Enorme deuda del Estado mexicano
Medios indígenas
Carmen Gómez Mont
Ante el clamor de cesar la represión contra comunicadores indígenas que trabajan en radios y televisoras comunitarias que laboran sin permiso, del 10 al 12 de septiembre se realizó el Congreso Nacional de Comunicadores Indígenas, en el marco de la Reforma del Estado y dentro del Palacio Legislativo de San Lázaro.
Justo cuando el Congreso iniciaba la revisión de las reformas a la Ley de Radio y Televisión y la Ley de Telecomunicaciones, se llevó a cabo el Congreso Nacional de Comunicadores Indígenas, en el que participaron más de 400 delegados indígenas que trabajan en prensa, radio, cine, video, televisión comunitaria e Internet, provenientes de 23 estados de la República.
El congreso es estratégico porque dicha Ley –declarada inconstitucional– dejaba fuera de toda posibilidad el desarrollo de medios de comunicación indígenas. Resulta altamente significativo que dichos pueblos sean de los primeros actores en reclamar su justa participación desde un marco legal para desarrollar sistemas de información y comunicación propios.
Una de las demandas más importantes partió de la necesidad de crear una nueva ley de radio, televisión y de telecomunicaciones, y no de reformas a las leyes existentes.
Tal encuentro, convocado por la Agencia Internacional de Prensa India (AIPIN), las Comisiones de Asuntos Indígenas y de Cultura de la Cámara de Diputados, así como por la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), tuvo como propósito exponer una serie de demandas y propuestas en materia de comunicación indígena en el país, a fin de establecer directrices para elaborar los lineamientos que deberán normar a dichas leyes en materia indígena. Por su representatividad, duración y ubicación, este encuentro no tiene precedentes en el país. Desde luego que en las mesas de trabajo y en las plenarias, los Acuerdos de San Andrés se constituyeron como una demanda vigente y de primer orden que debe considerarse en el nuevo proyecto legislativo de Ley.
El congreso concluyó con una Declaratoria que fue asumida y respaldada por los diputados convocantes, quienes se comprometieron a dar un seguimiento puntual ante la ruta que deben seguir dichas propuestas. De manera paralela se formó una comisión de seguimiento a esta declaratoria constituida por comunicadores indígenas de todo el país. A la sociedad civil comprometida con los procesos de democracia en México, le corresponde apoyar las demandas planteadas haciendo un trabajo paralelo a la Cámara de Diputados y ante esa Comisión.
Uno de los reclamos más urgentes fue el de considerar en nuestra Constitución a los pueblos indígenas como sujetos de derecho, pues hasta hoy día tal omisión es grave bajo el ángulo que se le considere. Entre los objetivos del evento destaca el lograr que sean las mismas comunidades quienes posean, operen y administren sus propios medios de información y comunicación en reconocimiento a sus propios derechos ciudadanos. Que no sólo se hable en términos de permisos y concesiones sino también se aborden aspectos sobre la calidad de los propietarios. Que puedan comercializar y vender sus propios productos y servicios de información y comunicación bajo un precio justo y similar al de otros comunicadores que laboran en medios, a fin de que la diversidad cultural mexicana se refleje correctamente tanto en medios privados como públicos, en medios indígenas y no indígenas.
En el encuentro también se condenó la manera en que los medios de comunicación difunden la imagen de los pueblos originarios y se solicitó establecer infracciones a quienes los denigren o usufructen con sus contenidos; pero además se solicitó al Estado mexicano transmitir en dichos medios contenidos generados por los propios pueblos en los mayores horarios de audiencia, a fin de establecer un ámbito de conocimiento real y fuera de estereotipos de la nación mexicana con los pueblos indígenas. Sólo a partir de iniciativas de esta magnitud se podría hablar de México como una nación multicultural e iniciar, mediante el diálogo, un proceso de interculturalidad. Los comunicadores indígenas cuentan con más de 30 años de experiencia en la realización de bienes y productos informativos de excelente calidad. De hecho, han sido galardonados con infinidad de becas y premios nacionales e internacionales; sin embargo, esos trabajos no han tenido una difusión adecuada, por lo que son prácticamente desconocidos por la mayoría de los mexicanos.
Igualmente se destacó la necesidad de canalizar fondos para crear, sostener e impulsar el desarrollo de innovaciones tecnológicas en las comunidades, facilitar la convergencia tecnológica y otorgarles concesiones y permisos bajo las mismas normas con las que se trata a las empresas privadas. Por ejemplo, se propuso que los recursos que se reduzcan en las campañas políticas puedan destinarse al desarrollo de medios de comunicación indígena y comunitarios, y que los recursos provenientes del impuesto para el fomento de la producción cinematográfica se utilicen para la producción cinematográfica indígena.
Durante los tres días de trabajo, se solicitó al Estado mexicano crear una partida presupuestal permanente (y no al azar de los vaivenes políticos) para que los medios indígenas y comunitarios cuenten con un presupuesto estable y puedan orientarlo a la capacitación de los comunicadores y a la adquisición y mantenimiento de equipos de radiodifusión, impresión, informática y telecomunicaciones. Una demanda fundamental es la ampliación de frecuencias radiales, pues hasta ahora son muy reducidas, lo cual impide la intercomunicación entre las mismas comunidades.
Por todas estas limitaciones, se reconoció que el Estado no ha cumplido con el mandato constitucional y los acuerdos internacionales referentes a los derechos de comunicación y libertad de expresión de los pueblos indígenas. Este punto constituye una de las mayores limitaciones para establecer un diálogo intercultural dentro del país y avanzar en la democracia mexicana. La deuda del Estado mexicano con los pueblos indígenas aún es enorme. Ya es hora de empezar a saldarla.