Al fondo a la derecha

La política en tacones

Pilar Ramírez

José Antonio Gurrea publicó en 2005, en la revista Etcétera, un artículo titulado «Erotismo de tinta y papel», un texto muy bien documentado sobre las publicaciones que incluían desnudos, donde afirma que «hace años, no muchos por cierto, existía un México aún más gazmoño que el actual donde editar una publicación con inofensivos desnudos parciales constituía un auténtico desafío». Gurrea menciona revistas como Caballero, Él o Eros cuya suerte final fue la desaparición, algunas veces porque el proyecto editorial no cuajó o porque sucumbieron ante la censura.

La afirmación de Gurrea requiere de una precisión: ¿por cuenta de quién ha corrido la gazmoñería? Porque en ese terreno parece haber muchos mexicos. Hoy, con una cantidad impresionante de información en Internet, especialmente en youtube donde los internautas pueden disfrutar de prácticamente cualquier preferencia visual; después de que el Zócalo de la ciudad de México fue fotografiado vestido de piel por Spencer Tunick; del éxito que tienen series como Will and Grace o L Word donde los protagonistas son homosexuales o lesbianas y muchas otras expresiones artísticas o culturales que rinden culto al cuerpo humano o a la palabra en libertad, difícilmente se puede hablar de un México gazmoño.

Incluso en los años 60 y 70, cuando esas revistas fueron censuradas, sucedió como resultado de la presión de algunos grupos o debido a la censura oficial que, escondida en una apariencia de recato, buscaba desterrar manifestaciones políticas que le resultaban poco convenientes. Paradójicamente, con una sociedad más expuesta a una multiplicidad de manifestaciones culturales, somos ahora testigos de una preocupante y constante aparición de acciones que apuntan al oscurantismo, a la negación de un mundo diverso y rechazan la libertad de elección de los individuos.

Muchos podrán refutar las ideas y valores que representan los punks, darketos o los emos, lo que no podemos negar es que esos jóvenes son producto de nuestro tiempo y que buscan una identidad que no encuentran en los elementos que sus familias o el grupo social al que pertenecen les ofrece, simplemente son distintos, pero desde grupos de poder conservadores lo mejor que se les ocurre es combatirlos con el linchamiento, con un llamado a la violencia y la intolerancia como el que ocurrió a principios de marzo en Querétaro y otras ciudades.

La lista de proyectos culturales que no se realizan por falta de recursos podría ser interminable, situación frente a la cual resultan insultantes la megalimosna del gobierno jalisciense para construir una iglesia o el uso de recursos públicos del gobierno guanajuatense para financiar la telenovela católica Vida mía. La secretaria de Educación, Cultura y Deporte del municipio de Matamoros se sumó a la censura que la iglesia impuso al grupo de rock Molotov y en una rigurosa crítica musical anotó que «es música de locos», les retiró el permiso para presentarse e invitó a los jóvenes a «escuchar una rondalla muy bonita» en lugar de «mentadas». Estigma que acompaña a este género musical.

En un intento que podría antojarse inocente si no fuera porque lo rebasa la torpeza, se busca prohibir los narcocorridos porque su difusión «no contribuye a reducir la inseguridad», según afirmaron funcionarios de Sinaloa. Quizá los servidores públicos confían en que junto con la censura caerá una nube de amnesia en la población que le hará olvidar la cuota diaria de ejecutados. En esa misma entidad, la Universidad estudia prohibir en los bachilleratos la minifalda para evitar violencia de género, tal como lo recomendara un jerarca católico.

Se vinculó la destitución de Santiago Creel como líder de la bancada panista en el Senado a la difusión del nacimiento, fuera del matrimonio, de una hija del político; una especie de castigo, no se sabe si a su comportamiento o a su falta de pericia para que el hecho no se filtrara a la prensa.

La Iglesia católica ha mantenido tradicionalmente una postura de condena contra el aborto, ahora colaboran con ella otros grupos conservadores y hasta la CNDH. Después de la despenalización del aborto por parte de la Asamblea de Representantes comenzó no sólo una batalla jurídica sino también ideológica y religiosa. Se organizó el concurso Canto Joven por la Vida, las autoridades eclesiásticas amenazaron con excomulgar a los legisladores que aprobaran la ley y, paralelamente, la entonces presidenta del Consejo Nacional de Población, Elena Zúñiga, admitió que en el gobierno de Vicente Fox disminuyó el acceso a métodos anticonceptivos, lo cual fue quizá el primer paso hacia su destitución.

La SEP intentó desautorizar el uso de un libro sobre sexualidad editado por el gobierno del Distrito Federal, en tanto que utilizó un tratamiento suave con el gobierno guanajuatense cuando incluyó imágenes religiosas en el libro de Geografía e Historia. Parece ser que un mayor apego al laicismo en los gobiernos priistas no erradicaba pero sí limitaba hasta cierto punto la censura y la intolerancia.

En un ingenioso cartón de Naranjo que publicó la revista Eros en su número de despedida dedicado a la censura, un hombre, cuya figura está formada por imágenes aparentemente censurables, le dice a otro con vestimenta de cruzado que en lugar de espada esgrime la palabra censura «eso que usted dice que ve, yo también lo veo, pero a mí me gusta». Desafortunadamente para todos, la alternancia también trajo intolerancia y fueron investidos de poder algunos que no soportan que a otros les guste lo que ellos condenan.

Periodista y colaboradora de la RMC

El artículo anterior se debe de citar de la siguiente forma:

Ramírez, Pilar, «Al fondo a la derecha», en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
Num. 113, México, noviembre. Disponible en: Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/Tables/rmxc/p23.htm
Fecha de consulta: 7 de noviembre de 2008.

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