Lourdes Portillo: una cineasta chicana universal

Leticia Urbina Orduña
Colaboradora de la publicación Cineadictos que edita la FES- Acatlán

Aunque nació en México y sus documentales abarcan
Centro y Sudamérica, ella se considera chicana.

Los cineastas chicanos y mexicanos en Estados Unidos se han quejado por décadas —y no sin razón— de la falta de atención de la cinematografía estadounidense hacia su trabajo, de la poca o nula distribución de sus filmes y de la invisibilidad artificial a que se les somete. Si ésa es la tónica para los cineastas de origen mexicano ¿Cómo les va a las mujeres?

Un caso emblemático lo representa Lourdes Portillo, quien nació en Chihuahua pero ha documentado la realidad y las perspectivas de personas invisibles para el establishment. Su cinematografía estuvo centrada, primero en sus vivencias como mexicana en los Estados Unidos —-se crió en California—, luego en las vivencias de los chicanos y, finalmente, en las de cualquier grupo social que amerite ser abordado por su género favorito: el documental.

Ya en 1979, Lourdes Portillo ganaba el diploma de honor en Cracovia, Polonia, por Después del terremoto, filme sobre la respuesta que dieron los nicaragüenses en Estados Unidos para la reconstrucción de Managua, luego de que el día de Navidad esa capital quedara destruida por un sismo. Portillo, quien codirigió ese filme con Nina Serrano, quedó tan marcada por ese documental que mucha gente cree aún que ella es de nacionalidad nicaragüense.

Trabajó en 1986 con Susana Muñoz en otro documental de denuncia, Las Madres de la Plaza de Mayo, que reveló las condiciones de opresión que vivió ese movimiento, formado por las madres de los desaparecidos políticos en Argentina. Con esta cinta obtuvo una nominación al Oscar.

Posteriormente, incursionó en la ficción con La cineasta, aunque el género documental permea este trabajo, actuado por la mexicana Ofelia Medina.

Se trata de una película humorística sobre una cineasta que busca una historia oída años atrás, para lo cual viaja a México. Jamás encuentra lo que busca, pero halla más cosas de las que quisiera sobre su país de origen.

Animada por su primer acercamiento con la ficción, Lourdes Portillo realiza en 1994 El diablo nunca duerme. Será este el primer largometraje filmado por una mujer chicana. Sin embargo, en 2001 regresará a sus orígenes, México, por un lado y el documental por otro con Señorita extraviada, sobre los cientos de mujeres asesinadas en Ciudad Juárez, Chihuahua, con el que ganó el Ariel en 2003.

Aunque nació en México y sus documentales abarcan Centro y Sudamérica, ella se considera chicana: «He tenido bastante éxito en algunos lugares de Estados Unidos y todavía gente querida, que son mis colegas, me ignoran o no me toman en cuenta, porque sigo siendo la que soy: soy chicana».

El artículo anterior se publicó originalmente en Cineadictos
y debe de citarse de la siguiente forma:

Urbina Orduña, Leticia, «Lourdes Portillo: una cineasta chicana universal»,
en Cineadictos, Num. 81, febrero, 2009.

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