Bicentenario

Foto: "La verdad del bicentenario" por Edcarsi @ Flickr

La política en tacones
Pilar Ramírez

Hace cien años hubo banquetes, ceremonias cívicas, desfiles y kermesses para el pueblo, mientras que en algunos salones se celebraban reuniones y bailes lujosos a los que acudían los personajes más connotados de la sociedad porfirista. Se celebraban cien años de la Independencia de México, pero eso no era todo, el presidente Díaz festejaba también sus ochenta años, que después de servir a la nación por 30 años, ameritaban un buen festejo.

Pero eso tampoco era todo, señala Enrique Krauze en su Siglo de caudillos que a “día tras día se inauguraban obras materiales y de beneficencia cuyo objeto era dar testimonio del progreso que por fin, luego de un retraso de siglos caracterizaba la vida mexicana (…) los viajeros podrían atestiguar la sólida infraestructura que <<Don Porfirio>> ―como (casi) todo México, reverencialmente le decía― había dado al país desde su lejano ascenso al poder en 1876: obras portuarias, excelentes vías férreas, teléfonos, telégrafos, correos”. Sólo ocho meses más tarde estaría dejando la presidencia como resultado de una rebelión que ya la represión no pudo contener, pero, los festejos eran los festejos, y se hacían a todo lujo, en obras y en fiestas.

El enésimo coordinador de los festejos del Bicentenario, a partir del fallido nombramiento en el cargo de Cuauhtémoc Cárdenas durante el sexenio de Vicente Fox que sólo sirvió para marcar distancia con el PRD y con Andrés Manuel López Obrador, José Manuel Villalpando, también opina que aunque hay crisis “México se merece la celebración”. Villalpando olvidó el polémico nombramiento de quien ocupó antes su cargo cuando afirmó que el Bicentenario se apartaría de todo debate político, pues “es algo tan nuestro, tan de todos los mexicanos que no podemos mancharlo con la disputa política”.

Independientemente de los buenos deseos de Villalpando, la disputa se produjo debido a la opacidad en elmonto de los recursos financieros destinados a la celebración. Estamos en crisis, pero los festejos porfirianos palidecen frente a los, ahora dados a conocer, 2 mil 971 millones 660 mil pesos, muy lejanos de la asignación inicial de 50 millones de pesos. Esa cifra millonaria no incluye escuelas, hospicios, hospitales, prisiones u obras de ingeniería como en los tiempos de Don Porfirio, pero asegura el secretario de Educación, Alonso Lujambio que sería “un desperdicio y una mezquindad entre los mexicanos” no celebrar los aniversarios, pues “es una mayoría aplastante la que sí se ha unido a los festejos”. Ignoro cómo contó el brillante secretario a esa mayoría aplastante, pero si él lo dice…

Quizá lo único rescatable ha sido la respetable cantidad de títulos –no todos a cuenta de los recursos millonarios destinados al festejo- que diversas editoriales han puesto en circulación con motivo de los dos festejos históricos. Hay biografías, historias generales, novelas, historias, investigaciones de hechos específicos, rescate de personajes con perspectiva de género como los libros de Celia del Palacio, Adictas a la insurgencia y la novelaLeona sobre la vida de Leona Vicario, que son verdaderos regalos a la lectura. También hay películas, videos, series de televisión de cadenas nacionales e internacionales, ahora con una visión más abierta que se aparta en ciertos pasajes de la historia oficial que nos han contado hasta ahora.

La autora de esta columna se dejó seducir también por los festejos patrios y, con apoyo de Conaculta y el Instituto Veracruzano de la Cultura, coordinó la producción de un disco que contiene una narración de la Independencia y la Revolución en décima, con acompañamiento de son jarocho, que reseñaré en una próxima entrega.

Por otra parte, como signo de los tiempos, se saca provecho del centenario y del bicentenario de otros modos. Los bancos promueven machaconamente sus promociones “bicentenario” para convencer a la gente de adquirir una tarjeta de crédito, comprar un seguro, pedir un préstamo para viajar; una constructora de casas de interés social sacó su edición bicentenario para intentar vender con sentido patrio; agencias de viajes promueven sus paquetes para “festejar el bicentenario” aunque no toquen un solo punto histórico, las empresas automotrices, alemanas o estadounidenses también quieren explotar sentimientos nacionalistas para ofrecer sus autos y hasta cadenas transnacionales de supermercados hacen aflorar la nostalgia histórica con tal de vender refrescos, detergentes, jabones, víveres de toda clase, la mayoría provenientes del extranjero, pero ¡qué más da¡ ¿Cómo desaprovechar esa oportunidad? Pues, como diría Villalpando, “se trata de una ocasión única e irrepetible, que no volverá a suceder hasta dentro de cien años”. Deslumbrante descubrimiento del funcionario, así son los centenarios, sólo ocurren cada cien años.

Periodista y colaboradora de la RMC

El artículo anterior se debe de citar de la siguiente forma:

Ramírez, Pilar, «Bicentenario« en Revista Mexicana de Comunicación en línea,
México,agosto, 2010.
Disponible en:
http://www.mexicanadecomunicacion.com.mx/politica.htm
Fecha de consulta: 9 de septiembre de 2010.

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