Periodismo: En el ojo de la tormenta tecnológica

  • El nuevo rol que desempeñan los periodistas ante la revolución informativa.
  • El periodismo era una artesanía: hoy es una industria.
    Fotografía: "Wordle Cloud of the Internet Marketing Blog - 08/15/08" por DavidErickson@ Flickr

    Fotografía: «Wordle Cloud of the Internet Marketing Blog – 08/15/08» por DavidErickson@ Flickr

Por Carmen Gómez Mont

publicado Originalmente en RMC 59

Ser periodista hoy

Ignacio Ramonet acaba de publicar un libro que pone el dedo en la llaga: La tiranía de la comunicación, donde hace un análisis –que no deja de ser dramático– sobre el nuevo rol que desempeñan los periodistas ante la revolución informativa.

Los periodistas –dice– están en vías de eliminación. El sistema ya no los quiere. Podría funcionar sin ellos. O bien digamos que acepta funcionar con ellos, pero asignándoles un rol menos decisivo: el de la cadena, como Chaplin en Tiempos Modernos.

Tales aseveraciones corresponden al nuevo carácter de la información en sí. Si antes ésta pesaba por su valor ético, en la actualidad pesa por su valor comercial. Si antes un diario pesaba por el nivel de sus editoriales y comentaristas, hoy día lo que cuenta es el hecho escueto, la innovación y la rapidez con que se dan a conocer.

Espacio y tiempo son dos conceptos que están cambiando el perfil de la información y afectan, desde luego, la manera como se hacen las noticias. El saber del mundo contemporáneo se inclina hacia los tiempos cortos del relato, como bien lo diría Fernand Braudel, y se rechaza el pensamiento que corresponde a los tiempos largos.

La sociedad actual fragmenta sus conocimientos; ya no hay tiempo para sentarse a leer detenidamente una revista o un libro; tampoco el periodista tiene tiempo para sentarse a reflexionar sobre el tema que va a tratar: estudiarlo, profundizarlo, contrastarlo. Del tiempo pausado del linotipo, se pasa al silencio golpeador de la velocidad del soporte óptico.

 

Nuevamente Ramonet afirma:

La calidad del trabajo de los periodistas está en vías de regresión y, con la precariedad galopante de la profesión, su estatus social lo está en igual medida.

A nivel mundial se reconoce una caída en la calidad de noticias en la prensa. Antes el periodismo era una artesanía: hoy es una industria. Antes una sola persona redactaba su nota: hoy pasa por miles de manos.

En la actualidad no hay tiempo para comprobar lo que se dice. Por Internet surgen fuentes con aseveraciones fascinantes, pero ¿quién acredita la verdad de lo que dicen? La norma no es la veracidad de los hechos, sino la velocidad con que deben de circular a través de las redes.

Si estos principios escandalizan a quien hoy lamenta la pérdida de un buen periodismo, ¿a qué límites se llegará cuando los diarios estén circulando totalmente en la gran red, cuando la mayoría de los cibernautas tengan como costumbre consultar en ese medio la noticia actualizada cada hora, cuando en medio del vértigo de la rapidez nadie sepa en realidad lo que pasa en el mundo y la credibilidad se instale en función del hecho tecnológico y no a partir de una relación de los hechos con la realidad?

Ignacio Ramonet analiza en su libro los alcances de la crisis que viven los medios, y explica por qué de esta crisis derivan nuevos actores forjadores de noticias –los cibernautas o videoaficionados–, quienes buscan una nueva estructura periodística para elaborar su verdad. Sólo de tal crisis se puede entender el éxito de las comunidades virtuales y de los foros de discusión.

Qué tiempos aquellos cuando el reportero de guerra llegaba al campo de batalla y se internaba en él, como en la guerra de Vietnam, con todo el peso de su compromiso en la pluma. A partir de la Guerra del Golfo Pérsico –analiza Ramonet–, las estrategias cambiaron: ni el ejército ni el gobierno en conflicto permiten testigos en directo; pero lo que es peor: los mismos directivos de los diarios dan más peso a la rapidez de la noticia que al valor de la misma. Por eso el reportero de guerra permanece ahora más cerca de la primera cabina telefónica con liga satelital, que de las víctimas de un combate. Una realidad nuevamente fragmentada, mercantilizada, hecha trizas.

¿Será capaz el periodismo de los años sesenta y setenta de renacer en medio de la fascinación tecnológica? ¿Se seguirá insistiendo en el peso de las innovaciones, de los hechos escuetos, y se dejará en el olvido el muy necesario tiempo largo del relato periodístico? ¿La tiranía de los medios crecerá o retrocederá?

El libro de Ramonet es indudablemente una literatura obligada para todo aquel periodista que perfile su entrada en los medios del nuevo milenio.

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