Pinceladas biográficas de Omar Raúl

Un acercamiento a su vida personal y profesional, en voz de su familia

El pasado 3 de mayo, a los 50 años de edad, falleció Omar Raúl Martínez Sánchez, director de la Revista Mexicana de Comunicación durante más de 20 años. Por este motivo sus familiares hicieron llegar el presente texto, como una forma de recordarlo y recordar su legado.

Raúl y sus hermanos en su cumpleaños número cincuenta - Foto: Archivo Familiar.

Por Nora Martínez / Familia Martínez

Su paso se fue haciendo lento. Aprendió a caminar despacito, en lugar de andar corriendo de aquí para allá, como hizo durante casi medio siglo. Su vista fue menguando y, poco antes de fallecer, también lo fue haciendo su oído. Quizá nadie lo advirtió, pues Omar Raúl (Raúl, “Rul” o “Yayul”, como lo llamábamos), siguió trabajando como si nada le pasara.

En los últimos tres años, los ojos y las manos de sus familiares se convirtieron en sus propios ojos y sus propias manos. Humilde y discreto –como siempre– acudió a ellos para dictarles día a día sus incontables textos, que recordaba con memoria prodigiosa y gran precisión. Parecía que leía lo que plasmaba con su voz. Su lengua igualaba la velocidad de su pensamiento, virtud envidiable para quien se dedica a las palabras. Sin muletillas ni cacofonías: de verse, su voz habría tenido perfecta puntuación.

A la manera de Jorge Luis Borges, pedía que le leyeran en voz alta infinidad de trabajos, artículos y reportajes, pues poco podía ver. También, con disciplina y entusiasmo, supo, pudo y quiso adaptarse a los recursos que la tecnología le ofrecía para sentirse independiente: aprendió a manejar mejor su computadora, teléfono celular y tablet, que le permitían escuchar (en voz de una muchacha virtual) desde sus mensajes y correos electrónicos, hasta los editoriales de los periódicos.

Su pasión por la lectura llevó a Raúl a conformar una gran biblioteca de audiolibros que iba presumiendo y defendiendo. Orgulloso, comentaba haber leído ya tales o cuales libros. Demostró que la lectura no sólo es como se enseña en las bibliotecas, y que leer puede ser más que repasar con los ojos unas manchas de tinta, letras, palabras. Leer significa comprender, seguir los pedacitos de pan que fue dejando un Pulgarcito, también llamado “autor”.

Renacer y mirar posibilidades

El diagnóstico médico de 2013 no lo detuvo en sus ansias por seguir trabajando con entrega y pasión. Un año más tarde –luego de sus cirugías, sus múltiples tratamientos alternativos, su cambio disciplinado en la alimentación y su sorprendente recuperación–, “Rul” retomó sus actividades profesionales: la docencia, la creación de materiales, la labor conjunta con diversas instituciones del gremio periodístico y otros proyectos. En realidad, jamás dejó de trabajar. En el transcurso de su convalecencia aparecían por su cabeza infinidad de ideas y, a la primera oportunidad, las escribía con letra grande y plumón grueso, para luego desarrollarlas y ponerlas en marcha (de todas formas, no se le habrían olvidado).

Salió adelante. Tras su restablecimiento, Omar Raúl no volvió a ser el mismo. Sus virtudes se profundizaron, sus defectos se diluyeron. Se acentuó su generosidad, así como su desprendimiento de las cosas materiales, su solidaridad, su optimismo y sus muestras de cariño; su perfeccionismo, su desesperación y su impaciencia, se redujeron.

En Tiempo, expresión y vida. Miradas desde el cascarón –reflexiones publicadas en 2015 con motivo de sus 50 años– él mismo expresa: “En distintos momentos de la vida, estamos muriendo y renaciendo. Por ejemplo, el Raúl u Omar Raúl de hace un año ya no es el mismo. Literalmente ya es otra persona: sus células, su fisiología, su respiración, su mirada y su mente ya no son los mismos… Soy otro y el mismo a la vez”.

Considera su enfermedad no como algo terrorífico o un castigo, sino “como un trampolín de vida, un remo tonificante que puede servirme a reencaminar mi barca”. Jugar a las estampas imaginarias –dice– lo hizo aferrarse a la vida, al visualizarse sano. Decide trazarse en la mente nuevas ideas por materializarlas: otro libro, un programa de radio, una emisora digital. Raúl suelta un consejo: “Confirmé entonces que los proyectos, el mirar posibilidades, el abrir expectativas propias nos puede ayudar a renacer en vida, siempre respaldados por el acompañamiento de quienes nos aman y amamos”.

Como una despedida anticipada, “Rul” agradece a la vida por darle la oportunidad de aprender a ser de otra forma: “Hoy aprecio más aún lo que me rodea y tengo, en lugar de lamentarme por lo que carezco… Veo la vida como un maravilloso regalo, como un espacio mental, físico y espiritual donde cada quien define alcances y fronteras”.

Pasión por la escritura

Dentro de una familia numerosa, adquirió el hábito de la lectura, que estaba arraigado por influencia de sus padres, ávidos lectores de periódicos y revistas. Aprendió con el ejemplo de las cuatro hermanas y los cuatro hermanos mayores. Este ejemplo lo proyectó y lo extendió a las dos hermanas más pequeñas. Omar Raúl demostró, desde la infancia, que ser un buen lector abre la puerta para ser un buen escritor.

A los 10 años su vocación periodística estaba delineándose. De puro gusto, empezó a escribir semanalmente la crónica de los encuentros de futbol que se realizaban entre familiares y amigos del club “Picamosco”, al que acudía en la colonia Agrícola Oriental en la Ciudad de México. Lo hacía con tanta espontaneidad y claridad que provocaba gran asombro en los adultos. Sorprendía su responsabilidad, constancia y seriedad para escribir a mano su texto (a pesar de su mala caligrafía), y colocarlo puntualmente en el periódico mural.

En ese mismo espacio se acercó al teatro, actividad que practicó desde niño hasta los primeros años en la universidad. Su amor por las palabras, su conocimiento de la lengua y el poder de ésta, se reforzaba día a día. Antes de concluir la primaria obtuvo una mención honorífica por un trabajo sobre la Expropiación Petrolera, con el que participó en un certamen organizado por La Prensa (diario en el que escribía Manuel Buendía, a quien jamás conoció, pero siempre admiró).

Raúl fortaleció su amor por la palabra y su afán por escribir durante la preparatoria. Por ello, antes de finalizar el bachillerato estaba decidido a estudiar periodismo –siguiendo los pasos de una hermana mayor, y marcando el camino para la más pequeña de la familia–, en la ENEP (hoy FES) Acatlán de la UNAM.

Durante la licenciatura, a mediados de los años 80, Raúl se perfilaba ya como un visionario en sus propuestas en torno al quehacer del periodista y el funcionamiento de los medios. Le preocupaba la formación profesional, los derechos, la ética. Al egresar, dedicó grandes esfuerzos al estudio y análisis de estos temas, los retomó y los compartió, siempre que pudo, en sus diversas publicaciones. En la actualidad, éstas son un referente obligado para los estudiantes y especialistas de la Comunicación. Sus inquietudes profesionales lo llevaron años más tarde a cursar el Doctorado en Derecho de la Información, en la Universidad de Occidente (Mazatlán, Sinaloa).

Un cuarto de siglo en la Fundación Manuel Buendía

En julio de 1988 coincidió por primera vez con Héctor Gama Lira en la Universidad Autónoma de Zacatecas, encuentro que cambiaría la vida de Omar Raúl. Gama Lira había acudido como expositor; Raúl, como asistente. Cuando éste comentó que estaba próximo a concluir la carrera y quería realizar el servicio social en una radiodifusora, el ponente lo invitó a conocer la Fundación Manuel Buendía (FMB), cuyo presidente era Miguel Ángel Sánchez de Armas.

Raúl entró, permaneció y entregó casi la mitad de su vida a la FMB, involucrándose en sus diferentes áreas. Los primeros cuatro años, trabajó como reportero, columnista y editor. Durante 23 años (desde 1992) dirigió la Revista Mexicana de Comunicación y durante 14 años (a partir del año 2000) fungió como presidente de la Fundación.

A la par de su trabajo en la FMB, impartió clases en diversas instituciones de educación superior del país, a través de la cuales influyó, de manera considerable, en la formación profesional de los estudiantes como periodistas éticos. Si bien, era un profesor riguroso, siempre tenía palabras de aliento hacia ellos, mostraba interés por sus proyectos y los orientaba cuando se acercaban a consultarlo. Su dedicada labor docente era correspondida por el respeto, admiración y reconocimiento, dentro y fuera del aula, por parte de alumnos, compañeros, maestros y colegas periodistas.

También trabajó como reportero, articulista, comentarista, colaborador, director editorial y subdirector en diferentes medios y publicaciones. En virtud de su trayectoria profesional, su nombre se encuentra en el Diccionario Enciclopédico Milenios de México.

Siempre modesto y sencillo, en cada una de estas actividades fue haciendo amigos y esparciendo sus conocimientos. Dejó sus “semillas de periodismo” para verlas germinar en sus discípulos, y siempre manifestó solidaridad, generosidad, entrega, pasión y compromiso por la profesión periodística. De lo anterior, dan muestra los múltiples mensajes en diferentes medios de comunicación y redes sociales, tras su fallecimiento.

Reconstruir parte de su historia no ha sido tarea fácil: cada hermano, cada sobrino, cada cuñado, así como Claris, su compañera de vida, han contribuido para ofrecer estas pinceladas biográficas. Entre muchas otras cosas, de ”Yayul” quedan presentes para la familia: su permanente capacidad de asombro, su curiosidad por conocer los intereses y actividades de los otros, su manera de alentar y apoyar el crecimiento personal de quienes lo rodeaban, las caricias en la oreja –como demostración de afecto– y, sobre todo, sus carcajadas abiertas y espontáneas.

Al abrir cada uno de sus libros o leer alguno de sus artículos, podemos escuchar su voz, sentir su presencia. Raúl logró apropiarse de las palabras, moldearlas a su imagen y semejanza. Si lo leemos, lo vemos a él hablando, explicando, preguntando, siempre en tiempo presente, porque sus palabras han quedado pasmadas ante esa magia que les imprimió.

Producción y legado

Omar fue un profesional del periodismo con una amplia producción.

Es autor de los libros:

  • Semillas de periodismo
  • Manuel Buendía en la trinchera periodística
  • Repensar el periodismo
  • Códigos de ética periodística en México
  • Edmundo Valadés tiene permiso
  • Esencia del periodismo (Comp.).

Es coautor de Apuntes para una historia de la TV mexicana, De reporteros, Riesgos y perspectivas del periodismo latinoamericano, Deontología y autorregulación informativa, Nuevas tendencias del Derecho de la Comunicación, Retratos de Manuel Buendía, La Ley Televisa y la lucha por el poder en México, Investigar la Comunicación en el México de hoy, Análisis y testimonios de la libertad de expresión en México, Palabras a Miguel Ángel Granados Chapa, Ética y responsabilidad social de los medios de información en un contexto de cambio, Diccionario de derecho de la información, Libertad de expresión y responsabilidad social: Estudios en homenaje al doctor Jorge Carpizo, Miradas de la comunicación: Entre la multidisciplina y la especialización, así como de los estudios Recuento de daños: un acercamiento al estado de las libertades de expresión e información en México (de 1997 hasta 2006).

En 2015, con motivo de sus 50 años de edad, Omar Raúl publicó una serie de reflexiones y experiencias personales a las que tituló Tiempo, expresión y vida. Miradas desde el cascarón (una producción realizada de modo artesanal por la familia), cuyas citas se incluyen en el presente texto.

Antes de fallecer, Omar Raúl recibió la noticia de que su libro El género neuronal del periodismo. Pautas básicas y antología mínima del artículo editorial en México, una de sus últimas producciones, sería publicado por la UAM Cuajimalpa, a la que estaba adscrito como profesor-investigador asociado «D» del Departamento de Ciencias de la Comunicación, en la División de Ciencias de la Comunicación y Diseño.

Su última obra, cuya publicación está en trámite en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, es Ética y autorregulación en México. Conceptualización, historia, retos y documentos.

Trayectoria periodística y docente

Omar Raúl Martínez Sánchez fue profesor en la actual Facultad de Estudios Superiores Acatlán, en la Universidad Iberoamericana, en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, en la Universidad La Salle, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (campus Ciudad de México) y en la Universidad Autónoma Metropolitana. De igual manera, participó como como conferencista e instructor en diversas instituciones de educación superior tanto de la Ciudad de México como de la República Mexicana.

Por otra parte, fue reportero de la revista Cultura Norte, coordinador editorial de GV Editores, editor de la revista NTX de la Agencia Mexicana de Noticias (Notimex) y colaborador del Consejo Editorial de esta misma. Asimismo, fue miembro del Consejo de Programación de Radio Ciudadana del Instituto Mexicano de la Radio, además de ser fundador y presidente de la Casa de los Derechos de Periodistas (2010-2011).

Fue articulista del suplemento “Medios” del periódico El Nacional, de la revista Análisis XXI y de la sección cultural de El Financiero; director editorial del Mexican Journal of Communication, corresponsal de Reporteros Sin Fronteras, así como subdirector de la Revista Iberoamericana de Derecho de la Información, comentarista especializado en medios informativos de Radio Educación y coordinador del Subsistema de Periodismo de la Universidad Iberoamericana.

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