Más allá de las cifras

Tecnología y  sociedad

De las redes de conocimiento

Carmen Gómez Mont

Mucho  se  habla  de  redes  virtuales:  se  dan  cifras  espectaculares,  se  habla  de  identidades  juveniles  y  de  la  construcción  de  grandes  conglomerados  académicos,  activistas  políticos  y  sociales,  y  se  les  compara  con  territorios  físicos  en  el  ciberespacio;  sin  embargo,  se  hace  poca  referencia  a  la  calidad  de  las  redes  o  su  verdadero  potencial,  así como  a  los  diferentes  modelos  de  interacción  que  podrían  derivar  de  ellas.

Fotografía: "Oh the society!" por Mutasim Billah @ Flickr

Según Inside Network, el mayor rango de edad de los usuarios de Face-book se ubica entre los 18 y 35 años, dominando las mujeres sobre los hombres en los más jóvenes e invirtiéndose esta relación después de los 35. El inicio se inscribe por lo general a los 13 años y termina a los 55.

Pese a que un gran número de usuarios se incorpora a una red virtual mediante el juego, se sabe que paulatinamente esa modalidad de información y comunicación podría convertirse en un capital social importante; de hecho, en ciertos casos ya lo es. Uno de los elementos más importantes de las redes radica por tal razón en las redes de conocimiento.

Las redes sociales virtuales pueden comprenderse desde dos perspectivas: la tecnológica, estrechamente ligada a la infraestructura y al trazado de redes de telecomunicaciones; y la social, un concepto mucho más amplio que el antecedente y desde donde la información es susceptible de convertirse en conocimiento, dependiendo de los modelos de interactividad (comunicación) que se implanten.

Las redes son atractivas porque aparentemente no poseen una jerarquía, porque permiten un acceso inmediato a información o a una persona, y porque supuestamente deben ser transparentes.

Se denominan redes de conocimiento cuando realmente dichos atributos están inscritos en la lógica de la red misma y cuando por ese mismo motivo la información circula de tal manera que se torna un espacio ideal para el intercambio, la discusión a fondo, la formación de un espíritu crítico y, por tanto, la generación de innovaciones.

Por tal razón un elemento fundamental de las redes será la interactividad, es decir: la posibilidad de intercambiar ideas con otras personas a través de modelos de información y comunicación avanzados. Mark Treymayne y Sharon Dunwoody han desarrollado un trabajo excelente sobre este principio al señalar que para que se dé la interactividad entre los usuarios de un medio, no es suficiente con apretar botones, bajar documentos o navegar por Internet. Para que un medio sea realmente interactivo se necesita iniciar un diálogo horizontal entre los usuarios a tal grado intenso y auténtico que sea capaz de alterar los contenidos (ideas) rápidamente.

Un medio es realmente inte-ractivo cuando un conocimiento lleva a relacionarlo con otro tipo de conocimientos. Se trata de establecer en ese sentido una red de conocimientos relacionados entre sí: ésta es la única manera de llevar las redes al conocimiento mediante la inte-ractividad. Desde esa perspectiva resulta interesante saber cómo procesa la información cada uno de los individuos que forma parte de una red y de qué manera, al hacerlos circular a través de diversas prácticas comunicacionales, se torna en una nueva idea o en una innovación.

Las redes sociales virtuales también son móviles. Actualmente  con el desarrollo de celulares 3G y 4G, la movilidad representa un elemento más  dentro de tal principio de inte-ractividad. Con el celular no sólo se interactúa con los amigos o con quienes trabajan en nuestros proyectos, sino también con el espacio físico (geográfico).

Por ejemplo, el noruego An-ders Sundness ha creado un nuevo concepto de interactividad muy relacionada con el espacio local desde donde uno se desplaza. Así, en la ciudad de Lisboa existe un pequeño restaurante donde Fernando Pessoa solía tomar el café cada mañana. Este lugar tiene una estatua de bronce del célebre escritor portugués. El proyecto de An-ders consiste en que cada persona escriba lo que quiera o sienta sobre el autor. De esa suerte, cuando llegue al pasaje donde se ubican el café y la estatua de Pessoa, exprese por escrito lo que piensa y lo comparta con otros (www.texto pia.org).

Un elemento primordial para comprender a las redes de conocimiento radica no sólo en la cantidad de informaciones que fluyen de un lado a otro, sino en la lógica con que se establecen estos intercambios, es decir: conocer qué tipo de información intercambian los usuarios de la red  y en función de ello trazar mapas que expliquen la lógica de esas interconexiones sociales. De tal faceta derivan miles de mapas desde donde inte-ractúan cientos de miles de mentes intercambiando informaciones. Esto nos lleva a ver que no se trata sólo de una inte-ractividad simple (push button), sino de una interactividad compleja consistente en diferentes modelos de interrelaciones. También se trata de dar seguimiento a la manera en que se mantienen las relaciones sociales a través de estas redes y cómo se crea conocimiento a través de dichos espacios virtuales de interrelación.

Más allá de los 500 millones de usuarios de Facebook, las redes sociales constituyen un fenómeno que sólo inicia y desde donde se abre un verdadero caudal para la investigación social del fenómeno.

Investigadora. Correo electrónico: cegomo_8@hotmail.com

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