Giles Lipovetsky: razones para ver la televisión.

 Televisores

  Por Claudia Benassini

El imperio de lo efímero, La era del vacío, El lujo eterno y La pantalla global. Cuatro títulos de la extensa obra del filósofo francés Giles Lipovetsky, recientemente de visita en México en calidad de invitado de honor por la inauguración de Ingenio TV, el nuevo canal de televisión educativa de la SEP. Pocos medios dieron cuenta de su visita a México y todavía fueron menos los que le dedicaron espacios en sus agendas, sobre todo en la sección cultural. Todas tienen en común la recopilación de sus opiniones a propósito de la televisión: rescatables unas, retadoras otras, las respuestas de Lipovetsky a las preguntas sobre el tema, serán tema de este espacio. Cabe hacer una aclaración: sus opiniones sobre el tema se apoyan en la experiencia de una exposición cualitativamente diferente. Un hecho a tomar en cuenta pero que, como se verá, no invalida su posición sobre el tema.

Los aportes de la televisión.

Así titulan Arturo Jiménez y Karina Avilés, reporteros de La Jornada, la primera parte de su entrevista con el filósofo francés publicada el sábado 1º de septiembre. Reconociendo el interés subyacente en el espectáculo, Lipovetsky concentra sus opiniones en la televisión cultural, así como en las posibilidades de la televisión educativa:

Lipovetsky comentó que hay “algo de verdad” en la idea generalizada entre los intelectuales de que la televisión “arruina o quita altura a la cultura”. Pero al mismo tiempo, dijo, hay que ver todo lo que el consumo de la televisión a aportado al “mundo libre”, ya que la televisión ha presentado a las sociedades universos diferentes. “Con el tamiz de las imágenes, de la información, la gente puede juzgar y comparar su propia existencia con la de los demás.

Lipovetsky ha reflexionado sobre el tema en varias de sus obras. No obstante, de estos pincelazos se desprende la importancia que confiere a la televisión como una ventana abierta al mundo –parafraseando a Eliseo Verón- que pone en contacto a individuos de diversas culturas. Hasta aquí parece conferir mayor importancia a la televisión cultural, reconociendo el reinado del entretenimiento. Un espacio que –a pesar de los esfuerzos de Canal 22 y otros medios públicos- resulta insuficiente para ampliar nuestra perspectiva a la manera que sugiere el filósofo francés. Y no solamente es cuestión de contenidos cuantitativamente reducidos, sino también de la falta de interés tanto de la comunidad intelectual como de las audiencias. Un reto que han enfrentado las televisoras privadas en distintos momentos de su historia aunque el resultado está muy lejos del esperado. Como si estos contenidos no fueran su fuerte y se han dado por vencidas al primer tropezón.

“Necesitamos tener una lectura más compleja de la televisión y ver que la seducción puede ser el instrumento de una personalidad social más grande. Es decir, de consolidación de la era democrática, independientemente de los problemas específicos con que se tope la cultura.

En este caso se trata de una afirmación de particular importancia, tal como sugiere a Karina Avilés y Arturo Jiménez. Es este punto el que parece estar en desacuerdo con los intelectuales no solamente franceses o mexicanos, sino en general procedentes de diversos puntos del globo. Pero se trata de un argumento fundamental en la comprensión de las actividades socioculturales de los individuos. En este sentido, al menos una parte de las apreciaciones formuladas en contra de la televisión provienen de una falta de exposición hacia sus contenidos. “No necesito verla para sostener que es una basura”, argumenta una parte de la comunidad intelectual. Olvidan, sin embargo, que por la televisión pasa un incuantificable porcentaje de la realidad, perceptible y comprobable sólo a través de la exposición al medio. Una variable que suele pasarse por alto y que no necesariamente supone pasar largas horas frente al televisor, sino seleccionar porciones de sus contenidos que permitan constatar esta afirmación y formular críticas al medio con mayor seriedad, desde referentes más allá de “lo que se cree que es”.

Los retos de la televisión educativa.

Es el subtítulo de la entrevista de Jesús Alejo Santiago, reportero de Milenio Diario, publicada el jueves 30 de agosto. Aquí Lipovetsky se concentra en el tema que motivó su visita a México, ampliando sin quererlo las miras que suelen tenerse sobre el tema:

Probablemente estemos al principio de una nueva época en la televisión educativa: ha entrado en una era de revolución total a partir de Internet. Quizá sea el inicio de una conexión que se antoja deseable: la enseñanza que debe seguir siendo en “vivo”, con un profesor en “vivo”, pero que puede ser auxiliada en su método, en su operación, por el universo de la pantalla.

A mi juicio, la televisión educativa debería cumplir con una serie de misiones: permitir la difusión de saberes a un gran número de personas que no tienen acceso a ellos, con pequeñas películas o programas que nos enseñen a convivir con los demás, y, finalmente, enseñar a saber hacer, porque hay cosas que no sabemos y necesitamos hacer.

 

En este caso, Lipovetsky se refiere a dos experiencias por las que ha atravesado la televisión mexicana en distintos momentos de su historia. Sin embargo, introduce la variable “Internet”, que abre grandes posibilidades a la educación en línea: un campo que requiere la formación de docentes especializados para trabajar a distancias. Por lo demás, las “misiones” que confiere a la televisión educativa están en concordancia con su opinión sobre la televisión cultural. Sin embargo, visto desde este punto de vista, cabe preguntarnos si la televisión mexicana nos enseña a convivir con los demás. La respuesta, que sería objeto de otro análisis, puede aventurarse como negativa y, en consecuencia, como uno de los retos que enfrenta el medio.

Hasta aquí las opiniones de Giles Lipovetsky a propósito de la televisión, sobre todo en sus modalidades educativa y cultural. Cabe destacar que, incluso a propósito del entretenimiento, el filósofo francés enfatiza en la importancia de la calidad en la producción. Se trata de reflexiones que trata con mayor profundidad en La pantalla total, aunque las respuestas a las preguntas de los reporteros de La Jornada y Milenio Diario muestran los indicios de un pensamiento mucho más extenso que nos invita a ver la televisión con una mirada crítica y no permanecer en el juicio de valor producto de la falta de exposición. Un pensamiento que muestra las opciones de la televisión educativa a la luz de las opciones abiertas por Internet y las Tecnologías de la Información. Elementos que sin duda contribuirán a una opinión más completa del medio y, sobre todo, a la construcción de una posición crítica fundamentada en la exposición a sus contenidos y a un diagnóstico sobre los mismos. Actitudes y habitus que, sin duda, forman parte del quehacer de un auténtico intelectual.

 

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