Blindaje periodístico

Cuando la realidad nos dice que es mejor prevenir que contabilizar

Karina Coronado Cruz
Coordinadora de la Unidad de Análisis e Información de la Fundación Manuel Buendía

La Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM fue el escenario para debatir las mejores prácticas y herramientas de prevención que permitan ejercer el periodismo de una manera segura, ante un escenario abrumado por el narcotráfico.

El panorama para quien ejerce el oficio informativo en México es sombrío: año con año mueren de manera violenta y desaparecen periodistas por informar a la sociedad sobre temas catalogados como “delicados”. Ante este escalofriante escenario, era necesario y urgente que los informadores tomaran cartas en el asunto.

Durante 43 horas, del 30 de noviembre al 3 de diciembre, más de 20 periodistas de diversas entidades de la República mexicana (Sonora, Sinaloa, Coahuila, Durango, Tijuana y Distrito Federal), así como estudiantes de la carrera de comunicación, asistieron al taller “El blindaje periodístico ante la violencia”, organizado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), asociación internacional dedicada a defender la libertad de expresión y de prensa en toda  América.

El principal objetivo de los asistentes al taller fue capacitarse y retroalimentarse con las diversas experiencias de informadores extranjeros y nacionales, quienes viven o vivieron la experiencia de ejercer la profesión en escenarios violentos y tocados por las fibras de peligrosas bandas de la delincuencia organizada.

A través de su experiencia, los oradores ofrecieron valiosas herramientas de protección a fin de convertir el trabajo periodístico en una profesión  segura de ejercer,  sobre todo  en zonas donde el narcotráfico se ha convertido en el principal enemigo a vencer, ya que a su paso ha dejado decenas de muertes, extorsiones, miedo, censura y secuestros entre periodistas.

“Al cubrir la fuente de seguridad y derechos humanos en lugares donde el tráfico de drogas es el principal problema, es necesario cambiar la forma y las herramientas de hacer periodismo. Los informadores debemos realizar un gran esfuerzo para entender y visualizar la seguridad no sólo como algo que es externo a nosotros, sino como una medida de sobrevivencia que uno propicia a partir de un adecuado manejo de la información”, resaltó María Idalia Gómez, periodista galardonada con el Premio Planeta de Periodismo por su libro Con la muerte en el bolsillo, investigación sobre el crecimiento del narcotráfico en México desde 1990.

“Las agresiones, amenazas, secuestros y asesinatos se pueden prevenir a partir de una buena cobertura e investigación periodística. Pero para ello, indiscutiblemente el periodista necesita redefinir cómo investiga, cómo publica y cómo reacciona permanentemente a estas agresiones”, destacó la también encargada de la Unidad Rápida de Repuesta de la SIP.

“¿Hasta cuándo dejaremos de ser voceros de las dependencias?”

Tales aseveraciones se originaron porque en México, la cobertura del fenómeno está restringida a “reproducir informaciones oficiales sobre muertos, violencia, sumas de dinero y datos sueltos”, pero sin que exista una investigación a fondo.

El problema, aseveró la expositora en seminarios y cursos sobre periodismo de riesgo y de investigación en México y América Latina,  es “que poco se apuesta en ello, desde las empresas periodísticas hasta los mismos compañeros. No sé por qué razón inhibimos nuestro trabajo. Tal vez por los riesgos”. Pero por ello debemos cambiar la forma de hacer periodismo, dar un cambio radical y deducir “que las cosas como las hemos venido haciendo no han servido. ¡Entendamos!: están matando a compañeros, y eso tiene que cambiar”.

De acuerdo con María Idalia, una de las primeras modificaciones que deben realizar los periodistas es visualizar la prevención personal y “no esperar a que el periódico, televisora o radiodifusora les dé su chaleco antibalas, seguro de gastos de médicos mayores, máscara antigases, casco, teléfono celular o carro blindado para poder trabajar seguros. Porque no existen las condiciones económicas ni la sensibilidad y conciencia profunda de parte de todos los medios para ello”.

Para lograr lo anterior se necesita conocer el ambiente y entorno en el que el informador se desenvuelve profesionalmente. Es decir; en el caso del norte del país, que es la zona donde el fenómeno del narcotráfico tiene mayor presencia, es preciso contemplar que el reportero puede recibir una amenaza de algún Zeta u otro miembro de determinado cártel  por publicar información “peligrosa”, sin fuentes, ni investigación.

La expositora añadió que al plantear la posibilidad de una intimidación, el periodista también debe visualizar qué hacer y cómo actuar ante ésta, ello a través de una protocolo propio de seguridad, el cual puede (que sería lo más idóneo) crearse en coordinación con el medio de comunicación para el cual trabaja.
Entre las medidas que podría tener el  protocolo están:

  1. modificar la rutina del afectado,
  2. tener más comunicación con la redacción,
  3. entablar horas especificas para que el informador se reporte con el editor,
  4. que tanto el amenazado como el medio informativo tengan a la mano los teléfonos de los compañeros de redacción y de emergencia.

Asimismo María Idalia Gómez remarcó que la seguridad es un tema que el reportero propicia, por lo que es necesario que él mismo especifique con qué materiales ejerce su profesión, cuál es su rutina y qué medidas de seguridad y prevención debe tomar antes de que sea demasiado tarde, pues “se tiene comprobado que varios asesinatos de periodistas tenían un precedente de intimidación, y el haber actuado en su momento hoy significaría un comunicador menos en la lista de asesinados”.

Trabajo de calidad, garantiza seguridad

Otra forma de prevenir el secuestro o asesinato de un informador es presentar a los lectores un trabajo de calidad. Esto implica entender qué es lo que está pasando en el país, tener la capacidad de crítica y análisis, de confrontar las declaraciones de las mismas autoridades, dejar de ser voceros y explicar el problema desde su contexto, no presentar todo como verdades absolutas, buscar fuentes confiables y entrevistarlas.

Aunado a lo anterior, es fundamental valorar el impacto de la información. Prevenir, saber cómo reaccionar y un poco de suerte nos ayudará a blindar nuestro trabajo “de adentro hacia fuera”, finalizó María Idalia.

A esa exigencia de calidad informativa se unió Álvaro Sierra, periodista colombiano y catedrático en cursos para periodistas sobre cubrimiento de conflictos armados, narcotráfico y trabajo bajo riesgo. Sierra enfatizó:  “Se dice que un trabajo de calidad contiene: credibilidad, que los datos expuestos se puedan corroborar; precisión en cifras, nombres e instituciones; información completa y con contexto; cuidado en el manejo de las fuentes y saber distinguir en qué momento la fuente dice información veraz y cuándo miente; copias de los informes y estudios que se hacen.

“Debemos construir una agenda de cobertura más compleja y plural, dejar de convertir los muertos en algo común porque el efecto de ello en corto, mediano y largo plazo es funesto. La violencia se banaliza  y la opinión pública obtiene sólo una parte del debate, que desde luego es importante, pero no lo más sobresaliente.

“Por último, incluir otros temas que casi siempre, o por lo menos en términos proporcionales de información,  se excluyen”.   Por ejemplo, destacó Sierra, hacer análisis del consumo y adicción, del fracaso o eficiencia de las políticas para combatir el tráfico de drogas, analizar el impacto institucional de que el Ejército trabaje de cara a cara frente a los narcotraficantes, pues los militares pueden ser corrompidos; la legalización de las drogas, investigar cuál es más peligrosa; realizar estudios socioculturales de las mafias,  investigar en torno a los corridos y su importancia en la sociedad, etcétera.

Otro elemento que debe contener un trabajo de calidad, remarcó el informador colombiano, es la precisión en el lenguaje, pues éste implica una serie de connotaciones que son muy complejas por tener una insinuación. Además, la falta de capacidad de confrontar las declaraciones y un mal uso de la palabra refleja el grado de confianza y reproducción de lo que dicen nuestras fuentes, sobre todo las oficiales.

El utilizar un lenguaje inapropiado ayuda a sociabilizar las expresiones de los narcotraficantes. Ejemplos de ello son: “levantón”, cuando lo correcto es secuestro o privación ilegal de la libertad; “ejecución”, en vez de asesinato.
Álvaro Sierra remarcó: “La palabra ejecución supone que hay una autoridad detrás que determinó que ese hombre ameritara ser muerto. Al utilizarla, nosotros estamos aceptando que esa muerte la provocó la misma víctima, y al hacer esto, sin saber, nos convertimos en duplicadores del miedo, aumentando el poder de los grupos adversos y que la sociedad lo vea como un suceso común”.

También es urgente entender que un lugar controlado por el narcotráfico  –por definición y prevención—  es un espacio difícil para ejercer la labor periodística, pero no imposible. Para ello es necesario dar un giro al cómo vemos, leemos y reporteamos la información, dejar atrás la cobertura en simples hechos sangrientos. Por ello es importante publicar los asesinatos o los mensajes de los narcotraficantes dándoles contexto y explicación  para no maximizar la violencia.

Sierra también opinó que para presentar una información de calidad, los periodistas deben entender el tráfico internacional de drogas como un problema global, y no sólo de México, ya que hoy en día se cubre el problema global como problema local y el fenómeno no se comprende en su justa dimensión.  Además resulta central la necesidad de profundizar en el tema, realizar estudios  sociológicos sobre lo que sabe la gente y los especialistas, sobre el consumo entre adolescentes; realizar estudios socioculturales e ideológicos de los narcotraficantes y su entorno; es decir, mostrar a la sociedad todo el panorama y no sólo el aspecto violento.
Igualmente, un trabajo de calidad contempla la distinción entre  información y opinión, y saber separarlas.

En ese contexto, Ruth Merino, periodista y consultora en el área de capacitación del diario El Nuevo Día, Puerto Rico, destacó que al redactar información periodística, los reporteros deben escribir con responsabilidad propia y del medio, así como con independencia económica. Igualmente, “no deben escribir con prejuicios, sino de manera profesional, respetar las características de cada género y comprender que una buena nota no es la que se publica primero sino la que se publica completa, tal y como lo dijo en su momento el escritor García Márquez”.

Una historia que contar

Una herramienta más para impulsar la calidad informativa es contar historias de vida, crónicas repletas de información valiosísima. Por lo que, Juan Pablo Meneses, periodista de Chile y ganador de la beca “Creación literaria” del Consejo Nacional del Libro y la Lectura en Chile, compartió la experiencia de escribir crónicas como una forma para reducir el riesgo y terminar con la autocensura.

“Escribir una crónica ayuda a entender lo que se informa, ver los matices detrás de cada historia, nuevos mundos, personaliza las noticias y cifras, y permite cuestionar verdades absolutas, ya que nos da la oportunidad de dar muchísima información, pero el contarla en forma de relato permite verlo como un trabajo más humano, y los narcotraficantes no distinguen que en el texto está implícito el tema del narcotráfico. Y eso ayuda a blindar nuestro trabajo. Además, es más segura y humana”, expresó el periodista chileno.

Meneses destacó que para la crónica es fundamental escoger una historia atractiva, definir qué es lo que quiero decir, cómo lo voy a decir, y tener lo esencial, que son los materiales narrativos: personaje, escenas, diálogos y descripciones.   Las descripciones dibujan el panorama, son nuestra cámara ante el espectador, y por ello a través de ellas se debe retransmitir la verdad y los conflictos, aunque de manera amena.

Aunado a ello, comentó, se necesita comprender que la crónica no reemplaza la información sino la complementa. Por ende se debe contar la nota periodística como una anécdota, la cual contiene información, entrevistas con los involucrados y todas las aristas del problema. Ello le permite al lector decidir quién es bueno y quién es malo; analizar el conflicto y entender el  fenómeno.

Para lograr una buena anécdota, según el también ex relator de la Fundación Nuevo Periodismo, el reportero debe tejer la historia con mucha creatividad, tener con una estrategia, un plan a seguir para no perdernos entre tantos datos, suficiente información, estudio y análisis, herramientas narrativas y de trabajo, así como el respaldo del medio para saber que no está solo.

“El inicio de una crónica debe ser sorpresivo, con un enfoque novedoso. Es decir: ir más allá de lo cotidiano y aprovechar el descuido del lector, quien no sabe de qué tratará la historia”, acentuó Meneses.

El enemigo en casa

Durante su participación, Roberto Rock, ex director del periódico El Universal y vicepresidente de la SIP, dijo que si bien es cierto que los periodistas tienen un enemigo en casa porque no existe una política editorial clara, hay desprotección laboral, baja calidad informativa y poca ética periodística, desconfianza entre reporteros y medios, prepotencia inadecuada y autocensura. El principal problema es que muchos dueños o jefes de redacción todavía no ven la importancia de crear manuales de protección, a pesar de que México ocupa el primer lugar en América Latina  para ejercer la profesión informativa.

Pese a ello, destacó el informador, se puede plantear a los directivos que la cobertura policiaca va más allá de contabilizar muertos, pues constituye la cobertura más importante de cada uno de los medios, a partir de que el presidente Felipe Calderón declaró la lucha contra el narcotráfico.

El tercer paso para aminorar los asesinatos de periodistas, puntualizó el periodista Álvaro Sierra, es un trabajo conjunto entre gobierno, medios y organizaciones de periodistas a través de la creación de un Programa de Protección de Periodistas, tal y como ocurrió en Colombia.

El programa trabajaría con un comité integrado por funcionarios, policías y organizaciones periodísticas, quienes decidirían qué medidas tomar en caso de que un reportero se encuentre amenazado. Acciones que pueden ir desde protección policial hasta cambio de domicilio o país.

A lo anterior se añaden las palabras de Manuel Clouthier, ex director del diario Noroeste Culiacán, entablar comunicación con el gobierno. Por ejemplo, si un reportero es amenazado, el director del medio debería acudir con la máxima autoridad del lugar y decirle: “Señor gobernador, están intimidando a uno de mis reporteros, y a partir de hoy que le estoy informando, usted es responsable de lo que le hagan o dejen de hacer; porque ya sabe lo que está pasando y usted es responsable de garantizar la seguridad de la sociedad”.

Lograr lo anterior, nos ayudaría a que la autoridad se comprometa, sienta el problema de los periodistas como un problema de ellos y ayude a minimizar los crímenes, dijo Clouthier.

“En el periodismo, es necesario que los asesinatos y amenazas de reporteros se conviertan en problema del Estado, el gobierno en general sólo actúa bajo presión. por eso los medios y la sociedad deben presionar, porque sino seguirá pasando lo de hoy, los muertos serán sólo parte de las estadísticas. Además es necesario meter la presión suficiente, pero al mismo tiempo generar ese sentimiento de responsabilidad, porque el informar no sólo es un derecho de los periodistas, también el estar informados es el derecho de la sociedad”, puntualizó.

Concienciar sobre nuestro papel

Durante su intervención, Manuel Clouthier, ex periodista y actual diputado federal, matizó: “el enemigo de la libertad de expresión es el mal periodismo. En el periodismo hay mucha irresponsabilidad, deberíamos empezar por entender que este oficio no es un privilegio, es una responsabilidad y eso nos condiciona automáticamente. Debemos tener mucho compromiso con lo que hacemos, pues el periodismo no podemos y no debemos dejarlo en manos de un irresponsable”.

Si queremos empezar a blindarnos, exclamó el funcionario, “debemos ser muy exigentes con nuestro trabajo y nosotros mismos. Cuidemos lo que publicamos y hagámoslo con responsabilidad y profesionalismo, ya que quien lea nuestras publicaciones, y sobre todo el afectado, lo va a ver en el marco de la perversidad”, pero si la información es veraz y contrastante, nuestra vida está a salvo.

Asimismo Clouthier determinó que se puede informar de todo, el inconveniente es cómo lo publicas y con un trabajo de calidad, nadie puede abogar a la censura.

Un consejo que dio el diputado a los asistentes al foro fue: cuando el reportero trate determinada información, que sepa que va a afectar a integrantes del crimen organizado, es necesario que se ponga en el lugar del otro; es decir, cómo le gustaría que el medio y el periodista lo trataran si estuviera en esa situación.
Sin embargo, expuso  Clouthier, a veces el informador se olvida de esos detalles y son imprudentes, “irresponsables, amarillistas, rebasamos el limite de la dignidad de los demás. Atender estas referencias no es autocensura, es responsabilidad”.

“Saltos mortales triples, pero con responsabilidad”

El legislador agregó que el informador debe valorar y entender el compromiso de la empresa en la que labora, en relación a su seguridad. “No le hagan al superman o al súper héroe, sepan donde están parados , cuál es el rol y el compromiso de su medio y su director”.

El sinaloense enfatizó que “en el periodismo se valen saltos mortales triples, pero con responsabilidad y red, porque sin red no se llaman saltos mortales triples. Hay que tener una protección porque la acción (o la publicación) va atener una reacción, por ello es necesario saber cuál es mi red, tanto profesional como la que me da el medio para el que laboro”.

De acuerdo con Clouthier, la red del periodista se debe basar en:

  1. Instrumentos que respalden el trabajo. Tales como grabaciones,  documentos oficiales y extra oficiales (original y copia), investigación parte contra parte.
  2. Al iniciar un trabajo de investigación, es recomendable visitar el lugar sólo unos días y estudiar la zona.
  3. El reportero debe tener comunicación con el editor. No iniciar un trabajo de violencia o crimen organizado sin que tus editores estén informados.
  4. No realizar ningún trabajo sin conocer  el compromiso del medio y editor. Siempre trabajar de la mano de la empresa para la cual se labora.
  5. Tomar decisiones con el equipo de redacción y valorar si éstas son convenientes.

El ex director del diario Noroeste Culiacán finalizó: “La idea es que ustedes entiendan que nadie los va a cuidar, ustedes son los que tienen que  ser responsables de su seguridad, y la primera forma de  protegerse es entender que tienen que ser responsables de su seguridad y hacer un periodismo profesional”.

Como colofón

La realización del taller fue vista con buenos ojos por diversos académicos e investigadores, tal fue el caso de Luis Raúl González, abogado general de la UNAM, quien manifestó: “Celebro la realización de este taller, porque se da en el momento en que México vive desde muy distintas perspectivas (desaparición, asesinatos o amenaza) las agresiones contra periodistas, cuyo mensaje es: ‘Mira lo que te puede pasar’”.

Asimismo, aprovechó para recalcar que “ante la delicada situación que atraviesa el país es importante coordinar esfuerzos entre universidades, instituciones y medios de comunicación, porque mediante el debate podemos lograr que el Estado no deje de lado su obligación de generar condiciones adecuadas para ejercer el periodismo sin consecuencias”.

“Hay una apertura informativa porque se puede hablar casi de todo. Sin embargo, no puede hablarse de una autentica libertad de expresión cuando las agresiones están a la orden del día. Hay que recordar que la  libertad de expresión es un derecho que adquiere doble dimensión cuando lo ejercen los profesionales de la comunicación, ya que informan a la sociedad para que pueda ejercer otros derechos, y al agredir a un reportero se priva a la población de recibir información y ejercer su libertad a plenitud”, concluyó el jurista González.

Al finalizar el encuentro, los organizadores concluyeron que la  capacitación, la prevención, los protocolos de seguridad y el trabajo de calidad son un buen inicio para disminuir las intimidaciones, desapariciones y asesinatos de periodistas. En ese contexto, se informó que la UNAM en coordinación con la SIP realizarán en abril, el primer diplomado de Blindaje periodístico ante la violencia y con ello mostrar que en el gremio periodístico existen deseos para continuar ejerciendo la profesión sin la posibilidad de perder la vida en ello.

El siguiente es un ejemplo de cómo debe de citar este artículo:

Coronado Cruz, Karina «Cuando la realidad nos dice que es mejor prevenir que contabliizar»,
en Revista Mexicana de Comunicación en línea, Num. 119, México, enero 2010.
Fecha de consulta: 18 de enero de 2010

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