La propaganda de EPN: ¿Fracasó Goebbels en Los Pinos?

Fotografía: "Si los medios son del capital, las paredes son del pueblo" - Por ttzitziki @ Flickr

Fotografía: «Si los medios son del capital, las paredes son del pueblo» – Por ttzitziki @ Flickr

Por Hermenegildo Castro 

Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Adolfo Hitler, ha sido universalmente condenado en el discurso, pero muy emulado en la práctica. Muchos gobiernos retoman los principios de su estilo de propaganda. El mexicano no ha sido la excepción y hoy, ocho meses después de haber asumido la administración peñista y ante la nueva ola de violencia en Michoacán, surge una pregunta: ¿fracasó el modelo?

Desde el inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto se ha buscado poner un cerco a la opinión pública mediante el control de la opinión publicada. Desde el gobierno calderonista, la atención estaba  centrada en la guerra contra el narcotráfico. Había que aplicar el principio de silenciar el problema y poner en la agenda de los medios temas llenos de optimismo y esperanza.

Con tino, desde el inicio, el nuevo gobierno adoptó también el principio[1] de Goebbels: la propaganda debe ser planeada y ejecutada por una sola autoridad. Así operó en los hechos desde diciembre pasado y luego lo hizo oficial mediante la publicación de un acuerdo del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

Por una ironía del destino, el 30 de junio  –la misma fecha (pero de 1933) en que Goebbels ascendió a Ministro de Propaganda del Tercer Reich–, el Diario Oficial de la Federación  publicó el acuerdo que establece, en síntesis, que la Oficina de la Presidencia y la Subsecretaría de Normatividad de Medios son las encargadas de autorizar la propaganda gubernamental. Eso significa que, en la práctica, estará en las manos de dos hombres de la extrema confianza del Jefe del Ejecutivo, con lo cual se cumple el principio de que el responsable de la propaganda debe tener acceso a informaciones secretas sobre los acontecimientos y el estado de la opinión pública.

Los analistas políticos podrían encontrar un juego de intrigas palaciegas en el hecho de que no sea el poderoso y experimentado David López, coordinador de Comunicación Social de la Presidencia, sino el joven y estudioso Aurelio Nuño Mayer, jefe de la Oficina de la Presidencia, quien tenga la última palabra. (Eso, desde luego, escapa a la materia del presente artículo). Aquí no importa quién es el comandante supremo del ejército de propagandistas del gobierno. No hay oficina que no cuente con un comunicador social, o jefe de prensa, y su respectiva burocracia. Este ejército puede estar compuesto por varios miles de profesionales de la comunicación, tanto de la vieja escuela, que ha retornado, como de recién egresados.

Lo que importa subrayar son los principios propagandísticos de Goebbels aplicados por el gobierno entrante y la posibilidad de que hayan fracasado. Por un lado, decía, silenció la guerra contra el narcotráfico y colocó los mensajes optimistas en las primeras planas y en los resúmenes de los noticieros; por el otro, la realidad se ha ido imponiendo.

El renacimiento de la esperanza

Desde los primeros días del sexenio de Peña Nieto, la propaganda gubernamental llamó a los mexicanos a prepararse para una nueva etapa de éxito y desarrollo; a los partidos políticos les dijo que era el momento del encuentro y el acuerdo; a los empresarios, les anunció la creación del Instituto Nacional del Emprendedor.

El Pacto por México fue un gran éxito para el gobierno pues en una sola etiqueta reunió varios principios de Goebbels: la propaganda debe ser oportuna; debe designar a los acontecimientos y las personas con frases características y, por si eso fuera poco, debe  –como lo hizo–  alterar la política y el comportamiento del adversario.

Anunció obras de infraestructura, una reforma para otorgar mayor protección de los derechos humanos, otra para la educación;  convocó a los campesinos a cambiar el paradigma de que el campo está condenado a vivir en la pobreza; ofreció hacer de la cultura un derecho social para todos.

A los periodistas que ven en el manejo de la publicidad gubernamental un sistema de control y de presión, les ofreció una ley específica y un organismo ciudadano que asignaría la publicidad según la influencia de los medios. A pesar del oficio y del origen de la promesa, algunos la creyeron y hoy lo lamentan.

Los diarios, los noticiarios, las páginas web se fueron llenando con los buenos augurios. La esperanza renacía. La prensa de los estados resaltaba la promesa de un gobierno itinerante para escuchar a la población. El imaginario colectivo tenía a Juárez, pero con todo el poder, y a tata Cárdenas como modelos.

Paralelamente, se ponía en práctica otro principio de Goebbels: la orquestación, principalmente en torno al narcotráfico. Es decir, un mismo discurso: todos somos un mismo equipo, ahora sí hay coordinación, las fuerzas armadas trabajan de manera articulada; ahora sí hay labor de inteligencia…

Para evitar distorsiones, se nombró un vocero oficial. El nombramiento recayó en el subsecretario de Normatividad de Medios de la Secretaría de Gobernación, Eduardo Sánchez Hernández, casualmente encargado de autorizar la publicidad para los medios de comunicación.

Para cumplir con el principio de tener un enemigo único, el gobierno escogió la pobreza, como si a ese enemigo sí pudiera vencerlo. La Cruzada contra el Hambre recibió toda la atención y la Secretaría de Desarrollo Social, con una dinámica Rosario Robles a la cabeza, ha llegado hasta el ridículo al proponer en sus spots institucionales que los tuis (mensajes en twitter) sirven para combatir el hambre.

La tónica gubernamental se mantenía en todo lo alto: hay (¿había?) un ambiente de esperanza renovada, el gobierno de la república trabaja para alcanzar mayor productividad y crecimiento económico; un programa para evitar contingencias hidráulicas, otro para fomentar el turismo, uno más para fomentar inversiones.

 

La triste realidad: crimen y desempleo al alza, crecimiento a la baja

Los errores eran fácilmente subsanados: la promesa incumplida de crear una Comisión Nacional Anticorrupción; la traición propia de la naturaleza priista al tratar de engañar al público con la presentación de las declaraciones patrimoniales de los funcionarios y la inexplicable donación de propiedades al propio Jefe del Ejecutivo.

Los éxitos, en cambio, eran más relevantes. El gobierno adoptó el slogan “mover a México” y tanto la Cámara de Diputados como la de Senadores, para ilustrar el regreso de los viejos tiempos, lo incorporaron a sus spots institucionales, aunque el PAN, sin éxito, reclamó la autoría intelectual del mismo.

Mientras tanto, amparados en el silencio gubernamental, los grupos criminales seguían actuando. El gobierno creó una especie de “bolsa de valores” donde cada mes se informa que los muertos van a la baja, como si hubiera un número aceptable de muertos y los demás fueran una simple variación estadística.

El secuestro en México siguió a la alza: en el periodo enero-abril se documentaron 555 secuestros, un 33% más que en el mismo periodo del año anterior, reveló el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal. [2]

La extorsión, que parecería haberse quedado atrás, se recuperó. «El mes de mayo de 2013, es el peor mes de mayo, comparado con los otros. En el caso de la extorsión tenemos un aumento muy importante, un aumento del 13.98% y esto es una tendencia que hemos visto dispararse este año, a partir de marzo, es el tercer mes en que sigue disparándose la extorsión», dijo Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano[3].

En la realidad, los principales indicadores iban a la baja. El gobierno pronosticó un crecimiento del 3.5 del Producto Interno Bruto, pero el Fondo Monetario Internacional (FMI) lo redujo a 2.9 y la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) lo disminuyó aún más, a 2.8.

El desempleo seguía al alza. En junio, el Instituto Mexicano del Seguro Social reconoció que en mayo sólo se habían creado… ¡seis mil 929 empleos!, “una caída del 72% con respecto al mismo mes del año anterior”. En el boletín[4] se reconoce “una ligera desaceleración” en la creación de empleos, como si ya hubiese rebasado los límites de velocidad permitida.

A pesar de todo, hasta entonces, el modelo Goebbels estaba teniendo éxito. “Entre diciembre de 2012 y marzo de este año, la cobertura de la violencia provocada por el crimen organizado y los cárteles de las drogas disminuyó 50% en promedio en la prensa del centro del país”, destacó la organización Observatorio Nacional Ciudadano:

“Al presentar el séptimo informe sobre el cumplimiento del Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia que signaron varios medios de comunicación en 2011, el Observatorio destacó que la disminución en los últimos cuatro meses de la cobertura informativa de la violencia está vinculada con el cambio sustancial en la política de comunicación del gobierno federal”. [5]

Excelente: 50% menos cobertura. Bien, podían celebrar en el gobierno su creencia de que “lo que no se publica, no existe” aunque, como ya vimos, la delincuencia seguía actuando y creciendo, mientras los indicadores de bienestar iban a la baja.

 

Y llegó el descontrol

Sin embargo, como bien lo establece la sabiduría popular, siempre hay una gota que derrama el vaso y esa gota fue el ataque de un grupo armado contra un manifestantes indefensos e inocentes.

El 22 de julio, en Los Reyes, Michoacán, pistoleros de Los Caballeros Templarios hicieron más de 100 disparos de AK-47 y R-15 contra un centenar de manifestantes en contra de la violencia. Hubo cinco muertos. Al día siguiente, Reforma y La Jornada otorgaron su espacio principal a la noticia.

Los ataques contra inocentes recuerdan inmediatamente la actuación del Cártel de Medellín encabezado por Pablo Escobar Gaviria. La colombianización es un fantasma que recorre México. Especialmente en un estado donde priva la desvergüenza política de un gobernador que solicita otra licencia y la indignidad política de un Congreso que la concede a pesar de las circunstancias.

Aún no se desvanecía el estupor por el ataque contra inocentes cuando se empezó a hablar de emboscadas a la Policía Federal, también en Michoacán. El 24 de julio, Reforma, El Universal, Excélsior, Milenio, La Jornada, Ovaciones, Impacto, La Prensa, 24Horas, El Día  reportaron ola de ataques con saldo de 22 muertos y 15 heridos.

Las notas revelaban que el gobierno federal había perdido los controles de la información. En lugar del vocero, aparecieron las “versiones extraoficiales” y las “fuentes confiables”  que ofrecieron distintas perspectivas.

El propio vocero Eduardo Sánchez parecía desconcertado. Al mediodía de ese miércoles 24 repitió en Radio Fórmula los argumentos del sexenio pasado y de la Policía Nacional de Colombia: los ataques reflejan “el nivel de desesperación” de los criminales por la efectividad de las acciones del gobierno.

El descontrol se hizo más evidente para cualquiera el domingo 28 de junio cuando un grupo criminal asesinó al Vicealmirante Carlos Miguel Salazar Ramonet. Al día siguiente, casi todos los diarios –las excepciones fueron pocas y notables–  concedieron su espacio principal al asesinato  y el enfoque fue casi único: grupos criminales lo emboscaron y mataron, después de obligarlo a salir de la autopista mediante la toma de una caseta de peaje.

Al día siguiente, los principales diarios recogieron la versión de los asesinos: no fue una emboscada, sino un encuentro fortuito. El mismo Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, rechazó la versión de la emboscada, sugerida en el boletín 38 de la Secretaría de Marina. Dos versiones distintas desde el gobierno.

A partir de la agresión contra manifestantes indefensos, los medios recogieron “versiones extraoficiales”, “fuentes de las fuerzas armadas”, “autoridades que pidieron el anonimato”.  No había un solo canal. El gobierno entraba en contradicciones, como en el sexenio pasado.

Como en el sexenio pasado, las declaraciones del Señor Presidente sobre la violencia y el narcotráfico volvieron a ocupar las primeras planas y los espacios estelares de los noticiarios. Los mismos argumentos. Se acabó la diferencia. La violencia del narcotráfico estaba otra vez en el centro de la opinión pública y publicada.

Los intentos de control se volvieron contra sus autores. Cito en extenso dos ejemplos, las cursivas son del redactor:

 

  1. Primer ejemploLa Jornada. Nota principal. Domingo 4 de agosto:

La Jornada - 4 de agosto de 2013

La Jornada – 4 de agosto de 2013

Tres noches consecutivas de enfrentamientos entre presuntos integrantes de los cárteles rivales del Golfo y Los Zetas, en los municipios zacatecanos de Fresnillo, Jerez y Valparaíso dejaron 46 muertos, según fuentes castrenses adscritas a la 11 Zona Militar, con sede en Guadalupe.

Hasta el mediodía de este sábado, ninguna autoridad local o federal había informado sobre las refriegas; no obstante, varios tramos carreteros han sido bloqueados con vehículos por pistoleros y otros por la Policía Federal, la cual busca evitar que automovilistas queden en medio de posibles tiroteos.

Ninguna fuente oficial quiere hablar, pues hay una instrucción de los altos mandos, de mantener el hermetismo por el Festival Internacional de Folclor que se celebra en Zacatecas desde el pasado domingo, y hoy concluye. Ordenan silencio para no dañar el desarrollo del Festival Internacional de Folclor.

 

  1. Ejemplo dos: Reforma. Nota de primera plana. Domingo 4 de agosto.

REYNOSA.- Esta ciudad fronteriza despertó ayer sacudida por el ataque de un grupo criminal contra una patrulla de militares comisionados a la Policía Estatal.

El enfrentamiento se registró a las 5:30 horas en el Bulevar Hidalgo, principal avenida de los viajeros que aprovechan el periodo vacacional para cruzar hacia Texas por el puente Reynosa-Hidalgo.

Aunque la Procuraduría de Tamaulipas rechazó informar sobre los hechos, extraoficialmente se reportó que la balacera dejó 5 muertos, una patrulla incendiada y daños a casas y comercios.

Medios de comunicación texanos y usuarios de la red social Twitter señalaron que los cinco muertos eran militares.

Sin embargo, otras fuentes aseguraban que «al menos uno de los fallecidos» sería un soldado asignado a la Policía Estatal.

Según versiones de testigos, el enfrentamiento duró unos 20 minutos y no hubo persecución.

Además, se reportaron otros incidentes en la frontera tamaulipeca: en Reynosa, Matamoros y el poblado de Los Guerra, ubicado entre Miguel Alemán y Ciudad Mier.

Sobre estos hechos sólo se informó, extraoficialmente, sobre la muerte de tres presuntos delincuentes en Matamoros.

 

Conclusión

Como hemos visto a lo largo el texto, el gobierno ha comprobado la plena vigencia de los principios de propaganda del ministro nazi Joseph Goebbels, no obstante que fueron elaborados en una época en que la televisión no figuraba entre los grandes medios de comunicación y nadie soñaba que existirían la internet y las redes sociales.

La efectividad ha sido limitada porque, a diferencia de la Alemania de 1939-1945, México cuenta con una sociedad más informada y una prensa más crítica. Los canales de información se han multiplicado y las redes sociales son un territorio donde la propaganda del gobierno es derrotada un día sí y otro también.

En general, el gobierno se ha apegado a otro principio de Goebbels, aquel que señala: los mensajes deben ser verosímiles. No la verdad, sino lo verosímil. No obstante, los mensajes resultan rechazados por quienes viven la realidad que se pretende matizar o colocar bajo un enfoque favorable. Ningún esfuerzo de comunicación puede convencerlos de que las cosas no son como las viven.

A pesar de los tropiezos, los propagandistas del gobierno sí saben lo que hacen. Tienen la perversidad política que nace de la cultura. Escapa al alcance de este artículo analizar la presencia del pensamiento de Maxwell McCombs y Donald Shaw, pero se nota. Que lo estén haciendo bien, sin embargo, no quiere decir que las masas se lo crean y comulguen con ruedas de molino.

Hacen bien su papel de emisores, como generadores de sentido, pero el público también juega bien su papel al interpretarlo y descreer lo que quiere. Curiosamente, sólo un pequeñísimo grupo de políticos de izquierda cree que la audiencia se traga los mensajes del gobierno con todo y envoltura.

Los últimos ocho meses y la vuelta de la violencia a las primeras planas de los diarios y a los resúmenes de los noticiarios revela que si bien los principios de Goebbels funcionan y son aplicados por regla general, el gobierno federal empieza a tener el mismo síndrome del pasado: la descoordinación. El comportamiento observado revela que las naturales pugnas al interior de un gobierno empiezan a crecer. El riesgo es que sean los egos los que marquen la nueva etapa de la comunicación del gobierno.

 

Bibliografía

Adorno, Theodor. Ensayos sobre la propaganda fascista. Psicoanálisis del antisemitismo. Argentina. Paradiso Ediciones.

Corella Torres, Norberto. Propaganda Nazi. México. Cámara de Diputados, LIX Legislatura en coedición con la Universidad Autónoma de Baja California.

Ferrer Rodríguez, Eulalio. Por el ancho mundo de la propaganda política. España. Ediciones Danae.

Goebbels, Joseph. Diario de 1945. Los últimos escritos del jerarca nazi que permaneció junto a Hitler hasta el final. España. La Esfera de los Libros.

Magret, Éric. Sociología de la comunicación de los medios. Colombia. Fondo de Cultura Económica.

Rossi, Annunziata. Fascismo en Europa. México. UNAM.

 


[1] Aunque hay muchos textos sobre el tema, para el presente texto sigo a Norberto Corella Torres, cuyo libro, Propaganda Nazi, fue editado por la Cámara de Diputados y, presumo, debe ser ampliamente conocido por la clase política actualmente en el poder.

[2]http://www.seguridadjusticiaypaz.org.mx/sala-de-prensa/833-boletin-de-seguridad-mayo-2013

[3]http://noticierostelevisa.esmas.com/nacional/627769/aumenta-extorsion-y-cobro-piso-pais/

[4]http://www.imss.gob.mx/comunicacion/comunicados/2013/documents/junio/089_PDF.pdf

[5] Proceso. 8 de abril de 2013. Nacional. http://www.proceso.com.mx/?p=338483

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