40 años del periodismo de Víctor Roura
- «A lo largo de 40 años, Roura nos ha obsequiado un periodismo que vive, que discute, que cuestiona, que consigna, que averigua, que narra, que provoca, que escudriña. No es gratuito que por ello se haya ganado adversarios en el medio periodístico y el entorno cultural», dice Omar Raúl Martínez.
Por Omar Raúl Martínez
Hace casi 25 años conocí a Víctor Roura. Sin chistar aceptó una entrevista para la entonces naciente Revista Mexicana de Comunicación. Lo referí entonces como uno “de esos pocos periodistas casados fielmente con su pluma y divorciados de toda solemnidad”.
Su cabellera alborotada, su hablar pausado y su vestimenta obscura eran las mismas de hoy. A la vuelta del tiempo observo que, con este nuevo libro con el que celebra sus 40 años como periodista (El apogeo de la mezquindad. Vivencias y decires en el periodismo) y su trayectoria profesional, sus principios y afanes primigenios siguen siendo parte de él, están ahí: firmes, y no se han trastocado o desfigurado como sí ha llegado a suceder con otros personajes. Extraigo, por ejemplo, cuatro afirmaciones de aquel encuentro que, percibo, han orientado su andar profesional:
1.- Hay que rebelarse contra la ortodoxia periodística pese a todos los prejuicios y a todas las enemistades que uno pueda ganarse.
No hay que ser un científico sagaz para sostener que, como se lee en su nueva obra, Roura ha contrariado las estructuras tradicionales de la prensa, lo cual desde luego ha afectado cotos y privilegios. El primer asomo se dio en el diario unomásuno. Más tarde, en La Jornada viviría todo tipo de vicisitudes por tratar de estimular dinámicas menos acartonadas y dependientes de la dirección general. Las horas extras fue una noble publicación cuya gran calidad no fue suficiente para mantenerla a flote debido a que rompía con los cánones de la prensa convencional.
2. El nuevo periodista no tiene que dejarse seducir por el poder: a uno sólo debe importarle el oficio por las letras.
La fidelidad de Roura a la escritura –sea periodística o literaria– es inobjetable. En las páginas del libro que hoy presentamos es posible consignar que no le han faltado ofertas para caer en las redes de los poderosos. Pero ha sido más fuerte su lealtad a sí mismo y a sus letras.
3. Lo que distingue al nuevo periodista es la forma desprejuiciada con que se enfrenta a los hechos y a una imprescindible capacidad para describirlos.
En su tarea como editor y autor, hemos podido constatar esa búsqueda por ofrecer estampas de la realidad cultural y política que intentan trascender los esquemas anodinos de la información para enfocarse en miradas que no sólo describan y relaten sino también cuestionen con el dedo en la llaga.
4. Hay gran distancia y enemistad entre el periodismo tradicional y el periodismo que aspira a ser distinto: los divide un puente de grillas, envidias y competencias viles e intereses particulares.
De ello Víctor Roura nos deja plena constancia a lo largo de Apogeo de la mezquindad. Sin embargo, hemos podido atestiguar que ni las simulaciones ni el sectarismo ni las amenazas ni los insultos ni la mezquindad han mermado su pasión y entrega por el oficio de la palabra escrita. No lo han silenciado. Al grado de que, además de ser editor de la sección de cultura de El Financiero, es un prolífico autor de novela, poesía, cuento y ensayo.
Con este libro, Roura refrenda que es un acucioso lector u observador crítico de la realidad mediática, y particularmente de los periodistas.
Ya nos había dado una muestra de ello en sus libros Cultura, ética y prensa; y La vida del espectador, pero en esta ocasión va más allá. Porque congrega un equilibrio vital entre testimonios y reflexiones, entre relatos y opiniones, entre datos e interpretaciones. A lo largo de las páginas nos va ofreciendo un caleidoscopio de vivencias y decires que, cual dardos quemantes, dibujan a un segmento del periodismo mexicano. Aparecen innumerables personajes, entre intelectuales, cantantes, reporteros , funcionarios de los medios y otros. Podemos asegurar que Roura es de los pocos periodistas que, más allá de academicismos, han mostrado, escrutado y analizado –desde el relato y sin ambages– las pifias de la prensa y las debilidades éticas de los medios mexicanos. Ello sin duda es significativo habida cuenta el silenciamiento deliberado entre el gremio periodístico que sólo contribuye al rezago profesional y a la susodicha mezquindad.
Si alguien no conoce quién es Roura, puede acercarse a esta obra para formarse una idea de su personalidad: un espíritu lúcido e inconforme, que –dice él– “ha conocido sucesivamente la amistad, el desconsuelo, la deslealtad, el fervor, el coraje, la traición, el rencor, la envidia, la complementariedad, el amor y su antagonismo”.
A lo largo de 40 años, Roura nos ha obsequiado un periodismo que vive, que discute, que cuestiona, que consigna, que averigua, que narra, que provoca, que escudriña… No es gratuito que por ello se haya ganado adversarios en el medio periodístico y el entorno cultural.
Él, que confiesa no sentirse orgulloso del gremio periodístico, no pocos lectores –compañeros de ruta y académicos– sí reconocemos su aporte, su quehacer, y nos sentimos orgullosos del periodismo que ha labrado con dedicación y esmero, enmedio de avatares y ninguneos. Un periodismo que ha apostado por decir las cosas sin medias tintas. Un periodismo que incomoda con sus señalamientos y develaciones. Un periodismo que, como casi nadie, pretende ser incluyente pese a las exclusiones en otros foros. Un periodismo sin condiciones que busca hacer comprender y leer críticamente la realidad. En suma: decir “Victor Roura” es hoy sinónimo de periodismo cultural incomplaciente, punzante, que cuestiona y trata de dar significados a la cultura.
Por eso hoy lo celebramos.
Información Bitacoras.com…
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Hola en que no. de la revista salió el artículo, no se publico también en el financiero?
Gracias.