismo distante. Nuestra clase política parece empeñada en condenarnos a la fatalidad de una especie de “apagón tecnológico”, que naturalmente obstruye la perspectiva de nuestro desarrollo como nación. La demagogia cancela toda prospección posible de futuros. La demagogia revela que no hemos sido capaces de definir a dónde queremos llevar a México en el año 2010.

Investigador del Proyecto Internet-Cátedra de Comunicación Estratégica y Cibercultura,
Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.

El siguiente es un ejemplo de cómo debe citar este artículo:

Islas, Octavio, 2008: «De apagones analógicos y tecnológicos»,,
en Revista Mexicana de Comunicación en línea, No. 108, México, enero.

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