Escobas, por favor

La política en tacones
Pilar Ramírez

La semana anterior, un centenar de varones se plantó frente al Capitolio en la isla de Puerto Rico; armados con escobas para “barrer el machismo”. Estudiantes, maestros universitarios y empleados de diversos ámbitos se dieron cita en esta ingeniosa protesta, llamada “escoba reflexiva”, consistente en barrer papeles que tenían escritas palabras como machismo, sexismo y violencia.

Además de protestar por la violencia contra las mujeres, que ha cobrado la vida de una docena de mujeres en la isla, en lo que va del año, los hombres protestaron por la violencia policial con que se impidió a un grupo de manifestantes presenciar una sesión en el Capitolio a principios de julio. La televisión boricua recogió escenas en las que los policías agreden con especial violencia a las mujeres.

La violencia ejercida por representantes del gobierno no es extraordinaria y desafortunadamente cunde en muchos países. Resulta significativo que la Asamblea General de la ONU haya creado recientemente una nueva entidad para la igualdad de género y promoción de la mujer llamada ONU Mujeres, que comenzará a operar el próximo año y pretende lograr que los estados respondan con más celeridad a los cambios sociales y económicos que se han generado a resultas de la participación de la mujer. La consultora regional de UNIFEM, María de la Paz López, afirmó que “la violencia es más visible en la mujer golpeada por su pareja, pero hay que dar el paso a ver que la violencia está presente también en lo cotidiano, en la comunidad, en las leyes, en la forma de actuar del Estado, en las normas, en los códigos civiles y penales y a nivel institucional. Ese nivel de erradicación de este tipo de violencia es todo un desafío”.

El reto no es sencillo, es todo un desafío lograr que se haga realidad lo que ya está dispuesto en algunas leyes y que por ahora es letra muerta. Cada vez que se logra un pequeño o gran avance para favorecer los derechos de las mujeres probablemente no resultará un paso en firme, sino una pequeña victoria que se tendrá que defender para evitar retrocesos, para hacer frente al algún ocurrente que pida derogarla por inoperante o por “inequitativa con los varones”.

La encuesta nacional sobre dinámicas de las relaciones en los hogares arrojó que una de cada 10 mujeres fue tocada o acariciada sin su consentimiento, agresión que sufren más las mujeres solteras; una de cada 10 sufrió represalias por no acceder a propuestas de relaciones sexuales y ocho de cada 10 fueron humilladas o denigradas por su condición de mujer. De acuerdo con datos de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en 2008 se presentaron 25 mil 728 casos de hostigamiento o acoso sexual en 258 dependencias de la administración pública federal, pero sólo siete mil 796 fueron denunciados ante las autoridades, menos de la tercera parte.

Los servidores públicos, en general, desconocen las leyes que protegen a las mujeres de distintos tipos de violencia y se conducen como lo han hecho siempre, porque con ley o sin ella, en muchos casos, saben que están a salvo de ser sancionados. Los motivos de la impunidad son diversos. No es extraño que si una mujer se presenta ante un ministerio público a denunciar una agresión sea ignorada o humillada. Mayela García, presidente del Colectivo de Investigación, Desarrollo y Educación entre Mujeres (CIDEM) narra que ha sido testigo de escenas en las una mujer se presenta a denunciar una agresión física y los ministerios públicos preguntan “¿pues que le hizo a su marido para que la pusiera así?”, o les recomiendan “aguántese, ya se le pasará”.

¿Qué sucederá cuando una mujer se presente a denunciar violencia obstétrica por haber sido presionada de modo que no pueda tomar una decisión libre sobre su maternidad o cuando solicite en una institución del sector salud un parto vertical en apego a sus tradiciones? ¿Cuá será la respuesta de los médicos habituados a una relación médico-paciente en la que el saber médico se utiliza no sólo para sanar a las personas sino para establecer una relación de poder en la que el paciente adquiere un papel de subordinación?

Los médicos que no informan a sus pacientes sobre el padecimiento que identifican, que no explican cuál será la evolución de la enfermedad, que no le dan a saber al enfermo qué medicamentos le están prescribiendo y cómo actúan, ¿serán capaces de entender que las reformas al Código Penal de Veracruz tipifica algunas de las conductas que antes eran habituales como delito?, como utilizar, sin consentimiento de la mujer,  técnicas que alteren el proceso natural del parto de bajo riesgo o simplemente no brindar atención oportuna y eficaz a las mujeres en el embarazo, parto y puerperio.

Hace falta difundir el nuevo marco legal y hace falta defenderlo de las resistencias que irremediablemente encontrará. Sólo cuando al amparo de estas nuevas leyes constatemos que la violencia en sus distintas formas se sanciona, podremos considerar que realmente hay una evolución hacia una verdadera equidad.

Mientras tanto, alistemos muchas escobas, pues el machismo que se debe barrer en algunos lugares forma verdaderas avalanchas.

Periodista y colaboradora de la RMC

El artículo anterior se debe de citar de la siguiente forma:

Ramírez, Pilar, «Escobas, por favor« en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
México, julio, 2010.
Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/politica.htm
Fecha de consulta 15 de julio de 2010.

Deja una respuesta