Volver a los orígenes: ¿Siguen siendo necesarios los periodistas?

  • Los periodistas del siglo XXI que sobrevivan con éxito a los cambios serán aquéllos que se hiper-especialicen, construyan su marca personal y sepan diversificar sus fuentes de ingresos para vivir de ello.
  • Los portales temáticos de periodistas individuales o pequeños grupos de colegas parecen ser una buena opción.
  • «A final de cuentas, los periódicos son un reflejo de la sociedad en la que se hacen. Vivimos en un mundo globalizado e interconectado y en realidad Internet está contribuyendo también al desarrollo del periodismo social, con nuevas formas, contenidos e información que se intercambia más rápido que nunca», dice Fernández Chapou.

Fotografía: Saúl López @ Cuartoscuro

Por Maricarmen Fernández Chapou

En la actualidad, cualquier ciudadano con una computadora y acceso a Internet puede obtener información y al mismo tiempo producirla. La comunicación es cada vez más horizontal y la agenda informativa ya no la dictan los grandes medios sino, en muchos casos, las redes sociales.

Ante ese panorama, ¿siguen siendo necesarios los periodistas? ¿Hace falta aprender la profesión en una universidad? ¿Qué debieran enseñar los profesores de los futuros comunicadores a los jóvenes nativos digitales?

La respuesta a las dos primeras preguntas es afirmativa. Los periodistas son hoy más necesarios que nunca y ante los grandes desafíos que se le presentan, el periodismo pende cada vez más de la profesionalización y la especialización. Las claves para responder la última pregunta están en los viejos principios profesionales y éticos a los cuales se debe una actividad que ha sido y sigue siendo eje de la democracia.

Para sobrevivir, el periodismo y los medios deben volver a sus orígenes; recuperar lo viejo para afrontar con éxito lo nuevo. Los principios fundacionales de la profesión, entre ellos compromiso, pasión y búsqueda de la verdad; no son obsoletos, sino necesarios. Asimismo, el marco ético y su compromiso con el interés público constituyen la columna vertebral que la sostiene.

Es cierto que el perfil del periodista se ha tenido que modificar. De ser un reportero dedicado a un solo medio y una fuente determinada, ha pasado a ser un multiusos posmoderno, es decir, sus funciones se han multiplicado y diversificado según las necesidades de la convergencia multimedia. En la actualidad, un periodista debe saber utilizar los diversos lenguajes mediáticos: escrito, visual, audiovisual y digital.

Jaime Abello lo explica muy bien:

El siglo XXI despunta con los periodistas empujados a convertirse en gestores de contenido en la era de Internet. Del ideal profesional del reportero que investiga o denuncia, o que se sumerge a una región o acontecimiento para contarlo luego en magníficos reportajes, estamos pasando a la propuesta del  media worker que debe dominar las tecnologías y lenguaje multimedia, manejar bases de datos, hacer los talleres de periodismo asistido por computadora o informar cada vez más en tiempo real.1

Sin embargo, es la experiencia y el conocimiento del periodista lo que lo diferencia de un ciudadano reportero. Es quien desarrolla lo que comúnmente se llama olfato periodístico, para saber encontrar la noticia y distinguir lo que es importante de lo que no lo es. La noticia seguirá siendo la noticia, a pesar de los cambios tecnológicos.

De modo que el periodista del siglo XXI requiere más que nunca de la profesionalización y de la capacitación, dadas las implicaciones, funciones e importancia que tiene su oficio en nuestros días. Quizás ha confiado demasiado en las herramientas tecnológicas, cuando las verdaderas destrezas que lo distinguen del resto de la humanidad son intelectuales, narrativas y deontológicas.

La labor de informar descansa en propósitos tan nobles como contar las historias que se viven  todos los días y que a todos  afectan; darle voz a los que menos tienen, denunciar las injusticias, pedirle cuentas al Poder. Vienen nuevos modos de pensar y de narrar la realidad más cercanos a la gente, más hipertextuales y más visuales quizá, pero al final se trata de contar historias. Además, el análisis, la profundidad y el contexto son algunas de las funciones periodísticas a las que no sólo no podemos renunciar, sino que se han vuelto más estratégicas que nunca.

Ya lo señalaban los norteamericanos Bill Kovach y Tom Rosenstiel, en su libro Los elementos del periodismo:

La primera obligación del periodismo es la verdad; la segunda, la lealtad ante todo a los ciudadanos. Su esencia es la disciplina de verificación; debe mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informa; ejercer un control independiente del poder; ofrecer un foro público para la crítica y el comentario; esforzarse por que el significante sea sugerente y relevante; ofrecer noticias exhaustivas y proporcionadas, y respetar la conciencia individual de sus profesionales.2

Así, a pesar de la industria mediática, cada vez más voraz y demandante, la noticia debe ser concebida como un bien público. Se debe recordar siempre que un periodista no está al servicio ni de un partido político ni de una empresa privada ni de una industria del entretenimiento; está al servicio del ciudadano, lector o espectador, que requiere de una información independiente que le sea útil para tomar decisiones, en un marco legal de derecho a la información y la libre expresión.

Además, ante la marea de informaciones que se producen día con día a través de múltiples y variados medios de comunicación, otro principios fundamentales de la labor informativa profesional son verificar los datos, contrastar las fuentes de información y sospechar de las versiones oficiales, sobre todo de las no oficiales. El peor riesgo de la falta de verificación es que un rumor se convierta en noticia. Incluso, el periodismo se diferencia del entretenimiento, la propaganda, las obras de ficción o el arte por su disciplina de verificación.

Gracias a la web, se tiene cada vez mayor acceso a datos que llegan de todas partes; sin embargo, éstos circulan desordenados y desarticulados entre sí, construyendo así una realidad fragmentada, muchas veces imposible de comprender. Los numerosos datos que circulan en la red no constituyen información por sí mismos: ésta se produce sólo en el momento en que el receptor de esos datos sabe qué hacer con ellos y los pone a su servicio. Por eso, es vital que el periodismo sirva de vehículo de discusión y, al mismo tiempo, de mediador y árbitro en la arena social, en pos de la pluralidad, la libertad de elección y la convivencia sana.

Por lo tanto, más allá de las innovaciones técnicas y formales, el periodismo ha sido y sigue siendo una actividad de suma trascendencia sociopolítica y cultural, cuya misión es ofrecer informaciones, opiniones e interpretaciones sobre hechos que interesan a la sociedad y afectan al ciudadano. Sin ella, la democracia estaría incompleta.

Decía Emile Dovifat3 que el periodismo es una actividad firmemente ligada al momento y a la marcha de la técnica. Por eso requiere una eficiencia y un amor al trabajo sin desmayo, una percepción clara y permanente de los hechos, conocimientos fácilmente utilizables, observación aguda y la capacidad de lograr una descripción certera, convincente y con un lenguaje eficaz. No hay que olvidar que son los periodistas los que hacen a los medios y no al revés.

Por lo demás, los periodistas del siglo XXI que sobrevivan con éxito a los cambios serán aquéllos que se hiper-especialicen, construyan su marca personal y sepan diversificar sus fuentes de ingresos para vivir de ello. Los portales temáticos de periodistas individuales o pequeños grupos de colegas parecen ser una buena opción. La red abre nuevos senderos.

En palabras de José Luis Orihuela:

Hay futuro para el periodismo no complaciente, inteligente, crítico, bien escrito y bien dicho, para la creatividad aplicada a la visualización de la información, para una mayor y mejor articulación con las audiencias convertidas en usuarios. Hay futuro para el periodismo mejorado.4

A final de cuentas, los periódicos son un reflejo de la sociedad en la que se hacen. Vivimos en un mundo globalizado e interconectado y en realidad Internet está contribuyendo también al desarrollo del periodismo social, con nuevas formas, contenidos e información que se intercambia más rápido que nunca. Cambian las formas, los medios y los lenguajes, pero el reto de mantener los principios tradicionales de la profesión aún continúa. No importa si desaparecen los diarios de papel, mientras no se esfume la información libre y plural que nutre a la sociedad.

 

Notas

1) Abello, J. El futuro del periodismo y el desarrollo profesional de los periodistas de América Latina. Colombia: Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), 2008, p. 19.

2) Kovach, B. y Rosenstiel, T. Los elementos del periodismo. Madrid: El País / Aguilar, 2003, p. 18

3) Dovifat, Emil. Periodismo. México: Uteha, 1960

4) Orihuela, José Luis. “El periodismo tiene futuro, pero no cualquier periodismo”, en Reflexiones sobre periodismo. Lo que dejó 2010 y lo que viene en 2011. 2010, p.13

 

Profesora e investigadora del Tecnológico de Monterrey, campus Ciudad de México.

2 comentarios a este texto
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