Crónica: La pala que cava en la tierra

  • Se precisa la consolidación financiera de las revistas
  • Opinión de Diego Fonseca
Fotografía: “Moleskine” por Juan G. Hurtado @ Flickr

Fotografía: “Moleskine” por Juan G. Hurtado @ Flickr

Entrevista a Diego  Fonseca

Publicado originalmente en RMC #134 

1.- ¿Cómo definirías la crónica?

Hay innumerables intentos por definirla (la crónica), unos más creativos que otro. “Cuentos de verdad”, de García Márquez. “El ornitorrinco” de Juan Villoro. “Literatura a ras del piso”, de Cándido. Caparrós y “el intento fracasado de atrapar el tiempo”. Yo he arrimado la idea del cronista como un buzo de profundidad, el que se zambulle en un espacio determinado de las aguas rápidas de la realidad, se deja ir al fondo, con peso y ganas, y avanza lento, incluso a contracorriente, por la oscuridad profunda con la expectativa de hallar lo que otros no pueden ver. Para complicarla más, podría ser formalista: un texto de largo formato, con tensión dramática, que pretende narrar un hecho lo más acabadamente posible -y eso es un imposible-, que asume que es sólo una más entre más verdades y que reniega de la «inoculación de objetividad».

 

2.- ¿Por qué es importante escribir crónicas actualmente?

Creo que siempre (fue importante publicar crónica) pues siempre tuvimos necesidad de conocer. La crónica provee eso: es la pala que cava en la tierra. Tal vez ahora es más necesario porque la oferta informativa es más veloz y omnipresente y tiende a producir saturación. Cuando eso sucede, narcotiza y pareces estar parado sobre una balsa en un río a toda velocidad, sin hacer pie firme. La crónica te deja bajarte del río y elegir de qué recorte de la realidad quieres conocer un poco más.

 

3.- ¿Qué piensas del llamado boom que ha tenido la crónica recientemente?

No creo que haya boom. La categoría tal vez sirva para intentar vender libros, pero lo dudo. Los intentos por emular al verdadero boom de la narrativa latinoamericana fallaron todos: eran inorgánicos, sin canon, sin estrategia. Sí hay una llamativa maduración técnica, a la que han contribuido las revistas, los talleres de editores, la FNPI y la lectura, entre otros factores de oferta. Y hay más y mejor exposición. La ubicuidad de las redes hace suponer un boom por el runrún pero el boom necesita condiciones económicas estructurales para sostener un supuesto canon, que nadie en la crónica quiere proponer, si me atengo a las conversaciones en Nuevos Cronistas II de FNPI en México. No hay un dogma ni un decálogo escrito. Me parece que el único acuerdo es que queremos seguir en el desacuerdo y escribiendo de todo lo que se nos cruce por delante.

 

4.- ¿Cuáles son los retos más importantes que enfrenta el género?

Me enfocaré en un aspecto que no es nada subsidiario y es el económico. Es precisa la consolidación financiera de las revistas. Todavía son el principal vehículo de las crónicas. Mejores condiciones de pago para los cronistas son imprescindibles para reconocer la jerarquía y el esfuerzo de sus escritores. La estabilización de las nuevas plataformas, que incluye la posibilidad de que puedan financiarse con recursos genuinos y no con subsidios de sus autores y editores, un fenómeno común incluso fuera de América Latina. Recuperar un mayor espacio en los periódicos. En lo estilístico, intentar nuevas formas narrativas, incluyendo el video o, como procura Radio Ambulante, la voz. Y hay un aspecto formal que no sé cómo puede determinarse más allá de la decisión de cada editor y es controlar la calidad de los materiales. Como todo el mundo habla de crónica y  es hot ser cronista, pululan textos de baja calidad a los que se llama crónica. Si se medra con el producto, será un problema para todos. Sucede a menudo además con las palabras: se las usa la «crónica» como billete de veinte pesos, y al final circula tanto que se hiperinflaciona y pierde valor.

 

5.- ¿Cuáles han sido los principales retos que has tenido como cronista?

Tiendo a pensar como editor y como publisher, pues he cumplido ambas funciones. Conseguir financiamiento para proyectos, convencer a muchos colegas de que no deben regalar su trabajo sino negociar con firmeza –quienes los contratan ganan dinero– pues si precarizan su trabajo perdemos todo, entrenar buenas plumas.

 

6.- ¿En qué ha cambiado la crónica en la última década?

Más especialización: tocamos más temas. Más riesgo técnico: hay gente escribiendo cosas en contra de la fuerza de gravedad. Una renovación de muy buena calidad: los nuevos cronistas y quienes les sucedan tienen un buen camino pavimentado delante y son más desprejuiciados. (Este es un comentario de «old man«.)

 

7.- ¿Qué crónicas/medios/autores recomiendas leer y por qué?

Como ya he dicho, esta es una pregunta para una respuesta cobardemente elegante: son demasiados para nombrarlos a todos y quedaría mal con quienes deje fuera. Todos los veteranos, todos los maduros y casi todos los nuevos cronistas. Y lean a los que no conocen, a los que creen conocer en medios que no sabían que existían, que ningunearon, que son grandesmedianoschicos. Lean en español y en otros idiomas. Lean. Y lean. Y vuelvan a leer.

Bonus track: en América Latina no se la conoce mucho, por lo tanto diré que lean The Believer, y, de paso, que lean a Janet Malcom y a Jonathan Safran Foer. Malcom trabaja mucho una de mis obsesiones, el problema de la verdad. «Extremely Loud and Incredible Close», la novela de Safran Foer, es un supermercado de recursos técnicos narrativos para usar. The Believer es una revista para desestructurar ideas, pequeña, rara, de otro siglo.

 

 

Periodista argentino. Es Editor asociado de Etiqueta Negra y profesor visitante de narrativa en FLACSO, Ecuador.

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