Visión global
Mariano Cebrián
La Revista Mexicana de Comunicación cumple 20 años: dos décadas de transformaciones aceleradas de la comunicación durante las cuales la revista ha ido aportando sus análisis y reflexiones. Es buen momento para apreciar con una visión global los grandes cambios producidos en la comunicación.
A finales de la década de los ochenta, los medios de comunicación sufren una transformación por la entrada de la digitalización que les obliga a cambiar los equipos técnicos de captación y registro, modificar los procesos de producción y de difusión, fabricar otros aparatos receptores y adaptar los modelos laborales. Hay fuertes tensiones en las empresas por los reajustes y despidos de trabajadores. Es un proceso que se mantiene en la actualidad y que atañe a todos los medios tradicionales y a los nuevos.
La innovación tecnológica alcanza especial relevancia comunicativa en los sistemas de difusión en cuanto dan origen a las grandes plataformas de comunicaciones. En las emisiones terrestres digitales de la radio y de la televisión, más allá de la mejora de la calidad, se genera la multiplicación de canales, la entrada de otros sistemas expresivos para los tratamientos y la incorporación del mando a distancia en la recepción. El receptor personal se transforma en usuario. En el caso de la televisión, por ejemplo, se introduce el rápido zapeo por canales y la consecuente repercusión en las programaciones y contraprogramaciones y, sobre todo, en la configuración de las narraciones por la mutua vigilancia entre las empresas en los momentos de pasar a los bloques publicitarios para atrapar a la audiencia mientras emigra de un canal a otro.
Se multiplican los satélites dentro de cada consorcio organizativo hasta superar la cobertura de cada país, de cada región o de cada continente y alcanzar coberturas mundiales. El desarrollo de diversas redes, así como las uniones, fusiones y demás acuerdos permiten organizar diversas galaxias de satélites y establecer auténticas coberturas globales. Es una concepción de la globalidad en la que, además de las emisiones internacionales, se desarrollan estrategias de ofertas regionales mediante emisiones en el idioma común de los destinatarios u ofertas nacionales vía acuerdos con algún canal del país. De ese modo, la globalización se hace también nacional e incluso en algunos casos local.
Las redes de cable telefónico y coaxial tradicionales van incorporando el cable de fibra óptica que permite aportar más calidad y mayor número de canales de todo tipo: de audio, de imagen, de datos, de escritura. Las operadoras telefónicas experimentan con la digitalización y van dando entrada, con unas modalidades u otras como la del ADSL, a plataformas de comunicaciones, en particular de televisión o de videocatálogos a la carta para que los usuarios puedan acceder personalmente y en el momento en que lo deseen sin esperar a que haya otros usuarios para que la oferta les llegue en conjunto. Se pasa de las ofertas masivas a las personales.
A mediados de los años noventa irrumpe la Internet con una implantación acelerada en parte de la sociedad, mientras deja a otra totalmente apartada con la consecuente brecha digital. Es el nacimiento de otro universo de comunicaciones que por su extensión se convierte también en global a la vez que es capaz de promover las comunicaciones locales e individuales hasta provocar que cada usuario se sitúe en una encrucijada glocal de vinculaciones con lo global, lo nacional, lo local y lo interpersonal, cruzando cualquiera de las dimensiones espaciales.
Además de acoger a los medios de comunicación anteriores y convertirlos en cibermedios, aporta otros desarrollos de comunicaciones interpersonales: correos electrónicos, foros, chats, y contenidos de todo tipo hasta llegar a una situación en la que ya no es posible acceder a toda la información existente. Ya se habla de webs profundas a las que no llegan los buscadores y de webs de superficie que es con las que normalmente trabajan éstos de tal manera que hay una inmensa cantidad de información oculta que para detectarla se necesitan otras herramientas. Tal exceso de información puede llevar también a la desinformación de la sociedad si no se logran generar estrategias de selección, contraste y depuración de información que promuevan la de calidad y separen la veraz de la engañosa.
También en los noventa se va introduciendo la telefonía celular o móvil hasta alcanzar en la actualidad un abundante despliegue en la inmensa mayoría de los países y de las personas particulares, aunque no debe olvidarse tampoco el desequilibrio entre unas comunidades humanas y otras. Esta modalidad comunicativa ha modificado los espacios, los tiempos, los contenidos, las formas de expresión y los propios procesos de comunicación. Su tendencia es abrirse a la incorporación de todos los demás medios presentes en Internet hasta transformarlos en cibermedios móviles y, además, expandir los medios y servicios propios.
La implantación de las plataformas de comunicaciones y la extensión de las redes sociales, a partir del año 2000, marca los nuevos cambios. Cada sistema tecnológico: hertziano, satelital, de cable, de Internet y de telefonía móvil promueve unas plataformas de comunicaciones y de informaciones. Lo que antes llegaba de manera aislada, ahora se integra en conjuntos de comunicaciones de telefonía, de prensa, de audio, de vídeo, de radio, de televisión y de otras pertenecientes a la misma o a diversas empresas congregadas por las operadoras o por los servidores de redes.
La incorporación de la web 2.0 ha dado origen a las redes sociales que van generando amplias plataformas para las comunicaciones de la sociedad civil sin mediadores comunicativos empresariales como en los casos anteriores: crecen los blogs con diversas variantes expresivas, se expanden las plataformas como YouTube o MySpace para que la sociedad civil exponga sus producciones de vídeos, de audios, de fotografías, y se amplían las redes P2P para el intercambio de contenidos entre personas particulares. La sociedad civil encuentra también sus medios de comunicación interpersonales en contraste con los de masas.
En estos cambios no debe apreciarse sólo la tecnología, sino todo lo que conllevan como es la transformación del paradigma tradicional de las comunicaciones. Hasta hace poco la comunicación se sustentaba en modelos unidireccionales en los que todo emergía de un productor (persona, grupo o empresa) de contenidos a muchos receptores que nada podían hacer salvo consumir o rechazar lo ofrecido. La llegada de la interactividad, de la hipertextualidad y de la capacidad de navegación ha modificado radicalmente el paradigma y ha fomentado las comunicaciones interactivas. Tales cambios se generan en unos contextos económicos, políticos, sociales, antropológicos y culturales diferentes que no deben obviarse.
Los cambios en la comunicación no son sustitutivos. Cada vez que aparece una innovación importante emergen los correspondientes pseudoprofetas que vaticinan la muerte de lo anterior. Sin embargo, los medios tradicionales se adaptan a las nuevas situaciones y siguen adelante junto a los nuevos. Tampoco son cambios constantes. Durante los últimos 20 años ha habido crisis importantes provocadas por las guerras, atentados terroristas y otras tensiones mundiales, además de las propias de cada país. Por su inmediatez con las innovaciones comunicativas hay que resaltar la crisis de la burbuja tecnológica, o de las empresas puntocom, a inicios del nuevo siglo por haberse centrado la economía en la especulación de las aportaciones que traerían Internet y la telefonía móvil de tercera generación y haberse dado mayor importancia a las promesas que a la producción real de las empresas. Poco a poco se ha ido ajustando la situación. Pero en la actualidad está penetrando con fuerza otra crisis: la de las materias primas, la de algunas entidades financieras y la de las empresas inmobiliarias, sin que sepamos todavía su alcance.
La brecha tecnológica no debe asociarse a países ricos y países pobres. China, India, Brasil y algunos otros países considerados antes fuera de los grandes desarrollos son los que más crecen económicamente en la actualidad y donde la innovación técnica tiene mayor desarrollo. La denominada brecha digital hay que revisarla para detectar dónde se amplía y dónde se reduce y en particular a qué países y grupos humanos concierne padecerla y qué otros son los que se aprovechan de ella. Los análisis de los cambios de la comunicación no deben aislarse de estas situaciones concretas de los países ni de los grupos de personas sin incurrir en investigaciones encerradas en torres de marfil.
Pegada a los cambios comunicativos se genera una investigación para seguirlos de cerca. Por un lado, desde perspectivas tradicionales históricas, psicológicas, económicas, políticas, sociológicas, jurídicas, lingüísticas, pedagógicas, culturales, etcétera y, por otro lado, desde la observación de los propios procesos comunicativos en unos casos de manera aislada y en otros enmarcados en sus contextos y en planteamientos interdisciplinares.
La investigación también ha ensanchado sus campos de trabajo, sus objetivos y sus técnicas para adecuarse a las nuevas necesidades. Sin embargo, se echa en falta todavía investigaciones que vayan conduciendo a la creación de categorías más amplias y que permitan establecer una teoría que explique el funcionamiento de los nuevos procesos de comunicación interactiva. Más que nunca es imprescindible el diseño de nuevos paradigmas de comunicación y de experimentación de otras técnicas de investigación que respondan a las innovaciones y a la complejidad alcanzada.
De todo lo anterior, la Revista Mexicana de Comunicación viene dando cuenta número tras número, aunque de manera discontinua y desestructurada como corresponde al propio medio. No obstante, junto a las informaciones y análisis del momento surgen otros estudios de miradas más globales para apreciar lo anterior, el presente y las tendencias. Resultan sumamente valiosos los rigurosos resúmenes anuales del desarrollo de cada uno de los medios que a medida que se van leyendo van completando una historia de los medios de comunicación en México.
Junto a tales aportaciones aparecen otras sobre distintos países que también permiten aproximarse a la evolución general de la comunicación. Siempre es bueno echar la mirada hacia atrás para hacer un balance de lo aportado, pero todavía es más importante ir analizando los cambios durante muchos años más. Es el desafío que le espera a la revista.