¿Los golpeadores van a la cárcel?

La política en tacones
Pilar Ramírez

Las imágenes de mujeres que nos ofrecen los medios de difusión son sumamente contradictorias. La prensa escrita es la que recoge, en general, los reclamos de organizaciones de mujeres para exigir el cese de la violencia, la que incluye notas sobre la exigencia de cubrir cuotas de género en estos meses en que hay elecciones en diversas entidades del país, la que da cuenta de los avances y retrocesos en materia legislativa acerca de los derechos de las mujeres, la que informa y puede dar seguimiento a casos de abuso de las autoridades o de los cuerpos policiacos contra las mujeres.

En los medios electrónicos, y acusadamente en la televisión, parece que el tiempo no transcurre. Los programas de entretenimiento no hacen más que renovar las historias, adaptarlas al tiempo en que se transmiten –razón por la cual hay dos o tres versiones de la misma telenovela-, pero en las que persisten sin grandes cambios las imágenes de las mujeres.

Continúan allí las sufridoras profesionales de las historias de amor, ésas que afirman que “con amor y aguardiente, nada se siente” y aman en silencio o esperan capítulo tras capítulos a que el hombre elegido se dé cuenta de que lo aman, las villanas, las dóciles, las buenas, las pobres bellas, las ricas interesadas y con corazón de piedra. Estereotipos que ayudan a construir personajes con los que se crea el conflicto humano que alimenta las historias de telenovela, los papeles que se les endilgan a personas reales a través de lo que se ha dado en llamar “periodismo del espectáculo” o incluso a uno que otro personaje de la vida real que salta a los espacios noticiosos porque protagoniza alguna historia especial; en este último caso están primeras damas, deportistas, las mujeres indígenas encarceladas injustamente, la madre de Paulette Gebara. Todo sirve para alimentar los estereotipos.

El avance de la industrialización y la disponibilidad de una gran cantidad de productos han colaborado para atenuar los estereotipos femeninos en cualquiera de sus extremos. La publicidad no muestra mujeres hacendosas, porque ello iría en contra de la imagen de modernidad que intentan ofrecer y lejos de la vida cómoda que prometen sus productos. En ello radica que una franja importante de mujeres que continúan cumpliendo roles muy tradicionales no se reconozcan en papeles de subordinación.

Un ama de casa de clase media o clase media alta que cuenta con ayuda doméstica, con un hogar equipado con toda clase de aparatos electrónicos, con un vestuario variado que luce muy bien gracias a que acude a un gimnasio y disfruta de un automóvil de modelo reciente que le ayuda a transportar a sus hijos, le facilita tareas como la compra de despensa y atender compromisos sociales con los cuales llena su agenda, no se ve a sí misma como una persona que requiere que defiendan sus derechos, que se legisle a su favor o que haya mecanismos de autorregulación en los medios para limitar imágenes denigrantes de las mujeres, debido a que, consideran, ellas deciden su vida, determinan su agenda e incluso tienen personal bajo sus órdenes.

Esta fantasía de poder que otorga el disfrute de bienes de consumo enmascara la subordinación económica, el papel secundario en la toma de decisiones familiar y social y la falta de participación ciudadana.

Como ejemplos tristes está el hecho de que hace unos años Paulina Castañón, esposa de Raúl Salinas, presentó una denuncia por violencia. Varios casos de abuso o violencia por parte de sus parejas han sido confesados por mujeres del espectáculo y en fechas recientes ocurrieron en Chiapas tres hechos lamentables. El presidente municipal de Tonalá tundió a golpes a una mujer empresaria por haberse negado a tener relaciones sexuales y la envió al hospital; el candidato a diputado priista Élmar Darinel Díaz está desaparecido y es sospechoso de haber asesinado a su esposa, quien el día anterior a su muerte había acudido a la casa de sus padres a refugiarse huyendo de las agresiones del marido y, el pasado 13 de mayo, en el festejo del día de las madres, el alcalde de Pantepec golpeó en público a su esposa a puñetazos y patadas.

Varios medios que consignaron la información destacaron también el silencio del gobierno chiapaneco, la Comisión Estatal de Derechos Humanos y del Instituto Estatal de las Mujeres. Hasta allí llegó la credibilidad de la intensa campaña que desplegó el gobierno del estado “En Chiapas, los golpeadores van a la cárcel”.


Periodista y colaboradora de la RMC

El artículo anterior se debe de citar de la siguiente forma:

Ramírez, Pilar, «¿Los golpeadores van a la cárcel?« en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
México, mayo, 2010.
Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/politica.htm
Fecha de consulta 20 de mayo de 2010.

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