José Pagés Llergo: Figura del periodismo mexicano
Por: José Luis Esquivel Hernández
Hay seres humanos que a su paso por la tierra dejan una estela de luz que difícilmente puede opacarla el paso del tiempo, y que, por gratitud de la sociedad, debe hacerse irradiar a las nuevas generaciones, a veces tan ajenas a la historia y al reconocimiento de quienes nos antecedieron en un oficio sin el cual el mundo viviría en el aislamiento.
José Pagés Llergo mismo, emocionado por su carrera, casi al final de sus días definió al periodismo como «un oficio mesiánico que, por lo amargo e ingrato, debió haberlo inventado Jesucristo como otra de sus misiones en la tierra». (Discurso con motivo del premio que le otorgó en 1986 La Unión de Periodistas Democráticos).
Con motivo del 25 aniversario de su fallecimiento el 21 de diciembre de 1989 y los 104 años de su nacimiento en Tabasco, debía proponerse todo el 2014 como ocasión de frecuentes homenajes a quien enarboló «la libertad como destino» y que por eso lo grabó bien claramente en el título del editorial del primer número de la revista Siempre! el 25 de junio de 1953.
Y cuando hablamos de ese máximo ideal del periodismo lo hacemos con todo el énfasis que le puso Pagés Llergo pero, sobre todo, para subrayar la difícil época en que ese ideal era respetado por los gobernícolas de entonces en todo México, por lo cual sólo unos cuantos se atrevían a desafiar al poder del PRI y de sus corifeos.
El tabasqueño, nacido en septiembre de 1910 y avecindado en México desde 1923, fue un defensor de ese máximo ideal del periodismo, y no tenía empacho en señalar a grito abierto: «Entendemos que tanto o más importante que el respeto gubernamental, para que exista verdadera libertad de prensa es necesario que la prensa quiera ser libre y no busque por la vía del halago servil, la esclavitud de cadenas de oro».
Él practicó obsesivamente este principio e hizo de la libertad su forma de vida, aunque, paradójicamente, a últimas fechas su hija mayor Beatriz Pagés Rebollar optó por un periodismo militante al afiliarse al PRI y convertirse en diputada federal, con la consecuente sospecha de poner al servicio del partido la revista Siempre!
Tres pruebas de la enorme pasión por la libertad las dejó Pagés Llergo en tres sucesos históricos de nuestro periodismo mexicano:
1.- La pluralidad ferviente en las páginas de los medios que promovió y la pluralidad de las corrientes ideológicas de sus amigos, cuando esta palabra no era tan común en nuestro lenguaje político y artístico.
2.- El valor y la gracia para llevar a Rotofoto, en apenas once números, a bajar monos de sus frívolos pedestales cuando no se podía llegar entonces con la crítica política a los deliciosos límites del sarcasmo y la desmitificación de las figuras públicas.
3.- La solidaridad con quienes necesitaban su apoyo para seguir dentro del periodismo al perder sus medios por atropellos del poder.
Este gran periodista comenzó como mensajero de El Demócrata y compaginador del semanario El Heraldo de México, para luego marchar a Los Ángeles y ser corrector de pruebas, redactor, jefe de información y jefe de redacción de La Opinión, de acuerdo con el Diccionario Enciclopédico de México, de Humberto Musacchio.
Ya en México a partir de 1937 es cofundador de la revista Hoy junto con su primo Regino Hernández Llergo, constituido como director, y donde traba amistad con el cronista Salvador Novo y el político e intelectual José Vasconcelos, colaboradores habituales del semanario político, igual que Xavier Villaurrutia.
Ese mismo año Pagés Llergo dirige la revista Todo y funda Cine, además de Rotofoto que en sus únicos once números dio muestra de su vocación crítica a través de la gráfica con un estilo provocador y divertido, que no gustó un día al todopoderoso líder sindical Vicente Lombardo Toledano, quien al sentirse ultrajado exigió la desaparición de la revista o su descrédito a través de una huelga hasta que ocurrió el asalto a la publicación y el incendio de sus instalaciones.
En 1939, como jefe de redacción de Hoy, Pagés se lanza a Europa y se constituye en un auténtico corresponsal de guerra realizando sonadas entrevistas al presidente de Checoslovaquia, Emil Hacha, así como al Papa Pío XII, a Benito Mussolini y a Adolfo Hitler.
En 1942 se hace cargo brevemente de El Occidental de Guadalajara, pero regresa a la Ciudad de México a acompañar a su primo Regino Hernández Llergo en la fundación de Mañana, hasta que en 1948 es director general de Hoy, en tiempos en que el gobierno aprieta el control sobre la prensa en general, lo cual verdaderamente «le vale» a Pagés Llergo, pues publica una fotografía de la hija del ex presidente Miguel Alemán Valdés observando a su esposo, quien se halla en éxtasis ante una corista semidesnuda que en esos años se consideraba pornografía.
No le queda otro camino más que abandonar Mañana con sus más fieles colaboradores para dar forma a Siempre!, que aparece por vez primera en junio de 1953 con una buena dosis de periodismo de opinión que distingue a la revista a pesar del menoscabo del reportaje.
Abrigo al desvalido
La primera ocasión que se le presentó a José Pagés Llergo de tenderle la mano a un colega en desgracia llegó en 1961 cuando, en respuesta a algunas críticas al sexenio de Miguel Alemán Valdés, el dueño de Novedades debió obedecer y echó a la calle a Fernando Benítez, director de México en la Cultura, el primer suplemento cultural aparecido desde 1949 en dicho diario capitalino.
Apoyado también por el presidente Adolfo López Mateos, quien le entrega 500 mil pesos, Fernando Benítez encontró cobijo en Siempre! pues Pagés Llergo lo invita a su revista y en 1962 se inicia el suplemento La Cultura en México, en donde Carlos Monsiváis, ese año de 1962, empieza a conocer al gran tabasqueño.
Años después, en julio de 1976, el entonces presidente Luis Echeverría le asestó un duro golpe a Excélsior al orquestar la expulsión de la cooperativa del director Julio Scherer García, a quien siguieron en su camino al destierro periodístico sus más leales colaboradores, como el dramaturgo y novelista Vicente Leñero.
¿Y quién rompió el silencio cómplice de la llamada Gran Prensa ante este hecho ignominioso, dando cabida a la denuncia en su revista? ¿Y quién facilitó sus nuevas oficinas todavía no estrenadas, en la avenida Chapultepec, a Julio Scherer para que echara a volar el semanario Proceso en noviembre de 1976?
Por eso, si los literatos festejan a sus literatos en sus aniversarios, y si los artistas plásticos o musicales festejan a los suyos por cualquier motivo, hoy los periodistas debemos honrar a nuestros mejores periodistas como José Pagés Llergo a pesar de haber sido él tan renuente a reconocimientos y homenajes. Y no sólo hay que hacerlo por el 25 aniversario de su fallecimiento en este 2014, sino porque fue periodista hasta sus últimas consecuencias y sigue siendo y su nombre sigue sacudiendo conciencia entre los de su gremio.
Los jóvenes actualmente están embelesados con las nuevas tecnologías como recurso invaluable en el desarrollo de su oficio periodístico en los medios masivos, pero no les estorba también ver la estela luminosa que han dejado otros para que la aplicación de esas nuevas tecnologías tengan sentido en la transmisión de las noticias y el análisis informativo en un México que necesita seguir luchando por los más altos valores de la justicia y la libertad en todas las tribunas que tenga a su alcance, como lo hizo don José Pagés Llergo.